Sinopsis de Cruel Verdad Mathew Wells llevaba una vida tranquila y reservada hasta que un mensaje inesperado de Alec Moon, su antiguo compañero de secundaria y ahora famoso cantante, desata un peligroso juego de emociones. Lo que comienza como un romance lleno de ilusión rápidamente se convierte en una red de mentiras, manipulación y venganza. A medida que ambos caen en el oscuro abismo de sus propios secretos, el amor y el odio se entrelazan en una lucha donde nadie es quien parece. En el mundo de Cruel Verdad, la mayor traición puede venir del corazón… ¿hasta dónde llegarías para conocer la verdad
NovelToon tiene autorización de vkooklove01 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 22: Raíces de Familia
Con Mathew de regreso, la vida en la Toscana recobró un ritmo aún más armonioso. Raíces Profundas florecía tanto como el amor entre Alec y Mathew, y la pequeña tienda de jardinería y paisajismo continuaba atrayendo a personas de todo el pueblo y más allá. La gente venía no solo por las plantas, sino por el ambiente que Alec y Mathew habían creado: un lugar cálido donde cada rincón contaba una historia y donde todos eran bienvenidos.
Las semanas posteriores al regreso de Mathew estuvieron llenas de pequeñas celebraciones y reuniones con los vecinos. Cada día que pasaba, su vida se sentía más estable, sus raíces más profundas. Mathew contaba historias sobre su sobrino recién nacido, su familia y las emociones que había experimentado durante el viaje. Alec lo escuchaba con una sonrisa, complacido de ver la alegría en los ojos de Mathew cuando hablaba de su familia.
Una noche, mientras se relajaban en el jardín de invierno, Alec observó a Mathew con una expresión pensativa. Mathew lo notó y, entre risas, preguntó:
“¿Qué pasa? Te veo pensativo.”
Alec suspiró y tomó la mano de Mathew. “He estado pensando… en la familia. En lo importante que es para ti. Y… bueno, me preguntaba si alguna vez has pensado en ampliar la nuestra.”
Mathew lo miró, sus ojos sorprendidos pero llenos de curiosidad. “¿Ampliarla? ¿Quieres decir…?”
Alec asintió, visiblemente emocionado. “Sí. Sé que esto puede sonar precipitado, pero he estado pensando en la idea de tener un hijo. Adoptar a alguien, darle un hogar lleno de amor y enseñarle todo lo que hemos aprendido. Creo que ambos tenemos tanto que dar… y quiero que tengamos la oportunidad de compartirlo.”
Las palabras de Alec resonaron en Mathew como un eco que lo llenaba de emoción y expectativa. Era un deseo que no había considerado del todo, pero ahora, en ese momento, la idea de formar una familia junto a Alec le pareció la continuación perfecta de la vida que habían construido.
“¿De verdad lo sientes así?” preguntó Mathew, tratando de contener la emoción en su voz.
Alec apretó su mano y asintió. “Sí. Quiero que tengamos algo que sea parte de ambos. Un hijo, alguien a quien amar, cuidar y con quien compartir esta vida que hemos construido juntos. Me imagino enseñándole a plantar, a cuidar de la naturaleza y a encontrar la belleza en las pequeñas cosas. Sería maravilloso, Mathew.”
La conversación que siguió fue intensa y llena de emociones. Hablaron sobre los detalles, sobre cómo sería el proceso de adopción, sobre la responsabilidad y el amor que implicaría. Ambos sabían que no era una decisión a tomar a la ligera, pero también sentían que estaban preparados para dar ese paso.
Con el tiempo, comenzaron a investigar sobre la adopción en Italia, el país que se había convertido en su hogar. Fue un proceso largo y lleno de papeleo, pero ambos estaban decididos a perseverar. Los amigos del pueblo, quienes ya los consideraban parte de su familia, los apoyaron en cada paso del camino. Raíces Profundas también se convirtió en un espacio de preparación y esperanza; con cada cliente que llegaba, cada planta que vendían, ambos sabían que estaban construyendo un futuro para alguien especial que aún no conocían.
