Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
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Maratón 1.
— ¿Quiere decir que iremos a cenar a solas?
— Eso he dicho. — Acerca su mano a mi cuello y acaricia el collar de perlas y a su vez mi piel.
— ¿Cómo lo obtuvo?
— Es el mejor regalo que me han hecho. — Sonrío al decir estas palabras.
— Supongo, debe ser costoso para alguien como usted. — Se gira, rodea la camioneta y luego sube, suspiro sabiendo que esta va a ser una velada tediosa y luego subo a la camioneta. Durante todo el recorrido las únicas palabras que se pronuncian en el interior de la camioneta es el saludo del conductor, mi respuesta y cuando anuncia que hemos llegado.
Ambos descendemos de la camioneta, como es costumbre, pensé que caminaría y me dejaría atrás, pero contrario a eso me espera para posteriormente darme el brazo. Ante este gesto lo miro extrañada.
— Tómelo, dese prisa. — Ruedo los ojos ante ese comentario.
— ¿Tengo otra opción? — Pregunto con tono de molestia.
— No, no la tiene.
— Eso supuse.
Al ingresar al restaurante nos llevan a un apartado con vista al mar.
— Es... es hermoso, me encanta el mar. — Comento mientras me pierdo en la hermosa vista.
— ¿Más que los regalos costosos? — Pregunta a mis espaldas.
— No sé que pretende con sus comentarios salidos de contexto, pero si va a continuar con esta actitud, será mejor que me marche.
— No se atrevería. — Me toma del brazo y hace que mi cuerpo se gire para que lo mire a los ojos.
— Claro que sí, estoy fuera de horario laboral, la cena con el posible cliente se canceló, y nada me obliga a soportar su hostilidad. — Lo observo tragar en seco y tensar la mandíbula.
— Lo siento. — Tal parece que le contó el pronunciar este par de palabras.
— Espero no se vuelva a repetir. — Acomoda su saco y posteriormente abre la silla para mí, no le doy más vueltas y procedo a sentarme, será mejor salir de esto lo antes posible, él se sienta frente a mí, hasta ahora caigo en cuenta de que es una mesa para dos, lo observo con algo de desconfianza, al parecer entiende lo que ronda mi cabeza.
— Llame a avisar que solo seríamos dos. — El mesero se acerca a tomar nuestra orden, él realiza su pedido y cuando el mesero se dirige a mí le digo que únicamente tomaré un poco de agua, ante lo cual mi jefe pide una botella de vino, luego de esto el mesero se retira.
— En realidad, ¿tanto le molesta compartir conmigo que prefiere no cenar? — Pregunta en tono despreocupado mientras me mira a los ojos.
— He cenado junto a mi madre, desde que trabajo para usted no lo había hecho, se lo debía.
— Entiendo. — Luego de esta corta conversación todo es silencio hasta que el mesero llega con su pedido, destapa la botella de vino y sirve dos copas, luego se retira.
Mi acompañante procede a comer en total calma, mientras yo bebo de mi copa, me exaspera un poco ver como disfruta a sus anchas de la cena con total calma mientras yo solo me quiero levantar e irme, sin más remedio me dedico a beber de aquel vino, para cuando él termina de cenar yo ya he bebido cuatro copas y debo decir que mi organismo se está comportando a la altura, pues aunque no soy muy tolerante al alcohol no me ha hecho efecto.
— Veo que le ha gustado el vino, comenta tras dejar los cubiertos sobre el plato con toda la clase que lo caracteriza y lleva la servilleta a sus hermosos pero arrogantes labios.
— ¿Le molesta?, puede descontarla de mi salario. — Afirmo al darme cuenta de que seriamente he tomado más de la mitad de la botella.
— ¿Está segura de qué quiere trabajar dos meses sin recibir pago alguno? — Toso al escuchar aquella pregunta, de haber sabido que aquella botella costaba tanto, solamente la hubiese observado de lejos. — No sé, asuste, no pienso hacerlo, yo la invité. — Acaricio mi pecho mientras suspiro recobrando el aire que necesito.
— Lo lamento. — Él toma la botella y vuelve a servir en ambas copas mientras sonríe.
— Creo que tendré que pedir otra. — Afirma al dejar la botella vacía.
— Preferiría que no.
— Quiero hacerlo, es mi vino favorito y me gustaría beber un poco más, a menos que le moleste acompañarme.
— No, no me molesta. — Sonrío, ¡Demonios! ¿Por qué he dicho eso?, debí decirle que tengo que irme. — Pero antes me gustaría hacer una llamada.
— Adelante. — Tomo mi móvil e intento levantarme de la mesa, pero todo me da vueltas. Al parecer mi organismo no se comporta tan bien como pensé. — Intento disimular y sonrío.
— Creo que mejor escribiré.
— Por supuesto. — Levanta la copa en mi dirección, bebe un poco para posteriormente saborear su labio inferior, mis labios se abren ligeramente. Maldito alcohol. Sacudo levemente la cabeza y me centro en escribir a mi madre.
Yo: Hola, mamá.
Mamita: Hola, ¿tardarás en regresar?
Yo: un poco, pero si me necesitas puedo volver de inmediato.
Mamita: No es necesario, ya he tomado los medicamentos y tengo algo de sueño, así que iré a dormir.
Yo: Que tengas dulces sueño, si me necesitas no dudes en llamarme.
Mamita: Pierde cuidado, estaré bien. Te amo.
Yo: igual. — Guardo mi celular y levanto la vista encontrándome con los ojos penetrantes de mi apuesto jefe.
— ¿En qué íbamos? — Pregunto.
— ¿Era su novio? — Voy a responder, pero justo entonces se acerca el mesero, retira los platos y a su vez, mi jefe pide una nueva botella de vino, el hombre se retira dejándonos nuevamente a solas.
— Richard, ¿Puedo preguntarle algo?
— Hágalo.
— ¿Por qué es tan hostil conmigo? — Su rostro no muestra ninguna expresión, bebe un poco más de vino sin apartar su mirada de la mía.
— Le responderé más tarde, cuando acabemos con esta botella de vino — Dice mientras observa la botella que el mesero deja en la mesa y quien de inmediato se retira.
— Entonces sirva nuevamente. — Sonrío ampliamente señalando mi copa vacía, él levanta una ceja y sonríe antes de hacer lo que le pido, hace una señal al mesero y este nuevamente se acerca, cancela la cuenta, el mesero agradece la propina y se retira.
Nota Autora:
Mis amadas lectoras, este será el primero de seis capítulos que subiré en el transcurso del día de hoy, pido disculpas por la ausencia, fue por causa mayor, mi hija estuvo indispuesta de salud.
Besos y abrazos. No olviden tocar el corazón para seguir la historia y recibir las actualizaciones.
Quien escribe les ama, Eliana.
.pero m gusta lo que leo 😘