Hilos Del Pasado: Entre Recuerdos Y Sacrificios

Cassian llegó al palacio como de costumbre, pero esta vez su corazón latía con un temor silencioso. Había escuchado rumores sobre la muerte de una de las criadas y temía que fuera Zaida. Sin embargo, al verla sana y salva, una ola de alivio lo invadió y sin siquiera saludar al príncipe, la abrazó con alegría.

Zaida quedó desconcertada por el gesto repentino de Cassian, mientras William observaba con una mezcla de curiosidad y disgusto. Había algo en aquel abrazo que no le gustaba, algo que lo perturbaba profundamente.

Antes de que el abrazo pudiera prolongarse demasiado, William decidió intervenir. Con voz firme, instruyó a Zaida para que trajera bocaditos para él y para Cassian, interrumpiendo el momento emotivo.

Mientras Zaida se retiraba para preparar el té, Cassian aprovechó la oportunidad para abordar un tema delicado.

- ¿Quién crees que mató a tu doncella? - preguntó Cassian directamente, su mirada fija en William.

William vaciló por un momento, evaluando sus palabras antes de responder. - No lo sé - admitió sinceramente.

Pero Cassian no estaba satisfecho con esa respuesta. - Sí lo sabes - insistió con firmeza.

William frunció el ceño, sorprendido por la seguridad de Cassian. - Tengo mis sospechas sobre Rowan - confesó finalmente, revelando la verdad que había estado ocultando.

Cassian asintió con seriedad, comprendiendo la gravedad de la situación. - Entonces necesitas ayuda - afirmó con determinación.

William guardó silencio por un momento, reflexionando sobre las palabras de Cassian. - Hasta ahora he podido proteger el mapa por mi cuenta - respondió con orgullo, pero Cassian lo interrumpió antes de que pudiera decir más.

- No seas orgulloso - le advirtió Cassian con franqueza. - Si necesitas ayuda, pídela. No tienes que enfrentar esto solo.

William reflexionó sobre las palabras de su amigo, reconociendo la sabiduría en ellas. - Tendré en cuenta tu oferta de ayuda - respondió finalmente, dejando claro que apreciaba la preocupación de Cassian, pero también que no estaba dispuesto a aceptarla por el momento.

Zaida regresó con el té, interrumpiendo la conversación entre William y Cassian. Cassian, con su típica franqueza, sugirió que William enseñara a Zaida a combatir o defenderse. William reflexionó brevemente sobre la idea antes de asentir con la cabeza, reconociendo la validez de la propuesta.

Zaida sintió un destello de emoción en su interior al escuchar la decisión de William. Aunque ya sabía un poco, la idea de pulir sus habilidades bajo la tutela del príncipe era emocionante.

William condujo a Cassian y a Zaida al jardín, donde anteriormente había combatido contra Ariadne. Anika al saber qué sería entrenada por William, estaría allí para transmitirle fuerza y velocidad.

Cassian había mencionado antes a William que Zaida se había defendido de varias criadas, lo que indicaba que tenía algunas habilidades básicas de combate. William evaluó sus habilidades mientras se preparaban para el entrenamiento.

Con Cassian observando en silencio, William y Zaida comenzaron a practicar con espadas en el jardín. William se movía con gracia y determinación, mientras Zaida demostraba habilidad y destreza en cada movimiento.

El sonido de las espadas chocando llenaba el aire mientras los dos luchaban con intensidad. Zaida estaba decidida a impresionar a William con sus habilidades, mientras que él estaba comprometido a ayudarla a mejorar.

Con cada intercambio de golpes, Zaida ganaba confianza en sus habilidades, mientras que William veía su potencial. Juntos, entrenaron durante horas, sumergidos en el arte del combate.

Al final del día, Zaida estaba agotada pero radiante de satisfacción. Había aprendido mucho bajo la tutela de William, y estaba ansiosa por seguir mejorando en el futuro.

Cassian miraba con orgullo a su amigo y a Zaida, sabiendo que habían logrado mucho juntos en ese día. Con su ayuda, Zaida se convertiría en una fuerza a tener en cuenta en el palacio.

William observo con atención el nivel de habilidad de Zaida en el combate. Aunque su destreza era evidente y su técnica impecable, algo en ello no impresionó a William. Recordó las palabras de Letio, su criado personal, quien había investigado el pasado de Zaida y sus hermanas. Descubrió que Zaida era originaria de otro territorio, lo que la convertía en una extranjera en el imperio.

La historia de Zaida tomó un nuevo significado para William en ese momento. Su padre había sido un veterano de la guerra, pero el reino lo había olvidado, dejándolo en el abandono. A pesar de ello, su padre le había enseñado a Zaida todo lo que sabía sobre el combate y la defensa con el arco y la espada. Zaida había aprendido de uno de los mejores, y eso explicaba su habilidad excepcional en el campo de batalla.

La revelación dejó a William reflexionando sobre la vida de Zaida y las dificultades que había enfrentado. Aunque ella era una extranjera en su imperio, su destreza y valentía la convertían en una fuerza a tener en cuenta.

Con una nueva apreciación por la determinación y el coraje de Zaida, William decidió que estaba dispuesto a ayudarla a crecer aún más en su camino hacia la maestría en el arte del combate.

