Un Omega Disfrazado~

Elliot salió del baño y se sentó frente al espejo, observando su reflejo con expresión seria. Sus dedos temblaban ligeramente mientras aplicaba el polvo negro sobre su piel, ocultando su apariencia una vez más.

—¿Hasta cuándo tendré que esconderme así? —murmuró con amargura.

Era una rutina tediosa, pero necesaria. Si su tía Bell o su primo Julian llegaban a encontrarlo, no dudarían en hacerle la vida imposible… o peor. Aunque lo odiaba, sabía que no podía enfrentarlos o estaría muerto.

—Eres un idiota, Elliot… —susurró, sintiendo una punzada de frustración en su pecho.

Su única opción era ahorrar su salario. Cuando tuviera suficiente dinero, podría irse de la mansión y comenzar una nueva vida lejos de todo. Claro, eso si su joven amo se lo permitía… Cassian no dejaba de molestarlo.

Justo cuando terminaba de aplicarse el polvo negro, su nuevo teléfono vibró sobre la mesa. Elliot lo observó con incredulidad antes de agarrarlo.

—Dios… el joven amo ya está llamando tan temprano. —Suspiró y deslizó el botón verde.

—Hola, joven amo.

—Estoy confundido otra vez —la voz de Cassian sonó despreocupada al otro lado de la línea—. No sé qué color de ropa ponerme hoy. ¡Ven rápido a mi habitación!

Elliot parpadeó un par de veces antes de asentir, aunque Cassian no podía verlo.

—Sí, ahora voy.

—Hm... Te espero —Cassian colgó la llamada.

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Elliot se apresuró por los pasillos de la mansión hasta llegar a la habitación del alfa. Tocó la puerta con cautela antes de hablar.

—Con permiso, joven amo.

—Pasa —respondió Cassian desde el vestidor.

Elliot entró, pero al ver a Cassian recién salido de la ducha, con solo una toalla atada a la cintura, sintió su corazón detenerse.

—¡Dios! —exclamó y, por reflejo, cubrió su rostro con ambas manos—. ¿P..por qué no lleva ropa, joven amo?

Cassian, entretenido con su reacción, se cruzó de brazos y sonrió con diversión.

—Porque aún no sé qué ponerme —dijo con naturalidad—. Para eso estás aquí, ¿no? Elige una ropa para mí.

Elliot, aún con las manos en la cara, avanzó torpemente hacia el armario, caminando de lado como si temiera mirar por accidente. Cassian, al verlo, soltó una risa baja.

—Si sigues tapándote la cara, ¿cómo piensas elegir mi ropa? —se burló, acercándose con lentitud.

—¡No se acerque, joven amo! ¡No…! —Elliot intentó retroceder, pero tropezó y casi cae de espaldas.

Cassian atrapó su muñeca con rapidez y lo sostuvo en su lugar.

—¿Eh? —Suspiró divertido—. ¿Qué voy a hacer contigo, eh?

Elliot sintió que su temperatura subía al estar tan cerca de Cassian, pero este no parecía afectado en lo absoluto.

—Quería invitarte a una cita como ayer, pero hoy tengo clases. Así que, espérame esta noche y nos divertiremos.

—¿Divertirnos cómo, joven amo? —preguntó Elliot con cautela, todavía nervioso por la cercanía.

—Jugaremos verdad o reto. Si no quieres jugar a solas conmigo, podemos invitar a la glotona de Celine —respondió Cassian con desinterés.

Elliot, incómodo, se giró de inmediato hacia el armario y comenzó a buscar una prenda al azar.

Sin embargo, Cassian no tenía intenciones de dejarlo escapar. Se acercó por detrás y le susurró al oído:

—¿Y bien? Aún no respondes.

Elliot se estremeció al sentir el aliento cálido contra su piel.

—S-sí, joven amo… —respondió con prisa, con la única intención de terminar con aquella conversación.

Agarró una camisa de cuadros y se la ofreció sin atreverse a mirarlo.

—Creo que esta le quedará bien.

Cassian la tomó con tranquilidad, pero antes de soltar la mano de Elliot, inclinó el rostro y depositó un beso en su palma.

—Gracias.

Elliot sintió que su cerebro dejó de funcionar.

Pero su pánico no terminó ahí. Cuando Cassian se separó, Elliot notó con miedo que parte del polvo negro de su piel había quedado pegado en los labios del alfa.

"¡Estoy muerto!" pensó Elliot, paralizado.

Rápidamente, se puso de puntillas e intentó limpiarle los labios con torpeza, esperando que no se diera cuenta.

—Vaya, así que mi sirviente es bastante atrevido, ¿Eh?... —Cassian arqueó una ceja, disfrutando la situación—. ¿Quieres que te bese en los labios?

—¡N-no es eso, joven amo! —Elliot se puso aún más nervioso—. E-es que… tenía restos de pasta de dientes...

Cassian frunció el ceño, claramente escéptico.

—¿Pasta de dientes? Eso suena a una excusa. En realidad, ¿era una señal tuya, no?

—¡No, no…! —Elliot, sin soportar más la vergüenza, salió corriendo como si su vida dependiera de ello.

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