JADE

Braxton miró al otro lado de la cama.

Ya debería haberse ido. Tenía toda la intención de irse. Follarla y luego irse había sido el plan, pero luego él le había besado el cuello. Una cosa tras otra, y él estaba en el baño con ella. Luego ella le preguntó su nombre. No iba a decírselo, pero al segundo siguiente lo hizo.

Jade estaba jugando con su maldita mente.

Luego, también la tuvo en la bañera. La llevó al dormitorio y le hizo el amor por tercera vez. Tenía la intención de que fuera la última vez. Se convenció a sí mismo de dejarla dormir y luego se iría.

Había dormido.

Al mirar la hora, vio que eran poco más de las seis.

Braxton nunca durmió. Una infancia controlada por el miedo a lo que sucedería después le había impedido disfrutar del sueño. Sólo dormía un par de horas seguidas. Hubo momentos en los que estuvo seguro de haber dormido con un ojo abierto.

Al mirar a Jade, la vio acurrucada contra él. Su cabello estaba extendido detrás de ella, su palma yacía plana sobre la cama. Parecía tan tranquila y pacífica. No quería destruir su paz.

Dejar.

Esta era su oportunidad de irse.

Quitándose las mantas de su cuerpo, salió de la cama sin hacer ningún sonido. Fue al baño, orinó, se lavó las manos y encontró un cepillo de dientes de repuesto. Nuevamente, estaba perdiendo un tiempo precioso. Necesitaba irse. Tener apegos nunca fue bueno. Debilitaba a la gente, especialmente a la gente como él.

Al comprobar la hora, vio que eran las seis y cuarto. Ya se había quedado demasiado tiempo.

Recogió sus pantalones y su camisa, se los puso y luego se dirigió a la cocina. Él se detuvo. Café. Eso sería algo a lo que ella debería despertar. Ella lo necesitaba. No iba a dejar una nota.

Con la cafetera preparada, estaba a punto de salir de la cocina, pero entonces pensó en ella desayunando. No la había alimentado la noche anterior. Habían hecho el amor y ahora no le gustaba la idea de que ella se despertara muerta de hambre y sin haber desayunado bien.

Fue a su refrigerador, rebuscó rápidamente en su interior y encontró lo que buscaba: tocino y huevos. El desayuno de los campeones ... al menos así sería. Él prepararía todo para ella y luego se iría. Braxton encontró una sartén y en poco tiempo estaba haciendo tocino y huevos, y el olor de ellos le hizo la boca agua.

Estás haciendo todo jodidamente mal.

Deberías irte y no volver.

Era de mañana. Nunca se quedaba a ver a nadie por la mañana.

"Estás preparando el desayuno".

Su oportunidad de irse se había esfumado.

Se giró para ver a Jade sonriéndole. Parecía un poco somnolienta. Había algunos mechones de cabello más oscuros alrededor de su cara, lo que le hacía saber que ya había ido al baño y se había salpicado la cara con agua.

"Siéntate", dijo.

"Sabes que no tienes que hacer eso".

Como para traicionarla, su estómago empezó a gruñir. Ella dejó escapar un gemido.

"Cállate quejándote".

"¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres grosero?"

Sacó su silla y se sentó a la mesa.

Dejó el tocino y los huevos para servirle una taza de café. “¿Crema, azúcar?”

“Un poco de leche, eso es todo lo que necesito”, dijo.

Le sirvió una bebida y se la entregó.

El desayuno estaba listo, así que lo puso frente a ella. También puso el pan y la mantequilla sobre la mesa. Braxton también había cocinado suficiente para él. En contra de sus propias promesas, se unió a ella y se sentó enfrente.

El cabello de Jade caía a su alrededor en ondas, y también notó que hoy se había puesto las gafas. Supuso que ella usaba lentes de contacto cuando iba a trabajar. Se veía tan sexy.

Cuando la dejó en la cama, ella estaba desnuda. Ahora llevaba una camisa vieja y descolorida y un pijama.

"Esperaba que te hubieras ido", dijo.

"Tenía toda la intención de irme". No tenía sentido mentir.

"Oh", dijo ella.

