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LA NOCHE DE LAS BRUJAS

LA NOCHE DE LAS BRUJAS

Status: En proceso
Genre:Equilibrio De Poder / Demonios / Ángeles / Poderosas criaturas sobrenaturales
Popularitas:3.7k
Nilai: 5
nombre de autor: lili saon

¿Alguna vez han pensado en los horrores que se esconden en la noche, esa noche oscura y silenciosa que puede infundir terror en cualquier ser vivo? Nadie había imaginado que existían ojos capaces de ver lo que los demás no podían, ojos pertenecientes a personas que eran consideradas completamente dementes. Sin embargo, lo que ignoraban es que esos "dementes" estaban más cuerdos que cualquiera.

Los demonios eran reales. Todas esas voces, sombras, risas y toques en su cuerpo eran auténticos, provenientes del inframundo, un lugar oscuro y siniestro donde las almas pagaban por sus pecados. Esos demonios estaban sueltos, acechando a la humanidad. Sin embargo, existía un grupo de seres vivos—no todos podrían ser catalogados como humanos—que dedicaban su vida a cazar a estos demonios y proteger las almas de los inocentes.

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CAPITULO DOCE

Ivelle no lograba entender ni una sola palabra de lo que su anciano profesor explicaba sobre el elemento agua. Su rostro arrugado y sus gestos eran difusos para ella, mientras él se esforzaba por transmitir conocimientos básicos. Ivelle tomó su lápiz, deseando capturar al menos una pizca de lo que se decía, pero el lápiz se rompió, provocando una oleada de frustración que la inundó. Miró a su alrededor, buscando alguna señal de comprensión en sus compañeros, pero se encontró con rostros igualmente desconcertados. Ella pegó su rostro a la mesa con gran molestia. Su cabeza dolía mucho, como hacía mucho no dolía. Al terminar la clase, salió del aula con Percy, quien comenzó a hablar sobre temas relacionados con la magia, pero ella estaba perdida en sus pensamientos. ¿Qué le estaba sucediendo? La sensación de extrañeza era como una niebla oscura que la rodeaba, obstruyendo sus sentidos y sus pensamientos.

Percy, todavía hablando animadamente sobre las clases, no parecía darse cuenta de que Ivelle seguía absorta en sus pensamientos. Cuando llegaron a los pasillos, Ivelle miró a las chicas de hechicería, quienes tenían varios libros flotando mientras escribían con bolígrafos mágicos. Entre ellas se encontraba Inverno, quien parecía manejar la magia con una facilidad envidiable.

—¿Estás bien? —preguntó Percy, finalmente notando la expresión perdida en el rostro de Ivelle. — Te noto rara. Durante toda la clase has estado así. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea. Si necesitas hablar con alguien, aquí estoy yo…¿es por lo de esa noche? — Ella asintió —. Lo hiciste para salvarte. Sé que es difícil, pero debes saber que no fue tu culpa que un estudiante de ese lugar te atacara en su fase de transformación. Si no te hubieras defendido, él pudo haberte matado. Tienes que ver eso.

— Lo sé, pero tengo el cargo de conciencia —dijo susurrante —. Me siento mal por haber hecho eso, aunque no sea por completo mi culpa.  Debí buscar otra forma de defenderme, pero… en el momento que sucedió todo eso, no lo pensé bien. Ahora siento que esos chicos quieren hacerme lo mismo que le hice a su compañero y me aterra.

— Nada malo te pasara. Tienes a muchas personas que te protegerán si tus pensamientos llegan a ser reales, pero por el momento es mejor que no te atormentes — unió sus manos. — ¿Vamos al comedor? Tengo hambre y creo que tú también.

Con la mirada todavía abrumada, Ivelle se acercó y los dos caminaron juntos. Pronto se encontraron en el comedor, donde el fragante aroma a comida cruzó sus sentidos. Ivelle observó cómo la gente charlaba alegremente mientras comían. Parecía tan distante y lejano. Fueron a una mesa y se sentaron frente a frente, pocos minutos después se unió Seth quien últimamente había estado concentrado en sus clases. Le faltaba poco para realizar la prueba final así que tenía que estudiar demasiado. Tomo dos piezas de pollo y las devoro. Ivelle lo miró con una mueca de asco. Le parecía desagradable la forma en la que sus amigos hombres solían comer. Parecía que no hubieran comido en siglos.

