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Scort

Scort

Status: En proceso
Genre:Autosuperación / Traiciones y engaños
Popularitas:7.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Eiva

En Valmont, el poder y el deseo se entrelazan en un juego tan seductor como peligroso. Mi nombre es un susurro en los círculos más exclusivos; mi presencia, un anhelo inalcanzable. Pero en un mundo donde la libertad tiene un precio, cada decisión puede llevarme a la cumbre… o arrastrarme a la perdición.

Soy Isabella Rivas, mejor conocida como Sienna, y esta es mi historia.

NovelToon tiene autorización de Eiva para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La Rosa Negra

El sonido de unas llaves girando en la cerradura me sacó de mi letargo. Mi cuerpo entero se tensó, el corazón martilleando contra mi pecho. Me incorporé de golpe, con la respiración agitada, esperando ver a Vincent o a Livia entrar por la puerta.

Pero no fueron ellos, en su lugar, apareció una chica joven, de mi edad o quizás unos pocos años mayor. Tenía la piel morena, el cabello negro, corto y rizado, labios gruesos y una figura que resaltaba aún más con la ropa que llevaba. Medias de rejilla, una falda tan diminuta que apenas cubría algo, y un top ajustado con un escote pronunciado.

Desprendía sexo por cada poro de su piel, y el solo verla me revolvió el estómago. Pero ella sonrió con tanta naturalidad, como si nada en este lugar fuera extraño o fuera de lo normal.

—Hola, preciosa. Veo que ya estás despierta.

Me quedé en silencio, observándola con desconfianza. No parecía ni agresiva ni amenazante, pero ya no podía confiar en nadie. Ella no pareció notar mi incomodidad y continuó hablando con un tono ligero.

—No muerdo, ¿sabes? Aunque algunos pagarían por ello. —Se rió suavemente.

—Soy Jade. Bueno, no es mi nombre real, pero aquí eso no importa. ¿Y tú cómo te llamas?

Abrí la boca para decir mi nombre, pero me detuve antes de soltar la primera sílaba. Ya no soy Isabella. Ahora soy Sienna. Apreté los labios con rabia contenida y finalmente murmuré:

—Sienna.

Jade sonrió con aprobación, como si estuviera evaluándome.

—Hermoso nombre. Espero que podamos llevarnos bien.

No respondí.

—¿Qué haces aquí? —pregunté en cambio, con el tono más frío que pude.

Jade se apoyó en el marco de la puerta con aire relajado, como si estuviera en una charla trivial.

—Estoy aquí para mostrarte el lugar. Explicarte lo que se hace, las reglas y cuál será tu trabajo.

El estómago se me hizo un nudo. Quería gritarle en la cara que no iba a hacer nada de lo que me pidieran. Que prefería morir, pero entonces recordé la noche anterior. Vincent. Su brutalidad. Su forma de demostrarme que aquí no tenía control sobre nada.

No tenía opción. No por ahora. Tragué el nudo en mi garganta y bajé la mirada. Me mantuve en silencio y solo asentí.

Jade sonrió satisfecha.

—Bien, ven conmigo. Mientras más rápido entiendas cómo funciona todo, mejor para ti.

Con el cuerpo tenso, la seguí sin decir palabra. Si conocía mejor el lugar, quizás podría encontrar una salida.

El pasillo era estrecho y oscuro, iluminado solo por luces tenues. El aire olía a perfume barato y cigarrillos. Desde algunas habitaciones cerradas, se escuchaban risas y murmullos.

Jade caminaba con seguridad, sin mirar atrás.

—Aquí es donde vivimos todas —explicó, señalando las puertas a su paso.

—Algunas tienen sus propias habitaciones como tú, otras comparten. Depende de cuánto le agrades a Vincent.

Me recorrió un escalofrío.

—¿Y qué hay del resto del lugar?

Jade sonrió con picardía.

—Paciencia, pequeña. Todo a su tiempo.

Llegamos a un salón amplio con sofás de terciopelo rojo y un gran espejo en una de las paredes. Un par de mujeres estaban allí, charlando y riendo con copas en la mano.

Una rubia de cabello largo y ojos afilados se giró al vernos y esbozó una sonrisa burlona.

—Así que esta es la nueva, ¿eh? —dijo con voz melosa—. Bienvenida al infierno.

Jade rió y le lanzó un guiño.

—No la asustes, Liz. Aún no ha visto nada.

Liz se acercó y pasó un dedo por mi brazo. Su mirada era calculadora, como si me estuviera analizando.

—Bonita. Vincent tiene buen ojo.

Instintivamente me aparté de su toque, lo que hizo que soltara una carcajada.

—Tranquila, princesa. No te haré nada… todavía.

Mi estómago se revolvió de asco, pero me obligué a quedarme quieta. No podía reaccionar. No ahora. Jade rodó los ojos y me tomó del brazo con suavidad.

—Vamos, hay mucho que ver.

Me dejé arrastrar, con la mente trabajando a toda velocidad.

Jade caminaba con paso firme, casi con gracia, mientras yo la seguía en silencio. Mis ojos recorrían cada rincón con desconfianza, grabando en mi mente todo lo que veía.

—Bienvenida a La Rosa Negra, el lugar donde los hombres dejan sus almas… y su dinero —dijo con una sonrisa divertida, girándose levemente hacia mí.

El nombre me sonaba irónico. Las rosas eran bellas pero tenían espinas, y este sitio definitivamente ocultaba sus propios peligros.

—Ven, te enseñaré dónde pasarás la mayor parte de tu tiempo.

