En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 12
Enrique cumplió su promesa, mis hijos están muy enfadados conmigo. Me llamaron para mostrarme su descontento y "advertirme" qué si no desisto del divorcio se quedarán a vivir con su papá.
¿Me duele? Por supuesto, pero los entiendo. Hay cosas que están muy lejos de su comprensión. Desconocen los problemas que había entre nosotros.
Siempre nos esforzamos para que ellos no vieran lo alejados qué estábamos y admito que Enrique siempre ha sido un excelente padre.
En estos momentos se está comportando de una manera irracional al utilizar a los niños para dañarme, más no seré yo quien lo ponga en evidencia.
Mi madre suele decir que el tiempo pone las cosas y a cada persona en su lugar y creo que tiene razón.
Aunque me va a costar esperar a que ese momento llegue estoy convencida de que no puedo hacer más. Mi decisión está tomada y no voy a echarme para atrás.
Enrique contestó la demanda aludiendo sus motivos para no divorciarse. Con todo y eso la fecha de la Audiencia ha sido fijada para dentro de tres semanas. Este viernes Daniela cumple años y sus compañeros de trabajo están organizando el festejo.
Por supuesto asistiré y ahí obviamente veré a Antonio, seguimos hablando por teléfono y enviándonos mensajes todos los días.
Me estoy ilusionando con él, era un sentimiento olvidado y se siente muy bien volver a sentirse atractiva y tener la atención de un hombre.
Veremos que nos depara el futuro.
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Hoy me notificaron la fecha para la Audiencia de divorcio, estoy cansado y molesto. Supuse que mi abogado podía hacer algo para retrasarlo y no ha sido así.
Use a mis hijos para presionar a Johanna sin éxito. Me tiene sorprendido su actitud. Di por hecho que no soportaría estar mucho tiempo alejada de ellos y retiraría la demanda.
Para colmo este viernes llega Ana y quedamos de vernos en el apartamento qué tiene aquí en la Ciudad.
Debo conseguir alguien que cuide a los niños para poder salir sin inconvenientes.
Son mis hijos y los quiero, más no estoy acostumbrado a cuidar de ellos todos los días y es algo desgastante. Además, me resta libertad.
Mientras ceno con ellos aprovecho para comentarles qué el viernes tendré una importante cena de negocios y llegaré tarde.
- No te preocupes, papá. Estaremos bien- dice Mariela.
- Buscaré una niñera qué venga a quedarse con ustedes.
- Ya somos grandes, papá.
- No lo suficiente para quedarse solos hijo.
- Yo puedo cuidar de mi hermano, no necesitamos una niñera.
- Lo pensaré, no quiero dejarlos solos.
Ha llegado el viernes y no conseguí una niñera, Mariela ya es grande y bien puede hacerse cargo de su hermano.
Llego a casa y les informo mi decisión.
- Voy a confiar en ti hija, te quedarás a cargo de Luisito y espero que no me defraudes.
- Para nada, papá. Puedes confiar en mí, estaremos bien.
Tomo una ducha, me visto y ordeno la cena para los niños, me voy una vez que la he recibido. Les doy las últimas indicaciones y me marchó para encontrarme con Ana.
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Estoy terminando de arreglarme, Daniela me envía la ubicación de la fiesta.
Para esta noche elegí un pantalón negro y una blusa strapless en color dorado, sandalias negras de tacón y accesorios dorados a juego.
Mi cabello lo dejo suelto con ondas, un maquillaje adecuado para la noche, mi perfume favorito y estoy lista.
Subo a mi auto y me dirijo al lugar de la fiesta. Es en un completo de apartamentos de lujo en la ciudad.
Estaciono y entro al edificio, subo al ascensor y presiono el botón del tercer piso. Al llegar camino por el pasillo buscando el apartamento.
Me sorprende ver a Enrique tocando a una de las puertas, antes de que él me vea la puerta se abre y lo recibe una mujer alta muy guapa que de inmediato lo besa.
Al finalizar el saludo Enrique voltea y me ve, creo que la sorpresa me dejo inmóvil y sigo de pie en el mismo punto.
- Johanna, déjame explicarte- me dice al tiempo que se acerca a mí.
- No tienes nada que explicar, tú y yo estamos separados y dentro de poco estaremos divorciados. Eres libre de hacer con tu vida lo que quieras, solo espero que hayas dejado a nuestros hijos a cargo de un adulto.
- De verdad esto tiene una explicación- insiste mientras la mujer lo mira molesta.
- Te repito que no hay ningún problema. Si me disculpas tengo un compromiso.
Sigo mi camino hasta encontrar el apartamento. Por suerte es Daniela quien me recibe.
