5 familias, un amor inesperado y la traición present, hacen de este amor una tragedia.
ahora Melinda no sabe que hacer, el misterioso hombre con el que estuvo una noche está frente a ella, pidiéndole saber el nombre de sus hijos.
2 familias poderosas tendrán que unirse para mantener el orden la paz de una traición, un amor en la tragedia va surgir, el recuentro de un padre con sus hijos, los secretos salen a la luz y la tragedia se hace present.
te animas a leerla, el destino siempre hace de las suyas y nada lo hace fácil.
te invito a conocer la historia de amor de Melinda, en un mundo alterno.
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CAPITULO 12 Nueva vida.
Bael se sentía feliz, realmente tenía miedo de que ella lo rechazara y ese rechazo iba a hacer lo mismo que el rechazo de su madre.
Por alguna extraña razón, él se aferraba a ella como un verdadero hermano, sentía que tenerla cerca era como volver a tener cerca a su madre; por eso en el momento en que ella le dijo “HERMANO” se sintió realmente feliz, ansioso de que le confirmara que lo aceptaba.
Melinda lo mira a los ojos con una sonrisa en su rostro correspondiendo a su agarre le dice. - ¡Sí, hermano! Seremos una familia, como la señora Sara lo pidió; yo te protegeré y tú a mí.
Bael se sentía feliz, su madre le había dado el mejor regalo y un gran amor en una hermana, la abraza tiernamente sin lastimarla; le dice con voz suave y dulce, algo que él nunca demostraba ante nadie. – Hermana, ¿querías decir algo?
Melinda puso una cara seria, miraba a la madre de Didier; con odio y desprecio, le dice. – Quiero pedirte, que me dejes decidir, qué hacer con ellos, ¿si me dejas, hermano?
Bael pone una gran sonrisa en su rostro, le dice. - claro hermana, dime ¿Qué quieres hacer?
Melinda se agacha, toma el rostro de la madre de Didier, con voz fuerte y llena de desprecio, le dice. – quiero que él quede ciego, sin pies y tíralo en el barrio pobre de la ciudad, asegurarse que nunca nadie le dé la mano, solo hay que mantenerlo con vida.
Ella se quedará sin lengua, también lastimaremos sus oídos para que no pueda oír, quiero que quede muda y sorda.
Hermano, si no me equivoco, tú tienes una granja de puercos a las afueras de la ciudad, hay que mandarla ahí, a que limpie los chiqueros de rodillas con sus manos cada día y que le muestren fotos de lo que su hijo está viviendo.
Hermano, ¿se puede hacer eso?
Bael sonríe ampliamente y su voz fuerte, voltea a ver a sus hombres, les dice. – ustedes ya escucharon, llévenselos y hagan lo que mi hermana ordenó.
Los padres de Didier mientras los hombres los levantaban, se arrastraban en el suelo pidiendo piedad y que no permitiera eso, que castigara a Melinda; Bael hizo una seña, con la que los hombres les taparon la boca, se los llevaron.
Después de que los carros se fueron con los padres de Didier, Bael acompañó a Melinda adentro de la casa, llegaron a la cocina donde se sentaron a hablar.
Bael se llevó a Melinda a su casa, era una enorme mansión, con unos patios gigantes, con enormes muros a todo su alrededor, con una seguridad increíble donde le presentó a sus hijas, fue muy bien recibida, llena de amor, se sentía en familia.
En su plática quedaron que Melinda seguiría cuidando la panadería y que terminaría sus estudios.
Los días pasaron, los dos volvieron a sus rutinas, desayunaban juntos, comían y cenaban como familia, siempre se contaban como había estado su día, la confianza fue creciendo entre los dos.
Melinda empezó a opinar sobre los asuntos de Bael, sus opiniones fueron acertadas; se fue involucrando tanto en los negocios que su gente la reconoció como hermana de él, la respetaban y protegían.
Pronto pasó un mes y medio de la muerte de Sara, estaban cenando cuando uno de sus hombres llegó muy alterado, una de sus fincas estaba siendo atacada.
Bael ordenó que sus hombres se prepararan, que saldrían para responder el ataque, ordenó que la mitad de los hombres las protegieran a Melinda y sus hijas, junto con su mejor hombre de confianza.
Melinda se opuso, no quería que dejara a tantos hombres y menos a los de su confianza, él tenía que estar protegido, a pesar de que ella le dio excusas y trató de que cambiara de opinión, no logró convencerlo.
Él terminó diciéndole con su voz seria. – Melinda, no te preocupes, no me pasará nada; pero recuerda, si algo me pasa, tú serás mi sucesora y mi mejor hombre, Carlos, te protegerá, te ayudará en todo, confía en él.
Melinda se molestó por sus palabras; muy disgustada y alterada le dice – más te vale que nada te pase hermano o te prometo que te revivo y yo misma te torturaré.
Bael la abrazó con ternura, se dirigió a Carlos, le dice amenazantemente. – cuídalas, tú me respondes.
Salió de la casa, se subió a su camioneta y se puso en marcha, seguido de sus hombres.
Melinda lo mira irse, en cuanto ya no vio las luces de los carros le pregunta a Carlos que estaba a su lado. - ¡Carlos! Dime, después de que Bael se fue de la casa, ¿en qué momento puedo ordenar y todos ustedes tienen que obedecerme?
Carlos la mira con una gran sonrisa en su rostro y divertida le dice. – Joven ama, en cuanto el último carro deje de verse, sus órdenes son las únicas que debemos obedecer.
Melinda, que no dejaba de ver la carretera por donde Bael se fue, le dice con una voz seria e imponente. – Perfecto, ya no se ven, así que diles a todos que se preparen, iremos a apoyar a Bael, aunque él no quiera.
Diles a tus mejores hombres, que lleven a las niñas a la casa de seguridad; que las protejan con sus vidas, que será mejor que nada les pase, porque eso sería su muerte.
Carlos se siente extasiado de felicidad, lleno de adrenalina; con voz fuerte e imponente les grita a sus hombres. – preparen los carros que vamos a salir, es una orden de la joven ama.
Carlos preparó a 10 de sus mejores hombres de confianza, les dijo que llevaran a las hijas de Bael a la casa de seguridad y lo que Melinda les ordenaba, todos los hombres se prepararon para salir, Carlos le llevó un chaleco antibalas y un arma.
Melinda lo mira (Bael y Carlos la habían enseñado a usar armas, la estaban enseñando a pelear y como usar armas blancas; aunque no era buena, sabía mínimo defenderse) le dice insegura. – No me mires así Carlos, créeme, le daré buen uso y no seré un estorbo; ante todo él es mi hermano y no lo dejaré solo peleando una batalla.
Carlos le da una gran sonrisa, juguetón le dice. – Joven ama, solo traté de ocultar su miedo, está temblando.
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