— Seth, ¿has visto a mi hermano? — preguntó Ivelle, tomando un vaso de agua —. No lo he visto desde antier. Parece que no estudia en este lugar.

— Lo vi esta mañana en clases, pero después desapareció con sus amigos. Ya sabes como es el.

— No entiendo porque siempre se pierde de esa manera. — bufo molesta — A veces quiero tener un momento con mi hermano, pero él nunca está… Lo extraño mucho. Antes solíamos ser más unidos, si parecíamos hermanos, no como ahora que solo parecemos dos conocidos que apenas se hablan. Creo que ha cambiado mucho desde que entro a esta academia. Pensé que solo era por la distancia, pero.. entre aquí hace un año y las cosas no parecen mejorar. Solo empeoran. Siempre está cuando yo estoy en peligro, pero nunca está cuando lo necesito verdaderamente.

— Entiendo lo que dices — respondió Seth, su voz cargada de empatía mientras se apoyaba en el mostrador del comedor. — A veces las personas cambian, y no siempre podemos controlar cómo o cuándo. ¿Has intentado hablar con él sobre cómo te sientes?

Ivelle movió su cabeza en señal de negación mientras jugaba con el borde de su vaso de agua, su mirada fija en el líquido claro como si en él pudiera encontrar las respuestas que buscaba.

— No sé cómo abordarlo. Cada vez que lo intento, parece que él tiene algo más importante que hacer, o simplemente no está interesado en hablar. Es como si viviéramos en mundos distintos aunque estemos bajo el mismo techo.

— Tal vez necesites encontrar el momento adecuado, cuando esté más receptivo. O, podrías intentar algo que ambos disfrutaban hacer juntos antes de que todo cambiara. A veces, recrear esos momentos puede servir como un puente para restaurar viejas conexiones.

— Es una buena idea — admitió Ivelle, una chispa de esperanza iluminando brevemente su rostro. — Solíamos caminar por los jardines de nuestra casa y hablar sobre libros y nuestras teorías locas sobre el universo. Quizás podría intentar eso.

— Exacto, eso suena perfecto. Y recuerda, no te rindas. A veces, las relaciones toman tiempo y esfuerzo para sanar, especialmente entre hermanos. Es claro que te importa mucho, y estoy seguro de que él también siente lo mismo, aunque no lo demuestre de la manera que esperas.

Ivelle asintió, sintiéndose un poco más aliviada gracias a las palabras de Seth. Decidió que intentaría alcanzar a su hermano esa tarde, esperando poder reconectar con él y tal vez, con el tiempo, volver a tener la relación cercana que una vez disfrutaron. Seth le despeinó el cabello mientras le regalaba una sonrisa.Ivelle hizo una mueca de asco debido a que las manos de Seth estaban llenas de pollo. El río junto a Percy quien miró a su amiga durante unos segundos para luego concentrarse en lo que estaba comiendo.

— No es gracioso. Ahora mi cabello huele a pollo frito. — Chillo.

— Ahora hueles a mi comida favorita.

— Seth, ¡te voy a matar!

— ¿Verdad que tu cabello hace que me pregunte qué sabrá si lo como?

— ¡Seth! ¡Te odio! — Ivelle se puso seria — ¡Deja de burlarte de mí! ¡Voy a partirte la cara!

Seth se rio otra vez mientras le daba un golpe en el brazo a Ivelle.

—Ya, Pilki, enamórate de la vida, no de la muerte.

En la tarde, Ivelle estaba preparada para hablar con su hermano, pero no lo encontraba por ningún lado. Ella se desanimó, camino cabizbaja hasta llegar al jardín. Mientras Ivelle se sentaba bajo el árbol, sintiendo cómo el cielo se oscurecía y las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer, sus pensamientos se enredaban cada vez más en su hermano. Se preguntaba qué había cambiado tanto entre ellos, qué había hecho que se alejaran de esa manera. La lluvia comenzó a caer con más fuerza, empapando sus cabellos y sus ropas, pero ella apenas lo notaba, perdida como estaba en sus recuerdos y preocupaciones.

