En este mundo puedes elegir dos cosas, ser un super héroe o una persona normal. Toda la población de la humanidad tiene por lo menos un poder, pero en el siglo XXI nace una persona que cambia por completo la humanidad y el planeta.
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Un francotirador
Ya habían pasado seis días desde que comenzó la prueba, y solo faltaban dos para que terminara. La temperatura había subido considerablemente. Junior, Karoth y Daniela estaban tranquilos, disfrutando de un breve momento de calma. Nicole, Ome y Figueroa los acompañaban para ver cómo estaba Junior después de lo ocurrido hace dos días, y se dieron cuenta de que él se encontraba bien.
—Vamos —dijo Figueroa, preparándose para moverse.
Pero cuando ella salió del escondite, un disparo resonó en el aire y un bala impactó en su pierna derecha. El grito de dolor de Figueroa resonó entre ellos.
—¡AAAAAAAA! —gritó, doblándose por el dolor.
—¡SARA! —exclamó Karoth, horrorizado.
—¡No salgas! —ordenó Ome, sabiendo que la situación era crítica.
—Está herida. ¿No lo ven? —dijo Nicole, con la preocupación dibujada en su rostro.
Sin pensarlo, Nicole salió corriendo hacia Figueroa. Sin embargo, un segundo disparo sonó, y Junior, al darse cuenta del peligro, salió de su escondite. Inmediatamente, activó su campo de fuerza y lo utilizó para cubrir a Nicole.
—Quédate aquí —le dijo antes de apresurarse hacia donde yacía Figueroa.
Con gran esfuerzo, Junior la levantó en sus brazos y, mientras que Ome devolvía a Nicole de regreso al escondite, Junior llevó a Figueroa a una roca cercana para cubrirse.
—¡No salgan! —ordenó Ome a las chicas, su voz llena de firmeza.
—¿Estás bien? —preguntó Junior, mirando a Figueroa con preocupación.
—¿Tú qué crees? —respondió ella, entre lágrimas.
—Eso fue un balazo de francotirador —dijo Junior, en tono grave.
—¿Qué? —preguntó Figueroa, incrédula.
—Sí. Mira —respondió Junior, señalando hacia el lugar de donde había provenido el disparo.
—Pero es imposible. Las reglas decían que no se podían usar armas —insistió Figueroa, tratando de mantener la calma.
—Sí, pero pensemos con lógica. ¿De dónde conseguiría un joven de catorce a dieciséis años un francotirador? —explicó Junior, con su mente trabajando a mil por hora.
—Tienes razón —asintió Figueroa, aunque el miedo comenzaba a apoderarse de ella.
—Déjame ver la herida —dijo Junior, decidido.
—¡AAAAAAAA! —gritó Figueroa, el dolor la superaba.
—Voy a sacar la bala —anunció Junior, mientras su rostro mostraba determinación.
—¿Cómo? —preguntó Figueroa, asustada.
—Lo haré con mis poderes eléctricos. ¿Quieres que lo haga o preferirías salir del campo para que te lleven a un hospital? —inquirió Junior, buscando su consentimiento.
—No. Hazlo —respondió Figueroa, con una mezcla de dolor y confianza.
—Te va a doler un poco —advirtió Junior.
Junior acercó su mano a la pierna de Figueroa, y unos rayos de energía entraron en la herida. Ella gritó, el dolor era tan intenso que incluso preocupaba a Ome y a las chicas.
—No quiero seguir escuchando —dijo Nicole, dándose la vuelta para no mirar.
Junior se concentró, elevando su mano. Figueroa sentía un movimiento en su pierna, un indicio de que la bala estaba cerca de salir.
—Ya va a salir, resiste —dijo Junior, con nervios en la voz.
Finalmente, levantó la mano y la bala salió disparada de la pierna de Figueroa. Ella se dejó caer al suelo, llorando de dolor.
—Ya está. Ahora voy a cubrir la herida —le dijo Junior, aliviado de haber logrado la tarea.
—Vale. Hazlo —respondió Figueroa, mientras se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.
Junior se quitó una manga del buzo que llevaba y cubrió la herida de Figueroa con cuidado.
—Gracias —dijo Figueroa, sintiéndose algo más tranquila.
—Descansa. Creo que mañana estarás bien —le aseguró Junior, sonriendo con calidez.
Luego miró hacia donde estaban Ome y las chicas, y les dijo en voz baja:
—Es un francotirador.
—Pero está prohibido—dijo Karoth, asomándose con cautela.
—Sí. No es un estudiante, es algún psicópata. Hay que detenerlo y preguntarle por qué nos ataca. Karoth, hazte invisible. Nosotros llamaremos su atención para que lo encuentres.
