tres años han pasado desde que el Marqués Rafael y Elaiza sellaron un pacto de amor secreto. Cuatro años en los que su relación ha florecido en los rincones ocultos de la mansión, transformándose en una verdad inquebrantable que sostiene su hogar.
Pero con los hijos del marqués haciéndose mayores y la implacable sociedad aristocrática que ha comenzando a susurrar, el peligro de que su amor salga a la luz es más grande que nunca.
¿Podrá estás dos almas unidas en la intimidad sobrevivir al escrutinio del mundo? ¿osera el fin de su amor?
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la presentación en sociedad
El carruaje se detuvo con un suave crujido en la entrada del castillo. Rosalba sintió que el corazón le daba un vuelco. El aire de la noche era fresco, pero la emoción la envolvía por completo. El castillo se alzaba imponente, con sus ventanas iluminadas como estrellas en la oscuridad.
Desde el interior, el sonido de la orquesta flotaba en el aire, una melodía que prometía magia y misterio.
Una vez que el marqués y su familia bajaron, una de las anfitrionas del baile se acercó a Rosalba, la apartó con delicadeza de su familia y la guio a través del bullicio. El gran salón de baile era un mar de gente, un río de seda y joyas que brillaban bajo la luz de los candelabros. Sin embargo, su destino no era ese lugar aún. La anfitriona la llevó a una habitación privada en la planta alta, donde otras jóvenes debutantes esperaban su turno para ser presentadas.
La atmósfera en la sala era tensa, cargada de nerviosismo y chismes. Algunas jóvenes se miraban con recelo, otras se abanicaban con exageración, y la mayoría se susurraban secretos y reían mientras esperaban su turno. Rosalba intentó unirse al resto, pero los nervios comenzaron a traicionarla. Respiró hondo. Se comenzaba a escuchar el bullicio externo; las jóvenes, entre 15 y 18 años, se mostraban nerviosas y abrían la puerta del pequeño salón para intentar ver algo. Otras se asomaban a las ventanas, pero sus anfitrionas debían estar atentas para evitar que rompieran la expectativa de la noche. El encierro y la espera solo aumentaban su anticipación. Mientras las otras chicas hablaban de bailes y pretendientes, los ojos de Rosalba buscaban a una sola persona entre la multitud.
Mientras tanto, en el jardín, alejado del bullicio, Marcello repetía una y otra vez su plan. Estaba de pie en la sombra de un gran roble. Se sentía como un intruso, pero la idea de ver a Rosalba lo llenaba de valor.
"Io... yo... Mancare Rosalba," susurró, su voz apenas audible. "Yo... me preguntaba... si me haría el honor de concedermi... No, concederme el primer baile... O tal vez... el segundo... o qualunque cosa... l'inferno."
Se detuvo. Su italiano lo delataba. Respiró hondo, practicando la forma de decir las palabras, su mente corriendo a toda velocidad. El plan era sencillo: una vez que estuvieran bailando, le haría cumplidos sobre su vestido y su belleza. Le hablaría de sus hazañas en la academia, de cómo había sacado el segundo lugar y de cómo se había esforzado por ser digno. Y, cuando el baile hubiera terminado, la llevaría aparte, le declararía su amor con el anillo de la abuela de Jorge y le pediría que lo esperara un poco más, solo hasta que se graduara.
Una voz familiar lo sacó de su trance. "¡Marcello! ¡Aquí estás! ¿Qué haces escondido aquí? ¿Te estás escondiendo de alguien? ¿O solo no quieres entrar?".
Era Tomás. Se le acercó, con una sonrisa en el rostro. "Ven, el salón de baile está increíble. Y la comida, ¡es deliciosa! ¡Vamos! O el resto de los muchachos se acaban los bocadillos".
Marcello sonrió, miró a Tomás y asintió. "Sí.vamos".
Los dos jóvenes se dirigieron al salón de baile.el director del colegio ya los esperaba, Justo en ese momento, la música se detuvo.
El salón de baile, que antes era un mar de murmullos y risas, se sumió en un silencio reverencial. La reina, con una sonrisa serena, se dirigió a los asistentes.
"Damas y caballeros, qué honor tenerlos a todos aquí esta noche. Es con gran alegría que mi esposo y yo les damos la bienvenida a este baile, una celebración de la juventud y del futuro de nuestro reino. Con el corazón rebosante de orgullo, pronto presentaremos a la próxima generación de mujeres nobles. Estas jóvenes, que han sido educadas con gracia y sabiduría, están listas para unirse a ustedes, para enriquecer nuestra sociedad con su belleza y su inteligencia".
