"UN ACUERDO DE CONVENIENCIA, UN AMOR INESPERADO
Lydia, una poderosa CEO, ha sido engañada por su prometido. Para vengarse, urde un plan audaz: contrata a Antonio, un indocumentado no muy apuesto, para ser su esposo y padre de su futuro heredero, y de esta manera cumplir con los requisitos del consejo de socios de Kidman Nexus para seguir siendo su CEO.
Pero cuando Antonio se enamora profundamente de ella, Lydia se enfrenta a un dilema: su corazón o su herencia.
¿Podrá Lydia resistirse al amor verdadero y mantener su plan original?
¿O Antonio logrará conquistar su corazón y cambiar su destino?
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Capítulo Once
Después de la maravillosa primera vez, se ducharon, y se pusieron unos cómodos albornoces, disponiéndose a dormir unas tres horas antes del aterrizaje.
—Ay, ratoncito, yo que pensé que me tendría que esforzar más, pero me llevé una grata sorpresa. Esta colita me encantó. —Lydia toca su miembro y Antonio, ya más sobrio, sentía vergüenza de lo que había pasado. Se acostó junto a Lydia qué se abrazó a él como un koala y en menos de un minuto ya estaba dormida.
Antonio no pudo dormir nada; se quedó mirándola, y se preguntaba cómo podía estar tan tranquila con todo lo que está pasando; es como si nada la perturbara y admiraba esa calma.
Dos horas después, la azafata habló por el intercomunicador avisándoles que en media hora debían estar en sus sillas, y prepararse para el aterrizaje.
Hawái los recibió con una madrugada calurosa. A lo lejos se veía el imponente Kilauea; todo un espectáculo.
En el aeropuerto de Honolulu los esperaba la limusina del hotel Four Seasons Resort Oahu at Ko Olina; al llegar, los recibieron con un delicioso desayuno luna de miel en la suite presidencial.
—Sabes, siempre soñé conocer Hawái, y nunca había tenido la oportunidad de hacerlo. —Lydia le confiesa a Antonio. —Jamás me imaginé que la conocería con un tímido ratoncito.
Lydia hablaba y hablaba y no caía en cuenta de que Antonio no respondía. Y cuando volteó a mirar, no sabía si llorar o ponerse a reír.
El ratoncito estaba agotado y se quedó dormido sentado apenas terminó de desayunar. Y ella con ganas de seguir disfrutando de su Mickey Mouse.
Así que con cuidado lo despertó.
—Ratoncito. Oye, vamos a la cama. Apenas son las seis de la mañana; duerme un rato mientras yo reviso las noticias de Miami. —Antonio se despertó apenado, pero le hizo caso a su jefa. Aunque antes debía llamar a su mamá para preguntar por Anthony, que desde la mañana anterior no sabe nada de él.
📲 ¿Aló? Hola mamá, soy Antonio.
📲Hola, hijo. ¿Cómo te fue en el viaje de negocios?
📲Bien, mamá. Llegamos hace unas horas, pero apenas me pude desocupar. ¿Cómo está mi niño?
📲Ya te lo paso. No hace sino preguntar por ti.
Así Antonio pudo hablar con su mamá y su niño. Está tranquilo porque sabe que está en las mejores manos. Esta semana lo van a monitorear de cerca, mejorando su nutrición para iniciar nuevamente una serie de quimioterapias intensivas que esperan den un gran resultado.
Así ya más calmado pudo dormir como un bebé.
Mientras tanto, Lydia está en su portátil revisando las diferentes redes sociales y, como lo esperaba, su nombre encabeza los titulares.
"La bruja de los negocios cambia de prometido en plena boda"
"Escándalo en el jet set: Lydia Kidman deja plantado a su prometido casándose con otro".
"La CEO de Kidman Nexus revela la doble vida de su exprometido en plena boda"
"¿Amor o negocio? Lydia Kidman se casa con el dueño de Diamond Technology"
—¡Me encanta! Ya me imagino a mi tío y a los socios mordiéndose los codos. —Lydia disfrutaba del caos. Ahora va a relajarse con su ratoncito esta semana, pues lo que le espera después va a ser muy estresante. Ya se imagina a todos trazando planes para hacerla caer y ella no va a permitir eso.
Descansó un rato al lado de su ya esposo y a las ocho de la mañana estaba de nuevo en pie.
Se puso un sexy vestido de baño y salió a la terraza a recibir el sol. Antonio despertó un poco después y estaba algo desorientado. Hasta que cayó en cuenta de que estaba en un paraíso que jamás se imaginó conocer. El único sitio turístico que había conocido son los termales de Santa Rosa de Cabal, en un paseo de la universidad. De resto, su viaje más largo fue su ida a Estados Unidos. Así que iba a aprovechar esta oportunidad que le da la vida e iba a disfrutar de Hawái. Como dice su mamá: ¿Gratis? ¡Aunque sea un planazo!
