Viviana Smith, ha estado enamorada de Tomás Jhonson desde su primer año en la universidad, fue para ella amor a primera vista, lastimosamente el solo tiene ojos para su novia Kendall, vivían se ha resignado, está segura que nunca va a tener una oportunidad con él, pero debido a una trampa puesta por Jeimy su mejor amiga y hermana de Tomás, ellos terminan casados, durante varios meses Vivían sufre por los desplantes y desprecios de Tomás, pero un día, después de un fatal accidente, ella decide olvidarse de él marcharse lejos, pero jura vengarse de las personas que le hicieron daño y acabaron con lo más preciado para ella.
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Capítulo 12
Vivían.
Siento como alguien me mueve insistentemente y frunzo el entrecejo.
— Señorita Vivían, señorita Vivían. — Escucho que me llaman y frunzo aún más mi ceño. — Señorita Vivían despierte por favor. — al escuchar aquello abro mis ojos y miro a Carmen delante de mi.
— ¿Qué pasa Carmen? — pregunto y al verla arrodillada en el piso la miro con ojos abiertos, entonces me doy cuenta de que yo estoy sentada en este. ¿ Dormí en el piso? ¿ Qué pasó anoche? Siento un punzante dolor de cabeza y llevo mi mano a esta, hago un esfuerzo y trato de recordar lo que pasó anoche.
haber, yo estaba en mi cuarto bebiendo el vino y... Lo sucedido la noche anterior pasa por mi cabeza como una película y trago en seco
¡Dios que estupidez cometí!
Qué bajo caíste Vivían, me regaño a mi misma.
— ¿ Qué hora es ? — le pregunto mientras intento colocarme de pie, al sentir un fuerte mareo, Carmen me sostiene por la espalda. — Gracias.
— Son las 8:30 señorita.
— ¡Santo cielo llegaré tarde al trabajo! — Exclamó e intento correr a mi habitación pero por poco me caigo debido al mareo, nuevamente Carmen me ayuda.
— Señorita, yo no creo que pueda ir a trabajar hoy. — comenta ella pero me niego rotundamente a faltar al trabajo por culpa de una resaca.
— No, Carmen, no puedo hacer eso. _ digo y entramos a la habitación. — Tú prepárame un café bien cargado, olvídate del desayuno. — ella asiente aunque se que no está de acuerdo conmigo, me meto al baño y me doy una ducha rápida, luego elijo rápidamente mi outfit. Un vestido semi ajustado al cuerpo, de mangas cortas y color magenta, me llega hasta las rodillas, elijo unos zapatos de tacón cerrados en la punta, color beige, al igual que mi cartera, y por último, cadena, aretes y anillo de color dorado.
No me he peinado y tampoco maquillado, eso lo hago en el taxi, bajo con pasos apresurados por las escaleras y voy a la cocina, Carmen ya me ha preparado el café.
— Sirvelo en el termo termico, por favor. — le pido, ella así lo hace y me lo entrega. — Gracias, nos vemos más tarde.
Las puertas del ascensor se abren y salgo apresurada de este, voy hacia mi puesto y le sonrió a Pamela.
— Buenos días, ¿El señor Salvatierra? — pregunto mientras saco la tablet de mi cartera.
— Ya está en la oficina, pregunto por ti, creímos que no ibas a venir por lo de tu malestar. — me responde.
— No, solo se me hizo tarde, pase una mala noche. — digo y camino hacia la oficina del señor Salvatierra, tocó la puerta y escucho un " Pasad"
Abro la puerta y entro al lugar.
— Buenos días señor, lamento la tardanza. — me disculpo, él me mira serio, pero no parece estar molesto.
— ¿ A qué se debe su retraso señorita Smith?
— Tuve una mala noche y me quedé dormida tarde. — miento sintiéndome fatal.
— ¿ Fue debido a su problema digestivo?
— Si, así es. — esto es vergonzoso pero prefiero que crea que pase toda la noche en el baño, a decirle que pase toda la noche tirada en el piso llorando porque mi esposo me rechazó.
— ¿ Y se siente bien en estos momentos? — indaga y asiento. — Señorita Smith yo aprecio la eficiencia de mis empleados, el sentido de responsabilidad, el compromiso con la empresa y su trabajo, de igual manera también aprecio que estos cuiden de su salud, si usted se siente mal puede faltar al trabajo y luego traer su excusa médica sin ningún problema. — dice y asiento.
— Lo entiendo, y gracias por su preocupación pero le aseguro que ya estoy mucho mejor. — digo, el me mira en silencio por varios Segundos y luego suspira.
— Muy bien, entonces comencemos con nuestro trabajo, tome asiento, debemos organizar algunos detalles de la reunión de mañana con los accionistas. — dice, hago lo que me pide y comenzamos a planificar todo.