- Amiga, ¿te encuentras bien?
- Sí, bueno no. Aún no salgo de mi asombro.
- ¿Qué pasó?
- Acabo de ver a Enrique besándose con una mujer.
- ¿Qué? ¿Cuál mujer? ¿Te afectó verlo?
- No sentí celos ni nada, solo estoy sorprendida.
- ¿Él te vio?
- Sí, incluso quiso darme una explicación y obvio le dije que no era necesario, después de todo, en unos días estaremos divorciados y a mí no me incumbe lo que haga con su vida. Ya no me queda ninguna duda de que quería que siguiéramos casados solamente por su carrera política, porque supongo que tiene una relación con esa mujer desde hace tiempo.
- Es probable, ten toma esto- me acerca un shot de tequila qué no dudo en tomar de un trago.
- Lo que me preocupa es que haya dejado solos a los niños.
- No lo creo, hasta eso siempre ha sido responsable.
- Eso espero, Mariela está en una etapa difícil.
Antonio se acerca a saludar y a felicitar a Daniela.
- ¡Estás hermosa, Johanna!
- Gracias, tú te ves muy bien también.
- Yo los dejo, debo compartir con los demás invitados- menciona mi amiga y se retira.
- ¿Quieres algo de beber?- pregunta Antonio.
- Una copa de vino tinto, por favor.
- Ahora te la traigo.
No dejo de pensar en lo que acabo de presenciar y no es que sienta celos o esté molesta con Enrique, es el hecho de que ha estado negándome el divorcio cuando él ya tiene una relación y eso me parece muy injusto.
Solo me quiere a su lado para aparentar y obtener un benéfico propio.
Antonio regresa con dos copas de vino y me ofrece una.
- Pensé que quizá no vendrías.
- Daniela no me lo habría perdonado, ya me perdí muchos festejos de cumpleaños en el pasado.
- Me encanta que estés aquí y podemos pasar un rato agradable. Aunque te noto algo distraída.
- Estoy preocupada por mis hijos.
- ¿Están con su papá?
- En realidad su papá está en una cita y no sé a quién dejó a cargo de los niños.
- ¿Cita? Te ha puesto mil trabas para darte el divorcio.
- Estoy tan sorprendida cómo tú.
Se queda pensativo unos segundos.
- ¿Aún sientes algo por él?
- No- me apresuro a decir- solo que con eso he comprobado qué su renuencia era solo por mantener las apariencias y eso me enoja.
- Entiendo, te sientes utilizada.
- Exacto, y no solo me usa a mí también a nuestros hijos. Lo peor es que ellos no se dan cuenta de sus verdaderas intenciones y cuando eso suceda se van a sentir muy mal.
- Olvídalo, es una noche para disfrutar y divertirnos.
- Tienes razón. Mejor cuéntame más sobre ti.
Terminamos hablando de nuestra infancia y de nuestros padres. Ambos somos hijos únicos, él tiene anécdotas muy divertidas de su niñez. Era bastante inquieto, lo opuesto a mí qué siempre fui demasiado tranquila.
Nuestra amiga se acerca para animarnos a bailar y nos unimos a los demás. Nunca sentí tanta química con nadie, estar cerca de Antonio altera todos mis sentidos.
Puedo percibir el aroma de su colonia, ea un aroma amaderado, muy masculino. No acostumbra usar barba y eso me fascina, sus labios son gruesos y carnosos.
Imagino lo que se siente ser besada por esos labios, siento más calor de lo normal. Puedo asegurar que mis mejillas han tomado un color rojo carmesí que solo se disimula gracias a la poca iluminación qué hay en el lugar.
El ritmo de la música cambia, ahora suena una balada romántica. Antonio me rodea por la cintura con ambos brazos. Coloco mis manos sobre sus hombros.
Siento el calor de su cuerpo traspasar su camisa, nos movemos muy lento. Me mira fijamente y no puedo mantenerle la mirada por mucho tiempo.
Inconscientemente, apoyo mi rostro en su pecho y él entrelaza sus manos en mi espalda, lo que provoca qué nos acerquemos mucho más.
Estoy envuelta en una maravillosa sensación, estar entre sus brazos es como estar flotando. Ya no soy consciente de la gente que nos rodea, somos solo él y yo.
Levanto mi rostro, me pierdo en su mirada. Las palabras sobran, sus ojos se posan en mis labios, inclina su rostro lentamente hasta que nuestras bocas están a solo milímetros de tocarse.
Nuestros alientos se mezclan, el momento se torna mágico. Por fin nos unimos en ese beso tan deseado por ambos.