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El Señor Oscuro Y La Gran Bruja De La Calamidad

El Señor Oscuro Y La Gran Bruja De La Calamidad

Status: En proceso
Genre:Romance / Demonios / Brujas / Ángeles / Mujer despreciada / Secretos de la alta sociedad
Popularitas:2.6k
Nilai: 5
nombre de autor: IsaacZero

En una época donde la alta sociedad, la reputación y las apariencias determinan el estatus de las personas, una joven Baronet se inscribe a la escuela más prestigiosa donde la crema y nata de la sociedad se reúnen para forjar a los futuros nobles y gobernantes del reino. Ahí tendrá que sobrevivir a los abusos y humillaciones de sus compañeros para ganarse un lugar dentro de la alta sociedad y recuperar el honor de su familia que ha sido pisoteado desde hace tres generaciones.

Pero sus planes podrían verse afectados con la repentina aparición de fenómenos paranormales y eventos más allá de la comprensión humana, que asolan la institución. Y que aparentemente iniciaron el mismo día que conoció a un conde atractivo, de figura galante y atractivo sobrenatural.

¿Qué misterios ocultan sus ojos carmesíes y su cabello negro como la obsidiana?, ¿será nuestra protagonista capaz de sobrevivir entre las fauces de dos bestias hambrientas?, ¡échale un vistazo a esta historia de romance y terror!

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Capítulo 11: La Noche Deslumbrante

El evento más esperado de la semana finalmente se llevaría a cabo. Para celebrar la llegada del conde Tempest de Netirvania a la academia Edem, y con el objetivo de presentarlo ante la alta sociedad del país de Nueva-Arcadia, se está realizando un evento de alta categoría, organizado por la futura baronesa; Lilliette Magnuson, con la ayuda de la persona más importante del momento: el conde Tempest de Netirvania. La celebración daría inicio a las siete de la tarde, y culminaría a las dos de la madrugada posiblemente.

El lugar en el que la fiesta se llevaría a cabo, sería en la mansión del marqués Erik II Reagan, un "amigo querido" del conde, que lo ha hospedado en su hogar, todo el tiempo que sea necesario mientras esté en Nueva–Arcadia, y también ha autorizado que la fiesta se celebre en su mansión, aunque él no estará presente (de hecho él era el patrocinador oficial del evento). Esta mansión, la más ostentosa y amplia, de todas las mansiones del valle Orange, al sureste del país. Abarca tanto como tres templos de los más grandes e imponentes. Cuenta con más de 20 habitaciones, entre ellas, un salón de eventos en el que cabía perfectamente una guarnición de soldados y aún sobraría espacio. La vista del jardín frontal es hermosa; adornada con bellos arreglos florales (con flores de todo tipo y colores) y una fuente que escupe chorros de agua constantemente.

Un poco más adelante se encuentra el edificio principal, que recibe a los invitados con una escalinata recién pulida y adornada con una alfombra roja, que llega hasta el umbral de una puerta blanca, hecha de madera de eucalipto y con una manija de oro en el centro.

El evento iniciaba a las siete, pero varios de los invitados llegaron una hora antes. Entre ellos estaban los hijos del conde Stewart (Ryan y Robert), las trillizas del barón Willow (Carolina, Karen y Cate), dos de los consejeros que dirigían el gremio de mercaderes (uno de ellos era Samil y el otro se llamaba Sulil), por supuesto que también estaba el hijo del marqués (Erik III Reagan), (y el futuro conde (Robert Cash). Todos estos invitados eran ni más ni menos que la crema y nata de la alta sociedad, y no eran ni la mitad de los invitados de alta categoría que poco a poco iban llegando.

Los invitados vestían las ropas más finas y elegantes de la región, y presumían de su galanura con arrogante orgullo. Aunque la gran mayoría de estas personas fuesen horribles en su interior, malcriados y prepotentes, su atractivo físico era innegable, a simple vista nadie podía imaginar siquiera un pequeño porcentaje de lo desagradable de su persona. Dejaban mucho que desear, tomando en cuenta la supuesta categoría que cargaban sobre sus hombros.

