La joven Yasí era una chica esclava de la familia más importante de la ciudad, cuya madre era indígena y cuyo padre era el dueño de ellas y de todo cuanto las rodeaba. Ella y su madre sufrían los maltratos de la familia por lo que Yasí soñaba con ser libre. ¿Logrará Yasí obtener su libertad y la de su madre?
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Capítulo 13 Los destellos de la pasión
Terminó la guitarreada, comieron y bebieron, cantaron y bailaron. Fue una linda noche para todos, los heridos ya estaban mejor, y los hombres habían logrado pescar bastante, los niños jugaron y corretearon alegremente hasta tarde. Cada uno se fue a dormir, un nuevo día les esperaba cada día en el monte donde los pájaros cantaban al amanecer, el sol brillaba hermoso y fuerte en el día, y caía en un bello atardecer, la luna magestuosa alumbraba con su presencia la pobre vida de los paisanos indígenas de piel del color del río, como decía la canción del pescador. En la piel llevaban el color de su tierra, de la tierra que los vio nacer, y que un día les arrebataron, quizás por oro y por poder. Pero lo cierto es que les arrebataron todo, sus mujeres, sus hijos, sus vidas, más no pudieron arrebatarles el deseo profundo de vivir libres en la tierra que les dio la vida y les hizo crecer.
Yasí: —Buenos días a todos. Me alegran que sus heridas hayan mejorado favorablemente. Así que a partir de ahora pueden ir a las habitaciones que hemos preparado para ustedes.
Hombres: —Le agradecemos mucho a usted y a las demás mujeres por sus cuidados.
Yasí: —No es nada, dijo con satisfacción
Luego se fue a recoger hierbas.
Felipe: —¿A donde vas tan temprano?
Yasí: —Voy a recoger hierbas medicinales.
Felipe: Iré contigo, te ayudaré
Yasí: —Pero si tú no conoces
Felipe: —Pero soy muy bueno aprendiendo, además, puedo ayudarte a cargar los cestos con las hierbas.
Yasí: —Bueno, está bien, dijo riendo
Llegaron hasta el lugar donde estaban las hierbas, extendidas en el suelo, y las recogieron. Comieron unas frutas de los árboles que abundan por ahí. Sin darse cuenta, se quedaron dormidos tendidos en el suelo, el cansancio los venció, y sin que se dieran cuenta se hizo tarde y comenzó a oscurecer, entonces se apresuraron en volver al campamento. Una vez allí, Yasí lavó las hierbas y las guardó cuidadosamente. Después de cenar, se acostaron todos a dormir. De pronto se escuchó un ruido extraño, como un rugido. Yasí observa con cautela abriendo la puerta despacio, y ve lo que temía, un felino dando vueltas, conocido como yaguareté. Los demás también hicieron lo mismo y el miedo se apoderó de ellos.
Felipe y los hombres, muy atentos ante cada movimiento extraño en el campamento, también divisaron a la bestia. Salieron con cuidado para lograr matarla.
Felipe: —Vamos a atraparlo, tú lo distraes y yo le doy un tirón de bala por detrás, le dijo a uno de los hombres.
El hombre se desplazó frente al animal, rugía y se prepara para atacar. El hombre corre hacia una de las habitaciones y Felipe los sigue. En el momento que se lanza sobre el hombre, una mujer abre la puerta de la habitación intentando salvarle. En el momento justo en que el felino les iba a atacar, se escuchó los disparos, y el animal cae muerto al suelo. El hombre se levanta sobresaltado, y le dijo a Felipe: —hombre has hecho un gran trabajo, eres muy valiente, gracias y lo abrazó. El animal quedó tendido en el humbral de la puerta de la habitación, la mujer sale exaltada del espanto. ¡Era Yasí!
Cuando la ve Felipe, rápido se acerca junto a ella.
Felipe: —Cariño, ¿Estás bien?
Yasí: —Sí cariño, estoy bien
Felipe: —No está bien que me quede aquí en la habitación contigo, pero no quiero dejarte sola. Pediré permiso a la ansiana para quedarme aquí contigo y cuidarte...
Yasí: —No te preocupes ve a tu habitación, yo estaré bien
Felipe: —Insisto, lo haré
Felipe se acercó a la ansiana y le dijo:
Felipe: —Señora, sé que no está bien que un hombre y una mujer duerman en una habitación sin estar casados aún, pero por ésta vez le quiero pedir si podemos hacer la excepción así puedo cuidar mejor de Yasí. Prometo no hacer nada que no sea adecuado.
