Una chica que fue engañada por los miembros de su familia, así como otras familias poderosas en ese momento, para satisfacer y resguardar un gran secreto, que de salir a luz, podría causar un desastre, la llevaron con ellos, la engañaron y casaron. Pero no contaban con la gran codicia de una de las hijas de la familia principal que causaría la muerte de esta chica y de su hijo, por lo cual, algún poder sobre natural la deja regresar al pasado para poder resolver todo lo que en su primera vida lamento no hacer.
Ven y desvela los grandes secretos de Estas poderosas familias.
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ELLA ES MUY JOVEN AUN
Lidia Marsans echó un vistazo a la apariencia cómica que su hermano presentaba con su bata de hospital y le resultó imposible mentir y decir que lo encontraría atractivo; fue realmente tan divertido, pensar como Lucía y, como lo vio la chica, le fue imposible no soltar una fuerte carcajada…
—"Hermano, mejor ni sigamos discutiendo sobre si esa chica será atraída por ti, de verdad mejor mírate como te ves con ese pantalón del hospital que te llega a las rodillas y la camisa con las mangas a los codos, eres la cosa más cómica que he visto, no lo pensé antes, sino fuera porque estamos hablando de que quizás te haya gustado esa niña" —Lidia se reía tanto que se dobló de la risa y las lagrimas salían de sus ojos.
Mientras Izan estaba Estaba tan enojada con su hermana y consigo mismo, por no haber hecho nada antes de bajar, ni siquiera ponerse una bata encima; solo le faltó ponerse unas mini zapatillas de esas que dan en el hospital.
Pero quien se las pagaría con más ganas es con David, por no avisarle con tiempo que le ha dado su número personal de teléfono a la chica que le había ayudado. Por todos los cielos, esa chica solo la reconoció por su voz, porque si la hubiera visto claramente, es seguro que no hubiera olvidado esos bellos ojos color violeta.
Además de que tiene un carácter, dan ganas de cuidarla y no dejarla de proteger.
—"Hermana, ya cállate y deja de reír como loca y ayúdame a conseguir ropa adecuada para cambiarme; no puedo seguir con estas fachas, solo porque tú y mis padres me han mantenido encerrado en este lugar es que he tenido que usar estas ropas".
—"Está bien llamare a casa para que alguien envíe ropa adecuada y de tu talla para que puedas estar mejor y presentable para esa niña; no puedes ser su héroe con esas fachas de payaso". Liliana no paraba de reír aun cuando estaba al teléfono dando indicaciones a sus empleados en la mansión de sus padres.
Izan ya tenía un agudo dolor de cabeza, por estar con su hermana, pero no podía hacer nada, no quería que la niña. Lo veía de nuevo con esas vestimentas, que de verdad. Lo hacían parecer un ridículo payaso; ese no era él, un comandante de alto rango de grupos especiales del ejército; no, eso no lo representaba. Quien lo viera así, seguro haría lo mismo que su hermana, reír a mandíbula batida hasta llorar.
—"Hermano, he pensado que si le consigues una habitación mucho mejor podrías ejercer una presión indebida sobre esa joven", le aconsejó Lidia Marsans en un susurro. "A juzgar por cómo esta joven te ha escrito voluntariamente un pagaré, está claro que no quiere deberte ningún favor. Si les consigues una sala VIP, ¿cómo esperas que la joven pueda devolverte el favor? —
—"No necesito que ella me pague. Hablando de eso, ¡ella me dio su sangre! ¿Cómo podría pagarle por eso? Izan Marsans le respondió obstinadamente.
Dado que Amaranta Cid le había salvado la vida, ¡nada de lo que pudiera hacer para tratar de pagarle podría considerarse excesivo!
—"No tiene sentido que me digas todo esto. Debes considerar el estado mental de esa joven y sus sentimientos". —
Lleno de preocupación, Izan Marsans miró hacia la sala. Esa anciana estaba gravemente enferma. ¿Por qué no había un adulto de su familia presente?
