De la novela "Los hijos que me dio la vida", de la cual surgieron tantas historias con cada uno de sus personajes más relevantes, llega ahora la historia de Emma e Isabella: dos hermosas niñas que fueron la cereza del pastel y la cura para un par de almas rotas. Dos personas que fueron víctimas de la vida y de las circunstancias, pero que, juntos, sanaron y dieron vida a sus dos princesas.
Ahora, esas pequeñas han crecido. Las gemelas maravilla tienen 27 años y han vivido una vida cargada de locuras, ingenio, travesuras y momentos llenos de risa. Comparadas con sus hermanos —en especial con Duván, el más revoltoso—, ellas siempre llevaron todo al extremo. Nunca hubo tranquilidad en ese hogar, pero heredaron el corazón noble de sus padres. Aunque son mujeres alocadas, poseen muchas virtudes y una lealtad inquebrantable.
A sus vidas llegarán dos personas que les robarán la razón y harán palpitar sus alocados corazones. Acompáñenme en esta nueva aventura.
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CAPITULO ONCE
Estuve en mi oficina gran parte de la mañana, organicé el cronograma de citas y comencé a comunicarme con las personas para concretar la valoración, estaba inmersa en mis pensamientos, no me di cuenta de que abrieron la puerta del consultorio.
- Disculpa que te interrumpa _ era Federico, levanté mi mirada hacia el _ llegaron dos clientes nuevos, y están interesados en saber sobre el plan nutricional _ me comentó.
- No te preocupes_ le dije _ En un momento los hago pasar, organizaré la oficina y ya los llamo, gracias _ respondí.
- con gusto, ya les tomé medidas, el peso y datos basicos, ya te envío el dato al correo_
- Gracias _ dije y el salió. Minutos después hice pasar al primer usuario.
Miré su registro médico en línea, le envié algunos exámenes de rutina y adicional a eso, revisé su plan de ejercicios para saber cuál iba a ser su necesidad alimenticia, coordinamos otra cita y se fué satisfecho, al igual que la segunda usuaria, quien llegó un poco indecisa sobre el nuevo servicio que se iba a implementar, pero quedó muy emocionada por toda la información que le proporcioné, al igual que el primero, a ella también le envié exámenes médicos. Cuando se fueron, salí a la cocina del gimnasio, un área solo para empleados, llevé mi desayuno para calentarlo.
Cuando pasé por la zona de pesas, allí ví a Federico, no había tenido tiempo de verlo en acción. Pero ahora, verlo ahí desempeñando su labor, con tanta entrega y profesionalismo, sonreí como tonta sin darme cuenta, pero en ese momento,el volteó a verme, yo aún estaba mirándolo como una idiota, el sonrió al verme y yo prácticamente huí de allí.
llegué a la cocina, agarré mi tupper, lo destapé, lo coloqué dentro del horno microondas y comencé a calentar mi desayuno, que ya sería mi almuerzo. estaba inmersa en mis pensamientos, cuando una voz atrás de mi me hizo reaccionar.
- ya se calentó tu comida, ¿me estás escuchando?_ me sobresalté y giré.
- Federico, me asustaste _ dije poniendo una mano en mi pecho.
- llevo un rato hablándote, pero no reaccionabas, ¿estás bien?_ indagó.
- Si, si, estoy perfecta, gracias _ le di la espalda, oprimi el botón para abrir el horno, saqué mi tupper y caminé hacia el comedor.
- Bueno, quería asegurarme que todo estuviera bien, es que hace un momento te noté un poco extraña _ me hizo recordar mi estúpida sonrisa.
- Si, si, todo está bien, puedes volver a tu trabajo _ le insistí para evadir el tema.
- Ok, cualquier cosa que necesites, gritas, estaré pendiente.... De ti_ Esa última frase la enfatizó aún más.
Salió de la cocina antes de que pudiera preguntar a qué se refirió cuando dijo "De ti", ignoré mis pensamientos y me senté a comer, cuando terminé, lavé lo que estaba sucio y caminé de regreso a la oficina, al pasar de nuevo por el área donde había visto a Federico, no pude evitar buscarlo con mi mirada, pero ya no estaba ahí, pero su voz se hizo presente como si supiera que lo estaba buscando.
