NOVELA INCOMPLETA POR DISCREPANCIA....
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ASTRID ESTA HACIENDO AMIGOS
Astrid se encontraba cruzando la calle como lo había estado haciendo los últimos días\, desde que conoció la tienda de *la salchicha feliz*.
Tenía toda la esperanza de que en la tienda el hombre raro tuviera el te que tanto necesitaba para poder ayudar a su madre, ya que no quería que sufriera a manos de la vieja señora abuela que tenía. En eso se encontraba cuando vio por el callejón un grupo de personas que corrían al final del mismo y le llamó la atención que eran todos de cabeza de llama de serillo, así que se dirigió a ese líder, para saber qué es lo que estaba pasando.
Siempre le habían enseñado en el orfanato que si pidió ayudar a un chico que estuviera en problemas lo hiciera, y en ese momento presintió que un chico seguro estaba en problemas, así que fue en ayuda de algún desconocido en apuros.
Al llegar vio un gran grupo de personas, todos con el mismo peinado, tanto hombres como mujeres, con los pelos teñidos de un rojo fuego intenso, y los hombres peinados con el pelo de punta o las mujeres con el pelo cuando era largo también lo tenían teñido del mismo color… Se veía un grupo tan pintoresco, que parecía una tribu de algún tipo cómico.
Pero Astrid no prestó atención a eso, sino que tenían rodeada a una chica que no tenía el pelo rojo, sino negro y le gritaban cosas por tener el pelo negro. Eso sí que le parecía raro, así que continuó caminando hacia el lugar para escuchar la conversación con más cuidado y atención.
—Te lo advertimos, Bertha, que no podías dejar de pertenecer al grupo de las flamas infernales; nunca, una vez que aceptas estar, nunca nos puedes abandonar, así que ¿tienes que traer el pelo rojo de nuevo o quieres que todos te golpeemos hasta la muerte?
—¿Es que no comprendes que ellos pueden matarte? —Le decía otra chica muy preocupada.
—Bertha, ¿no tienes miedo de que todos nosotros terminemos contigo?
La chica no respondía a las preguntas de los chicos que la increpaban porque había cambiado el color de su cabello, pero no podía fallarle de nuevo a su profesor que había gastado sus últimas monedas de fin de mes para comprar el tinte para que se cambiara de color el pelo. Sabía cuanto esfuerzo hacía el pobre del señor Tacher; hacía hasta lo imposible por ayudarla. Él casi se jubilaría dentro de nada; no tenía un auto; aún usaba su bicicleta vieja, que lo dejaba tirado en cualquier lugar. Ya era abuelo, y aún le daba todo su salario a su mujer, pero lo poco que se quedaba lo usaba para ayudar a sus alumnos más pobres, y ella era uno de esos alumnos.
No quería seguir fallándole más; esto se acababa aquí y ahora; superaría una paliza, unos pocos días en cama y listo, podría sobrevivir. Después podría seguir con su vida y salir adelante, para poder graduarse y tener una vida decente, como lo esperaba el profesor; una vida sin futuro, como muchos de estos chicos.
—Vamos, esto tiene que terminar; si me van a golpear por usar de nuevo mi ropa normal y el pelo de color negro, pues que así sea, no cambiaré mi forma de pensar.
—¿Jefe, qué hacemos, no quiere cambiar de idea?
De entre la multitud, salió el chico de pelo rojo peinado de punta, como si fuera una escoba, el que había visto a la entrada de la tienda de Buker y le había pedido ser su novio. Ese era el jefe de todos estos; nunca pensé que estos petirrojos tuvieran un jefe y fuera ese chico.
—Entonces tenemos que hacerlo que siempre hacemos con los que se atreven a dejarnos: la golpearemos durante 5 minutos, sin parar, entre todos.
Astrid no podía permitir eso; la matarían; seguro que esa chica, aun cuando parecía fuerte e incluso más alta que ella, no podría soportar golpes de 10 hombres.
Corrió y se interpuso en medio de todos los rojillos. Y comenzó a gritarles. —Como es posible que vayam a golpear a una sola mujer entre todos ustedes, eso no es normal.
—Quién eres tú, quieres ayudar a esta traidora, ¿eres su amiga?
Astrid pensó, ¿amiga?, no, no lo era; ella no tenía amigos, pero no importaba si en ese momento mentiría por salvarla. — Sí soy su amiga y la vine a ayudar.
