El alfa Christopher Woo no cree en debilidades ni dependencias, pero Dylan Park le provoca varias dudas. Este beta que en realidad es un omega, es la solución a su extraño tormento. Su acuerdo matrimonial debería ser puro interés hasta que el tiempo juntos encienden algo más profundo. Mientras su relación se enrede entre feromonas y secretos, una amenaza acecha en las sombras, buscando erradicar a los suyos. Juntos, deberán enfrentar el peligro o perecer.
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MÁS ALLÁ DE LAS APARIENCIAS (parte 1)
El evento llegó antes de lo esperado. Vestido como un camarero, con una bandeja en una mano y un audífono oculto en mi oído, me movía entre la multitud sin llamar la atención. El aire estaba cargado de perfumes caros y feromonas de alfas y omegas, creando una atmósfera sofocante.
A pesar de la incomodidad, mantuve la compostura. «Sonríe y sigue adelante», me repetía. Esa era la clave para no destacar. Repartí copas de champán a los invitados vestidos con elegancia, todos sumidos en conversaciones vacías. Sin embargo, lo que realmente me molestaba no era la banalidad de la situación, sino estar rodeado de tantos en un mismo lugar.
—Hawk, el objetivo está en el extremo este del salón. Mantente en movimiento y actúa con naturalidad —la voz de Frost sonó en mi oído.
—Natural, ¿eh? Fácil para ti decirlo desde la comodidad de tu escritorio. Yo aquí, rodeado de payasos… es un maldito circo… —murmuré mientras ajustaba la bandeja.
—No te quejes, idiota. Puedes manejarlo.
Dejé escapar una breve risa sin humor. Claro que podría manejarlo. Si alguien se atrevía a tocarme, le partiría la cabeza. Pero las palabras del director Kang seguían resonando en mi mente: “Eres un beta”.
Tragué saliva y seguí adelante. Mi mirada recorría el lugar con precisión, analizando cada detalle. Gracias a los lentes de contacto que llevaba, Frost podía ver todo desde la agencia y guiarme en cada paso.
Entre la multitud, un grupo de empresarios conversaban con copas en mano y las risas de algunos de ellos eran tan falsas que daba risa. A simple vista, parecían gente influyente, pero en este tipo de eventos, la mayoría solo jugaba a ser importante. Entonces, algo en el campo de polo llamó mi atención. Los relinchos y el golpe seco de las mazas contra la pelota vibraban en el aire. La imagen tenía cierto atractivo: el sol iluminaba el césped perfectamente cuidado, y los jinetes dirigían a sus caballos con maestría.
—Justo lo que faltaba, más espectáculo. Apuesto a que están presumiendo… —murmuré sin apartar la vista.
Frost aprovechó la pausa para darme información relevante.
—¿Ves al equipo que está ganando?
—¿Qué pasa con ellos?
—Los llaman la Nueva Generación Prodigio. “Dominantes”. Cada uno más influyente y peligroso que el anterior. Vaya, no esperaba encontrarlos aquí…
Hice una mueca con disgusto.
—Dame nombre, detalles… Si voy a cruzarme con alguno, quiero saber qué clase de bastardos son…
Frost comenzó a describirlos mientras yo los observaba desde la distancia, preparándome mentalmente.
El primero que destacaba era Marlon Hwang. Muy alto, con el cabello color nuez, unos ojos castaños oscuros y la piel ligeramente bronceada. Director General del Hospital MedCore, un médico prodigio en genética avanzada. Su presencia irradiaba poder, pero lo que lo hacía peligroso era su mente analítica y su calma implacable.
—Un médico con complejo de dios… —murmuré, observándolo—. Seguro sabe cómo cortar a alguien en más de un sentido…
El segundo era Adam Lee. Pelo rojizo, ojos caramelo, una sonrisa que escondía un depredador calculador y la piel pálida como porcelana. Era un genio en ingeniería de sistemas y el Presidente de Atlas Robotics. Excentricidad y brillantez en un solo paquete.
