Leya es obligada por su madrastra a casarse con el hijo de los Foster, Edgar.
El joven de 33 años se esconde del mundo después del engaño de su futura esposa.
Sin embargo Leya descubre la verdadera identidad de Edgar...
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18: Sarah lo sabe
Leya tuvo qué sacar toda la ropa del armario y dejar todo limpio después de traspasar todas sus cosas a la habitación de Edgar.
Habían tres habitaciones más que estaban vacías, pero Edgar sabía que Sarah iba a sospechar aún más si ambos dormían en camas separadas ya que su hermana era capaz hasta de ir en habitación por habitación buscando pescarlos con su engaño.
Leya terminó de acomodar su nueva ropa en la parte del armario que Edgar dejó libre y bajó hacia la cocina curiosa.
Edgar estaba cocinando.
Ella sintió cómo él aroma entraba por sus fosas nasales.
—Dios mío, huele tan bien!
—Que bueno qué estás aquí, ven, necesito que seas mi conejillo de indias... —Agarró la cuchara de madera y agarró un poco — Dime si sabe bien.
Leya se acercó y probó la comida.
— Ésta salsa está deliciosa.
Edgar sonrió.
— Gracias.
La puerta sonó.
—Debe de ser mi hermana —suspiró—.
—No te preocupes, iré yo.
—Espera.—Edgar pasó su pulgar por la comisura de los labios de Leya que habían quedado manchados con salsa.
Leya pestañeo y observó por un momento a Edgar que estaba actuando dulcemente. Esto le hizo ponerse nerviosa.
—Iré a abrir.
Y yendo rápidamente se dirigió a la puerta. Al abrirla se encontró con la cara sería de Sarah.
—Ya era hora...
—Bienvenida- dijo Leya con amabilidad —.
Sarah sonrió.
— No pienses qué caeré tan fácil con tu lado dulce, nena. -al pasar se giró hacia ella — Creo qué fuí muy dura anteriormente y quisiera disculparme aunque al final tenga razón.
Leya cerró la puerta.
— Vá a ser así eh? Está bien, lo entiendo, Edgar me contó sobre ti. -se cruzó de brazos - Sin embargo yo no te tengo que demostrar nada y tampoco tengo que preocuparme por lo que pienses.
Edgar apareció viendo a su hermana y a Leya charlando mirándose una a la otra.
— ¿Todo bien?-las miró a las dos -.
Leya sonrió y se dirigió a Edgar agarrándolo del brazo y girandolo hacia la cocina.
—Nada de que preocuparse cariño. ¿Ya terminaste de hacer tu obra maestra?
—Qué dices... sólo es fideos y salsa...
—¡Igual necesito comerlo cuánto antes sino moriré de hambre!
Edgar rió mirando a Leya hasta que desaparecieron de la mirada de Sarah.
—Interesante...
Edgar gritó desde la cocina.
—Sarah!! ven a comer!!
Sarah lentamente se hizo presente en la cocina. Leya estaba sentada al lado de Edgar, y había un plato en frente de ellos.
Sarah se sentó, mirando a Leya y a Edgar comer en silencio.
Sarah aclaró la garganta mientras se servía.
—Dime Leya. ¿Eres hija única?
Leya alzó la mirada del plato. Tragó lo que tenía en la boca y se puso derecha . Miró su plato mientras hablaba.
—Soy hija única, pero tengo dos hermanastras.
—¿Es por parte de madre o ..?
—Mi padre se casó de nuevo al morir mi madre. Luego me dejó con ellas.
— Oh vaya, me imagino que te llevas bien con ellas. —observó a Edgar que la miraba seriamente—.
—No. Ellas simplemente me vendi...—tragó saliva— me hicieron ser su sirvienta.
—Vaya, tal y cómo un cuento de hadas -dijo abriendo la boca sarcásticamente y mirando a Edgar -. ¿Está es la parte qué vives feliz con tu príncipe? Tengo más curiosidad ahora, ¿Cómo fue qué se conocieron? Edgar me dijo qué se enamoraron pero quisiera detalles de ese día...—torció su boca - por favor no digas qué perdiste tu zapatilla en una fiesta.
Leya sonrió algo molesta.
—No, no soy de ir a fiestas -miró a Edgar mientras esté miraba a su hermana - nos conocimos en... — Leya observó a Coco entrar corriendo a la cocina — en la perrera.
