Amelia Xhu, es la joven y única sobrina del Patriarca de la familia Xhu, quien la ha criado desde su niñez. Al cumplir los 23 años, Amelia fue obligada por su tío a tener citas a ciegas con hombres que no conocía para que pudiera asentarse y tener algo de vida amorosa, y quien sabe, hasta casarse y tener hijos.
Sin embargo, cada cita a ciegas terminaba en fracaso cuando los hombres escuchaban a que se dedicaba, estos huían inmediatamente con excusas al saber su profesión. Finalmente terminó frustrada y se dio por vencida con su vida amorosa.
Pero lo que no sabía era que un pequeño descuido la llevaría a conocer al hombre con quien había soñado en incontables ocasiones.
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Obligada a casarse.
-La Señorita Kun esta aquí.- Un guardia informó cuando Sasha llegó a la sala de reuniones, donde su padre y el eunuco se encontraban sentados uno al lado del otro.
La joven se arrodilló e hizo una reverencia ante ambos de formas respetuosas -Buenos días, Gran General, Eunuco Su, espero haya tenido un viaje tranquilo.- Saludo la joven aun sin levantarse.
Su voz era sería y su expresión tranquila, haciendo que el eunuco Su la mirara más detenidamente -Puedes levantarte.- Dijo él con una pequeña sonrisa en su rostro, tratando de verse amable.
Sasha tosio un par de veces, pues aún tenía que aparentar de débil, su rostro palidecio y sus ojos decayeron un poco cuando se puso de pie. Realmente se veía débil, haciendo crecer empatia en el Eunuco Su.
-Por favor, siéntate, no valla a ser que te desmayes delante de mí.- Dijo el hombre con amabilidad, aplaudió, ordenando a uno de los guardias que trajera una silla para la joven.
-Muchas gracias por su amabilidad, Eunuco Su.- Agradeció la muchacha, haciendo una reverencia sin cambiar su expresión sería.
-Bien, Gran General Kun, nuestro Emperador a escuchado recientemente que su hija se ha recuperado muy bien en estos últimos meses. Además, gracias a la contribución que usted a hecho a este país en los últimos años, Su Majestad...- El hombre se puso de pie, sacando un rollo dorado.
Era el edicto imperial enviado por el Emperador, o sea, las mismas palabras de Su Majestad.
Mark y Sasha se pusieron de rodillas, pues ambos habían sido mencionados.
-Su Majestad concede al Gran General que él mismo decida con quién casara a su hija, sin embargo, ella tendrá que casarse obligatoriamente dentro de dos meses con el hombre que elija. Así que debe asistir a la Selección de Flores en el Palacio Imperial, pero no para ser elegida, si no, para elegir.- Dijo el hombre.
-Además...- Continúo con seriedad -El Gran General puede retirarse de su deber con mérito gracias a sus contribuciones durante todos estos años protegiendo nuestro país. Recibirá permanentemente el título de Gran General y obtendrá una generosa recompensa por sus años de servicio.- Concluyó.
Los ojos de Sasha se abrieron al escuchar aquellas palabras, su rostro se oscureció y sus puños se apretaron con fuerza mientras hacia su reverencia en el suelo.
La furia qué sintió en su corazón... fue demasiado grande. Tal y como lo pensó, el Emperador quería destituir a su padre y quitarle gran parte de su poder militar, como su única hija, ella era la única apta para heredar el legado de su padre.
Sin embargo, siendo una niña 'enferma', no podría hacerse cargo de miles de hombres y comandar un ejército, por lo tanto, el Emperador aprovecho esta oportunidad antes de que se recuperará por completo.
-Me aseguraré de agradecer al Emperador en persona cuando regrese, muchas gracias, Eunuco Su.- Dijo Mark poniéndose de pie para recibir el decreto imperial con una expresión respetuosa y sería.
-Muchas gracias.- Dijo Sasha poniéndose de pie al igual que su padre, haciendo un movimiento elegante con sus manos en una reverencia.
-No hacen falta los agradecimientos. Escuche que el Gran General Kun regresará mañana para llegar a tiempo a la Selección de Flores dentro de una semana, pensaba en partir con ustedes mañana mismo.- Dijo el hombre con amabilidad, sin embargo, no era más que un movimiento descarado.
Sasha no pudo evitar despreciarlo en su corazón, pero aún así asintió con gentileza, escuchando las palabras de su padre -Por supuesto.
