Un hombre que muere y se arrepiente de no haber amado a nadie, aunque eso significaba perder a sus cercanos por ser homosexual, pero renació en un bebé en un mundo similar al nuestro pero con subgénero.
Entonces la pregunta es, el personaje principal de esta historia podrá encontrar el amor, averigua eso leyendo esta historia.
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17. La encrucijada
Cian observaba la ciudad desde la ventana de la habitación de prácticas, sumido en sus pensamientos mientras la luz del atardecer bañaba la escena con un resplandor dorado y las notas del piano que tocaba hace solo unos minutos aún resonaban en el aire, como si el instrumento mismo también estuviera indeciso sobre qué melodía seguir.
En ese instante, Cian se sentía indeciso sobre qué melodía seguir porque sentía que su vida estaba llena de bifurcaciones, cada una con sus promesas y peligros, además cada una de esas decisiones requerían algo diferente de él.
Por ejemplo, la oferta de Harold Pierce, el renombrado director de la Orquesta Filarmónica de Londres, se cernía sobre él como una espada de doble filo, desde que había comenzado a tocar el piano, su sueño había sido alcanzar las grandes ligas de la música, la sensación de parase frente a un auditorio llenos de personas que venían a escucharlo a él, a su arte.
Ahora, ese sueño estaba a al alcance de su mano, pues el maestro Pierce no solo le había ofrecido un lugar en la orquesta, sino la oportunidad de brillar internacionalmente, ese tipo de oportunidad que la mayoría de los músicos solo podrían imaginar en sus fantasías más salvajes.
Pero detrás de esa oferta, Cian sabía que había renuncias, pues la vida de un músico internacional no era solo glamour y aplausos, ya que significaban viajes constantes, vivir de ciudad en ciudad y por sobre todo tenía que dejar atrás la vida que conocía.
Esa vida que incluía a su familia del corazón William y Clara, sus verdaderos padres de corazón, así como Steven, su esposa Emily y la hija de ellos la pequeña Pearl, que ya veía cono su sobrina de sangre.
Todos eso lugares importantes como su casa, sus amigos, el dojo de judo donde había entrenado durante años, pero ser parte de una prestigiosa orquesta significaría no solo cambiar de vida, sino desconectarse de las raíces que había construido con tanto esfuerzo.
Cian cerro los ojos por un momento, permitiendo que el sonido de su propia respiración llenara el silencio, además la música siempre había sido su refugio, su escape, pero ahora esa misma música lo empujaban hacia una decisión que parecía imposible de tomar, incluso la opción de aceptar la oferta de Aoife que le quitaría su música era algo que esta en la mesa, pero no quería tomar esa opción.
-¿Es esto lo que quiero realmente? Se preguntó en el silencio de la habitación.
Entonces apretó sus manos en su regazo, pues ser músico internacional era un sueño maravilloso, sin embargo, estaba otro camino; enseñar música. Algunos de sus profesores le habían sugerido que podría convertirse en un excelente maestro, alguien que inspirara a la próxima generación de músicos, además no era una opción menospreciable, puesto que ser profesor le permitiría compartir su amor por la música con otros, moldear a jóvenes talentos y lo más importante, poder mantenerse cerca de quienes amaba.
Igualmente podría continuar con sus estudios de judo, seguir viendo crecer a Pearl y mantener su conexión con Steven y Emily.
Sin embargo, al mismo tiempo ¿Enseñar sería suficiente? Eso calmaría el hambre dentro de él o no, ese deseo profundo de hacer algo más grande, de dejar una huella en el mundo. ¿Podría conformarse con menos que su sueño de ser músico famoso? ¿O sería una vida de arrepentimiento, mirando siempre hacia lo que pudo haber sido?
Los días pasaban con lentitud insoportable, por eso Cian seguían yendo al dojo, entrenando con una disciplina implacable mientras esperaba que una respuesta surgiera en su interior, además los movimientos del judo le ayudaban a canalizar sus emociones, pero también le recordaban lo importante que era para él ese equilibrio en la vida, esa armonía entre cuerpo y mente, entre el deber y pasión.
Entonces ¿Podría encontrar ese equilibrio como músico internacional? ¿O perdería algo que consideraba esencial en el proceso?, se reprendió a sí mismo una tarde diciendo “¿Por qué no puedes simplemente decidirte?”.
Mientras arrojaba su cuerpo en un tatami, practicando caídas y derribos con sus compañeros de dojo y la verdad era que tenía miedo, miedo a fracasar, el miedo a arrepentirse, miedo de perderse en una vida que no era la suya, aunque odiaba admitirlo, miedo de alejarse más de William y Clara, sus verdaderos cuidadores, las personas que habían estado con él en cada paso de su vida cuando sus padres bilógicos la habían abandonado emocionalmente.
A veces, pensaba en Declan, su hermano menor siempre había tenido las expectativas de la familia sobre sus hombros al ser un alfa y ser el “orgullo de los O’Connor”.
Aunque Cian era consciente de que Declan había recibido toda la atención que a él le faltaba, además sabía que su hermano también estaba atrapado en su propia encrucijada, pues la agresividad de Declan, así como sus problemas en la escuela eran solo manifestaciones de la presión que sentía y ahora era la misma presión que Cian había aprendido a resistir con el tiempo y su madurez mental, pero Declan era un adolescente normal.
Por un momento, se preguntó si Declan también se sentía atrapado en una vida que no quería, sin embargo, a diferencia de su hermano menor, Cian tenía opciones, ya que podía escapar, podía elegir y tal vez ese era el verdadero problema, él tenía la libertad de elegir también significaba asumir la responsabilidad por lo que vendría después, además no habría nadie a quien culpar si las cosas salían mal.
Al llegar la noche, Cian se encontró una vez más en su habitación, sentado frente a su piano, para tocar las primeras notas de una pieza que siempre había amado desde niño, la Sonata Claro de Luna de Beethoven, cuando las notas fluían de sus dedos casi de forma automática, pero esta vez, cada acorde le pareció más pesado, como si la música misma estuviera consciente de la decisión que debía tomar.
Las opciones que tenía era ser profesor, músico profesional de la orquesta o CEO de la empresa de su madre, en ese momento dejó de tocar permitiendo que el silencio invadiera la habitación.
Tal vez con el paso de los días, la respuesta llegaría a él sin que tuviera que forzarla, por ahora podía seguir tocando su música entrenando en el dojo y disfrutando del tiempo con las personas que más amaba, pues la encrucijada seguiría ahí, esperando, pero Cian ya no la veía como un obstáculo insuperable; era solo parte del camino y él estaba dispuesto a recorrerlo.