Se puso una pantaloneta, una camiseta, chanclas y cuando iba a buscar a Lydia, la encontró en la terraza de la suite tomando el sol.
—Lydia, ¿vamos a dar una vuelta? —le pregunta.
—Ay, mi ratoncito, se despertó hablador. Por un momento pensé que se le habían comido la lengua los ratones. Buajajaja. —Lydia se burla de Antonio por las pocas palabras que este usa. —Sí, vamos a dar una vuelta por Honolulu; ya el guía nos espera en el lobby.
Lydia se levantó de la tumbona dejando ver su maravilloso y cuidado cuerpo. Antonio la mira con timidez y a la vez recuerda lo que hicieron en el baño del jet.
«Ese cuerpo fue mío a 52 mil pies de altura», pensó Antonio, sonrojándose.
—¿Qué pasa, amorcito? ¿Te estás acordando de la travesura que hicimos en el jet? —Antonio se sobresalta, ¿acaso esa mujer lee mentes?
—Algo así. ¿Vamos? —De nada vale negarle algo a la bruja.
—Vamos.
Todo el día estuvieron conociendo Honolulu. El guía los llevó a los lugares más emblemáticos. Todo ese tiempo Lydia no soltaba la mano de Antonio. Es como si él fuera su pertenencia y, si lo suelta, se le fuera a perder.
Visitaron Pearl Harbor, recordando uno de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Luego recorrieron el centro de Honolulu visitando lugares como el Palacio 'Iolani y la Aloha Tower; allí almorzaron probando la gastronomía local.
Ya en la tarde fueron a la playa Waikiki, donde disfrutaron de las olas.
Antonio era muy temeroso, pues, a pesar de que hacía dos meses vivía en Miami, solo una vez había ido a la playa con su primo Pedro Luis y era la primera vez que conocía el mar. En cambio, Lydia era más intrépida y desafiaba las olas nadando como toda una sirena y se burlaba de cómo estas le pegaban su buena revolcada a Antonio.
—Ay, ratoncito… si el mar te revuelca así, imagina lo que haría yo sin olas de por medio. Me voy a poner celosa del mar. —Antonio tragó tanta agua que mejor se salió y se sentó en la orilla, observando cómo Lydia nadaba como una experta.
Luego de la tarde de playa regresaron al hotel para darse un baño y ya Lydia tenía en mente qué harían en ese recinto. Ya se estrenó su maridito en el baño del avión; ahora sería el turno del baño de la suite.
Apenas llegaron tomados de la mano, fueron recibidos con dos mai tai de bienvenida, que es el cóctel insignia de Hawái.
Una vez en la suite, Lydia soltó su bolso y arrastró a Antonio hasta el baño. Allí empezó a llenar la bañera y puso su amada música hard rock. Escuchando a Roberta Flack en su versión original de Killing Me Softly y Lydia empezó a cantar con su hermosa voz.
🎶I heard he sang a good song.
(Oí que él cantaba muy bien)
🎶I heard he had a style.
(Oí que tenía estilo)
🎶And so I came to see him and listen for a while.
(Así que vine a verlo y escucharlo un poco)
🎶And there he was, this young boy.
(Y ahí estaba él, ese joven muchacho)
🎶A stranger to my eyes
(Un extraño a mis ojos)
🎶Strumming my pain with his fingers
(Rasgueando mi dolor con sus dedos)
🎶Singing my life with his words
(Cantando mi vida con sus palabras)
🎶Killing me softly with his song
(Matándome suavemente con su canción)
🎶Killing me softly with his song
(Matándome suavemente con su canción)
—Vamos, ratoncito, quítate esa ropa que nos vamos a dar un baño delicioso. —Lydia no le dio tiempo a Antonio de obedecer, pues de un rápido movimiento, bajó su pantaloneta y dejó al descubierto su cola de ratón.
—¡Lydia!
—Wow, ya está como a mí me gusta. —Antonio, con solo ver a esa mujer alistando el baño con su diminuto bikini, ya se había puesto en su punto, imaginando lo que va a pasar en ese baño.
—¿Lydia, qué haces? —Antonio le dice sorprendido, pues esa mujer ya estaba prendida de su miembro.
—Mmmm, está saladito por el agua del mar. Buaajajaja. —Antonio solo cerraba los ojos dejándose llevar por lo que la bruja le hacía sentir.
Se metieron en la bañera y allí hicieron nuevamente la tarea. ¿Será que van a encargar un bebé hawaiano?