En un tranquilo pueblo rodeado de montañas, Martín, un chico alto y reservado, siempre ha creído que su altura lo separa del mundo que lo rodea. Sofía, en cambio, pequeña pero llena de energía, ve el mundo desde una perspectiva completamente diferente. Un inesperado encuentro entre ellos hará que dos mundos opuestos se entrelacen de formas que ninguno imagina. Lo que comienza como un simple gesto de ayuda, pronto desatará emociones que pondrán a prueba sus propios límites. ¿Hasta dónde pueden llegar dos personas que ven la vida desde alturas tan distintas?
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Capítulo 7: La fiesta del pueblo
El verano en el pequeño pueblo llegó con un estallido de festividades, y la fiesta anual del pueblo prometía ser un evento destacado. Las calles se decoraron con banderines coloridos, luces brillantes y adornos que daban al lugar un aire festivo y alegre. Los habitantes del pueblo estaban emocionados, y entre ellos, Martín y Sofía también se preparaban para el evento con gran anticipación.
La fiesta comenzó al atardecer, con una explosión de música en vivo que llenó el aire con ritmos contagiosos. Sofía y Martín se encontraron en la entrada, ambos vestidos con ropa informal pero elegante, adecuados para la ocasión. Aunque la tensión de los últimos días aún flotaba en el aire, había una sensación de expectación que hacía que el ambiente se sintiera diferente.
— ¡Mira qué hermosa está la plaza! — exclamó Sofía, mirando alrededor con entusiasmo. — Parece que han hecho un gran trabajo con las decoraciones.
Martín sonrió, mirando a Sofía con aprecio. Había algo en su entusiasmo que siempre lograba levantar su ánimo.
— Sí, es impresionante — dijo él. — No solía asistir a muchas fiestas del pueblo, pero esta vez estoy contento de estar aquí.
Mientras paseaban por la plaza, disfrutaron de la variedad de puestos de comida, juegos y actividades que se ofrecían. La música en vivo provenía de una pequeña banda local que tocaba una mezcla de canciones populares y tradicionales. La energía del lugar era contagiosa, y Martín y Sofía se dejaron llevar por el ambiente festivo.
— ¿Qué te parece si vamos a probar los juegos? — sugirió Sofía, señalando un puesto de tiro con aros. — Siempre me ha gustado este tipo de cosas.
— ¡Claro! — respondió Martín, su entusiasmo aumentando. — Nunca he sido muy bueno en estos juegos, pero estoy dispuesto a intentarlo.
Se acercaron al puesto, donde un hombre mayor les entregó un par de aros y les explicó las reglas. Martín y Sofía comenzaron a jugar, riendo y compitiendo amistosamente. Aunque Martín no tenía mucha habilidad para el tiro con aros, se divertía viendo a Sofía demostrar su destreza. La competencia se volvió amistosa, con Sofía ganando la mayoría de los premios mientras Martín seguía animándola.
— ¡Eres una campeona! — le dijo Martín, riendo mientras Sofía levantaba un peluche grande que había ganado. — Tendré que entrenar más si quiero igualar tu nivel.
Sofía se rió, mirando a Martín con cariño.
— ¡Tienes tiempo! Aún puedes convertirte en un experto en los juegos de feria.
Después de probar varios juegos, decidieron tomarse un descanso y se dirigieron a un rincón tranquilo de la plaza donde habían instalado una pequeña área de descanso con sillas y mesas. Mientras se sentaban, Sofía sacó un par de bocadillos que había comprado en uno de los puestos.
— Aquí tienes — dijo ella, ofreciendo una bolsa de palomitas de maíz. — Pensé que te gustaría.
— Gracias — respondió Martín, tomando un puñado de palomitas y sonriendo. — Eres muy considerada.
Mientras compartían el snack y charlaban sobre cosas triviales, Martín comenzó a notar cómo el ambiente festivo y la cercanía de Sofía estaban afectando sus sentimientos. Había algo en su risa, en la forma en que sus ojos brillaban bajo las luces de la feria, que lo hacía sentir más conectado con ella.
— ¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? — preguntó Sofía, su tono cambiando a uno más introspectivo.
— Sí, lo recuerdo claramente. Fue en la plaza, cuando intentaste colgar el adorno. — Martín sonrió al recordar el momento. — Fue un encuentro inesperado, pero en cierto modo, creo que fue el comienzo de algo importante.
Sofía lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de emociones.
— Sí, lo siento también. A veces me pregunto si todo esto es solo una coincidencia o si hay algo más detrás de nuestra conexión.
Martín sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras de Sofía. La incertidumbre de sus sentimientos y la tensión de no saber si estaban en la misma página lo hacían sentir incómodo.
