Elena Carter, una brillante y empoderada empresaria de Nueva York, ha construido su imperio tecnológico desde cero, enfrentándose a un mundo lleno de desafíos y competencia. Nada ni nadie ha logrado desviarla de su camino… hasta que aparece Damian Moretti. Rico, influyente y peligrosamente atractivo, Damian es un mafioso italiano con un oscuro pasado y un obsesivo interés por Elena.
Cuando Damian intenta infiltrarse en su vida a través de una tentadora propuesta de negocios, Elena se encuentra atrapada en una red de pasión y peligro. Su determinación por mantener el control choca con la implacable necesidad de Damian de poseerla, no solo en los negocios, sino en cada aspecto de su vida.
Entre celos, conspiraciones y una atracción que no pueden negar, ambos descubrirán que hay líneas que no pueden cruzarse sin consecuencias. ¿Podrá Elena resistir el encanto y el poder de un hombre que lo arriesgará todo por tenerla? ¿O terminará cayendo en la trampa de una obsesión peligrosa...?
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Capítulo 18: Entre Sombras y Secretos
La tensión era un hilo invisible que conectaba cada rincón de la casa. Damian se movía como una sombra, hablando en voz baja por teléfono mientras coordinaba a sus contactos, mientras Elena, frustrada por no poder hacer más, revisaba una y otra vez los documentos que había recopilado. Aunque ambos estaban en la misma habitación, parecían estar en mundos diferentes.
Finalmente, Damian terminó su llamada y se acercó a Elena, quien estaba sentada en el sofá con su portátil sobre las piernas.
—Tengo una pista —dijo, sentándose frente a ella.
Elena levantó la vista, interesada.
—¿Qué pista?
—Uno de mis contactos confirmó que Reznikov está organizando una reunión mañana por la noche en un club privado. Se rumorea que estará Nikolai Petrov y otros socios importantes.
Elena arqueó una ceja.
—¿Y cómo planeas usar esa información?
Damian sonrió ligeramente, con un brillo peligroso en los ojos.
—Voy a infiltrarme en la reunión y sacarles la verdad.
Elena dejó su computadora a un lado, cruzándose de brazos.
—¿Infiltrarte? ¿Así, sin más?
Damian se inclinó hacia ella, su rostro a solo unos centímetros del suyo.
—No es la primera vez que hago algo así, Elena. Sé cómo manejarme.
Elena lo miró fijamente, su frustración creciendo.
—No estoy diciendo que no seas capaz, pero esto no es solo tu lucha. Yo también estoy involucrada, y tengo derecho a enfrentar a estas personas.
Damian suspiró, su paciencia visiblemente al límite.
—Y yo tengo derecho a mantenerte a salvo.
Elena se levantó, sintiéndose atrapada por la intensidad de su mirada.
—¡No soy una damisela en apuros, Damian! Puedo cuidarme sola.
Damian se levantó también, acercándose a ella.
—No lo entiendes, ¿verdad? —dijo, su voz baja pero cargada de emoción—. No se trata de si puedes cuidarte sola o no. Se trata de que no quiero perderte.
Elena abrió la boca para responder, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta. La sinceridad en los ojos de Damian la desarmó por completo.
—Damian...
—No, déjame terminar —interrumpió él, dando un paso más cerca—. Desde el momento en que entraste en mi vida, todo cambió. Nunca me importó lo que pasara con nadie, pero contigo es diferente. Tú eres diferente.
Elena sintió que su corazón se aceleraba. Las palabras de Damian la envolvían, rompiendo cada una de las barreras que había construido a lo largo de los años.
—No sé qué decir —murmuró finalmente, incapaz de sostenerle la mirada por más tiempo.
Damian levantó una mano, acariciando suavemente su mejilla.
—No tienes que decir nada. Solo confía en mí.
Elena cerró los ojos, dejando que el calor de su toque la envolviera. Por un momento, todas sus dudas y miedos desaparecieron.
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La mañana siguiente llegó con un aire de expectación. Damian había pasado gran parte de la noche planificando su infiltración, y Elena, a pesar de sus objeciones, había decidido que no lo dejaría ir solo.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Damian mientras ambos se preparaban para salir.
—Más que nunca —respondió Elena, poniéndose un vestido negro que había elegido específicamente para la ocasión. Era elegante, sofisticado y lo suficientemente discreto como para no llamar demasiado la atención.
Damian la miró con aprobación, aunque había un destello de preocupación en sus ojos.
—Si algo sale mal, quiero que me sigas la corriente. No tomes riesgos innecesarios.
—Eso debería decírtelo yo a ti —respondió Elena con una pequeña sonrisa.
Damian negó con la cabeza, pero no pudo evitar sonreír también.
—Eres imposible.
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El club privado donde se celebraría la reunión era un lugar exclusivo, conocido por su estricta privacidad. Damian y Elena llegaron juntos, adoptando el papel de una pareja adinerada que buscaba pasar una noche tranquila.
Al entrar, Elena se sorprendió por la opulencia del lugar. Las luces suaves, los muebles de lujo y la música de fondo creaban una atmósfera casi irreal. Pero debajo de esa fachada, podía sentir la tensión en el aire. Sabía que estaban rodeados de personas peligrosas.
—Quédate cerca de mí —susurró Damian mientras la guiaba hacia una de las mesas.
Elena asintió, tratando de mantener la calma. Sabía que tenían que ser cuidadosos, pero su corazón latía con fuerza al pensar en lo que podrían descubrir.
Desde su lugar, Damian pudo identificar a algunos de los hombres presentes, incluido Nikolai Petrov.
—Ahí está —murmuró, señalándolo sutilmente.
Elena lo miró, sintiendo un nudo en el estómago. Ese hombre había estado detrás de las amenazas que había recibido, y ahora estaba a solo unos metros de distancia.
—¿Qué hacemos? —preguntó en voz baja.
—Déjame manejarlo. Solo observa y mantén la calma.
Antes de que pudiera responder, Damian se levantó y se dirigió hacia Petrov, dejando a Elena sola en la mesa.
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Elena observó desde lejos cómo Damian se acercaba a Petrov, adoptando una postura relajada pero alerta. Aunque no podía escuchar lo que decían, podía ver la tensión en los gestos de ambos.
Damian finalmente se inclinó hacia Petrov, diciendo algo que hizo que el hombre frunciera el ceño. Luego, Damian volvió hacia ella, manteniendo una expresión impasible.
—Tenemos que irnos —dijo en voz baja, ayudándola a levantarse.
Elena lo siguió sin hacer preguntas, aunque su curiosidad estaba a punto de desbordarse. Una vez que estuvieron de vuelta en el auto, no pudo contenerse.
—¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?
Damian se quedó en silencio por un momento, mirando fijamente la carretera mientras conducía.
—Petrov confirmó que alguien más está detrás de todo esto. No quiso darme un nombre, pero mencionó que Reznikov tiene un cliente importante que está presionando para que se cierre el trato.
—¿Un cliente? —repitió Elena, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.
—Sí, alguien con mucho poder e influencia.
Elena se reclinó en su asiento, procesando la información.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora?
Damian la miró de reojo, su expresión más seria que nunca.
—Descubrir quién es ese cliente. Y cuando lo hagamos, nos aseguraremos de que no vuelva a molestarte nunca más.
Elena asintió, sintiendo una mezcla de miedo y determinación. Sabía que la batalla estaba lejos de terminar, pero con Damian a su lado, sentía que podía enfrentarse a cualquier cosa.
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