Maria Cristina Alcantara viajo a una fiesta a Las Vegas. En el Hotel Casino Volcano le robaron su documentación. De igual manera al empresario Fernando Espinosa. Ese robo les traería muchos problemas a estos dos jóvenes. Los pillos ladrones usaron su documentación para un casamiento rápido estilo Las Vegas. Desde este incidente estaban casados sin saberlo y los problemas vendrían. ¿Quizás también el amor?
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Capítulo 12. La noche en la cabaña.
Casada 12
Capítulo 12. La noche en la cabaña
Casada Con un desconocido.
Elsa ISASA.
La calidez de la cabaña de troncos era un hermoso refugio para ambos, es una lástima partir, atravesando el frío hasta la casa–pensó María Cristina.
Recorrió el lugar envuelta en su manta y encontró un pequeño baño mientras Fernando afuera preparaba su partida. Lo usó pero evitó lavarse la cara, solo las manos. El agua estaba helada.
Entonces lo vió llegar. Tenía el pelo húmedo por el rocío del atardecer y sacudía de su campera un poco de nieve. Parecía muy enojado.
– Los caballos no están. Pasaremos aquí.- las palabras de Fernando cayeron en la cabaña como un bombazo.
María Cristina no podía pensar con claridad.
– ¿Cómo están?. No entiendo. Yo até bien mi caballo. ¿Que ha pasado.?--
–’Lucas.Lucas se ha llevado nuestros caballos. –
–:¿Por qué culpas a Lu? Alguien se ha robado los animales. –
– Nadie roba en mi propiedad Cris. Mi hijo. Mi hijo está emocionalmente apegado a ti.¡ Y es por tu maldita culpa! –
– ¿Mi culpa? Qué dices. Yo amo a Lucas. Es un niño maravilloso. ¿Qué deseas?¿ Que durante este mes lo trate mal.? ¿Para que piense que todas las mujeres son malas?-
– No puedes amarlo. Apenas lo conoces. Ni su madre volvió por él. Gracias a Dios está muerta. –
Un frío mortal corrió por el cuerpo de María Cristina haciéndole tiritar debajo de la manta.
– ¿Muerta? ¿Has sido tú verdad? La has matado y ahora me matarás a mi–
– Murió en un accidente. Con su amante. Yo no mato a la gente. Prometí darle plata a ambos para que vivan cerca y vea a su hijo. Pero no…no quiso volver a verlo.
– Pero Lucas me dijo que…
– Lucas cree que su madre se fue por mi carácter. No tuve corazón para decirle la verdad. Como decirle a un niño :” tu madre te abandonó por su amante.” “Tu madre tuvo un accidente fatal en las montañas porque ambos manejan alcoholizados”. Nadie lo sabe. Solo tú y no se lo dirás.
María Cristina lo miraba con ojos asombrados. La verdad, porque estaba segura que él decía la verdad salió a la luz. Lilian dejó a su hijo y a su esposo. No supo qué decir.
– Debió ser muy duro para ambos. Lo siento tanto - dijo un poco emocionada. – Y ahora. ¿Qué haremos?
– Pasaremos aquí. Calentare un cuenco de agua y en ese pequeño baño te puedes higienizar. Mañana con luz partiremos.Hay una piel de oso que te servirá de cama. Hay mantas, comida y fuego. La noche pasará rápido. No te preocupes. –
– Hay osos aquí. Debes cerrar la puerta con llave. - dijo asustada.
– No hay osos. La puerta no tiene llave Pero nadie entrara. Ven. Siéntate mientras caliento agua. –
El fuego crecía más fuerte al ser agitado. La luz de una pequeña lámpara iluminaba un poco la escena. Lo vió caminar extreme ciendo el piso de madera de la cabaña hasta un baúl. Sacó la piel y la acomodó frente al fuego. La piel de oso era grande y su cabeza inmensa. Los ojos brillantes y negros la miraban fijamente y sus colmillos eran asustadores.
– ¿Cómo conseguiste esa cosa?--
– Mi madre. Grace Mac Donald's, la trajo de norteamérica. Vivía en una zona cercana al parque Yellowstone.
Encontró este lugar cuando visitó Argentina la primera vez. Era joven entonces y se enamoró de él. Y aquí conoció a mi padre.--
El fuego de la hoguera hacía brillar sus cabellos. Estaba particularmente hermoso agachado agitando los leños.
–Marcos Espinosa era un obrero que ayudaba en la construcción de la casa. Se enamoraron y se casaron.
Nací yo. Y amé este lugar como lo hizo mi madre.-- carraspeó un poco emocionado – visitabamos cada tanto a mis abuelos en EEUU, estudie también allí, por un tiempo. Por ello mi madre gestionó mi doble nacionalidad. Mis abuelos murieron y ya no fuimos más a su casa– siguió su breve relato–Mi papá se cayó de la montura un día y su cabeza golpeó en las rocas. Llegó a casa feliz contando del chichón que se había hecho. Pero esa noche, se durmió para no despertarse más. -
– Oh. Es muy triste. Lo siento mucho. - dijo e instintivamente le acarició los cabellos.
– Él la miró profundamente desde donde estaba agachado.
– El agua está caliente. Ven. Te ayudaré a llevarla hasta el bañito. - dijo tomándole del brazo.
Al levantarse sus cuerpos se chocaron. Las manos de Fernando se perdieron en su cabello. Le desató la cinta del pelo y acarició su cabeza.
Cristina temblaba.
–¿Tienes frío? – dijo él con voz ronca junto a sus labios.
– No. Yo solo….
Pero ya no siguió hablando. El primer beso entre los dos fue hambriento, profundo, pasional.
Las bocas se hurgaron sedientas de más y más. A ese beso le siguieron otros, hermosos y enloquecedores.
Cristina extendió sus brazos y le tomó del cuello apretándose más a su marido. El la dejó un momento respirando agitado. Sus labios ahora iban a su cuello palpitante y sus manos comenzaron a sacar la ropa de Cristina. La manta había caído sobre la cara del oso tapando esos ojos fijos que le asustaban tanto.
– Solo, solo si tu quieres Cris…
– Quiero– murmuró ella. Y sus manos le arrancaron la chaqueta húmeda de nieve a ese hombre. Las prendas empezaron a caer al suelo sobre la piel, una a una.
Los gemidos se hicieron más fuertes y ya sus cuerpos desnudos no podían separarse.
Él la arrastró hacia la alfombra y se tendieron entre las ropas arrugadas y la piel suave del oso de montaña.
El momento se hizo vertiginoso. El deseo les nublaba todo juicio y razonamiento. Se habían buscado mucho tiempo y se habían encontrado allí, frente al lago helado, con un fuego crepitando como sus corazones alocados.
– ¡Por favor! ¡Por favor! - murmuraba ella envolviendo sus piernas en el cuerpo de su esposo.
Y la unión llegó. Fue tan perfecta y deliciosa que los dos asombrados por el prodigio, comenzaron una danza animal y desesperada, mirando y besando sus bellos cuerpos desnudos transpirados de placer.
El besaba hambriento sus pechos mientras se hamacaba con fuerza sobre ella. El cuerpo desnudo de Cristina se arqueaba para seguir recibiendo tanto placer. El futuro no existía. Solo la magia del presente.