Repentinamente, una figura surgió detrás del árbol donde ella se encontraba. Era Asher, y su rostro ardía en ira contenida. Se apoyó pesadamente en el árbol y cerró los ojos, completamente ajeno a la presencia de Ivelle. La lluvia, que antes caía suavemente, aumentó su intensidad repentinamente, empapando a ambos mientras permanecían con los ojos cerrados, envueltos en sus propios pensamientos. Asher luchaba con una tormenta en su mente, una confusión que le resultaba imposible de manejar. La frustración se dibujaba en su rostro, evidenciando el peso de las circunstancias que lo oprimían. Mientras que detrás del árbol, Ivelle se sentía sola y desesperada, anhelando ver a su hermano y hablar con él, pero parecía que el destino conspiraba para mantenerlos separados en esa noche oscura y lluviosa.

De repente, Asher abrió los ojos y giró el rostro, notando la presencia de una persona sentada cerca de él. Arrugó el ceño, acercándose sigilosamente sin que ella notara su presencia. La visión de esa persona bajo la lluvia le pareció extraña y desconcertante. Un recuerdo oscuro emergió en la mente de Asher, recordando la noche en que esa misma persona había acabado con la vida de uno de sus amigos. Una batalla interna se desató en su interior. Su lado más oscuro y demoníaco le susurraba odio y venganza, instándolo a actuar en nombre de su amigo caído. Sin embargo, su humanidad le pedía dejar de lado esos impulsos destructivos y encontrar una solución más pacífica y comprensiva.

La lluvia continuaba cayendo implacablemente, como si el cielo mismo llorara por las almas perdidas en el bosque. Bajo ese diluvio incesante, Asher se debatía entre el deseo de justicia y el deber de perdonar y seguir adelante. El tiempo parecía haberse detenido mientras ambos, cada uno enfrentando su propio conflicto interno, permanecían en silencio, escuchando el rugido de la tormenta y las voces de sus propias conciencias. A pesar de su enojo y confusión, Asher no pudo evitar notar lo extrañamente hermosa que era la joven frente a él. Había algo en ella que le atraía, ya fuera su aparente vulnerabilidad o su parecido con su difunta novia. La complejidad de la situación solo añadía a su confusión.

En aquel momento, nada era claro para Asher. Se encontraba perdido en un mar de emociones contradictorias y pensamientos turbios, sin una salida clara a la vista.

Ivelle se levantó con la intención de irse, pero al notar la presencia de Asher, sus pasos se detuvieron en seco. Retrocedió instintivamente, sintiendo un leve escalofrío recorrer su espalda. Aunque el joven no mostraba ninguna intención hostil, simplemente estaba parado allí, observándola fijamente con una mirada neutral. Ella lo miró también, y pensó que era tan hermoso como intimidante. Una mezcla tumultuosa de emociones se agolpaba en su pecho mientras luchaba por mantener la compostura. Asher, por su parte, continuaba mirándola con una expresión inexpresiva, pero sus ojos revelaban una curiosidad profunda y una intensidad que podía ser abrumadora.

— ¿Me estás siguiendo? — preguntó ella, intentando ocultar su miedo tras una fachada de seguridad, aunque su voz revelaba la tensión en la que se encontraba. — Ya te dije que no maté a tu amigo a propósito, solo estaba tratando de defenderme de él.

— Sé que lo hiciste para defenderte. — Asher respondió con frialdad, sin volver a mirarla, dando un pequeño paso hacia adelante. La intensidad de su mirada era palpable. —Si no lo hubieras hecho, probablemente él habría dejado solo tus huesos con sus mordeduras — dijo Asher. Sus ojos parecían brillar con una luz extraña. — Pero no, no te estoy siguiendo. Es solo coincidencia que ambos estemos en este mismo lugar.

Ivelle observó a Asher con cautela, intentando discernir si había algo más detrás de sus palabras. La lluvia continuaba cayendo, envolviéndolos en una especie de burbuja de tensión y desconfianza.

— ¿Qué haces en este lugar? — preguntó Ivelle con firmeza, tratando de mantener la calma a pesar de la presencia amenazante de Asher.

— La curiosidad no es buena, princesa — soltó Asher, caminando en círculos alrededor de ella con un tono de voz desafiante —. Es mejor que te preocupes por tus asuntos — dijo cerca de sus labios — porqué de los míos, me ocupo yo — sus labios rozaron suavemente la mejilla de Ivelle, provocándole un escalofrío que le recorrió toda la espalda —. Deberías cuidarte. Tal vez yo no te haga daño, pero ¿quién sabe si la vampira a la que le mataste al novio piense lo mismo?

