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¡El Lío De Carlos!

¡El Lío De Carlos!

Status: En proceso
Genre:Matrimonio contratado / Amor tras matrimonio / Amor a primera vista / Malentendidos / Triángulo amoroso
Popularitas:3.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Gaby Barrios

"El lío de Carlos" es una novela inspirada en una historieta escolar que narra las aventuras de Carlos, un joven carismático, despreocupado y amante de la diversión. Con su espíritu libre, disfruta explorando sus relaciones, coqueteando sin límites tanto con las chicas, pero tal parece que el destino cambiara el rumbo de su vida.

Por otro lado, se encuentra Janeth una joven trabajadora y determinada que enfrenta una lucha personal por encontrar una cura para su abuelo. En medio de los enredos y dramas que rodean la vida de Carlos y Janeth, sus caminos se cruzarán de formas inesperadas. ¿Logrará el amor triunfar entre tantas dificultades? Acompaña a estos personajes en una historia llena de emociones, retos y descubrimientos.

NovelToon tiene autorización de Gaby Barrios para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 7: Una decisión que podría cambiar lo todo

Eran las 9 de la mañana cuando Janeth llegó a Urth Caffé , un lugar pequeño y acogedor en el corazón de Los Ángeles. Buscó con la mirada, pero no logró ver a Valeria. Decidió tomar asiento en una mesa cerca de la ventana, donde la luz del sol se filtraba suavemente a través del vidrio. Mientras se acomodaba, un mesero se acercó con una sonrisa.

—¿Qué le gustaría ordenar? —preguntó el mesero.

—Una taza de café negro con dos de azúcar, por favor —respondió Janeth.

El mesero asintió y se retiró, dejándola a solas con sus pensamientos. Janeth no podía dejar de pensar en la conversación de anoche con el Señor Miller. La propuesta de casarse con Carlos seguía rondando su cabeza. ¿Podría hacerle frente a esa situación? ¿Realmente aceptaría algo tan grande solo por dinero? No estaba segura, pero algo dentro de ella le decía que debería pensarlo más a fondo.

Minutos después, el mesero regresó con una taza de café. Janeth le agradeció con una sonrisa y se sumergió en su bebida, saboreando cada sorbo mientras se mantenía perdida en sus pensamientos. La taza fue vaciándose lentamente, y antes de que se diera cuenta, ya solo quedaba un poco en el fondo.

Treinta minutos después, la puerta del café se abrió y Valeria entró, mirando alrededor. En cuanto la vio, Janeth levantó la mano y la llamó con una sonrisa. Valeria se acercó a la mesa y, al verla con la taza vacía, le hizo un gesto con la cabeza.

—¿Ya te lo acabaste todo? —preguntó Valeria, sonriendo mientras se sentaba frente a ella.

—Sí, no pude esperar mucho —respondió Janeth, con una sonrisa tímida. —La verdad es que tenía mucho en qué pensar.

Valeria se sentó frente a Janeth y, al notar que su amiga estaba algo distante, decidió empezar por disculparse.

—Lo siento por retrasarme, el tráfico estaba horrible —dijo Valeria, acomodándose en la silla. —Pero, bueno, ya estoy aquí. Cuéntame, me dejaste muy intrigada con lo que me dijiste esta mañana. ¿Qué fue lo que te pasó? ¿Por qué sonabas tan preocupada?

Janeth se quedó en silencio por un momento, mirando su taza vacía mientras recorría los recuerdos de la noche anterior. Valeria la observaba con expectación, esperando una respuesta.

Janeth suspiró, jugando con la cucharita en la mesa, y luego levantó la mirada, como si al fin se hubiera decidido a hablar.

—No sé si quiero contártelo… —dijo, mirando a Valeria con una mezcla de duda y preocupación.

Valeria, notando la indecisión de su amiga, se inclinó ligeramente hacia adelante, mostrando una expresión comprensiva.

—Vamos, sabes que puedes confiar en mí —respondió con suavidad. —¿Qué fue lo que pasó? ¿Te hicieron algo? ¿Estás en algún problema?

Janeth no pudo evitar sentirse tocada por la preocupación de Valeria, y finalmente decidió hablar. Tomó un respiro profundo antes de comenzar a relatar lo sucedido.

—El Señor Miller… el padre de Carlos… me ofreció dinero —dijo, sin saber muy bien cómo explicarlo. —Me dijo que si aceptaba casarme con su hijo, él me daría el dinero que necesito para mi abuelo. Una cantidad enorme... ¿Y sabes qué? Ni siquiera sé qué pensar. Todo suena tan raro, y ni siquiera me pidió que lo pensara, solo me lo dijo como si fuera lo más natural del mundo.

Valeria abrió los ojos sorprendida, pero no interrumpió a Janeth, escuchando atentamente cada palabra.

—¿Te ofreció dinero a cambio de casarte con Carlos? —repitió, intentando asimilar lo que Janeth acababa de contar. —¿De verdad?

Janeth asintió lentamente, sintiéndose extraña por tener que hablar de algo tan grande y complicado.

—Sí, eso fue lo que me dijo. Y ahora... no sé qué hacer. Me siento atrapada en algo que no quiero, pero también sé que necesito ese dinero para salvar a mi abuelo.

