Reon Y El Mundo Fantástico

El sol apenas había comenzado a elevarse en el horizonte cuando Reon y Lysandra emprendieron el camino hacia la siguiente fase de su misión. Habían dejado atrás el Valle de las Sombras, pero los ecos de la batalla reciente aún resonaban en la mente de Reon. La sombra que había intentado apoderarse del amuleto no era un enemigo cualquiera; era una manifestación de algo mucho más oscuro, algo que quizás estaba conectado a los secretos más profundos de Elaria.

Mientras avanzaban por un sendero que serpenteaba entre montañas escarpadas, Reon no podía evitar preguntarse qué otras sorpresas les aguardaban. El amuleto, aunque ahora estaba bajo su control, era un artefacto de gran poder, y con ese poder venían responsabilidades y peligros que aún no comprendía del todo.

"¿Qué era esa sombra, Lysandra?" preguntó Reon después de un largo silencio, rompiendo la quietud que los había acompañado desde que dejaron el santuario.

Lysandra, que había estado absorta en sus pensamientos, volvió su mirada hacia Reon, sus ojos llenos de una sabiduría que solo el tiempo y la experiencia podían otorgar. "Esa sombra... era una manifestación de los antiguos espíritus oscuros que habitaron Elaria mucho antes de que los humanos llegaran aquí. Son vestigios de un poder que una vez gobernó estas tierras, y que fue sellado por los primeros guardianes."

"¿Sellado? ¿Por qué?" Reon frunció el ceño. "¿Por qué algo tan peligroso se mantuvo tan cerca de la superficie?"

Lysandra suspiró, como si el peso de la historia que estaba por contar la afectara profundamente. "Porque ese poder no podía ser destruido, solo contenido. Los guardianes sabían que, aunque los espíritus oscuros eran peligrosos, también eran una parte esencial del equilibrio de este mundo. Pero alguien o algo está tratando de desatar ese poder nuevamente, y esa sombra fue solo el principio."

Reon asimiló esas palabras mientras continuaban su marcha. "Entonces, quienquiera que esté detrás de esto... ¿quiere romper ese equilibrio?"

"Exactamente," respondió Lysandra, con una nota de preocupación en su voz. "Y si lo logran, no solo Elaria, sino todos los mundos conectados a este, se verán envueltos en un caos inimaginable."

El camino los llevó a un estrecho paso entre dos montañas, donde las rocas parecían estar esculpidas por una fuerza antigua y poderosa. El aire se volvía más frío a medida que ascendían, y Reon notó que la vegetación empezaba a disminuir, dejando lugar a un paisaje rocoso y desolado. Era un lugar inhóspito, pero al mismo tiempo, había algo intrigante en él, como si escondiera secretos que habían estado esperando a ser descubiertos por siglos.

Mientras seguían avanzando, el silencio fue interrumpido por un sonido lejano, un susurro que parecía venir de todas partes y de ninguna en particular. Reon se detuvo, intentando discernir la fuente de aquel sonido. Lysandra también se detuvo, frunciendo el ceño.

"¿Lo escuchas?" preguntó Reon en un susurro.

Lysandra asintió lentamente. "Sí. Estos son los ecos de los que te hablé. Voces del pasado, atrapadas en el tiempo. Este paso es conocido como el Desfiladero de los Lamentos, un lugar donde las almas que no pudieron cruzar al otro lado están condenadas a vagar."

Reon sintió un escalofrío recorrer su espalda. "¿Están... atrapadas aquí?"

"De alguna manera," respondió Lysandra, con un tono que sugería que había más en esa historia de lo que estaba diciendo. "Estas almas no encontraron paz en vida, y ahora sus lamentos resuenan en este lugar. Pero no todas las voces que escuchas son de almas perdidas. Algunas pertenecen a aquellos que protegieron Elaria en su momento más oscuro."

Reon sintió una mezcla de curiosidad y respeto. Había oído hablar de lugares así en las historias que su abuelo solía contarle, pero nunca pensó que los encontraría en su viaje. "¿Y por qué estamos aquí? ¿Qué podemos aprender de estos ecos?"

"Este lugar es más que un desfiladero," explicó Lysandra. "Es una conexión entre el presente y el pasado, un punto de acceso a la historia olvidada de Elaria. Si escuchas con atención, estos ecos pueden revelarte los secretos de lo que ocurrió aquí, y quizás también las claves para enfrentar lo que está por venir."

Reon cerró los ojos, concentrándose en los susurros que flotaban en el aire. Al principio, solo eran murmullos indistinguibles, pero lentamente, las voces comenzaron a tomar forma, como si una antigua melodía estuviera emergiendo del viento. Podía escuchar fragmentos de conversaciones, palabras sueltas que hablaban de batallas, de sacrificios, de un amor perdido y de un poder que una vez gobernó el mundo.

De repente, una voz se destacó entre las demás, clara y poderosa. "El equilibrio debe ser mantenido a toda costa. Si fallamos, Elaria caerá, y con ella, todos los mundos que están unidos a su destino."

Reon abrió los ojos de golpe, el corazón latiendo con fuerza. "Lysandra, escuché algo... algo importante. Hablaban sobre el equilibrio y la caída de Elaria."

Lysandra asintió con gravedad. "Es como temía. Estos ecos nos advierten de lo que está en juego. Debemos encontrar la manera de restaurar el equilibrio antes de que sea demasiado tarde."

El desfiladero comenzó a estrecharse aún más, hasta que finalmente llegaron a una apertura que daba paso a una caverna oscura. La entrada estaba flanqueada por antiguas estatuas de guerreros, desgastadas por el tiempo, pero aún imponentes en su postura de defensa. La caverna parecía absorber toda la luz que intentaba entrar, como si fuera una boca abierta hacia las profundidades del mundo.

"Este es el umbral," dijo Lysandra, deteniéndose frente a la entrada. "Más allá de este punto, el pasado y el presente se entrelazan de maneras que desafían la comprensión. Si entras aquí, Reon, debes estar preparado para enfrentar no solo lo que está por venir, sino también los fantasmas del pasado."

Reon observó la entrada con determinación. Sabía que no podía dar marcha atrás, no después de todo lo que había pasado. La caverna podría contener las respuestas que necesitaba, o quizás los desafíos más difíciles que había enfrentado hasta ahora. Pero también sabía que no estaba solo.

"Estoy listo," dijo finalmente, mirando a Lysandra con firmeza. "Vamos a descubrir la verdad, cueste lo que cueste."

Lysandra asintió, y juntos, dieron el primer paso hacia la oscuridad, donde los secretos del pasado y los desafíos del presente los esperaban con ansias.