— ¿Qué te hizo que ? ¡Pero que imbécil! — mientras Exclama Jeimy aprieta con fuerza el tenedor, estamos disfrutando de nuestra comida en la hora del almuerzo, ella me había llamado a media mañana, sospecho que Carmen le contó a la señora Caroll de cómo me había encontrado está mañana, y está a su vez se lo dijo a Jeimy, y aquí estamos ahora, le acababa de contar lo que pasó el día y la noche anterior. — De verdad que aveces creo que a Tomás le lavaron el cerebro o no sé, tal vez la tipa le hizo algún trabajo extraño, ya tu sabes de eso amarres de los que habla María.
Frunzo el entrecejo al escuchar aquello.
— Dudo mucho que la sofisticada Kendall se preste para esas supersticiones. — digo pinchando un poco de mi salmón. — Tomás solo está enamorado, no justifico que me halla tirado al piso, pero el que me haya rechazado, si, al fin y al cabo, jamás debi hacer lo que hice, fue tan estúpido y humillante.
— ¡Ay, amiga, no digas eso! Ya no te trates así, solo jugaste una carta y no te resultó, no te atormentes más por eso. — dice tranquila. — Yo tengo la plena seguridad que un día de estos todo va a cambiar, solo ten paciencia.
Suspiro y mastico mi comida sin ganas, miro a mi amiga quien sonríe muy optimista y debo decir que eso me enoja un poco, no sé si de verdad ella se cree todo lo que me dice.
— La verdad Jeimy, yo no creó que esto cambia algún día. — digo y ella frunce el entrecejo. — Yo creo que lo mejor que puedo hacer para tener tranquilidad en mi vida es divo..
— ¡Ni sé te ocurra! — Exclama en voz alta, todos los comensales nos miran y ella sonríe apenada. — No vuelvas a decir semejante estupidez, ¿Entiendes? No puedes rendirte Vivian, no puedes tirar la toalla de esa manera. — ella suspira y toma mi mano. — Sé que ahora estás dolida, con el orgullo herido, pero ya verás que prontos pasara, solo dale tiempo al tiempo, no se te ocurra tomar una decisión tan drástica en este momento. — me suelta la mano y me sonríe con cariño, sonrió y asiento, no porque este de acuerdo con ella, más bien, solo para dejar el tema, por ahora.
Los días pasaron rápidamente y así el día de la exposición a dónde tenía que acompañar al señor Salvatierra llegó. Son las 8:30 de la noche, el evento comienza a las 9:30 y el señor Salvatierra viene por mí a las 9:00, acabo de llegar a la casa de la peluquería donde me hicieron un peinado y me maquillaje, yo sé maquillarme, y hacerme uno que otro peinado bonito, pero como es el primer evento al que acompaño a mi jefe, quiero verme muy bien.
Me doy una ducha, relajante, con cuidado de no dañar, mi maquillaje, ni mi peinado, luego me coloco la ropa interior y al final mi outfit: un vestido ajustado al cuerpo, de tirantes, con escote corazón, pero tiene una pequeña aventura triangular en el medio del escote, es de color vino tinto y me llega un poco más abajo de la rodilla, con una abertura al lado que llega hasta la mitad del muslo, unas sandalias bastante altas plateadas, y accesorios del mismo color no tan llamativos, el peinado consiste en una trenza tejida, a medio lado, que termina amarrada en una coleta baja, el cabello lo ondularon en la parte de la coleta y unos mechones de adelante quedan sueltos, el maquillaje es un poco más cargado de lo habitual, cejas perfectamente pintadas y perfiladas, en mis párpados tengo una sombra negra con glitter dorados y un poco de vino tinto, un delineado de ojos sencillo y labios pintados del mismo color del vestido.
Miro la hora en mi reloj, 8:55 justo a tiempo. Tomo el pequeño boslo de mano plateado y salgo de la habitación.
— Se ve muy hermosa señorita. — me dice Carmen, le sonrió sintiéndome un poco apenada, pero agradecida por su halago
— Gracias. — Justo en ese momento mi celular suena lo saco de mi bolso y lo respondo rápidamente.
— Hola señor Salvatierra, ya estoy lista.
— Muy bien, llegó en dos minutos.
— Perfecto. — La llamada se cuelga y guardo el teléfono.
— Bueno, Carmen ya viene por mí, cierra todo bien y descansa, yo me llevo las llaves, así que no te preocupes. — le digo, ella asiente.
— Que tenga una bonita noche señorita.
Le sonrió, mirándola un poco extrañada.
— Es trabajo Carmen,.no es como si fuera a una cita, o algo así.
Ella sonríe.
— Uno nunca sabe. — Comenta, sonrió y muevo la cabeza de un lado a otro. ¿ Qué se supone que significa eso?
No le doy más importancia al comentario de Carmen y me asomo por la ventana dándome cuenta que el señor Salvatierra acaba de llegar en su majestuoso auto.
— Bueno, ahora si, hasta luego. — me despido y salgo del lugar.
bendiciones