– “Es una sorpresa que el conde y el marqués sean amigos cercanos”.

– “Eso significa que podemos confiar en él".

– “No puedo esperar para estrechar su mano, y compartir unas copas con él, definitivamente es alguien que merece la pena".

– “En el futuro será un gran aliado, definitivamente hay que agradarle".

– “Yo solo espero pasar la noche con él, es irresistible".

– “Tendrás que hacer fila porque yo voy primero".

– “Solo espero que la maldita Lilliette no lo acapare toda la noche, ella más que nadie está interesada en el conde".

– “Debería ahogarse en el río y morir... Ella es tan molesta".

– “¿Supieron que invitaron también a los baronets?, no cabe duda que el conde es muy considerado con los infelices".

– “Espero que tengan un poco de educación y no se presenten, o su presencia perjudicará el prestigio de esta fiesta".

– “El duque Bastian Simpson también vendrá, puede ser el momento para acercarse a él también".

– “El duque o el conde... Decisión difícil".

– “Solo espero que no venga con su primo, o echará todo a perder".

– “Solo espero que el conde se quede con nosotros para siempre".

Eran tan solo algunas de las distintas conversaciones que los invitados tenían entre sí, mientras esperaban a que el resto de los invitados llegaran, matando el tiempo hasta que fuera la hora prometida para dar inicio con el evento.

"No se escatimaron en recursos para realizar el evento. El conde Tempest hacía las cosas en grande, si algo se iba a hacer entonces debía hacerse bien" –era su forma de pensar–. A su disposición no solo tenía la lujosa mansión de su anfitrión y todos los sirvientes que ahí trabajaban, también había contratado una orquesta musical que tocaría las canciones propias de su tierra natal durante la fiesta, y también trajo desde Netirvania un equipo profesional de chefs, que prepararían los más exquisitos platillos de su patria, y para su mayor comodidad, se tomó la molestia de invitar a algunos de sus "amigos" provenientes de su tierra natal. Su objetivo principal era que la gente de Nueva-Arcadia lo conociera desde lo más profundo y delicado de su ser, para de este modo ganarse su confianza.

Finalmente, dieron las siete, y todos los invitados de la academia Edem ya habían llegado, y el reloj de péndulo que estaba en un rincón de la habitación y que medía casi tres metros de altura dio el aviso con sus campanadas que se hicieron escuchar por todo el salón, y también por los pasillos.

– “¡Su atención por favor!, –gritó el anunciador, vestido con su elegante traje de botones, y con su pelucón plateado–. ¡El honorable conde Tempest de Netirvania, señor de las tierras invernales y heredero del clan Tempest. Tiene unas palabras que le gustaría compartir con sus invitados para dar inicio a la celebración así que suplicamos su amable atención y muchas gracias”.

– ¡Sean bienvenidos! –dijo el conde, desde el palco más alto que había en la habitación–. ¡Es un honor para mí recibir a tantas celebridades en esta noche, el honor de su incomparable presencia va más allá de la humilde gratitud que les puedo ofrecer. –el conde hizo una reverencia, y en respuesta todos aplaudieron y ovacionaron sus palabras–. Disfruten de la fiesta, espero que sea de su agrado, y que sea la primera de muchas.

Y con esas palabras el conde elevó la copa de cristal que sujetaba, y la golpeó tres veces con una cuchara de plata, y con ese tintineo inició el baile de bienvenida. Las hermosas damiselas, que vestían de gala avanzaron al centro de la pista formando un círculo, mientras ocultaban sus sonrisas coquetas con los abanicos de mano que cada una llevaba. Mientras tanto los caballeros, de buen ver, y vestidos con sus trajes formales de color azul-oscuro, como el abismo marino; fueron de uno en uno seleccionando y ofreciendo su compañía a las hermosas doncellas para sacarlas a la pista de baile. Y aconteció entonces que desde su palco personal, en lo alto del salón de fiestas, el conde fue testigo del baile que había organizado. Parejas que ejecutaban coreografías elegantes, y ejecutaban pasos delicados como nunca antes lo había visto, y vio también que expresaban con sus cuerpos todo tipo de emociones.

