Morir Por Ti

Sofía.

Renato llamó él a la chica, había intentado esperar que fuera ella quien se comunicara como le había dicho pero no pudo aguantar y terminó siendo él quien llamara, cuando hablaron días antes para concertar la fallida reunión se dio cuenta de que le gustaba el sonido de su voz en su oído.

Pero ya le había aclarado a su cerebro que no la llamaba porque necesitara escucharla otra vez, noooo, era simplemente porque debían reunirse por lo de las empresas, buen intento de engañarse.

- Quedaste en que me llamarías y no lo has hecho.- se lamentó con ella por no haber escuchado su voz antes y haciendo de todo para que lo dicho no se escuchara como un reclamo.

- Lo siento Renato pero ahora me pillas en mal momento y no puedo hablar.- se disculpó ella y su hombre de confianza arrugó el entrecejo al oír quien llamaba.

La pelirroja miró al tipo que tenía delante de ella amarrado a una silla, ya le faltaban todas las uñas y algún que otro diente además de que parecía que sudaba sangre pero seguía sin decir lo que ella quería escuchar.

- ¿Hoy no nos veremos entonces?- le preguntó casi que conteniendo la respiración y escuchó desde el otro lado un gemido- ¿Sofía estás con un hombre? Sofía te aseguro que yo no estaba teniendo sexo con mi secretaria cuando viniste así que lo que sea que creas que yo hacía no es verdad. - el recuerdo de la conversación que tuvieron cuando ella le dijo que perdería la virginidad con cualquiera regresó a su mente y lo hizo tener una imagen de ella con otro hombre y no le gustó para nada.

Ahora se escuchó un silencio en la línea, él ni siquiera entendía porqué había dicho aquello y en ese instante estaba deseoso de que la tierra se abriera y se lo tragara.

- Renato no estoy con nadie, eso que escuchaste fue la televisión.

Le mintió bajando la voz casi en un susurro para que nadie más la escuchara, pero no podía decirle que el gemido que oyó era de dolor del hombre que ella estaba torturando para que le dijera el verdadero nombre del turco.

- ¿Entonces te espero?

- No Renato, hoy no nos vamos a encontrar, estoy esperando una información importante que sé que recibiré de un momento a otro así que no puedo ir a verte.

- ¿Sigues enfadada?

- No.- le dijo y esta vez no le mintió, quizás cuando comenzó a torturar a aquel infeliz súbdito del turco que habían pescado dentro de su territorio sí, pero ahora se sentía flotar como una pluma.- No te preocupes, intentaré llamarte mañana para encontrarnos, de veras no estoy enfadada, es solamente que tengo algo más que hacer.

- Está bien, te espero.- colgó y la chica devolvió la mirada al pedazo de hombre que tenía delante.

- Mi día a mejorado, ahora sigue tú poniéndole luz cariño.- le dijo y volvió a colocarse los guantes que se había quitado un rato antes para contestar el teléfono.

..............

- Diga- contestó el rubio su teléfono personal por el manos libres sin separar la vista de su ordenador para ver quien llamaba.

- Renato.

Escuchó la voz que había estado esperando oír todo lo que iba de mañana y dejó lo que hacía para relajar la espalda en su cómodo sillón y sonreír.

- Hola, pensé que hoy también estarías ocupada.- le reclamó suavemente.

- Yo te dije que me encargaba de muchas cosas, pero no te preocupes, siempre voy a encontrar un momento para ti y nuestro trato.- ella bajó el tono y arrastró las palabras como si intentara acariciar el oído del hombre.

Danara no era una experta en lo de seducir, siempre creyó que eso era una pérdida de tiempo, pero con él todo le salía muy fácil, era el hombre que había escogido para probar el sexo y estaba decidida a conquistarlo, su enfado de hace dos días y la idea de no verlo nunca más se habían esfumado ya de su mente.

- Me alegra escuchar eso.

El inglés miró su reflejo en la pantalla del ordenador y se dio cuenta de la gran sonrisa que tenía en la cara y de lo relajado que se sentía.

- Por Dios ¿Qué me está pasando?- se recriminó en su mente- Estoy flirteando con una niña.

- Renato ¿Sigues ahí?- se preocupó ella debido al silencio que quedó en la línea.

- Sí, sí, estoy aquí, solamente estuve mirando algo en mi ordenador pero ya lo dejo.- le mintió, al final, ella no podía leer su pensamiento.

- Pensé que te habías arrepentido de nuestro encuentro de hoy.

- Sofía- le dijo y ella sintió que se mojaba sentada en el asiento de su auto y dio gracias a Dios por estar aparcada- Tendremos simplemente una reunión de trabajo.- intentó aclararle y de paso que eso sirviera para convencerse a él también.

- Claro, lo sé muy bien.- a ella no le gustó mucho escucharlo decir aquello pero no iba a permitir que él lo supiera- Ya estoy en tu aparcamiento, ¿Te vienes conmigo... o subo a tu despacho?

Renato bajó la vista a sus pantalones después de aquellas palabras, casa de campaña armada y no iba de excursión, esa niña estaba jugando con fuego y con su salud mental.

- Sube.- le dijo y se puso a pensar en como iba a deshacerse de el espectáculo que tenía en su parte baja.

- Espero que tu secretaria no esté sobre tu escritorio para cuando yo llegue.

Le reclamó y puaf, su amigo se desinfló con solo un comentario como aquel, la mujer no era desagradable a la vista pero no entendía porqué le resultaba hasta repulsivo pensar en ella de esa forma, debía de ser algún trauma gracias a Serena.

- No te preocupes ya te dije que no existe nada de lo que imaginas, y para que estés segura voy a esperarte de pie junto a la puerta del ascensor, no demores.

- No lo haré.