Los asistentes aplaudieron al unísono. La reina hizo un gesto para que pararan y su esposo pudiera proseguir.
"También es para nosotros un honor dar la bienvenida a estos valientes jóvenes. Han demostrado su valor y su dedicación en la academia militar real".
Mientras el rey hablaba, los jóvenes cadetes se mantenían en una fila, guiados por el director del colegio. A los pocos minutos, la música comenzaría a sonar. El vals, con su ritmo elegante y su melodía suave, llenaría el aire.
Con un gesto, la reina hizo que uno de los lacayos comenzara a presentar, una a una, a las jóvenes damas. Cada una era tan bella como la otra; los vestidos de sedas y encajes, los delicados guantes, las joyas de las familias y los peinados encantadores llenaron el salón, que era recibido con aplausos cada vez que sus nombres eran mencionados. Una vez que todas las jóvenes debutantes habían sido presentadas, la reina se acercó a ellas, su rostro lleno de una bondad maternal.
"Queridas jóvenes, hoy es un día de gran importancia. Es el comienzo de una nueva etapa en sus vidas. No permitan que la belleza de sus vestidos o la elegancia del salón las distraigan de lo más importante: la belleza de sus corazones. La verdadera nobleza no se encuentra en sus títulos, sino en su carácter, en su amabilidad y en su compasión. Que sus vidas sean un testimonio de la gracia de Dios, y que encuentren la felicidad que tanto merecen."
El corazón de Marcello se detuvo. Rosalba estaba allí. Y, por un momento, el mundo se detuvo. Marcello la observaba de reojo. Su estricto entrenamiento le impedía girar la cabeza para verla. Tenía que mantener la compostura. Pero por la comisura de sus ojos, la vio. Era la personificación de la gracia. Su vestido de seda azul y su figura elegante, su cabello recogido en un moño con una cinta de seda... Era la princesa que siempre había soñado. El nerviosismo lo invadió. Su corazón, que antes latía con el ritmo del vals, se aceleró.
Del mismo modo, los cadetes de aquel año fueron presentados uno a uno por el director del colegio, respondiendo "presente" cada vez que eran llamados por su nombre. Al finalizar, una ola de aplausos se escuchó. El rey retomó la palabra.
Rosalba lo vio. A unos metros de distancia, al frente de todos. Estaba en la fila con los otros cadetes, su figura erguida y su rostro serio. El traje, aunque no era nuevo, le quedaba perfecto. Era tan diferente del muchacho que recordaba; su cuerpo, su mirada... todo había cambiado. Pero sus ojos... sus ojos castaños y su cabello ondulado y negro eran los mismos. Por un segundo creyó ver una sonrisa disimulada. El corazón le latió con fuerza.
Ambos eran un manojo de nervios. Él, porque la tenía a unos metros de distancia, pero no podía acercarse. Y sus ideas de cómo decirle sus sentimientos se agolpaban en su mente. Ella, porque lo tenía cerca, pero no sabía qué hacer; una parte deseaba correr, abrazarlo y no soltarlo en toda la noche, y otra se mantenía fría y distante, recordando su enojo por el.
De pronto, la voz del rey llenó el salón: "Jóvenes cadetes, su presencia aquí esta noche es un testimonio de su excelencia. Están entre nosotros no por sus títulos, sino por su capacidad y su esfuerzo. Son la próxima generación de líderes, de soldados y de protectores de nuestro reino. ¡Que este baile sea una noche de celebración y de camaradería! ¡Y que tanto damas como caballeros den inicio a su vida pública y social! ¡Y enorgullezcan a nuestra nación con sus acciones! ¡Que de inicio al baile!".
Los jóvenes cadetes, que se habían mantenido firmes, se acercaron a las jóvenes debutantes, que esperaban en una fila, sus caras llenas de una mezcla de nerviosismo y de anticipación. Marcello, que era el primero de la fila, se acercó a la joven que tenía enfrente. Su figura, esbelta y elegante, se movía al ritmo del vals. Era una joven muchacha altiva y delgada. La orquesta comenzó a tocar, y los primeros acordes de un vals llenaron la sala. Las parejas se formaron, y el baile, con sus giros y vueltas, comenzó.
¡La princesa está enamorada de Rafael!
Eso no me lo esperaba.
🤔🤔🤔