—Niña, no mentas. Bertha no tiene amigas tan guapas como tú; ella solo tiene amigas tan feas como las que ves ahí —el chico señaló a todas las pelirrojas que se amontonaban en un círculo.
Todas las chicas se sintieron enojadas por las palabras de ese chico y menospreciaron a Astrid. —Y que si no soy una de pelo rojo, soy su amiga.
—Entonces tendrás que soportar la golpiza a su lado.
—No, esperen, hagamos un trato; si yo les gano a todos ustedes, la dejarán en paz. Ya no pertenecerá más al grupo de petirrojos.
Tos se rieron de las palabras de esa niña; la vieron alta, delgada, y se veía como si en cualquier momento se fuera a quebrar, de lo frágil que era; ¿cómo era posible que se atreviera a desafiarlos, si todos en la zona los temían?
Al ver lo valiente que era la chica, Claire, el jefe de la pandilla, se adelantó y le dijo: —Muy bien, si les ganas a todos ellos, serás el nuevo jefe de nuestra pandilla…
—Eso no me interesa, solo la libertad de ella.
—Muy bien, entonces pelemos.
—No\, dame 15 minutos y regreso a pelear —les dijo Astrid y salió corriendo rumbo a *la salchicha feliz*.
*****
Entro como alma que llevaba el diablo.
—Hombre de negro, ayúdame, espero que sepas pelear, porque necesito un favor ahora mismo. Buker se sorprendió por las palabras de la niña y por lo agitada que estaba. Pensó que se encontraba en serios problemas, por lo cual saltó detrás del mostrador y ya estaba listo para atacar a quien estaba incordiando a la pequeña.
Farnel estaba en la trastienda y pensó que rezaría en su corazón por quien estuviera incordiando a esa pequeña, porque no quedaría ni el recuerdo de él si su jefe lo atrapaba. El mayor era un hombre aterrador cuando peleaba.
—¿Qué necesitas niña?
—¿Puedes mostrarme algunos movimientos contundentes para derrotar a unos chicos de manera rápida?
—¿Para qué quieres saber eso?
—No tengo tiempo de explicarte, ¿solo sabes o no hacerlo?, necesito que me los enseñes ya.
Búker, ya no preguntó más, la llevó tras la tienda y ahí estaba un espacio más amplio y le dijo que la tomaría por los brazos para que fuera más fácil mostrarle los movimientos de defensa. Farnel se sentó en una esquina, viendo cómo su jefe estaba enseñando a la niña algunos de los golpes más contundentes de las fuerzas especiales. Eran golpes para derribar de inmediato a los delincuentes sin darles tiempo a moverse. No esperaba que la niña los pudiera usar; incluso a él le había costado aprenderlos mucho tiempo. Pero si su jefe quería lucirse, que así sea, en 10 minutos ya había terminado.
—Gracias—Astrid salió corriendo de nuevo de la tienda, pero Buker le hizo una seña a Farnel para que la siguiera y cuidara de ella.
Cuando llegó al punto de encuentro, ya estaban todas flamitas, sentadas y dispersadas, pensando que los había engañado y tenían como reina a Bertha.
Corrió al medio del lugar y les dijo que comenzaran.
Todos se reunieron en posición de lucha, incluso Bertha, para ayudar a Astrid, ya que sabía que esa chica sería más golpeada que ella; por lo menos ella estaba acostumbrada a las luchas callejeras, pero esa chica parecía que nunca había peleado; de verdad que no comprendía porque la quería ayudar, pero estaba agradecida desde el fondo de su corazón de este acto de bondad.
Comenzó la lucha; todos los 10 hombres las atacaron sin medir cómo podrían acabar las mujeres, pero Astrid comenzó a aplicar cada uno de los ejemplos que había recibido de Buker y comenzó a golpear a los chicos con patas precisas, a levantarse por los aires y lanzarlos al suelo. A otro lo puso en el piso boca abajo, dañándole los morros, mientras levantaba la pierna tan alto que le rompió los dientes al que se lanzaba sobre ella. Rápidamente soltó a uno del piso y corrió para lanzar una patada voladora con giro a otro y un codazo a uno más, hasta terminar con todos tan rápido como comenzó la lucha…
Farnel estaba tan impresionado de que esa niña haya utilizado cada uno de los movimientos que Buker le enseño, que si no lo hubiera visto por con sus propios ojos hubiera pensado que había sido entrenada por el ejército, pero vio cómo ella no tenía conocimiento alguno de lucha, solo Buker le enseño cómo moverse hacia unos minutos.
¿Quién era esa niña?
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