Lyra, una joven de origen humilde, jamás imaginó que su vida daría un vuelco tan radical. A bordo del lujoso crucero llamado Temple, un mundo de opulencia y glamour se abrió ante ella. Entre camarotes dorados y fiestas deslumbrantes, Lyra se encontró trabajando como camarera, lejos de su sencilla existencia. Allí, cruzó su mirada con la del enigmático capitán, Kael. Un hombre de belleza imponente y carácter indómito, cuya mirada helaba hasta los huesos de los más osados. Sin embargo, Lyra, con su inocencia y espíritu indomable, logró derretir poco a poco el frío hielo que rodeaba a Kael, descubriendo un alma atormentada bajo esa fachada de dureza.
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El Legado de Ethan Storm
El cielo sobre Hamburgo era un lienzo gris, un reflejo del sentimiento que cargaba Kael al regresar a la ciudad que lo vio crecer. El aire fresco y húmedo acariciaba su rostro mientras observaba las imponentes torres del puerto. La última vez que había estado aquí, su padre, Ethan Storm, aún estaba vivo. Ahora, su recuerdo lo acompañaba con una tristeza profunda y un vacío inmenso.
Al desembarcar del Temple, un mar de emociones lo inundó. El olor a salitre, el sonido de las gaviotas y la vista de las grúas que se alzaban hacia el cielo eran parte de su infancia, de recuerdos que se habían mezclado con el dolor de la pérdida. Ethan Storm, un hombre de carácter fuerte, había sido un líder excepcional para las Tres Anclas, un faro de inspiración para Kael y sus hermanos.
La casa familiar, una mansión imponente con una arquitectura neoclásica, se erigía como un gigante de piedra sobre la colina. Sus gruesas paredes parecían albergar siglos de historias, y el jardín, una vez tan vibrante, parecía sumido en un silencio sepulcral.
Lyra, que había acompañado a Kael a pesar de las dudas y la incertidumbre que la atenazaban, sintió el peso de la tristeza que lo envolvía. Su corazón se llenó de compasión al ver la angustia de Kael y su deseo de honrar la memoria de su padre.
Al entrar a la casa, se encontraron con los hermanos de Kael, Lucía y Armando. Lucía, con su belleza fría y sus ojos de color gris acero, parecía una mujer distante, con un aura de superioridad que la rodeaba. Armando, con su carácter jovial y su sonrisa fácil, era la antítesis de Lucía. Sus ojos, de un azul profundo, reflejaban una profunda bondad y un amor sincero por su hermano.
Christian, el mayor de los hermanos, no estaba presente. Se había mudado a Nueva York hacía años y solo se mantenía en contacto ocasional con la familia. La tensión en la habitación era palpable, y la presencia de Lyra parecía intensificar aún más la atmósfera tensa.
Susan, la madre de Kael, los recibió con un abrazo cálido y una sonrisa llena de dolor. “Mis queridos, es un alivio tenerlos aquí. Ethan hubiese estado muy contento de verlos reunidos. Su partida ha sido un golpe muy duro para todos.”
La cena fue una mezcla de recuerdos, anecdotes y silencios incómodos. Lucía, con su habitual frialdad, había heredado la empresa de su padre, y no parecía muy emocionada con la idea de construir el barco de sus sueños. Armando, por su parte, expresó su apoyo incondicional a Kael. “Ethan estaría orgulloso de ti, hermano. Construir ese barco sería una forma maravillosa de honrar su memoria.”
Esa noche, Lyra y Kael se encontraron en la terraza de la casa, contemplando las luces de Hamburgo. La ciudad, brillante y vibrante, parecía ignorar el dolor que cargaban en sus corazones.
“No sé qué hacer, Lyra. Lucía no está de acuerdo con el proyecto del barco. Dice que es una pérdida de tiempo y de recursos,” dijo Kael con una voz llena de desilusión.
Lyra tomó su mano con cariño. “Yo sé que Ethan estaría orgulloso de ti. No te rindas, Kael. Tienes que seguir adelante con tu sueño. Su legado debe continuar.”