Anciana: —Muchacho, comprendo tu preocupación y veo que ella te interesa mucho. Ve con cuidado.
Felipe: —Muchas gracias
Felipe colocó una manta en el suelo y se acostó junto a la cama de Yasí, los dos durmieron juntos en la misma habitación hasta que escucharon cantar a las aves y se levantaron.
Yasí: —Fue una noche de lo más aterradora, Dios no permita que nos vuelva a ocurrir.
Felipe: —Dios mediante así sea
Anciana: —Es verdad, fue una experiencia espantosa. Dios nos ampare siempre.
Yasí: —Abuelita necesito hablar a solas con usted
Anciana: —Sí niña
Yasí: —Felipe ¿Nos permites un rato a solas por favor?
Felipe: —claro, dijo y se retiró
Yasí: —Abuelita, usted sabe que he comenzado una relación con Felipe. Me gustaría compartir un tiempo más con él antes que regrese al ejército.
Anciana: —Entiendo hija, tienes mi permiso pero recuerda que ese hombre quizás no regrese así que no hagas cosas de las que luego te puedas arrepentir. Tú ya eres una mujer, ¿comprendes lo que estoy diciendo?
Yasí: —Claro abuelita, no se preocupe no haré nada de lo que me vaya a arrepentir. Lo prometo.
Yasí se acercó a Felipe y le dijo:
Yasí: —Fui a hablar con la abuelita para pedirle permiso.
Felipe: —¿Permiso? Qué quieres hacer ...
Yasí: —Quiero invitarte a pasar el día al lado del río, ¿ Te gustaría?
Felipe: —Claro que sí, sería maravilloso pasar el día junto a mi amada, le dijo sonriéndole
Yasí: —Bueno, voy a preparar todo lo que necesitaremos para ir, dijo feliz
Felipe: —Bueno, te espero
Yasí preparó todas las cosas y se arregló estaba ansiosa porque era su primera cita juntos. Felipe también se arregló y también estaba ansioso.
Caminaron hasta el río. Allí tendieron una manta grande en suelo sacaron unas frutas para comer y algunos bocadillos con miel que preparó Yasí. Pasaron un hermoso día charlando y riendo, así fueron pasando las horas y comenzó a pintarse en el cielo un hermoso atardecer color naranja, mezclado con colores rosados y violetas entre el celeste del inmenso cielo.
Felipe: —Mi Yasí, mi luna, te amo tanto, que quiero estar siempre a tu lado, ¿Te gustaría casarte conmigo?
Yasí: Cariño, yo también te amo, claro que sí, le dijo feliz
Felipe: —¿Me esperarás hasta que termine la guerra? Luego vendré por ti.
Yasí: —Por supuesto cariño, te esperaré. Y se besaron profundamente.
Yasí: —¿Me esperas aquí un momento? No tardaré
Mientras la luna en el cielo salió con todo su esplendor y Felipe miraba el cielo recostado. De pronto, se acerca Yasí junto a él, y él se sienta. La mira sorprendido y lleno de admiración por su belleza. Estaba vestida de una manera sin igual, con una pequeña falda con flecos echa con plumas de colores vivos y piedras que la adornaban. Su larga cabellera negra llegaba hasta su cintura tapando sus pechos y un collar de piedras grande y colorido llegaban hasta el comienzo ellos adornándolos atractiva. En su cabeza tenía una especie de corona de plumas de hermosos colores.
Felipe: — Te ves hermosa, eres hermosa.
Yasí se acercó a él y miró enamorada al hombre guapo, fuerte y de ojos azules inmensos como el cielo. Se sentó en su regazo, le tomó por detrás del cuello y comenzó a besarlo, mientras lo acariciaba. Él la tomó de la cintura, separó los cabellos que cubrían sus pechos. El deseo los envolvió. Esa noche se acariciaron, se besaron y se amaron con mucha pasión, bajo la luz de la luna acompañados por la música de las olas del río.
Espero que esa tranquilidad les dure un poco, al menos hasta que Yasí se recupere y pueda seguir la marcha en caso necesario.
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Cambio de palabras: Oidor en lugar de Virrey.
Necesito saber si la autora es Correntina, tiene alma correntina, si es correntina por adopción, si tiene parientes o algo en corrientes porque las canciones son bien del chamame de esos lados....
Hasta lo leí cantando en mi cabeza, hasta música le puse 🤣🤣
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