Pasaron meses de espera, entrevistas y reuniones. La burocracia a veces era frustrante, pero cada pequeño avance era una victoria que celebraban juntos. Finalmente, un día recibieron la noticia que tanto esperaban: se les había asignado la posibilidad de adoptar a un niño de tres años llamado Luca.
Luca era un niño de ojos oscuros y curiosos, con una energía vibrante que irradiaba vida. Había pasado por diferentes hogares de acogida, y los asistentes sociales les explicaron que necesitaba estabilidad y amor, algo que Alec y Mathew estaban más que dispuestos a ofrecer.
El primer encuentro fue en un parque cercano, donde Luca los observó con una mezcla de curiosidad y reserva. Alec y Mathew, aunque nerviosos, hicieron todo lo posible para que el niño se sintiera cómodo. Jugaron con él, contándole historias de las plantas y flores en Raíces Profundas, y, poco a poco, Luca comenzó a sonreír y a relajarse.
Alec sintió una conexión inmediata con el niño, y cuando vio cómo Mathew le enseñaba a plantar una pequeña flor que habían llevado como regalo, supo que estaban en el lugar correcto. Al final del encuentro, Luca los abrazó tímidamente, y en ese instante, todos supieron que una nueva familia había comenzado a formarse.
Las semanas siguientes fueron de adaptación. Luca se mudó a su casa en la Toscana, donde Alec y Mathew habían preparado una habitación llena de colores y juguetes, con vistas al jardín de invierno que tanto amaban. Con cada día que pasaba, Luca se integraba más en sus vidas, y ellos aprendían a ser padres, a construir una rutina y a descubrir el amor incondicional que solo un hijo puede despertar.
Luca rápidamente se enamoró de Raíces Profundas. Le encantaba explorar el jardín, ayudar a sus padres a plantar nuevas flores y hacer preguntas interminables sobre cada planta y cada insecto que encontraba. Alec y Mathew se convirtieron en sus guías, enseñándole a amar la naturaleza y a cuidar de la vida que los rodeaba.
La comunidad del pueblo acogió a Luca como uno de los suyos. Los vecinos lo conocían, le regalaban dulces y lo hacían sentir parte de su gran familia extendida. Para Alec y Mathew, cada momento era una nueva lección, cada risa y cada abrazo de Luca llenaba su hogar de una calidez que nunca habían experimentado.
Una noche, después de acostar a Luca, Alec y Mathew se sentaron juntos en el jardín de invierno, observando las estrellas. Mathew, conmovido, tomó la mano de Alec y susurró:
“Nunca pensé que esto sería posible. Nunca imaginé que tendríamos una familia tan llena de amor y vida.”
Alec lo miró, con una sonrisa tranquila. “Tú me enseñaste que la vida es como un jardín, Mathew. Que con paciencia, cuidado y amor, puede florecer de las maneras más inesperadas. Luca es parte de esa vida, de esa esperanza que siempre tuvimos.”
Bajo las estrellas, Alec y Mathew comprendieron que el amor que compartían había echado raíces profundas, que ahora se extendían en una familia que no solo incluía a ellos dos, sino también a Luca y a toda la comunidad que los rodeaba. Sabían que su historia era un testimonio de resiliencia y esperanza, una vida cultivada con amor que seguiría floreciendo, temporada tras temporada.
Y así, en su pequeño rincón de la Toscana, Alec, Mathew y Luca se embarcaron en una nueva etapa de su viaje, una llena de risas, aventuras y el amor incondicional que solo una familia puede ofrecer.
La dirección que le diste a la historia me gustó, les diste la oportunidad de acercarce y enamorse, aprender lo que era el verdadero Amor y la confianza de tener a la persona especial, que comprende y ayuda a mejorar la forma de ser!!
Autor@ te felicito, es un gran trabajo. El Amor es un sentimiento, que muy pocos logramos encontrar y entenderlo y valorarlo, cuesta mucho trabajo y alegría y unas veces mucho dolor!!!
Espero encontrar más trabajos tuyos, tienes mucho talento e inspiración, pero sobre todo, Amor por tu trabajo!!!