En el corazón de lo que alguna vez fue una ciudad vibrante, solo quedan sombras y ecos de una humanidad extinguida. Hace meses, un brote inexplicable convirtió a la población en una horda de seres desalmados, impulsados únicamente por un insaciable deseo de cazar a los pocos sobrevivientes.
Las calles, antes llenas de vida, ahora son un laberinto de ruinas, donde los edificios se inclinan bajo el peso del tiempo y del silencio. Los habitantes que quedan luchan por sobrevivir en un mundo donde la esperanza es un lujo y cada día podría ser el último.
Nadie sabe con certeza cómo comenzó el brote. Se rumorea sobre un experimento fallido, una maldición liberada, o un simple error humano que desató el caos. Lo único seguro es que la ciudad, que alguna vez simbolizó el progreso, ahora es un monumento a la desesperación y al fin de los tiempos.
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Tectaculos
La tarde avanzaba sobre el Camino del Bosque Verde. El sol, ya en descenso, apenas conseguía atravesar el espeso follaje, creando un mosaico de sombras que se extendían por el suelo. El silencio era inquietante, roto solo por el ocasional crujido de ramas bajo los pies.
^^^Pero de repente, ese silencio fue quebrado por gritos desesperados y el estallido de disparos. A lo lejos, un grupo de supervivientes luchaba por sus vidas sobre un camión desvencijado. El vehículo, una vez su única esperanza de escape, ahora era una trampa mortal. Los caminantes, lentos pero implacables, rodeaban la furgoneta, golpeando con manos podridas las puertas y ventanas.^^^
Los hombres y mujeres atrapados dentro disparaban a quemarropa, intentando mantener a raya a los caminantes. Sin embargo, por cada zombi que caía, otros dos tomaban su lugar, atraídos por el ruido y el olor de la carne viva.
...—¡Mierda, estamos rodeados!— gritó Jorge, un hombre de mediana edad con el rostro sucio y la camisa empapada de sudor. Vació su revólver en la masa de zombis, pero apenas consiguió frenar su avance....
^^^A su lado, Laura, una mujer con el cabello desordenado y una trenza casi deshecha, golpeaba con su machete, cercenando miembros y cabezas con precisión letal. Pero incluso con su destreza, sabía que no podrían sostenerse por mucho más tiempo.^^^
...—¡Nos quedamos sin munición!— gritó entre dientes, mientras deslizaba la hoja del machete a través del cuello de un caminante, dejando que la cabeza rodara por el suelo antes de patear el cadáver por la borda....
Los zombis comenzaron a trepar por los costados del camión, sus manos esqueléticas aferrándose a cualquier asidero. Uno de ellos, un zombi particularmente grande y robusto, consiguió engancharse en la parte trasera, tambaleándose sobre la plataforma. Sus ojos blancos y vacíos se clavaron en uno de los hombres, que, en un descuido, dejó caer su arma mientras intentaba recargar.
^^^—¡Cuidado!— gritó Sara, la mujer más joven del grupo, pero ya era demasiado tarde. El zombi se lanzó sobre él, clavando sus dientes podridos en su pantorrilla. El hombre soltó un grito desgarrador, su rostro retorcido por el dolor. Cayó al suelo, intentando desesperadamente zafarse, pero el zombi no cedía. Los otros no tuvieron tiempo de reaccionar. Los caminantes aprovecharon la apertura y se abalanzaron, arrastrando al hombre fuera del camión mientras él seguía gritando, su voz ahogada por el rugido de la horda.^^^
...—¡Maldición!— gritó Jorge, tratando de llegar hasta él, pero Sara lo detuvo....
...—¡No hay nada que podamos hacer!— dijo ella, con la voz firme pero cargada de desesperación. —¡Tenemos que movernos o seremos los siguientes!....
Los zombis seguían empujando contra el camión, y este comenzó a tambalearse peligrosamente. Carla, con los ojos llenos de terror, vio cómo los caminantes comenzaban a rodear también a sus caballos, que relinchaban y pateaban en pánico.
...—¡No podemos quedarnos aquí!— gritó, subiendo a uno de los caballos y tirando de las riendas con fuerza....
...—¡Tenemos que adentrarnos en el bosque!Jorge, su rostro endurecido por la pérdida, asintió bruscamente....
^^^Sara ya estaba montada en su caballo, y el otro hombre que quedaba, Raúl, seguía disparando mientras retrocedía, asegurándose de que Carla y Sara estuvieran a salvo antes de subirse a su propio caballo. El grupo, ahora reducido a cuatro, se lanzó hacia el sendero que se adentraba en la foresta. Los caballos, asustados pero obedientes, respondieron al impulso, galopando por el camino cubierto de vegetación. Detrás de ellos, los zombis los seguían, aunque el terreno difícil y la vegetación densa los ralentizaba.^^^
Sin embargo, no todos los muertos se quedaron atrás. Algunos, más persistentes o más hambrientos, lograron seguir el rastro del grupo, sus cuerpos en descomposición forcejeando con las ramas y la maleza. Los supervivientes podían oír el crujido de huesos y el sonido húmedo de carne desgarrada mientras los zombis se abrían camino a través del Bosque.
^^^De repente, un zombi que había estado oculto entre los árboles se lanzó hacia Carla, quien iba más atrás. El caballo se encabritó, y ella apenas logró mantenerse en la silla mientras blandía su cuchillo en un movimiento desesperado. La hoja cortó el aire y se clavó en el cráneo del zombi, que soltó un gemido antes de caer al suelo, inmóvil.^^^
...—¡Carla, vamos!— gritó Sara, sin detenerse. Sabían que si frenaban, sería el fin....
El grupo continuó cabalgando, con el sonido de los caminantes cada vez más distante. Pero la foresta, aunque los ocultaba de la horda, era un lugar peligroso en sí mismo. Las sombras se alargaban, y el aire húmedo traía consigo el olor de la descomposición. Sabían que debían moverse rápido, porque los zombis comunes no eran la única amenaza en ese bosque.
...—Si seguimos este camino, podríamos toparnos con algo peor— murmuró Raúl, jadeando mientras los árboles parecían cerrarse sobre ellos....
...—No tenemos otra opción— respondió Sara, sus ojos brillando con determinación. —Es el bosque o la muerte segura. Sin embargo, en el fondo de su mente, una inquietante sensación le decía que quizás la muerte los aguardaba también en ese camino, pero esta vez, de una forma mucho más horrenda....
^^^Los zombis tectáculos, conocidos por su habilidad para cazar en lugares húmedos, eran una amenaza real en la foresta, y lo sabían. La adrenalina corría por sus venas mientras se adentraban más en la oscuridad, donde la verdadera batalla por sus vidas apenas comenzaba.^^^