La Asistente Del Villano

Massimo camina por el pasillo amplio del palacio. Pensaba que era extraño que su esposa no estuviera afuera.

“ Karina suele salir todo el tiempo a reuniones de té con las demás nobles después de trabajar, siempre se la pasaba a fuera de la habitación. Ahora es al contrario, en estos días no ha querido salir ni recibir visita de ningún tipo, lo deje pasar ya que ella y yo no hemos tenido un buena relación estos años, sus peleas por cosas absurdas, presionar a Ricardo para que sea un buen soberano y dejar en olvido a Hadrian. Estuve a punto de divorciarme, pero no lo hice... Quizás porque pensé que en algún punto ella cambiaría y le importarían nuestra familia, pero eso no ocurrió..."

Ambos dormían en habitación separadas por qué ella lo prefirió así. Massimo tocó la puerta de la habitación de su esposa. Intento abrirla pero tenía llave.

— Karina... Abre la puerta. Llevas días en esa habitación.— insistió nuevamente con tocar más fuerte— Karina... Abre de inmediato o romperé la puerta, ya es preocupante esta actitud tuya.— otra vez, quedó sin respuesta alguna— bien... No esperaré a la sirvienta para que abra con la llave maestra.

No le costó ni su cuarta parte de su fuerza para romper la puerta de una patada. Entró a la habitación luego de quitar los restos de madera, miró lo oscuridad de la recámara y se sentía caliente.

— karina.— llamó, y miró a alguien en la cama. No parecía moverse.

Él se asustó y fue a su encuentro, miró que aún respiraba pero de forma agitada, su rostro pálido y sudando, era mas que obvio que tenia fiebre elevada.

— ¡Karina!

Salió de esa habitación y entre sus brazos la tenía. No tenía conciencia debido a que la fiebre alta no le permitía. Con una orden urgente llamó al médico que viniera de inmediato.

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En otro lado, para ser exactos, en la repostería. Tanto Eva como Hadrian estaban sumamente agotados, sin contar la ayuda de las empleadas contra este inicio de ventas que realmente fue un reto difícil pero que pudieron completar.

— no pensé que en menos de un día... Se lograría vender todo.— comentó Anne— y eso que hicimos bastante postre.

— haremos más, le prometo que la paga será generosa. Les agradezco por hacer un excelente trabajo.— explicó Evangelyn.

Ambas empleadas hablan.

— es un placer ayudarlos, es una experiencia maravillosa crear algo único.

— y ser parte de ello. Con un gusto seguiremos trabajando aquí.

Evangelyn le agradece ya que realmente son empleadas de confianza y que le gusta trabajar. Ella se encargará de que cada una sea recompensadas el doble.

Luego de haber limpiado el lugar, decidieron que ya que era hora de irse a la residencia y empezar de nuevo mañana, de hecho, tendrán que venir temprano para hornear más dulce.

Ya en la noche, en la residencia de Van Hamsell. Hadrian se daba un baño por el día tan agotador que tuvo, pero satisfactorio. Hubo más ganancias de lo esperado y lo que más le causó satisfacción, fue alborotar la capital entera por el proyecto del chocolate.

Recostado en su tina, piensa en Evangelyn. Era inevitable no hacerlo, dijo que sería paciente y eso trataba de hacer. Pero no sabe hasta cuándo. La única forma de calmar sus ansías era comiendo un poco de fresa con chocolate, para recordarle de sus labios, aún así, no era suficiente, seguía imaginando que la abrazaba y besaba.

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Volviendo a su realidad, deja por un momento de pensar en ella, sale de la tina y mientras que solo buscaba su bata, Evangelyn estaba en su habitación. Muy feliz por el día de hoy. La verdad, fue mucho mejor de lo que pensó. Sin embargo, quería tener otro tipo de chocolate, pero no sabía cuál, a pesar de que en la tienda había de todo tipo de clase, ella quería uno especial dentro de la sociedad. Ella decidió irse a caminar un poco para que las ideas fuera fluyendo.

— que más... Que más... — se decía ella misma. Divagando más en su mente en busca de nuevas ideas.

Hasta en uno de los pasillos se encontró con Hadrian, que solo vestía su bata.

— Hadrian...

— por fin te encuentro...

— ¿Que sucede...— y como era de acostumbrarse, Hadrian la tomó en un abrazo y la besó con fervor en los labios de sorpresa, no cerró los ojos, ya que deseaba verla, mientras que acariciaba su cabello largo y suave.

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Evangelyn lo abrazó y siguió afincado sobre su boca, Hadrian tenía un sabor a champagne en sus labios que le resultaba divinos que seguían en ellos hasta que se separaron.

Eva se relame su labio superior, este gesto hace que Hadrian se estremeciera.

 “¡Si! ¡Chocolate con un poco de licor sería una buena combinación!... Nunca lo he probado pero será un reto que probar"

De repente, él sube el mentón de Evangelyn para susurrarle en los labios.

— Eva... Déjame dormir contigo esta noche... Solo quiero que me acompañes y velar tus sueños. Sé que estás cansada y yo también, pero no aguanto un minuto más sin ti. Hasta intenté beber un poco, y aún así me hizo pensar más en tí.

— Durmamos juntos, si quieres, podemos hacerlo todas las noches...— Hadrian la cargo en sus brazos y se dirigieron a su habitación.

Ambos sentían que aún no era la noche en la que se entregarían cuerpo a cuerpo, ese momento llegará, pero por ahora, la idea de compartir cama desde ahora le daba más confianza en este inicio de relación.

__________________ En esa misma noche, pero en el palacio.

Aquella mujer de rubios cabellos, tan dorados como el oro, ojos azules intensos y un rostro cansado, miraba el techo de la cama. Era Karina, que despertaba lentamente con un leve dolor de cabeza pero no tan intenso como hace unos días.

— está no es mi... Habitación.

— es la mía.

Aclaró Massimo a su lado.

— Massimo. ¿Que hago aquí?

— tenías fiebre alta. El médico no explicó el porqué pero logró bajarte la temperatura. Si no hubiera entrado a la fuerza quién sabe que hubiera pasado contigo...— apretaba sus puños, como si estuviera molesto, pero con el mismo.— a partir de ahora, no quiero que tu habitación quede encerrada. Y una sirvienta de confianza te hará compañía. No quiero que esto vuelva a pasar.

Karina lo miró un poco sorprendida, apenas y podía moverse, pero hizo el esfuerzo de sentarse.

— ¿Yo te preocupo?

— ¿Que es lo que dices?... Claro que me preocupas, eres mi esposa y a pesar de que tú y yo ya no tenemos una relación más allá de lo político, yo debo de cuidarte.

Ella miró a un lado y continuó hablando.

— pensé que me odiabas, no he sido una buena persona estos años, soy lo peor Massimo. No merezco tu apoyo.

Massimo estaba desconcertado, jamás pensó oír algo así y que viniera de Karina, él esperaba que fuera prepotente, arrogante y que despreciará su ayuda, pero simplemente lo aceptó y admitió que no había sido una persona buena.

“ ¿Que fue lo que pasó?... ¿Por qué estás..."

— Karina...

— quisiera descansar un poco más. Puedo irme a mi habitación, mañana estaré mejor.

— no, quédate, yo estaré en otra recamara. Duerme, luego traeré tu medicina, el médico indicó que como no sabemos que fue lo que te causó la fiebre, me recomendó el medicamento para estar prevenido.

— de acuerdo...

Cuando Massimo deja la habitación. Karina apretaba la sábana que la arropaba, dice con un poco de molestia.

— está mujer... No merece a un hombre como él.

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