— Creo que hay algo especial entre nosotros — dijo Martín, tratando de expresar sus pensamientos de manera honesta. — No sé exactamente qué es, pero hay una conexión que no puedo ignorar.
Sofía asintió, sintiendo un alivio al escuchar sus palabras. Sin embargo, la incertidumbre seguía presente, y el miedo de que sus sentimientos no fueran correspondidos le hacía temer lo peor.
La banda local comenzó a tocar una melodía alegre y animada, y la pista de baile se llenó de gente que se movía al ritmo de la música. Sofía miró a Martín con una expresión de desafío y diversión.
— ¿Qué te parece si nos lanzamos a la pista de baile? — sugirió ella con una sonrisa.
Martín levantó una ceja, mirando la pista llena de gente.
— ¿Bailar? No estoy seguro de ser el mejor para esto.
— ¡Vamos, no seas tímido! — insistió Sofía, arrastrándolo suavemente hacia la pista. — Será divertido, lo prometo.
Martín, aunque dudoso, se dejó llevar por el entusiasmo de Sofía. A medida que se acercaban a la pista de baile, el ritmo de la música parecía contagiarlo. Sofía se movía con gracia y confianza, y aunque Martín no era un gran bailarín, intentó seguir el ritmo, lo cual llevó a una mezcla divertida de pasos y movimientos descoordinados.
Ambos comenzaron a reír mientras trataban de seguir la música, y el baile se convirtió en un espectáculo divertido que atrajo la atención de otros asistentes. Martín no podía evitar sentir que estaba disfrutando más de lo que había anticipado, y ver a Sofía tan feliz y desinhibida hizo que su corazón se llenara de calidez.
Mientras la música seguía, Sofía y Martín se movían juntos en una coreografía improvisada, riendo y divirtiéndose. La conexión entre ellos se hacía más fuerte a medida que compartían este momento especial, y la química que había entre ellos se hacía más evidente.
Finalmente, la canción llegó a su fin, y ambos se detuvieron, jadeantes y riendo. Sofía miró a Martín con una sonrisa brillante.
— ¡Eso fue increíble! — exclamó ella. — No sabía que tenías tantos pasos escondidos.
Martín se rió, tratando de recuperar el aliento.
— Bueno, digamos que me has enseñado a disfrutar más de estos momentos. Gracias por obligarme a salir de mi zona de confort.
Sofía lo miró con ternura, y en ese instante, Martín sintió que sus sentimientos por ella se profundizaban aún más. Aunque no había hablado abiertamente sobre lo que sentía, la cercanía y la conexión que compartían en ese momento le hacían darse cuenta de lo importante que era para él.
Mientras se retiraban de la pista de baile, Sofía y Martín encontraron un lugar tranquilo cerca de un pequeño escenario donde la banda tocaba canciones más suaves. Se sentaron en una banca, observando a la gente que seguía disfrutando de la fiesta.
— ¿Te has dado cuenta de cómo nos hemos divertido hoy? — dijo Sofía, mirando a Martín con una sonrisa.
— Sí, ha sido uno de los mejores días que he tenido en mucho tiempo — admitió Martín. — La fiesta ha sido genial, pero lo mejor ha sido estar contigo.
Sofía lo miró con una mezcla de emoción y nerviosismo. La confesión de Martín la hizo sentir un torrente de sentimientos, y aunque la incertidumbre seguía presente, había algo en su mirada que le daba esperanza.
— También he disfrutado mucho estar contigo — dijo Sofía, su voz suave pero sincera. — Aunque no siempre sé qué esperar, me siento más yo misma cuando estoy contigo.
Martín la miró a los ojos, sintiendo una oleada de emoción. Sabía que había algo más entre ellos, algo que no podía ignorar, pero también sabía que era necesario enfrentar sus miedos y hablar sobre lo que sentían.
La noche continuó con una mezcla de risas, baile y conversaciones profundas, y aunque la fiesta estaba llegando a su fin, el impacto del día en la relación de Martín y Sofía era innegable. Ambos sabían que lo que habían compartido era solo el principio, y que la conexión entre ellos estaba evolucionando de una manera que ninguno de los dos había anticipado.
Cuando llegó el momento de despedirse, Martín y Sofía se encontraron bajo un cielo estrellado, con la plaza del pueblo aún iluminada por las luces de la fiesta.
— Ha sido una noche inolvidable — dijo Martín, mirando a Sofía con una expresión sincera.
— Sí, lo ha sido — respondió Sofía, su mirada llena de emoción.
Se despidieron con un abrazo cálido, y mientras se separaban, Martín y Sofía sabían que la noche había dejado una marca profunda en su relación. La chispa entre ellos había crecido, y aunque el futuro era incierto, estaban listos para enfrentar lo que viniera juntos.