Un Consejo: Nunca Digas Nunca

🍇 𝓙𝓸𝓻𝓭𝓪𝓷 🍇

📱Ay, mijo, muchas gracias. No sé qué haríamos sin ti. Yo con las empanaditas que vendo, es poco lo que puedo pagar; al menos con eso cubro los servicios. Gracias a Dios la casa es de nosotros y todo por tu ayuda.

📲 Es lo mínimo que puedo hacer por los dos. Sabes que los amo y son mi vida entera. Sólo queda esperar a que me pueda ganar un buen dinero y agilizar lo del trasplante de mi papá. Así volveremos a ser la misma familia que éramos antes.

📱Dios te oiga, mijo. Dios te oiga.

📲Bueno, mamá, te dejo. Me saluda a mi papá, que lo quiero mucho y que no se preocupe por mí, que estoy trabajando horas extras para poder viajar a fin de año.

📱Chao, mijo.

Salí de las cabinas telefónicas de donde hice la llamada a Colombia a buscar a Gina. Ya la hice esperar mucho y está sola en esa cafetería. Debe estar ya aburrida. Le voy a proponer dar una vuelta por el pueblo para conocerlo y, después de almorzar, irnos nuevamente a Pisa.

—Listo, mi reina, ya hice el retiro. Solo me dejó sacar esta cantidad. —Fue un retiro máximo el que hice y le entregué un poco menos de lo que retiramos la vez pasada en Roma.

—Tranquilo, mi amor. Esto nos alcanza para pagar el alquiler de un mes y comprar algo de mercado. Lo importante es encontrar trabajo lo más pronto posible. —Mi Gina es tan optimista, ojalá yo pensara igual. —No sé hacer nada, pero los semestres que he hecho en la universidad me han de servir de algo. De pronto en algún sitio donde requieran un enólogo me contratan.

—Yo buscaré en un taller, o como ayudante. Pero algo encontraremos. —Tengo que parecer interesado, pero la verdad es que no sé hacer nada. Qué pereza, lo mío es el dinero fácil y con Gina sí que se me ha hecho difícil.

Salimos después del mediodía nuevamente a Pisa. Al llegar, buscamos algún apartamento que se ajuste a nuestro presupuesto. Ya Gina había señalado en los anuncios clasificados del periódico algunos sitios, por lo que íbamos a la fija. Ya eran las siete de la noche y el último que vimos nos gustó; está cerca de la torre de Pisa. Pudimos cerrar el negocio pagando el primer mes de alquiler; como estaba ya amoblado, de una vez fuimos por las pocas cosas que teníamos donde mi amigo Luka y nos fuimos a vivir allí.

Eran casi las nueve de la noche cuando entramos al apartamento. Es un piso estilo loft; tiene sala-comedor con la cocina a un lado; solo la habitación está aparte y desde la ventana se observa una hermosa vista a la torre.

Ya estando en la puerta, la cargué como una princesa y entré con ella a la sala.

—¡Wow, Jordan! ¿Qué haces? —da un gritito.

—Estoy entrando con mi hermosa novia a nuestro nido de amor. —Se ve tan tierna, sorprendida.

La bajé al piso y le di un suave beso.

—Jordan, te amo. —Me abraza con todas las fuerzas de su ser.

Gina me dice que me ama y me abraza y yo no sé qué responderle. Aunque estoy empezando a sentir cosas por ella que jamás he sentido por ninguna mujer, no me puedo alejar de mi objetivo. Nunca lo he hecho, pero no sé por qué con Gina se me ha hecho tan difícil. Será por el tiempo que hemos compartido, o porque es diferente a todas las otras mujeres que he estafado.

Correspondí a su abrazo y la besé con furia; me sentía un imbécil por tener tantas dudas en mi cabeza y quería desquitarme besándola con fuerza. Ella trataba de corresponderme, pero le era imposible. Se alejó de mí para tomar aire y yo, en un arrebato, le mordí el labio.

—¡Jordan! ¿Qué te pasa? —se soltó como pudo de mi salvajismo; estaba asustada, pues nunca la había besado así.

—Perdón, mi reina. Es que me excita demasiado y me frustra que yo te desee como loco y tú no quieras estar conmigo en la intimidad. Quiero poseerte, Gina, ser tu dueño en todo el sentido de la palabra. Igual falta menos de un mes para que nos casemos. Pero está bien, te respeto y tengo que esperar así arda en deseo. —No sé cómo justificar lo que acaba de pasar. Me pasé de la raya y todo por no ser consciente de que Gina se me está metiendo en la mente y en el corazón.

—Jordan, quiero que me hagas tuya. Ya no quiero esperar más, pero por favor, sé delicado, sabes que es mi primera vez... Ven. —Tomó mi mano y nos dirigimos a la habitación. Allí dejará su virginidad; yo seré su primer hombre.

Me dejé llevar por Gina a la habitación. Quiero arrepentirme por usarla, por manipularla, por ser lo peor con ella, pero no me puedo echar para atrás. Necesito el dinero, y ya no queda sino disfrutar de su primera vez; la haré tocar el cielo y que goce mientras dure.

🍇 𝓖𝓲𝓷𝓪 🍇

Apenas entramos a la habitación; Jordan me toma por la cintura y me besa con pasión, pero no tan fuerte como el beso que me dio en la sala. Quita mi blusa por encima de mis hombros, y yo hago lo mismo con su camiseta. Veo sus pectorales y su abdomen bien formado. Luego, él desabrocha mi brasier y acaricia mis pequeños senos.

—Son del tamaño perfecto, caben en mis manos. —Los acaricia con delicadeza y mis pezones se ponen erectos.

Besa cada uno y empezó a succionarlos como si fuera un bebé. Después bajó mi pantalón junto a mi tanga, dejándome completamente desnuda. Me tomó en sus brazos, me acostó en la cama y se queda mirándome, detallando cada parte de mi cuerpo.

—Gina, eres hermosa, y ahora vas a ser solo mía, mi mujer. —Su mujer, eso se escucha tan bien.

«De verdad que es toda una diosa. Mi deseo aumenta al verla desnuda, lista para mí. Es lo que pensaba Jordan mientras quitaba su pantalón junto a sus boxers y su hombría estaba en su máximo esplendor. No lo pensó más y se dirigió a su cosita para besarla y prepararla para que lo reciba».

Vi que se quitó el resto de la ropa y su miembro está bien duro, brillante y venoso. Se acercó y abrió mis piernas y, como un demente, empezó a darme besos y lenguetazos en mi vagina. Empecé a gemir del placer que me generaba lo que estaba haciendo con mi cosita. Luego introdujo un dedo y corrientes me atravesaban con cada estocada hasta que sentí un estallido y algo salió de mi ser. Jordan me miró mientras probaba su dedo.

—Reina, sabes delicioso, mmm. ¿Ya estás lista? —Lo voy a entrar —me advirtió antes de posicionarse en la entrada.

—Mmmm, ahhh, síiii, entralo, Jordan, ¡ya! —No podía ni hablar del placer que sentía. Oh, por Dios, cómo me había perdido hacer esto tan rico?