"Disfruta tu desayuno."

"Me divertí anoche." Su estómago gruñó.

“Y la próxima vez, me aseguraré de alimentarte. Ahora, come tu desayuno”.

"Siempre eres tan mandon", dijo, arrugando la nariz.

Él le guiñó un ojo. Estaba acostumbrado a conseguir lo que quería. Normalmente, él no era tan amable al respecto. A menudo tenía que usar los puños o los pies. Entonces, por supuesto, también tendría que usar su equipo especial para sacar cualquier mierda que quisiera de la gente. Aunque todo a su debido tiempo.

"Estás hambrienta. No te preocupes, esto no volverá a suceder”.

Él sabía lo que había hecho y por la sorpresa en el rostro de Jade, ella también lo sabía. No debería haber una próxima vez. No iba a haber ningún tipo de próxima vez. Tuvo que irse. Cuanto más se acercaba a ella, más peligro corría su vida. No era un buen hombre. Era un mal hombre e hizo muchas cosas malas.

"Está previsto que haga más frío", dijo Jade.

El clima.

“¿Es esto como tu limpieza?” preguntó.

Ella asintió con la cabeza.

“Entonces sí, va a hacer más frío”. Su teléfono celular vibró en su bolsillo y lo sacó para ver una serie de instrucciones. Una mirada a la celda y supo lo que tenía que hacer ese día.

"¿Tienes que ir a trabajar?" ella preguntó.

Él asintió rápidamente con la cabeza.

"Bien, entonces debería desearte un feliz camino después del desayuno", dijo.

Levantó la vista y la vio sonriendo. Esta iba a ser su última vez con ella.

Tomando su café solo, tomó un sorbo. No hacía nata ni azúcar, sólo negro.

Mirándola fijamente, se llenó. No sabía qué tenía Jade, pero no le importaba. Anoche era la única noche que se iba a conceder, y este desayuno. Por eso le permitió saber su nombre, ya que no le iba a conceder nada más.

Braxton ya tenía los medios para ayudarla. Mientras preparaba el desayuno, ya había transferido algunos fondos para ayudarla. La vigilaría de cerca y, hasta que estuviera seguro de que estaba bien, la cuidaría. Esta iba a ser su última vez con ella.

Después del desayuno, Jade le agradeció por la comida y luego se frotó el estómago. "Gracias."

Ella se acercó a él y lo besó. Ella le acarició la mejilla.

Le sorprendió que ella no estuviera disgustada por sus cicatrices, pero no parecían molestarla. La mayoría de las mujeres sintieron repulsión.

Jade se demoró y luego se alejó. No había ninguna promesa de verse más tarde, ya que no iba a haber un después. No sabía si ella lo sabía. La verdad era que esto nunca iba a funcionar.

Jade merecía algo mejor.

Ella salió de la cocina y luego él se puso de pie y se fue.

Al salir del apartamento, inmediatamente se dirigió a las sombras, acercándose varias calles hasta donde había estacionado su auto. Al entrar, sacó su teléfono celular, revisó los detalles y luego borró el mensaje. Nunca dejó ningún rastro de evidencia.

Se alejó y se dirigió hacia el siguiente trabajo. El mensaje de texto procedía de uno de los gánsteres de la ciudad. La ciudad era un lugar grande y oscuro y había muchos espacios para que la gente se escondiera. También había un área grande para muchos hombres malos.

Esto lo llevó al lado opuesto de la ciudad, lejos de Jade, que era lo que quería. No quería que nada de su vida la tocara. Tenía que vivir una vida libre de la de él.

Jade no necesitaba conocer los verdaderos monstruos que acechaban en los callejones o al amparo de la oscuridad. El era uno de ellos.

Braxton sabía que tenía que olvidarse de ella. No necesitaba seguir viendo su cara sonriente, ni la mirada en sus ojos cuando estaba cerca del orgasmo. O cómo se mordió el labio para contener sus gemidos de placer. Lo dejó todo en el fondo de su mente y ahora sólo necesitaba ocuparse del trabajo que tenía entre manos.

Esta era la vida que él mismo se había hecho. No había manera de retroceder, de dejarlo atrás.