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UN PEQUEÑO DESCUIDO CAUSA UN GRAVE PROBLEMA
NO TERMINADA POR DISCREPANCIAS PERO ESTOY EN PROPIA PAGINA DE EL RINCON VELVET VIOLETA
Keira llegó a las oficinas de la corporación. La llevaron a donde se llevaría a cabo la conferencia de prensa; cuando entró al lugar donde estaba ya Martina, vio que se encontraba otro hombre de unos 37 años, con unas gafas de montura dorada, quien la recibió y le indicó que tomara asiento, que en un momento le llevarían un baso con agua.
Después de eso, comenzó a leer de nuevo el guion que le habían enviado con anterioridad por correo electrónico.
Mariana estaba furiosa por tener que salir frente a tantos periodistas y pedir disculpas de nuevo, por insultar a un mesero común y corriente, y ahora tenía que decir que era la mejor amiga de la adoptada esta; era el colmo de los males que le podían pasar.
Mariana pensó que podía soportar eso, pero ahora que estaba viendo a Keira, no estaba tan segura de poder controlarse sin insultar a esa mujercita, salida de los basureros de lo peor de la ciudad. Era casi imposible no decirle sus verdades y aún más soportar defender a su muy querida amiga Camy; la pobre, como había estado llorando estos últimos días por culpa de esta arribista, que de seguro está solo esperando a robar todo lo que es de su amiga; y la pobre de Ami, tan dulce y tierna de corazón que es, que cualquiera la puede intimidar, debe ser horriblemente vivir con este adefesio.
Keira comenzó a repetir en voz alta el discurso. —Nunca hemos tenido una pelea real. Martina y yo somos unas muy buenas amigas; yo la quiero mucho, ya que es una niña, muy buena, dulce y de un corazón tan noble, que es imposible no quererla. Ella sería incapaz de dañar a nadie, mucho menos de insultar a otra persona. Kiara hizo una pausa mientras pensaba en cómo sería la mejor entonación, cuando Martina pensó que se estaba burlando en secreto por el guion. Si hasta ella está sorprendida de la sarta de tonterías que decía ahí, ¿cómo podría ella ser amiga de esa basura?
—No seas hipócrita. Kiara, sé muy bien que eres una basura de los barrios bajos y que solo llegaste a arruinar la vida de Camy, por eso ella. Por esa razón no ha dejado de llorar en días. Eres una arribista que solo sabe cómo robar lo que no es tuyo, una mujer que busca viejos ricos para sacarles dinero. No se te olvide que solo eres una hija adoptiva, que nunca serás una hija legítima como lo es Camy; tú nunca llevarás el apellido de la familia Cox. En poco tiempo serás regresada al basurero de donde te trajeron de los arrabales que te sacaron.
Keira solo estaba ensayando tranquilamente el guion y no esperaba ese arrebato de Mariana. Por lo cual realmente se sorprendió cuando escuchó todo eso salir de su boca; el secretario personal del Sr. Kendall se encontraba junto a ellas, así que escuchó de primera mano todo lo que se estaba diciendo en esa sala.
Keira sintió que había llegado el momento de ponerle los pies en la tierra a esta choca antes de que siguiera con esa actitud tan fuera de lo normal; o pagaría muy caro el estar metida en el fuego cruzado de los problemas entre ella y la familia Cox.
—Yo accedí amablemente a venir a ayudarte con este problema de la conferencia de prensa, para que limpiaras tu imagen, pero no vine a que me insultaras. Respondió con total naturalidad.
—No fui yo la de la idea de esta estúpida rueda de prensa; a mí no me importa lo que diga la vulgar gente, son personas que trabajan para servirnos a los que tenemos dinero que ellos.
—Martina, deberías aprender a controlar lo que sale de tu boca; no siempre es bueno solo hablar por hablar, todo lo que digas una vez que lo hagas, ya no las podrás volver atrás. Keira sentía mucho lo que estaba pasando, más por Martina. Pensó que podría redimirse, pero por lo visto ya estaba perdida.
—La que debería de pensar bien las cosas eres tú, que solo eres una adoptada en la casa de la familia Cox.
—Creo que todo este tiempo te ha tenido engañada; yo no soy la hija adoptada, Camy; es la hija adoptada; yo soy la hija biológica de la familia Cox.
A Keira hasta le dieron arcadas al decir eso, pero era realmente necesario que lo entendiera esta niña.
Mientras estas niñas discutían en la sala de prensa donde todos los periodistas estaban reunidos, había un silencio sepulcral. Pues nadie de dentro se había enterado de que por descuido había dejado encendido el sonido de la habitación donde se encontraban Martina y Keira.
Todos estaban escribiendo, grabando, enviando o haciendo algo debido a la conversación privada que acababan de escuchar.