Izan Marsans se paró en la entrada de la sala, debatiendo si debería o no entrar. Temía que, en lugar de ayudarlas como pretendía, podría no ser de ayuda en absoluto. De pie a un lado, Lidia le dio unas palmaditas en el hombro a Izan. —"Estaré fuera ahora. ¡Llámame si surge algo y tendré una palabra con el médico! —
—"Está bien, hermana. ¡Deberías ponerte en marcha, entonces para que consigas lo que te he pedido! —
Lidia Marsans se rió. ¿Por qué tenía la sensación de que su hermano pequeño se estaba enredando románticamente con esta chica? No. Ella debe haber tenido la vibra equivocada. ¿Seguramente esa joven no podría tener más de dieciocho años? Su hermano ya tenía veintiséis años, y en su condición actual, ¿cómo podría tener algún sentimiento romántico hacia esa niña de dieciocho años?
Mientras su hermana se debatía entre un mar de preguntas y dudas, Izan Marsans estaba en un dilema. Realmente quería ir a la sala. ¡Sintió el impulso de entrar allí y decirle a la pequeña Amaranta que no tuviera miedo, que él estaba aquí y que todo estaría bien! Que él la protegería. De repente, como si tuviera una conexión telepática con él, Amaranta pasó por un lado donde se encontraba Izan con su hermana, girando levemente su rostro para encontrarse con los ojos preocupados de Izan Marsans.
Se frotó las mejillas. ¿Había estado en el hospital durante demasiado tiempo?, ¿Su estadía en el hospital había apagado su sentido de la conciencia?¡Esto fue tan vergonzoso! ¡Su rostro se puso rojo carmesí! Izan Marsans estaba realmente sonrojado y confundido.
Amaranta. Caminó hacia la puerta. Sus ojos estaban rojos y todavía un poco hinchados por todo el llanto, y había un rubor delicado en sus mejillas parecidas a la porcelana; aun así, su bello rostro no perdía esa belleza natural, que desprendía una atracción sin igual.
—"Muchas gracias. Has sido de gran ayuda. ¡Si no hubiera sido por ti, no habría sabido qué hacer! —Frente a una hermosa joven que le agradecía tan profunda y sinceramente con una voz tan gentil y dulce, incluso el pequeño señor supremo generalmente arrogante Izan Marsans se sintió cohibido. Sus lóbulos de las orejas se pusieron ligeramente rojos, y su corazón latió tan rápido que sintió que iba a saltar por su garganta.
—"Tú, si emm… si de nada".—
Cuando Izan Marsans se escuchó a sí mismo soltar esas palabras, quería abofetearse. ¿Había perdido también la capacidad de hablar correctamente?
—"Me salvaste la vida una vez". ¡Si no fuera por ti, no estaría vivo en este momento, esto poco comparado, con lo que tú hiciste en aquella clínica rural por mí! —
Izan Marsans evaluó a Amaranta Cid de la cabeza a los pies. Era alta y delgada. Una mirada y él pudo notar que ella estaba desnutrida. Resolvió para sí mismo encontrar una manera de mejorar su salud. Después de todo, él había usado mucha de su sangre. —"Ambos somos Rh negativos, así que debemos ayudarnos mutuamente. Si no hubieras aceptado ayudarme, habría estado completamente perdido sobre qué hacer". —
Amaranta estaba sinceramente agradecida con Izan Marsans. Ella sabía que él era una buena persona.
—¿No eres un estudiante? ¿Por qué estás en Ciudad Capital? ¿Has dejado de ir a la escuela? ¿O la enfermedad de tu abuela se ha vuelto demasiado grave? —Izan hizo una serie interminable de preguntas, sin darse cuenta de que, en su corazón, ya había aceptado a Amaranta como parte suya.
Al darse cuenta de esa forma de reaccionar, Izan solo se eximió así mismo, pensado que estaba mostrando preocupación por uno de los suyos. ¿Qué tenía de malo eso?
Cuando Izan mencionó la enfermedad de su abuela Mary, las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Amaranta como cuentas de cristal de una cuerda rota.
Ahora, a Izan no le gustaban las chicas que lloraban. Reflexionó que eran una molestia.
Y cuando vio que Amaranta estaba llorando, fue como si tuviera dos pies izquierdos. Estaba completamente perdido sobre cómo reaccionar. Todo lo que podía hacer era recuperar un paquete de pañuelos de papel del bolsillo de su atuendo de hospital, sacar un pedazo de la abertura en el centro del paquete y entregárselo a Amaranta.
—"No llores. ¡Las lágrimas de una niña son preciosas! —
Izan Marsans nunca había consolado a una chica antes, y no tenía idea de cómo hacerlo. Pero al ver a Amaranta Cid llorar tan desconsoladamente, simplemente pronunció lo que se le ocurrió primero.