—Apuesto a que le encanta verse al espejo… —comenté con ironía, al ver a varias mujeres suspirar por él.
—Ja, ja, ja. A decir verdad, es muy guapo —bromeó Frost.
—Hmph. He visto mejores.
—Ya hombre, ya. ¿Quieres que continúe o no?
—Sigue, sigue…
El tercer miembro del equipo era una mujer. Nadyra Kim era sin duda una de las mujeres más impactantes que he visto. Cabello chocolate liso a la altura de su rostro, ojos canela con una inteligencia arrolladora y una hermosa figura curvilínea. CEO de Illume Entertainment, controlaba cadenas de televisión, productoras de cine y plataformas de streaming.
—Una reina de los medios… —susurré— Es muy guapa…
Justo cuando Frost estaba por describir al cuarto, un mareo me golpeó con fuerza. Me detuve un segundo, respirando hondo.
—¡Hawk! ¿Estás bien? —preguntó Frost, al detectar un cambio en las gráficas que indicaban mi estado.
—Sí… solo un mareo. No es nada…
—No me digas que es tu celo…
—No, no…
—Coloqué medicina en tu chaqueta por si acaso.
—Gracias —murmuré y me alejé del campo—. Continúenos, solo tengo que terminar con esto y largarme a casa.
Frost era la única persona en la agencia que conocía mi identidad de omega, y a su vez, siempre podía contar con su apoyo, después de tantos años de amistad.
Poco después, localicé al objetivo y le entregué el USB. El hombre extranjero me agradeció con un apretón de manos y unas palabras en inglés. No respondí más que con un gesto antes de darme la vuelta. No soportaba lo tedioso que era aprender idiomas y solo entendía lo necesario para cumplir con las misiones.
Pero a medida que avanzaba por los pasillos, el malestar regresó con más fuerza. Un calor sofocante me recorrió desde la nuca hasta cada rincón del cuerpo. Mi paso se volvió lento y mis manos comenzaron a temblar.
—¿Estás bien? —insistió Frost— ¿Qué ocurre?
Ignorando sus palabras, apenas me concentré en mis pasos caminando a ciegas. Entré al primer baño que encontré ignorando el hecho de que fuera exclusivo para VIPs o si alguien se encontraba dentro. Me apoyé en el lavabo, respirando con dificultad.
—Hawk, respóndeme. ¿Qué demonios te pasa?
No logré responder. El calor me quemaba la piel. Mis piernas temblaron y caí de rodillas. La vista se me nubló. Intenté levantarme, pero mi cuerpo no respondía. Y entonces, una voz masculina rompió el silencio.
—Who are you? This is a private area. You shouldn´t be here.
Apenas levanté la vista y lo vi. Un hombre fornido, alto y apuesto, con el uniforme de polo impecable. Su postura relajada no mostraba hostilidad, pero tampoco interés. Me observaba como si estuviera evaluando si valía la pena prestarme atención.
El auricular se activó de inmediato con la voz de Frost, tensa.
—Hawk… ¡Ese es Christopher Woo! El CEO del Conglomerado Woo… Mierda, estás jodido. Es amigo de los otros tres dominantes y, aunque es el más joven, dicen que también es el más peligroso. No hagas ningún movimiento estúpido.
No necesitaba que me lo dijera. Incluso en mi estado lamentable, bastó con un vistazo para darme cuenta de que no era alguien con quien quisieras meterte. Su mirada me recorrió de arriba abajo sin prisa.
—Are you drunk? Or just lost? You don´t seem like you belong here. —su tono era neutral, casi aburrido, como si no esperara una respuesta de mi parte.
Solté una maldición entre dientes.
—¿Qué mierda dijo…? —murmuré, molesto.
Frost ni siquiera tuvo tiempo de traducir cuando él habló de nuevo:
—Are you Korean? Right?
Traté de incorporarme, pero el mareo me venció. Todo se inclinó de golpe, y cuando creí que iba a estrellarme contra el suelo, una mano firme me sostuvo antes de que pudiera reaccionar.