Luego de llegar a un pequeño acuerdo, finalmente ambos hombres despidieron a Sasha para poder hablar con privacidad. En cuánto a la joven, camino con dirección a la pequeña Mansión.
-Señorita Kun ¿Se encuentra bien?- Una voz preocupada vino desde atrás, haciendo que Sasha se detuviera y volviera la mirada hacia atrás, viendo a una mujer de unos 30 años con túnicas púrpuras.
Está es Riu Kang, la única guardia femenina en el escuadrón Octógono Mortal del Gran General, también la segunda guardia, tan solo siendo superada por el primer guardia Lían.
-Estoy bien, no te preocupes.- Respondió la chica con indiferencia, mirándola directamente a los ojos. Algunas veces, habían conversado, pero nunca se había abierto sentimentalmente a ella, pues no la concideraba alguien realmente cercana como para hablar de sus problemas.
-Señorita Kun, estoy segura de que tiene muy presente que todos nosotros la vimos crecer, estoy segura de que se siente mal, pero si no quiere hablar conmigo y guardar su sentimientos, esta bien...- Dijo Riu con una sonrisa gentil.
La preocupación en sus ojos era genuina mientras miraba a Sasha con calidez, aunque no lo dijera, la veía realmente como su Señorita Kun, una dama elegante y seria que merecía respeto.
Sasha soltó un suspiro y bajo la cabeza con indiferencia, hizo una señal con la cabeza para que esta la siguiese, lo cual, sorprendió gratamente a la mujer.
-Mañana partimos del campamento militar, aún no me quiero ir.- Susurro Sasha con frialdad, mirando hacia el frente con un brillo frío en los ojos, aunque, ciertamente, no era eso lo que la ponía tan mal.
"Si yo pido que él sea mi esposo ¿Me aceptará?" Era lo único que pensaba Sasha desde esta mañana, no quería casarse con un príncipe, y si iba a casarse obligatoriamente, deseaba que fuese con alguien que a ella le agradará.
Aunque fuese para ser amigos y llevar un matrimonio fingido. No ama al Comandante Liang, solo lo admira desde lo más profundo de su corazón, pero no esta dispuesta a casarse con otro hombre y luchar entre los harenes reales.
Los labios de Riu se crisparon al escuchar las palabras de su Señorita, sin saber si era una razón estúpida o buena.
-No se preocupes, puedo apostar a que el Maestro le permitirá volver nuevamente, mi Señorita.- Sonrió la mujer, tratando de darle ánimos con una sonrisa gentil.
-Eso es lo que me preocupa, cuando regrese a la capital, ya no podré volver a poner un pie en el campamento militar del Norte.- Explicó Sasha con frialdad, sin cambiar su expresión y sin mirarla.
-¡¿Qué?! ¿Porqué?- Exclamó Riu con sorpresa y conmoción, sin entender en lo más mínimo la razón, sin embargo, sus ojos se abrieron unos segundos después y su boca formó una gran O donde podrías colocar un huevo.
-No me diga que ¿El Gran General será destituido de su cargo?- Preguntó en un susurro conmocionado la joven ante aquel posible escenario, pensando en ello, un escalofrío recorrió su cuerpo.
Sasha se quedó en silencio, dando por afirmado el tema, haciendo que el rostro de Riu palideciera -Esto es terrible.- Ahora finalmente entendía porque su Señorita se veía tan desanimada últimamente.
Lo más probable es que tanto ella como su maestro ya se esperarán este resultado, eso explicaría muchas cosas.
-Pero al menos, supongo que el Maestro tendrá su título intacto ¿No?- Preguntó, tratando de relajarse con esa suposición, sin embargo, la joven a su lado no tenía consideración alguna por sus emociones.
-No es más que un título vacío sin valor alguno.- El agua fría cayó sobre Rui como una ola gigante, destruyendo toda expectativa. Miró lastimosamente a Sasha e hizo un puchero.
-Señorita, tenga compasión con su sirviente.- Dijo la joven con tristeza, bajando la cabeza con una expresión lastimera que hizo sonrojar a los soldados que la veían.
Sin duda, Riu Kang era una belleza exótica de primera categoría que podría incluso ganar el corazón de un príncipe. Su belleza física estaba tan solo por debajo de la hija del Gran General.
Sasha soltó un suspiro y negó con la cabeza, ya no tenía ánimos para seguir conversando.