—"Si te sientes realmente triste y con el corazón destrozado, te prestaré mi hombro para que te apoyes un poco. ¡No es gran cosa!, ven a mí.
Levantando sus ojos llenos de lágrimas, Amaranta miró la cara de Izan Marsans.
De repente, dio un paso adelante, abrazó a Izan Marsans con fuerza alrededor de la cintura, se pegó la cara contra su pecho y gimió, derramando todo su dolor y angustia reprimida.
Era la primera vez que Izan Marsans había sido abrazado por una chica, y no tenía idea de dónde debía colocar sus manos.
Y no tenía ni idea de qué decir.
Rígidamente, colocó sus manos sobre la espalda de Amaranta y la palmeó suavemente, susurrando suave y suavemente: —"No tengas miedo. ¡Estoy aquí! —
—"Eres uno de los míos. ¡Te respaldo! — Izan respondió con mucha convicción.
Para Amaranta, este fue un momento de debilidad. No podía entender por qué se había vuelto tan débil en presencia de Izan Marsans…
Era como sí, pensó, tuvieran una afinidad natural entre sí. O tal vez fue porque parte de la sangre que corría por el cuerpo de Izan Marsans era en realidad suya.
Después de un tiempo, Amaranta se alejó del abrazo de Izan Marsans.
Levantó la cabeza y, luciendo un poco tímida, dijo: —"Gracias por el abrazo". ¡Me siento mucho mejor ahora! —Izan Marsans sintió que algo pesado se alejaba de su pecho.
Bajando la cabeza, miró la cara bonita y lisa de porcelana y de repente extendió la mano para acariciar suavemente la parte superior de la cabeza de Amaranta.
—"No tengas miedo. Estoy aquí para ti, cuanta conmigo para lo que necesites… —
Vio hacia Izan Marsans y dijo: —¿Has resultado gravemente herido? ¡Deberías volver a tu habitación y descansar! Esperaré a que mi abuela se despierte. Luego regresaremos a donde mi abuela y yo nos alojamos y recogeremos la libreta bancaria. Lo usaré para hacer un retiro de efectivo y devolver el dinero que te debo. —
Izan Marsans no respondió a Amaranta. En cambio, se acercó a la cama de la abuela, levantó una silla y se sentó.
Su hermoso rostro ya no tenía la expresión tímida e impotente que tenía antes.
—"Sobre el dinero, no hay prisa. Si tu abuela está realmente gravemente enferma, ¿te gustaría que te recomendara algunos médicos? —
—"¿Puedes hacer eso?"—, preguntó Amaranta. Observó felizmente a Izan y con total desapego, agarró las manos de Izan y le susurró: —"¡No debes mentirme! ¿De acuerdo? —
"¡Idiota!" Izan Marsans maldijo en silencio. ¡Todo lo que tenía que hacer era realizar una llamada telefónica, y todos los médicos del país hacían cola para esperar para tratar a la abuela de Amaranta!
—"¡No te mentiré!" — Izan sabia perfectamente que solo con un chasquido de dedos podía movilizar a más de 20 personas importantes de este país.
Amaranta estaba tan feliz que quería saltar de alegría. Sintió que podía ver la esperanza al final del túnel, esa luz que es difícil de alcanzar cuando se siente que ya no tienes ninguna salida. ¡Así que era realmente cierto lo que su abuela le dijo, que la bondad engendra bondad!
—¿Cómo puedo pagarte por tu amabilidad?"Todavía no sé tu nombre, pero de ahora en adelante, si hay algo que necesitas, de buena gana pasaré por el infierno y el agua para conseguirlo para ti". Amaranta fue tan rápida en su respuesta que no reflexionó en lo que estaba diciendo y ofreciendo o cómo lo podrían entender los oyentes.
Cuando Izan Marsans escuchó esto, tuvo la impresión de que lo que Amaranta Cid estaba diciendo era que, dado que no había otra forma en que ella pudiera retribuir su amabilidad por salvar la vida de la abuela, ¡se estaba ofreciendo a él como pago! El problema era… ¿Era realmente necesario el reembolso? ¿Realmente se iba a ofrecer a él? Olvídalo. Esta niña todavía era demasiado joven, demasiado verde. Sí. No, él no puede aprovecharse de alguien tan joven, solo porque están en problemas.
