Valien Daher, la heroína del imperio, rechaza firmemente el compromiso con el príncipe heredero. ¿Por qué? Porque ella es una reencarnada, ella sabe que su prometido la traicionará y eso la llevará a la muerte sin importar lo que ella hizo por su imperio.
Decidida a cambiar ese destino, Valien pide un compromiso, pero no con el príncipe heredero. Ella elige al archiduque Carl Pott, un hombre mayor y misterioso. ¿Podrá cambiar su destino siendo la esposa del archiduque?
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De vuelta
El día de su llegada, todo el mundo los estaba esperando, los recibieron con aplausos, comida y música por todas partes, además de que los soldados y magas eran libres de reunirse con sus familias en ese preciso momento, solo los generales, el coronel y Valien, debían presentarse ante el emperador, para dar a conocer los detalles de la victoria en persona, ahí también estarían sus familias, los ministros y más nobles de renombre, para felicitar a los que regresaron triunfantes.
Al llegar al salón del trono, los ocho generales, el coronel y Valien se arrodillaron ante el emperador.
—Levanten la cabeza, somos nosotros quienes les debemos nuestra supervivencia, en especial a usted señorita Daher, estoy enterado de todas sus hazañas— fijó su mirada en Valien, lo que la hizo sentir un poco incómoda.—Sus familias están aquí presentes y dejaré que disfruten con ellos, después de esta pequeña reunión, sin embargo debo premiar a los que hicieron posible la victoria— se acercaron varios secretarios y entregaron decretos reales a cada uno de los generales.
En cada decreto, se les otorgaba una buena extensión de tierras y también una cantidad de dinero, por las molestias, según dijeron, pero a Valien no le dieron nada.
Los cuchicheos comenzaron y por supuesto, el emperador debía actuar.
—Usted señorita Daher, al ser la heroína del imperio, no se que podría ofrecerle, más que lo siguiente— un secretario se acercó a ella y le entregó un pergamino, donde le cedían una mansión en el norte del imperio y también una suma de dinero, que sería otorgada cada mes, por el resto de su vida.
Valien claro que se sorprendió al ver ese documento, pero no era falso, pues tenía el sello real.
—Se lo agradezco majestad, aunque creo que es demasiado— quería mostrarse humilde, aunque por dentro no podía estar más feliz.
Dado que es nuestra heroína, quiero ser yo quien le de un premio verdaderamente digno de usted señorita Daher, si me permite me gustaría…— el emperador le hablaba a Valien, sin embargo fue ella quien lo interrumpió en medio de su discurso.
—Merezco un castigo por hacer esto majestad, no obstante si no es mucho pedir, quisiera hablar con usted a solas si me lo permite por favor— hincándose en el piso de aquel salón, se agachaba la rubia, reposando su frente en el suelo.
Al ver aquel acto, todos los presentes se quedaron observando a su emperador, pues querían ver por cuánto tiempo permitía que la nueva heroína del imperio se humillara de esa forma. Al darse cuenta, el emperador hizo que las doncellas presentes se apresuraran a levantar a la joven.
—Entiendo su petición, señorita Valien, sígame y regresemos más tarde— le indicó el camino y en poco tiempo llegaron al estudio privado del emperador.
Valien, caminó con rectitud y elegancia, no por nada era una noble, aunque además de eso, también era la mejor guerrera que el imperio había conocido, una maga en ascenso, nada así se había visto desde la creación del imperio.
Estuvieron hablando durante un buen rato y luego volvieron al salón donde todos los esperaban impacientes.
—Muy bien, aclarado un asunto importante, he decidido darle como recompensa a nuestra heroína, la guerrera más implacable que nuestro imperio ha conocido, ser la esposa del archiduque Carl Pott— esperando un aplauso por parte de los presentes, el emperador se quedó esperando pues en lugar de eso, los cuchicheos y murmullos no se hicieron esperar.
«Ese hombre es un anciano, ¿por qué lo eligió a él?»
«Debieron nombrarla princesa heredera»
«Es nuestra heroína, se merece algo mejor»
«Pobre joven, tendrá que soportar ser la esposa de ese monstruo»
«Es mucho mayor que ella, ¿cómo pudo aceptar?»
Esos y muchos más eran los comentarios que se escuchaban, pero a Valien no le importó. Ella simplemente buscaba ser la esposa de aquel hombre que no solo admiraba por lo que conoció en la novela, sino también por todo lo que le estuvo contando Kiara sobre él.
—Me opongo a esa decisión, lo siento majestad, pero no puedo permitir que mi hija eche a perder su vida de esa manera, se merece algo mejor— el barón Daher intervino y causó un gran alboroto.
—Fui yo quien lo decidió, de echo su majestad tenía otros planes para mí, pero yo decidí ser la esposa del archiduque Pott, lo aceptes o no padre. Es mi vida y la viviré a mi manera— ella no quería iniciar con el pie izquierdo la relación con su familia, pero no le quedó más que defender el nombre del archiduque.
—Nos vamos a casa, tenemos que hablar— el barón tomó a Valien del brazo y casi la arrastró hasta el carruaje de su familia, para llevársela.
Todo el camino fue un completo silencio. Lo que tanto había esperado la baronesa, se destruyó por como actuaron tanto su hija y esposo.
Cuando llegaron, llevaron a Valien a la sala y ahí la acorralaron todos los de su familia.
—¿Qué sucede contigo?, no tienes que casarte con alguien poderoso, tu ya eres alguien importante— reprendió su hermano mayor, de nombre Jonas
—Cariño, ni siquiera conoces al archiduque, son pocos quienes lo han visto, deberías de reconsiderar— la baronesa se sentó a un lado de Valien y le acariciaba su cabellera rubia.
—Es un monstruo, todos lo dicen, nadie sabe de todo lo que ha sido capaz, no voy a permitir que mi única hija se case con él— enfadado, gritaba el barón.
—¿Así que monstruo?, ¿y yo que soy?. Tuve que matar no a cientos, sino a miles de personas, hombres y mujeres en esta maldita guerra. Ustedes pueden hablar y decir lo que quieran, porque estuvieron aquí a salvo. No saben por todo lo que pasé estando allí, las noches que no dormí, no comí, por estar intentando salvar el imperio. Me convertí en alguien que les aseguro no reconocerán de ahora en adelante, además tengo 24 años de edad, creo que puedo decidir con quién casarme y quién es la mejor opción para mí. Nunca esperé que lo aceptaran, pero veo que les interesa más el que dirán, a que yo sea realmente feliz. Deben entender que no cambiaré de opinión, aunque deba alejarme de ustedes— se levantó del sillón y se fue al jardín, pues necesitaba aire fresco, tenía que pensar muy bien las cosas. Todo se había complicado.
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De aquí en adelante, seguimos la historia desde el principio, como la iniciamos.
Por hoy se terminan los capítulos, ya mañana traeré otro. Espero tengan un excelente inicio de semana.
Los quiero mis Lunas.
Te felicito por tan placentera obra 😉
me encanta la novela
muy buena trama y los personajes muy buenos