Al fondo del palacio, alguien estaba observando, la criada de Rowan, Indes, no le estaba gustando lo que veía, se dio cuenta de que Zaida estaba siendo cercana al Príncipe William cada vez más.

***

Días después, Zaida le dijo a Anika que fuera a ver a sus hermanas, pero al llegar, Anika presencio el maltrato que sufrían las hermanas a manos de Indes y otras criadas. Rápidamente fue en forma de pajarito a informarle a Zaida lo que estaba pasando.

Con lágrimas en los ojos, las hermanas de Zaida suplicaban clemencia mientras eran sometidas a un trato cruel. Indes, con una expresión de desdén en su rostro, continuaba con su acto de crueldad, arrojando las cobijas al suelo y echándoles miel para dificultar su limpieza.

- ¡Por favor, detente! - exclamó Sophia, horrorizada por lo que estaba pasando.

- ¡Zaida se ha olvidado de ustedes desde que está con el príncipe! - exclamaba Indes con desprecio.

Las hermanas negaban con la cabeza, refutando las acusaciones de Indes, pero su voz se perdía entre los reproches de la criada infiltrada, imploraban a Indes que parara, pero sus súplicas caían en oídos sordos.

- ¡Basta ya! - gritó Zaida al llegar al lugar, su voz llena de determinación mientras se interponía entre Indes y sus hermanas.

Indes, sin inmutarse, se negó a detenerse, desafiando a Zaida con su mirada despectiva. Pero Zaida no retrocedió, y con determinación, le recordó a Indes que si sentía celos, debería desquitarse con ella y no con sus inocentes hermanas. Ante esta audaz respuesta, Indes se ruborizó visiblemente, avergonzada por sus acciones y por haber sido confrontada de esa manera.

Indes ordenó a las criadas que retuvieran a Zaida y aseguró que no escapara. Zaida se vio sorprendida por la rápida reacción y fue capturada nuevamente, sintiendo la frustración y la impotencia crecer dentro de ella. En ese momento, Anika intervino, transformándose en una víbora para asustar a las criadas, tal como lo había hecho antes. Su aparición repentina causó pánico entre una de las criadas, permitiendo que Zaida se liberara momentáneamente del agarre.

Mientras Anika mantenía a raya a la criada, Zaida vio una oportunidad y aprovechó el momento de distracción. Con una mano libre, empujó a una de las criadas hacia un balde de agua sucia, provocando que la mujer cayera con un chapuzón. Luego, Zaida agarró una toalla que estaba colgada cerca y la lanzó hacia el rostro de Indes, quien estaba distraída por la conmoción, haciendo que cayera al suelo.

Justo cuando Zaida se disponía a acercarse a Indes para enfrentarla, el príncipe llegó al lugar, interrumpiendo el enfrentamiento en el momento crucial.

William empujó a Zaida, quien rápidamente hizo una reverencia en señal de respeto. Anika, que se había transformado en víbora, se deslizó hábilmente dentro de las ropas de Zaida y se convirtió en un pequeño ratón para pasar desapercibida.

Ante la confusión William preguntó, - ¿Qué está pasando aquí? -.

Indes se adelantaba para explicar la situación, - Su Alteza, como la criada de mayor rango, estoy enseñando modales a las demás -.

Indes afirmó que era necesario corregir cualquier mal comportamiento antes de que se propagara como mala hierba. Zaida, con una mirada fulminante hacia Indes, mantuvo la compostura mientras escuchaba las palabras de la criada.

William decidió poner fin al conflicto y ordenó que se recogiera todo, luego llamó a Zaida para que lo acompañara al jardín.

Una vez que Zaida y William se marcharon, las amigas de Indes comentaron entre ellas, notando la situación y preguntándose quién había defendido a quién y quién sería castigado. Indes les ordenó que juntaran todo el desorden a lo que las hermanas no les quedo de otra que hacerlo ya que eran de mayor rango que ellas.

William le ordenó que se quedara de rodillas en el patio hasta que el lo dijera. Zaida permaneció de rodillas en el patio, su determinación sin vacilar a pesar de las duras condiciones. El frío de la noche se infiltraba en sus huesos, pero Anika, siempre atenta a las necesidades de su compañera, utilizó su magia para enviarle un reconfortante calor que la envolvía como un abrazo reconfortante.

Mientras tanto, desde un rincon del palacio, Indes, con una sonrisa satisfecha en el rostro, observaba la escena. Para ella, la imagen de Zaida en una posición sumisa era una victoria en sí misma, un recordatorio constante de su posición de poder sobre la joven doncella.

Aprovechando la oportunidad para mostrar su dominio, Indes decidió llevar la cena a William personalmente. Entró en el estudio con paso orgulloso, su presencia radiante de confianza y autoridad. Zaida, desde su posición en el patio, observó cómo Indes entraba triunfante, sintiendo un profundo pesar al no poder hacer nada más que ser testigo de la situación.

Aunque se encontraba de rodillas, Zaida mantenía su espíritu firme y sus pensamientos claros. Sabía que debía permanecer paciente y esperar el momento adecuado para actuar. Mientras tanto, se consolaba con la certeza de que la verdad eventualmente saldría a la luz, y con ella, la oportunidad de hacer justicia.