Luz O Oscuridad

27/01/2019

Estaba tan asustado que incluso el leve roce de la mano de Elizabeth me sobresaltó."

Elizabeth: Perdóname, Losert... (Su voz es un susurro débil, cortado por el dolor). No habría llegado sola a mi departamento.

Losert: (la sostiene con cuidado, su pecho apretado por el temor de perderla) No hables, no te esfuerces. Hiciste bien en venir aquí. (La mira, luchando por no derrumbarse). Dime... dime qué puedo hacer para ayudarte.

Elizabeth: (desde su regazo, desvía la mirada, incapaz de sostenerle los ojos) No hay nada que puedas hacer, Losert.

Losert: (toma su barbilla suavemente, obligándola a mirarlo) No me mientas, Eli. Esa loba dijo que necesitas sangre.

Elizabeth: (respira con dificultad, sus palabras apenas audibles) Solo la bebo para salir al sol, no para sanar o ser más fuerte...

Losert: (las lágrimas bordean sus ojos, pero no las deja caer) Escúchame, Eli. (El apodo escapa de sus labios, inesperado, íntimo). No quiero perderte. Si necesitas sangre, toma la mía. (Se acerca un poco más, su voz un susurro cargado de emociones). No por nada soy tu familiar... y tu amigo. (Se descubre el hombro y susurra con suavidad) Por favor, hazlo.

Elizabeth: (una chispa de rubor se asoma en su rostro pálido) Solo lo haré porque no quiero morir... todavía. (Con esfuerzo, se inclina hacia él y, con un último vistazo a sus ojos, lo muerde).

Losert: (sus pensamientos son un torbellino mientras siente el dolor de la mordida) ¿Cómo puede ponerme en esta posición? Es tan terca... y, aun así, no quiero que nada le pase. Quiero ser yo quien la proteja...

Elizabeth: (se aparta tras beber, apoyándose en él mientras recupera el aliento) Eso será suficiente. (Lo mira con ojos cansados, pero sus pensamientos la traicionan) ¿Por qué mi corazón late como si aún estuviera vivo? Desde que lo conocí, algo cambió en mí... pero aún no puedo decírselo.

Losert: (con una ternura inusual, limpia las pequeñas heridas de su rostro) Déjame limpiar tus heridas.

Elizabeth: (desvía la mirada, como si el peso de su preocupación fuera demasiado) No es necesario...

Losert: (con firmeza, pero con cuidado) No voy a discutirlo, Eli. (Mientras limpia sus heridas, observa cómo se cierran lentamente. El alivio llena su voz). Ya han sanado... Gracias a Dios.

Elizabeth: (intenta recobrar su tono habitual) Gracias, Losert. Dime algo... ¿de ahora en adelante me seguirás llamando "Eli"?

Losert: (le sonríe suavemente) Si no te gusta, puedo dejar de hacerlo.

Elizabeth: (suaviza su mirada) No, está bien. Me gusta cómo suena. (Piensa por un momento). Entonces... te llamaré "Lost".

Losert: (una sonrisa genuina cruza su rostro) ¿"Lost"? Me gusta. (Por un instante, la mira, perdido en sus pensamientos).

Elizabeth: (notando su mirada, lo interrumpe) ¿Qué pasa, Lost?

Losert: (titubea, su voz casi un susurro) Es solo que... tus alas y tus colmillos... Cuando te conocí, me aterraban. Pero ahora... ahora los veo y me parecen hermosos.

Elizabeth: (se sonroja y evita su mirada, incómoda) Qué cosas dices... (Sus alas desaparecen y sus colmillos vuelven a su forma normal). Así está mejor.

Losert: (desvía la mirada, avergonzado) Lo siento si te incomodé, Eli. (Termina de limpiarla y se sienta en el suelo, todavía afectado por sus propios sentimientos).

Elizabeth: (lo observa desde la cama, una calidez inexplicable llenando su pecho) No te preocupes, Lost. Gracias a ti, estoy mejor. (Se pone de pie). Pero ya son casi las 12 de la noche. Debo irme.

Losert: (se levanta de un salto y toma su brazo con suavidad, pero con urgencia) No te vayas. Es peligroso. Si Elena sigue buscándote... no puedo dejar que te expongas.

Elizabeth: (al notar su preocupación, su voz suaviza) Está bien... Me quedaré. (Se sienta nuevamente en la cama). Pero deberíamos descansar, Lost.

Losert: (asiente, relajando sus hombros) Quédate aquí. Iré por unas cobijas y dormiré en el suelo.

Elizabeth: (confundida) ¿Qué? No, no. En todo caso, yo dormiré en el suelo y tú en la cama.

Losert: (se acerca, inclinándose frente a sus ojos con una resolución que sorprende a ambos) Tú te quedarás en la cama, Eli. Yo dormiré en el suelo.

Elizabeth: (impactada por el cambio en su actitud) Está bien...

El domingo terminó de una manera inesperada, pero al final, Elizabeth logró salvarse. Aunque no entendía cómo, un alivio recorrió mi ser al saber que, al menos por ahora, estaba a salvo.

En la madrugada del lunes, me quedé profundamente dormido. A pesar de la calma momentánea, algo en mi interior me decía que no podía dejar de temer lo que estaba por venir. Mi sueño me arrastró de nuevo a la habitación oscura, ese lugar del que siempre trataba de escapar, pero al que, irónicamente, siempre regresaba.

Continuará...