Lyra le contó a Kael sus vivencias con la anciana en Róterdam, cómo el arte de tejer le había ayudado a encontrar su propio camino. “Tejer es una forma de crear algo hermoso a partir de hilos diferentes, de combinar colores y texturas. Así es como me siento en este momento, Kael. Creo que podemos construir ese barco, un barco que represente el legado de tu padre, un barco que sea símbolo de fuerza, de creatividad y de esperanza.”
Kael se quedó pensativo, contemplando las palabras de Lyra. En su mente, comenzó a imaginar el barco de su padre, un barco que navegara por los mares del mundo, llevando consigo un mensaje de amor, de esperanza y de unión.
La idea de Lyra se grabó en la mente de Kael como un faro en la oscuridad. El recuerdo de las palabras de la anciana en Róterdam, "Te veo buscando algo, niña. ¿Qué te trae hasta aquí?", le hizo reflexionar. ¿Qué estaba buscando él? ¿Qué le había faltado a su vida después de la pérdida de su padre? Al día siguiente, Kael reunió a sus hermanos para una reunión familiar. La tensión era palpable en el ambiente, pero Kael, con una determinación recién encontrada, se propuso convencer a sus hermanos de la importancia de continuar el proyecto de su padre. “Ethan no solo era un empresario exitoso, sino un visionario. Él soñaba con construir un barco que fuera un símbolo de las Tres Anclas, un barco que representara la pasión por el mar, la innovación y la unión familiar," dijo Kael. "El barco es más que un simple proyecto; es un legado, una forma de honrar su memoria y de seguir adelante con su sueño." Lucía frunció el ceño. "Kael, no podemos seguir viviendo en el pasado. Las Tres Anclas necesitan un líder con visión de futuro, no con un barco de ensueño." Armando intervino. “Hermana, entiendo que eres pragmática, pero creo que Kael tiene razón. Construir ese barco sería un homenaje a nuestro padre, un símbolo de unidad familiar, un símbolo de esperanza." La discusión se prolongó por horas, con argumentos a favor y en contra. Lyra observó la escena, conmovida por la pasión de Kael y la resistencia de Lucía. Ella sabía que la decisión final dependía de Kael, pero también sabía que el proyecto del barco era mucho más que un simple deseo. Finalmente, Kael tomó una decisión. “Construiremos el barco. No solo por mi padre, sino por nosotros mismos, por la familia Storm, por la herencia de las Tres Anclas.” Lucía, con una mirada de desaprobación, no dijo nada. Armando sonrió, un gesto de apoyo y admiración por su hermano. Con la decisión tomada, Kael y Armando se pusieron a trabajar inmediatamente. Con la ayuda de Lyra, comenzaron a buscar un astillero adecuado para la construcción del barco. Lyra se convirtió en una aliada invaluable para Kael. Sus conocimientos sobre el arte de tejer se tradujeron en una visión creativa para el diseño del barco. Con su ayuda, Kael logró combinar la pasión por la tradición de su padre con un enfoque moderno y innovador. El astillero que eligieron era un lugar antiguo, con el olor a madera recién cortada impregnado en el aire. Los trabajadores, expertos artesanos con generaciones de experiencia, recibieron a Kael y Lyra con una mezcla de respeto y curiosidad. “Este barco será diferente a cualquier otro,” dijo Kael. “Será un homenaje a un hombre que siempre buscó la excelencia. Y vamos a construirlo juntos, como una familia.” Las semanas se convirtieron en meses. Lyra y Kael se dedicaron a trabajar en el proyecto, transformando sus sueños en realidad. Lyra, con su talento para el diseño y su capacidad de inspirar a los demás, se convirtió en la musa de Kael. Él se encargaba de la parte técnica del proyecto, convirtiendo los bocetos de su padre en planos detallados. La construcción del barco se convirtió en una aventura compartida. Cada madera que se unía, cada clavo que se martillaba, cada costura que se cosía, era un paso más hacia la realización de un sueño. En la dureza del trabajo, en el cansancio de las largas jornadas, en la fraternidad de los trabajadores, Kael y Lyra encontraron un sentido a su existencia.