La lluvia seguía cayendo con fuerza, creando un ambiente tenso y sombrío a su alrededor. Ivelle mantuvo la compostura mientras observaba a Asher con cautela, sin apartar la mirada de sus ojos rojos y penetrantes.

— Nos vemos después, querido Ivelle — dijo Asher con una sonrisa sarcástica, girándose lentamente para alejarse. Su figura se perdió entre la lluvia y la oscuridad del bosque cercano, dejando a Ivelle con una sensación de inquietud y peligro.

Ivelle permaneció unos momentos más bajo la lluvia, tratando de calmar su corazón acelerado. La advertencia de Asher resonaba en su mente, haciéndola reflexionar sobre las consecuencias de sus acciones. Sabía que había entrado en un territorio peligroso al involucrarse con seres como Asher y los vampiros.

— Necesito una buena taza de café — dijo mientras comenzaba a caminar.

Más tarde en la noche, Ivelle se encontraba en la cama. Ella no era una persona que tuviera sueños constantes, de hecho, casi nunca soñaba. La última vez que tuvo un sueño fue cuando ella tenía cinco años, hace ya diez años. Pero esa noche, algo cambió. Estaba en un sueño profundo donde se encontraba en un lugar oscuro y misterioso, rodeada de personas con túnicas que cantaban con fuerza agarrada de las manos. Ivelle miraba a todos lados, parecía una cámara rápida que la mareaba. Cuanto más miraba, más se complicaban las cosas, hasta el punto en que no podía ver quién era quién. Todo estaba dibujado en las paredes y cubierto de ceniza y sombras. Mareada, cayó al suelo. Ivelle no entendía qué sucedía. Quería abrir los ojos, pero no podía; parecía que tenía pegamento en los párpados. Sintió una mano agarrándola con fuerza sobre su brazo, lo que la hizo despertar con un sobresalto. Su corazón latía con fuerza, y abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces para ajustarse a la oscuridad de la habitación. Pasó sus manos por su cabello, temblando de miedo.

Ella intentó dormir, pero no podía. Tenía miedo de cerrar los ojos y volver a verlos de esa manera. Se metió bajo las sábanas mientras respiraba con dificultad. Ivelle se sentía sola y vulnerable en la oscuridad de la habitación, con la pesadilla aún fresca en su mente y el temor palpable en su corazón. El silencio solo era interrumpido por el suave susurro del viento que se filtraba por la ventana entreabierta, y el crepitar distante de las antorchas que iluminaban los pasillos del internado. De pronto, la puerta sonó de golpe, haciendo que las chicas se despertaran con un sobresalto. Eleonor se levantó para abrirla y se encontró con Vante, cuyo rostro demacrado y mirada intensa revelaban una urgencia inusual. Sin decir una palabra, Vante entró a la habitación y tomó a su hermana del brazo, sacándola de la cama.

— ¡Vante! ¿Qué está pasando? — preguntó Ivelle repetidamente mientras era arrastrada fuera de la habitación. Su hermano no respondió, solo caminaba rápidamente, con pasos firmes y decididos, bajando las escaleras del edificio.

Finalmente, Ivelle se soltó de un tirón, obligando a Vante a detenerse.

— ¡Basta! — exclamó, mirándolo con enojo y frustración. — No comprendo qué sucede y que no digas nada me causa ansiedad. ¿Por qué me estás llevando así?

Vante se detuvo, respirando profundamente mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas. Sus ojos mostraban preocupación y un destello de miedo, algo que Ivelle no estaba acostumbrada a ver en su hermano mayor.

— Ivelle… — dijo finalmente, su voz quebrada. — Todos están…

— ¿Están que?

— Debemos ir a casa.

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Alexaider Pineda
me encanta este inicio ,tienes un gran talento
dana hernandez
Solo con este texto, empiezo a amar el libro 😍
Lourdes Castañeda
hola, podrías tradicirnos el francés, para saber que dice, muchas gracias y está muy buena la historia.
Rimur***
Retiro lo dicho anteriormente, ya no entendi nada.
Rimur***
No hablo francés pero creo que de momento entiendo lo que dice.
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