- ¿buscas a alguien?_ mi corazón dió varios vuelcos, una sensación de hormigueo inundó la boca de mi estómago.
- No, solo ... Solo miraba que tantas personas frecuentan el gimnasio _ dije con mi voz un poco inestable y débil.
- que lastima, por un momento pensé que me estabas buscando y querías verme, entonces me iré a trabajar _ me reí y negué al escuchar sus palabras.
- Eres bastante gracioso entrenador, pero estamos en un gimnasio, no en un club de comedia, ahora sí me lo permite, iré a terminar mis labores, con permiso _ de nuevo, como la vil cobarde que soy, hui.
Llegue a la oficina y me encerré, durante el resto del día no salí, pero tampoco tuve noción del tiempo, un mensaje llegó a mi celular, fue hasta ese momento que revisé la hora, ya faltaba un cuarto para las 7, agarré mi celular y revisé lo que me habían escrito.
Era mi mamá, me envió información de los autos y motocicletas que tenían disponibles para la venta, revisé uno por uno, y concreté una cita para ver una camioneta que me gustó, al principio quería una moto, pero muchas veces tendré que cargar material o pedidos para los clientes, y no será muy cómodo traerlos en moto. Después de responderle a mi madre, empecé a guardar todo, luego salí de la oficina.
La sorpresa que me llevé al salir de allí, es que ya todo estaba totalmente solo, no quedaba nadie, y aunque aún estaban las luces encendidas, no vi a nadie. Agarré las llaves de mi bolso, y comencé de nuevo a hacer la ronda por cada uno de las zonas, está vez, si vi a Federico, estaba haciendo ejercicio, me quedé embelesada viéndolo, cuando reaccioné, me reprendí mentalmente, parecía una acosadora, así que para evitar pasar vergüenza alcé la voz.
- Federico, ya me iré, ¿tú te encargas de cerrar el gimnasio?_ pregunté tratando de sonar lo más natural posible, y no que él no notara lo nerviosa que me pone.
Descargo las pesas, y pude ver la tensión de sus músculos, agarró su botella de agua y bebió de ella, luego limpio su frente con la toalla que tenía sobre el banquillo.
-¿ya te vas?_ asentí _ ok, entonces salgamos, te estaba esperando _ dijo y yo abrí mis ojos.
- ¿me estabas esperando?, ¿por qué?_ elevó sus hombros.
- no puedo dejarte sola en este lugar, aquí hay servicio hasta las 6, como vi que estabas tan concentrada, decidí esperar y aprovechar el tiempo, pero si ya terminaste, vamos, te acompaño a la salida y te ayudo a cerrar_ ofreció.
- Muchas gracias, y discúlpame, por mi culpa ahora saliste una hora tarde_
- No te preocupes, vivo cerca de acá _ explicó.
- Aun así, te estás pasando de tu horario laboral, le comentaré a mi padre, y seré más cuidadosa la próxima vez _ le aseguré.
- Créeme que no me molesta, puedo hacer esto las veces que sea necesario _ explicó.
- ¿y siempre eres así?_ la pregunta me salió en automático.
- ¿así?, así como _ indagó.
- o sea, así, así tan servicial _
- depende, todo depende, normalmen..._ no alcanzó a hablar más, ya que se escuchó el fuerte sonido que provino de la caja de circuitos, el gimnasio quedó en completa oscuridad.
Me quedé como estatua, parada en el lugar donde estaba, iba a hablar, cuando sentí la mano de Federico sobre la mía, la agarré como si de eso dependiera mi vida.
- ¿tienes tu celular a la mano?_ preguntó.
- Si, si, ya lo saco _ dije, metí mi mando libre en el bolso, y saqué el celular, encendí la linterna, y él comenzó a caminar, aún conmigo tomada de la mano, mientras yo iluminaba el camino.
Llegamos al cuarto donde estaba la caja de circuitos, en ese momento me soltó la mano y comenzó a revisar, los breakers estaban todos abajo, el los volvió a subir y de forma inmediata, la luz ilumino el lugar, pero en ese momento, se escuchó la fuerte lluvia que comenzaba a caer, ahora sabíamos la razón del apagón, una fuerte tormenta estaba llegando.