Valeria la observó en silencio unos momentos, procesando la información y pensando las implicaciones de la situación.

—¿Y qué vas a hacer? —preguntó finalmente, con suavidad. —¿Lo vas a pensar más?

Janeth se quedó en silencio, mirando a su amiga con una expresión indecisa. No quería admitir que la idea de aceptar la oferta había cruzado por su mente, pero, al mismo tiempo, se sentía incapaz de tomar una decisión tan importante de inmediato.

—No lo sé, Valeria. Estoy muy confundida. No me gusta lo que me está pidiendo, pero... es por mi abuelo. No sé si podría vivir con la idea de casarme solo por dinero, aunque sea para ayudarlo.

Valeria la miró fijamente, viendo la lucha interna de Janeth, y con una sonrisa suave le dijo:

—Sea lo que sea que decidas, sé que lo harás porque lo crees correcto. Y si necesitas ayuda en cualquier momento, aquí estaré.

Janeth la miró agradecida, pero seguía sintiendo el peso de la decisión sobre sus hombros.

—Gracias, Valeria. Te lo agradezco mucho. Necesito tiempo para pensarlo, y no quiero tomar una decisión apresurada.

Valeria asintió, comprendiendo perfectamente.

—Lo sé, amiga. No te preocupes, todo saldrá bien. Pero, mientras tanto, si te puedo ayudar en algo, no dudes en decirme.

Janeth asintió, sonriendo levemente, aunque el nudo en su estómago no desaparecía. Sabía que la conversación con Valeria le había dado algo de alivio, pero la incertidumbre seguía allí, como una sombra que no la dejaba en paz.

Las chicas ordenaron algo para desayunar, y entre pláticas y risas, las horas se esfumaron como si el tiempo hubiera decidido tomar un descanso. Valeria logró sacarle unas cuantas carcajadas a Janeth, quien por un momento olvidó las preocupaciones que le nublaban la mente. Sin embargo, al despedirse, esas risas quedaron atrás, y Janeth volvió a sumergirse en sus pensamientos mientras caminaba hacia su casa.

Toda la tarde del sábado estuvo atrapada en un torbellino de emociones. Su mente no dejaba de analizar cada palabra del señor Miller, cuestionando sus propias decisiones. ¿Qué debía hacer? ¿Qué era lo correcto? No encontró respuesta.

El domingo por la tarde, su corazón dio un vuelco cuando su abuelo se sintió mal. Aunque no fue algo grave, verlo así la hizo sentirse vulnerable. Preocupada, Janeth lo ayudó a recostarse y le susurró con voz tierna:

—Descanse, abuelo. Yo estaré aquí.

Las horas avanzaron lentamente, y cuando la noche cayó, Janeth sintió que el peso de sus preocupaciones se intensificaban. Al amanecer del lunes, se vistió para ir a trabajar, pero no pudo ocultar su semblante apagado.

Durante todo el día, Janeth estuvo distraída, cumpliendo con sus tareas como una autómata. Sebastián la observaba desde su escritorio; su expresión serena siempre era un reflejo de control, pero hoy estaba nublado por una preocupación palpable.

Finalmente, al llegar la hora de salida, Sebastián la alcanzó cerca de la puerta.

—¿Está todo bien, Janeth? —preguntó con suavidad, temiendo invadir su espacio.

Ella alzó la mirada con un intento de sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Son problemas familiares, pero no se preocupe, todo estará bien.

Sebastián frunció el ceño, dudando.

—Si necesitas hablar, sabes que puedes confiar en mí.

Janeth negó despacio, agradeciendo con una mirada amable.

—De verdad, no es necesario. Pero gracias por preguntar.

Al salir, tomó un taxi, con la vista perdida en la ventana mientras las luces de la ciudad pasaban como destellos borrosos. Al llegar a casa, retomó su rutina, preparando la cena para ella y su abuelo. Le sirvió con paciencia y cuidó de darle sus medicamentos, pero incluso con todo el cansancio del día, su mente seguía atrapada en un ciclo interminable de pensamientos.

Más tarde, después de una ducha tibia, entró en su habitación. La sensación de quietud era opresiva. Sus ojos se clavaron en su celular, que descansaba en la cama como un recordatorio de todo lo que la atormentaba. Lo miró durante minutos, como si el simple acto de tomarlo fuera una decisión monumental.

Su respiración se aceleró. "¿De verdad voy a hacer esto?", pensó. Finalmente, cerró los ojos, apretó los labios y lo tomó con determinación. Marcó el número que tenía memorizado desde aquel día en el restaurante, sintiendo que cada tono del teléfono era un eco ensordecedor en la habitación.

El teléfono comenzó a sonar.

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Aurelia Defilippi
me gusta la trama, es muy interesante
Cinthia Parada Saavedra
por qué están dejando todas las nobles a medias
Esmeralda Gonzalez
Por favor, ¡necesito saber que sigue!
Yuri Lowell
Me encanta la forma en que escribes, sigue adelante con tu historia. ❤️
Fenny
No puedo dejar de pensar en tus personajes, ¡son tan reales! Espero saber más de ellos pronto.
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