Atravesamos otro pasillo y llegamos a un área más amplia. Allí, varias chicas vestidas con lencería o vestidos diminutos estaban sentadas en sofás de terciopelo rojo y negro, fumando y conversando en voz baja. Algunas nos miraron con curiosidad, otras ni siquiera se molestaron en levantar la vista.

—Este es nuestro espacio —explicó Jade—. Aquí descansamos cuando no estamos… trabajando. No está tan mal, ¿verdad?

Recorrí la estancia con la mirada. El lugar era lujoso, pero opresivo. Las cortinas eran gruesas y pesadas, y el aire tenía una mezcla de perfume barato, tabaco y alcohol.

—Parece… cómodo —mentí.

Jade soltó una carcajada.

—Oh, no tienes que fingir. Sé que ahora lo ves como una prisión, pero créeme, con el tiempo se vuelve más fácil.

No respondí. Nada de esto me parecía fácil.

Seguimos caminando hasta una gran puerta de madera oscura con detalles dorados. Al abrirla, me encontré con una escena que parecía sacada de una película decadente. Era un club.

La luz era tenue, con lámparas rojas y doradas que creaban un ambiente íntimo. Una gran barra de bar dominaba un costado del lugar, con botellas alineadas en estantes de vidrio. Los clientes, hombres de todas las edades y vestimentas, bebían mientras charlaban con chicas que se sentaban en sus regazos o les susurraban al oído.

En el centro, un escenario con un tubo de pole dance ocupaba la atención de varios clientes. Una mujer de cabello largo y oscuro se deslizaba por él con movimientos felinos, mientras los hombres lanzaban billetes a sus pies.

El sonido de la música era envolvente, con un ritmo sensual que marcaba el ambiente del lugar.

—Aquí es donde comienza el juego —dijo Jade, observando mi expresión con diversión.

—Las chicas bailan, coquetean y seducen. Algunos hombres solo vienen por una copa y compañía, pero la mayoría busca… algo más.

Apreté los puños sin darme cuenta. Jade pareció notarlo, pero no comentó nada.

—Vamos, hay más que ver.

Salimos del club y atravesamos otro pasillo. Mientras más caminábamos, más notaba cómo el lugar estaba diseñado para confundir. Pasillos interminables, puertas que parecían iguales, cámaras en cada esquina. Todo daba la sensación de que intentar escapar sería imposible.

—Aquí es donde se llevan a cabo las “citas” —dijo Jade al detenerse frente a una hilera de puertas.

—Cada chica tiene su habitación asignada para trabajar.

Mi estómago se revolvió, ella siguió Abriendo una de las puertas y tuve que morderme la lengua para no soltar una arcada.

La habitación era elegante, con una enorme cama de sábanas de seda roja, velas perfumadas y espejos en las paredes. Todo estaba pensado para el placer… el de los clientes, claro. Mi piel se erizó. Aquí es donde todo sucedía. Donde las chicas eran usadas una y otra vez.

—No te preocupes, como seguramente has notado y dije aquí solo es para trabajar, duermes en tu habitación. —dijo Jade con un tono sorprendentemente amable.

Sentí un leve alivio, pero la sensación de náuseas no desapareció. Cerró la puerta y seguimos avanzando.

—Por aquí está el área privada —dijo señalando otra zona.

—Solo los clientes más importantes tienen acceso a estas habitaciones. Políticos, empresarios, incluso alguna que otra celebridad.

Tragué saliva.

—¿Quién dirige todo esto? —pregunté en voz baja.

Jade me lanzó una mirada que decía más de lo que sus palabras pudieron haber hecho.

—Vincent es quien nos “cuida”, pero el verdadero dueño de La Rosa Negra es alguien a quien es mejor no mencionar.

Mi piel se erizó aún más y por su mirada, supe que no debía indagar más.

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Wilma Vázquez
porfa sube más capitulos!
Martha Vahos
Huyyyyy no xq mandan los capitulos de un vez y no mos tienen en sozobra
Evelin: Subo capítulos todos los días
total 1 replies
Lelis Vellejo
Creo que Sassa va a ser la preferida de Vincent
Lelis Vellejo
Que viene después de esto? Será que Vincent va a dejar que otros estén con ella?
Wilma Vázquez
porfa el capítulo que sigue!!!
Lourdes Castañeda
Excelente
Wilma Vázquez
pero que paso aquiiii... y los demás capitulos???
Lelis Vellejo
Vincent como que tiene sentimientos por Sienna.
Lelis Vellejo
Sienna como nunca tuvo novio no sabe de caricias. Creo que Vincent la va a someter sin ella querer
Julia Esther Vergara
muy interesante
Loamnys Figueroa
Excelente
Rosa Ibarra
que falta de respeto no llegar al final
Evelin: se vienen más capítulos, para disfrutar
total 1 replies
mimar silva
excelente inicio
Lelis Vellejo
Hasta el momento me gusta la historia. Trama diferente, sobre la tarta de blancas, aunque creo que la autora le va a dar un giro diferente
Lelis Vellejo
Jaja esa Libia pensó que Vincent no se iba a enterar. Lo único es que ella no va a poder rechazarlo porq está pagando por ella 🫣🫣🥵
Lelis Vellejo
Hubiese sido mejor con Vincent que le tiene ganas y no va a dañar la mercancía, en cambio con otro que va a pagar no va a ser tan gentik
luz San Martin
porfavor actualizarrrrr
Evelin: subo capítulos todos los días 😊
total 1 replies
David Aparicio
Sienna hirió el ego de Vincent, pero yo creo que él sin darse cuenta todavía ya se enamoró de ella
David Aparicio
Ésta novela se está poniendo buenísima. Porfis pon imágenes de un guapo Vicente y de la bella Sienna
David Aparicio
Normal
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