"Fueron muchos años de maltratos y humillaciones, pero ya no más, hoy, voy a ser todo lo que yo quiera ser".
Viviana es una chica abandonada por su madre, y en quien su padre descarga todas sus frustraciones. Pero un ángel dará luz a su vida y le ayudará a cruzar las más densas tinieblas.
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Mejorías
— Buenos días, mi nombre es Teobaldo Santana, pero me pueden llamar Teo, soy la persona a quien el doctor encargó para estar al pendiente de todo lo que puedan necesitar aquí y también afuera.
Lo reconocí, era el hombre que estaba con el doctor la noche en la que trajo a mi hermano al hospital. El continúo.
— Chicos, me alegra ver que todo esté mejor. Me alegra ver a tu hermano más recuperado y a ti más tranquila, quiero que sepan que estoy aquí para ayudar en lo que necesiten.
Vicente se encogió de hombros y yo le sonreí a Teo, estaba agradecida por su presencia y apoyo.
— Estamos bien, gracias al cielo y al doctor, por favor, dígale que no se moleste, que ya hizo mucho por nosotros y que estaremos bien, que ya no se preocupe más.
— Hablé con él está mañana y noté que sigue un poco preocupado por ustedes, por eso estoy yo aquí, para asegurarme de que estén bien atendidos y por si necesitan algo.
A mí me tranquilizó un poco su presencia, pero aún así me preocupaba lo que pasaría después de salir del hospital. ¿Dónde íbamos a vivir, cómo íbamos a sobrevivir? No tenía respuestas a esas preguntas, pero por ahora solo quería concentrarme en la recuperación de mi hermano.
La noche transcurrió tranquila y al día siguiente mi hermano estaba mucho mejor, ya podía levantarse y caminar un poco. Él de repente apareció, muy de mañana, y hoy lucia mucho más guapo, vino a visitarnos y fue muy agradable tenerlo de nuevo allí, su presencia me reconfortaba de alguna manera.
— Me da mucho gusto ver que estás mejorando. ¿Cómo te sientes? — Le pregunto a Vicente directamente, pero quien respondió fuí yo.
— Estamos muy bien, y él está mucho mejor, gracias a usted doctor. No sabemos cómo agradecerle por todo lo que ha hecho por nosotros.
— No tienen que agradecer, es mi trabajo y mi deber ayudar a aquellos que lo necesitan. Estoy aquí para ustedes.
Esas palabras me reconfortaron, saber que teníamos a alguien como el doctor a nuestro lado nos daba esperanzas. Aún no sabía qué nos deparaba el futuro, pero por ahora solo quería disfrutar de estar juntos y sanos.
Teobaldo también estuvo allí, dándonos su apoyo y asegurándonos que todo estaría bien. Su presencia era reconfortante.
La mañana antes de que nos dieran de alta, el doctor y Teo vinieron a despedirse y a asegurarse de que no nos faltará nada. Fue un momento emotivo, nos dieron algunas indicaciones y consejos para cuidarnos, y nos prometieron estar disponibles si necesitábamos algo en el futuro.
— Chicos, cuídense y no duden en buscarme si necesitan ayuda. Estoy aquí para ustedes.
— Muchas gracias por todo doctor, no sabemos qué hubiéramos hecho sin su ayuda. Le estaremos eternamente agradecidos.
Nos despedimos con un abrazo, agradecidos por todo lo que habían hecho por nosotros. Salimos del hospital con una sensación de esperanza y agradecimiento, listos para enfrentar lo que viniera con las enseñanzas y el apoyo que habíamos recibido.
Llegamos a esa casona y antes de entrar al minicuartito que rentabamos, la señora del lugar se nos acercó.
— ¿Como sigue joven? Supe que estaba enfermo, y que hasta en ambulancia se lo llevaron, afortunadamente tiene ud una buena mujer, que hará lo que sea para no dejarlo morir
Los dos nos quedamos muy sorprendidos por lo que dijo la señora, pues ella argumentó que los dos éramos pareja, pero antes de corregirla, recordamos al tipo desagradable del otro día, asi que por ahí era la cosa. La doña continúo.
— No entiendo porqué me mintió diciendo que era su hermana, yo le creí, aunque claramente se nota que uds no tienen ningún parecido y que las diferencias físicas son evidentes, pero como mi trabajo es creer en la palabra de la gente... En fin, recuerden ser puntuales con el pago y que no me gustan los alborotos, lo que menos quiero por aquí es a gente preguntándome cosas.
— Disculpe, ¿Quien le pregunto cosas?
Yo tenía que saberlo. ¿Que tal si era nuestro papá o nuestros hermanos?
— Vino un tipo, parecía policía, pregunto por los que ocupaban ese apartamento, le dije que no estaban y que no sabía cuándo volvian, así que ya lo saben, solucionen sus cosas fuera de aquí.
La mujer seguía hablando, pero Vicente me instó a entrar.
— Gracias señora por toda su preocupación, pero nosotros necesitamos descansar.
Estaba molesto, conocía a mi hermano y no tenía buen temperamento con la gente extraña.
— ¿Quien crees que vino a preguntar por nosotros?
— No lo sé, y tampoco me interesa, si llega a ser ese hombre que se dice ser nuestro padre, sencillo, se le pone una denuncia por maltrato, pero ese es un tema aparte, siéntate que tú y yo vamos a conversar muy seriamente.
— ¿Me vas a seguir regañando por lo del doctor?
— Por exponerte de esa manera, se que lo hiciste para ayudarme y porque estabas muy preocupada por mí, pero imagina el escenario si algo malo te ocurría, ¿Que hubiera pasado si...
— Ya Vicente, entiendo lo que dices y el como te sientes, pero lo que hice, es lo que tenía que hacer, no te pongas a pensar en lo que pudo haber pasado, porque no pasó, lo que si paso es que todo salió bien gracias al cielo, eso es lo que importa aquí y nada más.
Ahora era yo la que estaba molesta, no quería que siguiera con ese siriri, me molestaba que actuara de esa manera, y aunque tenía razón, ya era hora de que empezará a dejar de preocuparse tanto por mí. El no dijo nada más, pues yo no le dí la oportunidad de hacerlo, pues tan pronto dije esas palabras, me levanté y me puse a hacer algunas cosas en la pequeña cocina que teniamos. Solo se recostó en la cama y se quedó allí muy pensativo.
Pasaron dos días y no volvimos a tocar el tema, y él se veía muchísimo mejor, de manera que salimos los dos a la calle a buscar trabajo, algo teníamos que encontrar. Ese día tuvimos suerte, nos contrataron a los dos en una casona parecida a la que vivíamos, pero más bonita y quienes ahí vivían al parecer tenían más dinero.
A mi me dieron el aseo de las áreas comunes, lo malo es que eso era gigante y se puede decir que me tocaba sola, pues a mí hermano le dieron todo lo de mantenimiento, tenía que reparar, resanar, pintar, en fin... De todo un poco.
Aquí estaba yo, una vez más confirmando que en vez de Viviana, debería llamarme Soyla.