Él también quiso hacer lo mismo.

Rápidamente en anfitrión se dispuso a buscar a la dama que había invitado a bailar, pero por más que buscó entre los invitados no fue capaz de encontrarla. ¿Dónde podría estar?, tal vez aún no la había visto, después de todo habían más de cien personas en la fiesta, seguro que estaba mezclada entre los grupos que aún no brillaban en la pista de baile. Entonces decidió buscarla personalmente.

Y descendió desde su palco privado hasta la pista de baile, abriéndose paso através de la multitud que lo agobiaba con cada paso que daba, y saludó formalmente a todo aquel que se cruzó en su camino. Así pasaron hasta treinta minutos, y no pudo encontrar a su pareja de baile.

– ¡Su excelencia! –exclamó la señorita Lilliette Magnuson, que recién acababa de llegar al evento–. ¡Mil disculpas por mi demora!, pero tuvimos algunos percances con el carruaje de camino a la fiesta, espero y disculpe mi falta de previsión, que me hizo llegar tarde y perderme el primer brindis.

– No se preocupe milady –el conde rápidamente sujetó su mano–. No podemos hacer nada ante ese tipo de percances, comprendo su situación y le aseguro que no hay nada que perdonar.

– Oh milord, usted es tan gentil y razonable –tomando ventaja de la situación, Lilliette se apresuró a tomar la otra mano del conde, y poco a poco trató de arrastrarlo a la pista de baile–. Sería un honor para mí, que me acompañe a la pista de baile.

Pero justo cuando el conde iba a ceder a su petición, vio con el rabillo del ojo a la persona que caminó detrás de la futura baronesa, y que se estaba mezclando entre los invitados. Reconoció ese cabello ondulado de color acaramelado, y tan pronto como lo vio, tuvo un escalofrío que bajó por su nuca. Él se apresuró a soltar las manos de la señorita Magnuson y se apresuró para encontrarse con ella.

Era la hija de la casa Bellstar: Lisa Bellstar. Ella estaba usando un hermoso vestido de color rojo como el vino joven, que alguna vez le perteneció a su madre. No era tan caro como los de sus compañeras, ni estaba confeccionado a la medida, pero le quedaba bien. Su madre después de todo tuvo razón en obsequiárselo, algún día lo iba a necesitar y ese día había llegado. Ella se había soltado el cabello, y por primera vez todos la vieron sin sus lentes redondos, también iba mejor arreglada, y bien maquillada. Era hermosa; Si, definitivamente se veía mucho mejor así, pero aun así sus compañeros la veían por debajo de las bellezas más grandes de la academia Edem. Quienes la veían con recelo y envidia.

– «Solo espero que mi presencia no le cause problemas al conde, odiaría echar a perder su fiesta, nunca me lo perdonaría» –pensó.

La hija de los baronets también alcanzó a verlo desde que ingresó a la habitación, y si bien trataba de pasar desapercibida, ahora le sería imposible ya que el conde se dirigía hacía dónde estaba ella, llamando la atención de todo el mundo y poniendo cada ojo que había en la fiesta sobre su humilde humanidad. Su rostro se puso rojo completamente rojo como un tomate, mientras el temor que crecía en su pecho aumentaba cada vez más su ritmo cardíaco, y entrecortaba su respiración. Pero no era a causa de lo que fueran a opinar sus compañeros, ni tampoco le temía a algo o a alguien en específico... Ella estaba así por culpa del conde Tempest.

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Veronica Bossio
excelente historía
Veronica Bossio
super interesante
Veronica Bossio
espectacular tu historia
Zero: muchas gracias ☺️ espero la siga disfrutando
total 1 replies
Paula Pérez Barrón
suena muy interesante ☺️
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