—"Estás haciendo demasiado con esto. No hay necesidad. A la luz de nuestra relación, ¿es realmente necesario pararse en tantas cortesías? —
Después de un tiempo, se levantó de la silla y le dijo a Amaranta: "Únicamente quédate aquí y descansa. Si surge algo, ve a la sala al frente, a la habitación 1101, y pregunta por mí. Búscame. Y ven a mí si alguno de los médicos o enfermeras es grosero contigo. ¿Está claro? —
Amaranta asintió y encaminó a Izan Marsans hacia el vestíbulo y después a las puertas del ascensor. Desde el interior del ascensor, Izan Marsans se despidió de Amaranta, quien se paró frente a él afuera de las puertas.
—"Deberías regresar ahora. Use la cama al lado de la de su abuela si está desocupada. Recuerda descansar". —
—"Está bien". —
Izan Marsans presionó el botón "Abajo" en el ascensor.
De repente, Amaranta reflexionó. ¡Este hombre había venido especialmente para ayudarla, y ella ni siquiera sabía su nombre! utiliza una mano para bloquear las puertas del ascensor.
—"¿Qué pasa? ¿Te duele la mano? —
Izan Marsans se aferró a la mano de Amaranta, examinándola cuidadosamente. Después de confirmar que ella no estaba herida, soltó su mano suavemente.
Levantando su rostro hacia él, Amaranta sonrió dulcemente y preguntó: "¿Cómo te llamas, me puedes dar tu nombre por favor?" —
— “IZAN MARSANS” —
—"¡Izan Marsans, lo recordaré! Gracias". —
Después de que las puertas del ascensor se cerraron, Izan comprobó su reflejo en el espejo. ¿Había sufrido algún problema en su recuperación?
De lo contrario, ¿por qué más se sintió tan febril? ¿Y por qué su rostro estaba tan sonrojado? Y su corazón. ¿Por qué estaba latiendo tan rápido?
Reflexionando sobre esto, Izan regresó a su habitación. Una vez que entró, Lidia le torció la oreja.
—"¡Izan Marsans, déjalo ir!, ¿no me acabas de decir que no estás interesado en esa joven?" Y entonces, ¿qué vas a hacer? ¿¡La abrazas!? ¿Y acariciar su cabeza? ¿Y tomarse de la mano? ¡Izan!, te estás volviendo más audaz con la edad. ¿Cómo podrías siquiera pensar en tener algo con una chica tan joven…? —
Izan Marsans miró ferozmente a Lidia.— "Digo, mi querida hermana, tienes una mente sucia. Tengo ¡VEINTICINCO AÑOS! Si realmente tuviera diez o quince años más que esa joven, ¿qué me haría eso? Eso haría que yo sea un viejo sucio. Me haría un… ¡malo culpable de uno de los diez crímenes más atroces e imperdonables! —
Lidia Marsans miró largo y tendido a Izan Marsans. Ella era su hermana. ¿Cómo podría no saber cuándo su hermano pequeño tenía las pelotas calientes por alguien?
El punto era… que su pequeño hermano, señor supremo, nunca había estado interesado en el tipo de niña sana tan común como la chica de al lado. Entonces, ¿por qué señaló a esta joven? ¿Qué vio él diferente en ella?
En el pasado, en lo que respecta a los tipos de chicas como la de al lado, siempre había estado incómodo a su alrededor, incluso si estaban parados a más de un metro de distancia de él, ¡y mucho menos pensar en encerrarla en su abrazo!
—¡Deja de hablar basura! Eres unos siete u ocho años mayor que esa niña. ¿Cómo te convertiría eso en un tipo malo culpable diferente de uno de los diez crímenes más atroces e imperdonables? De hecho, la diferencia de edad entre ustedes es perfecta: Tú, siendo mayor, serías considerado y la trataría como una princesa, y ella, siendo más joven, correría tu alrededor porque la consentirías. —
—"¡Detente allí mismo, allí mismo, no continúes!" —Izan Marsans gritó.
—"Querida hermana, eres realmente una profesional cuando se trata del arte de la escritura creativa, tejiendo historias tan elaboradas de la nada. Entonces, dime, cuando conocí a esa joven por primera vez, estaba semi consciente; y cuando nos vimos la segunda vez, yo estaba en esta ridícula bata. Dímelo tú. Si estuvieras en sus zapatos, ¿me encontrarías atractivo? —
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Que bueno así podrás defender de todo y de todos que se quieran pasar de listos con ella.
y mejor aún ella te escucha. y no lo toma a mal