—En la perrera?
—Así es. Creo que no te contaron sobre esto, el señor y la señora Foster habían obligado a Edgar a salir para qué eligiera una mascota.
Sarah observó a Edgar.
—¿Una mascota?¿Por qué no me lo contaste?
— ¿Porque te lo iba a contar? Tú no estabas ni siquiera en el país...-dijo indiferente mientras comía -.
— Ambos elegimos el mismo perro. -continúo diciendo Leya- Obviamente Edgar sé quedó con él. Lo necesitaba más. Pero, tus padres me dejaron visitar a Coco y ... empezamos... a vernos muy seguido... y nos enamoramos.
—¿Enserio? ¿El perro se llama coco?-dijo en tono de burla -.
—Asi es- dijo Edgar-.
Sarah miró por debajo de la mesa al perro que estaba al lado de Leya.
—¿Y porqué parece estar más con ella?
— Favoritismo tal vez— dijo Edgar levantando los hombros-Lo ignoro.
—Ya...
Estuvieron un rato en silencio comiendo sin que Sarah volviera a preguntar algo. De vez en cuando Edgar la observaba pensando en qué podría estar planeando.
—En fin...— Leya bostezó — yo ya terminé aquí... — Todos mantenían el plato vacio- ¿Alguien comerá más?
Sarah y Edgar se negaron.
—Entonces lavaré los platos...- empezó a juntar los platos -.
—No es necesario Leya, lo haré yo.-dijo Edgar sujetando su muñeca -.
—No, tú ya has cocinado, déjame hacerlo.
Sarah se paró también.
—Lo haré yo .
Leya la observó sonriente.
—No, tu eres una invitada Sarah. No podemos dejar que hagas tal cosa.
— No es tanto, puedo hacerlo.— le agarró los platos — Es lo mínimo qué puedo hacer ya que vine a destrozar su tranquilidad.
Edgar la miró.
— Si insistes.
—No creo que una invitada...— Edgar la agarró del brazo—.
— Vamonos...Buenas noches Sara, tú habitación ya está limpia y ordenada, es la penúltima del pasillo, opino qué te acordarás dónde está.¡Coco!
El perro ladró y se fue siguiendo a los dos.
Empezaron a subir las escaleras hasta la habitación.
—¡Espera Edgar!
Edgar hizo caso omiso y la llevó hasta su habitación en donde la soltó y esperó a que Coco entrara para cerrar la puerta y quedarse apoyado en ella.
Suspiró hondo.
—Sabes, no tienes idea de lo que estoy sintiendo ahora. - Bajó la cabeza - Nunca le he mentido a mi hermana. Somos unidos... ¿Crees qué se haya creído esa historia?
—¿La verdad?No.
Edgar le tiró una mirada enojada.
—Fue tu idea.
—Si lo sé, pero... vamos, quién se creería una historia como esa?—alzó a Coco en sus brazos — bien parece una historia de cuentos de hadas.
Suspiró y fue al armario.
—Como sea, mañana tendremos qué madrugar. Hablé con mi padre ayer, el está entusiasmado para qué empecemos a trabajar en la empresa.
— Ah... eso... -se llevó la mano hacia la frente - nunca me enseñaron a trabajar en una empresa... ¿Qué se supone que voy a hacer?
— No te preocupes, ya elegí lo qué haremos. Mi padre es el director, así que puede darnos cualquier trabajo.
Leya lo miró en silencio. Edgar se sacó la camisa.
—Oye...
—¿Si?-Edgar giró hacia Leya -.
Está sin poder evitarlo recorrió con su mirada el cuerpo de él.
—M-me pido el lado izquierdo de la cama.
Edgar sonrió.
—Está bien amor.
Siguieron conversando sin enterarse que detrás de la puerta Sarah había escuchado todo mientras sonreía maliciosamente.
—Vaya par. -susurró antes de volver a bajar las escaleras lentamente y en silencio - Y aún así seguirán ocultando qué todo es parte de un plan... -suspiró- En fin, tendré que encargarme yo sola para saber de qué se trata... Edgar no me lo contará.
Llegó a la cocina y empezó a fregar los platos.
—¿Será que planea al fin la venganza contra Miranda? Eso me encantaría verlo.-sonrió-.
suerte ...
..para no ir allí.