—Sí —respondió Karoth, mientras su figura se desvanecía.
—Ome y Nicole, vamos. Daniela, cuida a Figueroa.
—Vale —respondió Daniela, atenta a la situación.
La tensión era palpable mientras se preparaban para el siguiente movimiento, conscientes de que el peligro aún no había pasado. Junior, Ome y Nicole salieron de su escondite, decididos a llamar la atención del francotirador.
—¡Niños tontos! —exclamó David, burlándose de ellos desde la distancia.
El tipo comenzó a disparar, pero sus balas fallaban. Junior se cubría con su campo de fuerza, mientras Ome y Nicole se movían ágilmente, tratando de esquivar los disparos. La frustración del francotirador crecía al no poder acertarles, sin saber que todo formaba parte de una trampa cuidadosamente orquestada. Mientras tanto, Karoth, oculta y concentrada, escuchaba los sonidos de los disparos para localizar al tirador y avisar a sus compañeros.
—Ya no puedo más —dijo Nicole, respirando pesadamente.
Pero no podían rendirse todavía. Karoth finalmente avistó al francotirador. Estaba acostado en un árbol, así que Karoth se dispuso a escalarlo. Al llegar a la cima, vio al hombre pequeño y musculoso. Sin pensarlo dos veces, Karoth gritó y le lanzó un puñetazo que lo hizo caer al suelo. Aunque el golpe fue fuerte, el tipo se recuperó rápidamente y comenzó a sacar una pistola para dispararle.
—¡Maldición! —pensó Karoth, intentando apartarse, pero era demasiado tarde; el hombre iba a disparar.
De repente, Junior apareció, furioso, y le gritó:
—¡Es malo dispararles a los jóvenes, idiota!
Con un potente puñetazo eléctrico, Junior envió al tirador volando, hasta que aterrizó junto a Ome y los demás. Ome lo atrapó con un brazo y lo estrelló contra el suelo, arrastrándolo sin compasión y golpeándolo contra una roca cercana. Después, lo colocaron en el mismo lugar donde Figueroa y Daniela.
—¡Maldito! —gritó Figueroa, lanzándole un puñetazo en toda la cara.
—Cálmate —le respondió Daniela, intentando controlar la situación.
—Bueno, ¿por qué nos atacaste? —preguntó Nicole, con la mirada fija en el francotirador.
—No tengo nada que decirles, niños tontos—respondió David, despectivo.
—Entonces te mataremos —dijo Ome, apretándole el cuello con fuerza, mientras él escupía sangre.
—¡Basta, Ome! No lo vayas a matar —ordenó Junior, intentando mantener el control de la situación.
—Vaya, Juan Pablo Saavedra —dijo David, con una sonrisa irónica.
—Ahora, dinos. ¿Por qué nos atacaste? —insistió Junior, decidido.
—No les diré nada. Eso sería traicionar a mi cliente—respondió el francotirador, desafiando a los chicos.
—¿O sea que alguien te contrató para matarnos? —supuso Karoth, frunciendo el ceño.
—Correcto. Pero no a todos ustedes, solo a uno —aclaró David, mirando a su alrededor.
—¿A quién? —preguntó Nicole, ansiosa por saber más.
—Oye, ¿puedes mirar a esta niña a los ojos? —preguntó Figueroa, desafiándolo.
El iluso miró a Daniela, y en ese momento, cayó bajo el control de ella.
—Bien. ¿A quién ibas a matar? —preguntó Junior, apretando los dientes.
—A ti, Juan Pablo —contestó David, con desdén.
—¿QUÉ? —gritó Nicole, asombrada.
—¿Por qué? —preguntó Junior, intentando comprender la situación.
—Porque le quitaste la atención a mi cliente —respondió David, con una sonrisa torcida.
—¿Quién es tu cliente? —insistió Karoth, cada vez más confundido.
En ese momento, una alarma comenzó a sonar y a parpadear en el cuello de David. Los chicos no sabían qué estaba pasando cuando, de repente, ¡pum!, la cabeza de David explotó. Todos se asustaron, incapaces de procesar lo que habían presenciado.
Después de un tiempo de shock, los chicos se sentaron a descansar un poco. Junior decidió hacer guardia, mientras los demás se acomodaban para dormir. Se quedó pensativo, reflexionando sobre lo sucedido y preguntándose quién podría quererlo muerto. Al observar la pierna de Figueroa, sintió una punzada de culpa.
—Si me quieren atacar, que me ataquen a mí. Pero a mis amigos y a mi familia no los metas en esto. Esto es entre tú y yo —murmuró Junior en voz baja, determinado.
Si querían guerra, la tendrían. Esa era la resolución en la mente de Junior, y decidió no compartir sus pensamientos con nadie.