Desde que era niña, siempre soñé con tener mi propia familia: un refugio donde sentirme segura y rodeada de personas que me amaran. Sin embargo, ese anhelo parecía inalcanzable, ya que crecí en un orfanato, un lugar donde las sonrisas eran escasas y el tiempo para los demás aún más. Me sentía invisible entre aquellos muros grises. Todo cambió el día en que cumplí la mayoría de edad; ya no podía quedarme allí. La directora del orfanato me ayudó a conseguir un trabajo en una empresa, sin imaginar que ese sería el comienzo de mi verdadera desgracia. Esta es la historia de mi vida, una travesía marcada por el amor y la traición
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Capitulo IX Una oportunidad
Los primeros rayos del sol se colaron suavemente por la ventana, llenando la habitación con una luz cálida y una calma casi mágica. Cristina despertó sintiendo los fuertes brazos de su jefe rodeando su cintura. Por primera vez estuvo tan cerca de él que podía tocar la firmeza de su pecho, sólido como una roca que parecía invitarla a apoyarse sin miedo.
Su corazón comenzó a latir con fuerza, mientras un calor intenso subía hasta sus mejillas. La respiración se le volvió pesada, como si el aire se negara a llenar sus pulmones por completo.
"¿Ya estás despierta?", preguntó Enrique, su voz más grave y ronca de lo habitual.
"Sí", respondió Cristina, esforzándose por ocultar los pensamientos prohibidos que bullían en su cabeza.
"No quiero que este momento termine", confesó Enrique, sin atreverse a moverse ni un centímetro.
"Entonces no dejemos que termine", replicó ella, aferrándose con delicadeza a sus brazos.
Por primera vez en mucho tiempo, Cristina sintió que estaba a salvo. Las pesadillas que solían invadir sus sueños se disipaban en presencia de Enrique. Decidió entonces darse una oportunidad para vivir algo bello junto a él, aunque sabía que era un riesgo. Sus mundos eran muy diferentes y las barreras sociales parecían insalvables para construir algo serio.
"Te prometo que no te arrepentirás de esta decisión", dijo Enrique sin darle tiempo a pensar, subiéndose sobre ella y clavando su mirada en los ojos claros de Cristina. "Eres realmente hermosa".
Sus labios se unieron en un beso suave y tierno. Cristina respondió con torpeza; era la primera vez que alguien la besaba.
"Lo siento", murmuró ella tímidamente. "Este es mi primer beso".
La confesión dejó a Enrique sin palabras. Nunca habría imaginado que una joven tan hermosa no hubiera sido besada antes.
"¿En serio?", preguntó incrédulo.
"No tendría por qué mentir sobre algo así. Pero si no me crees, mejor dejamos esto aquí y como si nada hubiera pasado", dijo Cristina, sintiéndose herida por la desconfianza de Enrique. Solo quería ser sincera con él.
"No tienes que tomarlo así", se disculpó él bajando un poco la guardia. "Es difícil creer que una mujer tan hermosa nunca haya sido besada".
"Hay muchas cosas que aún no sabes de mí. Respondió ella. "Por eso siento que es muy pronto para empezar una relación".
Enrique calló sus palabras con otro beso apasionado.
"Yo te enseñaré todo lo que debes saber sobre el amor. Solo déjate llevar", susurró antes de besarla nuevamente. "Pero ahora es hora de volver a la ciudad; tengo muchas cosas que organizar".
Sabía que debía detenerse antes de perder el control por completo; lo último que quería era apresurarla o hacerla sentir incómoda.
Dejó a Cristina recostada en la cama mientras entraba al baño para refrescarse bajo el agua fría. Antes llamó al chófer para que le enviara ropa limpia tanto para él como para su secretaria.
Una hora después, un helicóptero aterrizaba suavemente en el helipuerto y de él descendía el chófer de Enrique, con el pedido de su jefe listo.
Una vez entrego el pedido de su jefe, el hombre regreso al helicóptero para esperarlos.
"Aquí tienes algo de ropa para que estés más cómoda", comento Enrique entregándole una bolsa de boutique a Cristina.
"No debiste molestarte, podía llegar a mi apartamento y ahí cambiarme". Respondió Cristina apenada.
"Eres mi novia y por ende nada te faltará ya te lo había dicho".
"Gracias, pero no quiero que pienses que acepte estar contigo por tu dinero", Cristina hizo silencio buscando las palabras adecuadas para no ofender a Enrique. "Prefiero comprar yo misma mis cosas".
Era mejor dejar las cosas claras y evitar malentendidos, al menos eso pensaba Cristina. Sin embargo, para Enrique las cosas eran diferentes, pues él pensaba que por el solo hecho de ella ser su novia él debía proveerle todo lo que ella necesitara.
"Hablamos de eso luego, ve y cámbiate que quiero llevarte a desayunar a un lugar especial". Enrique no quería entrar en una nueva discusión por la terquedad de Cristina.
Ella fue directo al baño y después de unos minutos salió de este lista para irse con Enrique. Él había pedido que le llevarán un vestido casual y a la vez elegante, pero que al mismo tiempo fuera cómodo, él sabía que ella no estaba acostumbrada a lo extravagante. "Te ves hermosa". Halago Enrique acercándola a él.
"Gracias, usted también se ve muy guapo, aunque en realidad siempre se ve así", respondió con inocencia Cristina.
"¿Entonces me has estado observando desde hace tiempo?", pregunto Enrique con picardía.
"A decir verdad lo noté desde el primer día que te vi, pero el Todopoderoso Enrique Sarmiento ni volteo a verme". Respondió Cristina rodando los ojos.
"Lo importante es que ahora me tienes loco por ti algo que muy pocas pueden decir".
Cristina arqueó una ceja y se rio de forma burlona, soltándose del agarre de Enrique tomo sus cosas y salió de la habitación, Enrique no sabía que había dicho de mal y es que él no estaba acostumbrado a tener tacto con las personas, él decía las cosas tal cual las pensaba sin tomaste la molestia de pensar si lo que hacía no lastimaba a nadie.
Frustrado salió detrás de Cristina y cuando la alcanzó le tomo la mano dejando claro que ella era de él, pues los hombres presentes la miraban admirados despertando sus celos.
"Tenemos que aprender a comunicarnos", comento Enrique mientras avanzaban hacia el helicóptero.
"Eres demasiado egocéntrico, realmente te crees irresistible". Dijo de vuelta Cristina.
"Tú lo dijiste hace rato, te fijaste en mí apenas me viste. Así que irresistible si soy".
"Pareces un adolescente".
"Si, un adolescente enamorado".
Cristina volvió a rodar los ojos ante la actitud de Enrique, nunca antes en el año que lleva trabajando con él lo había visto portarse así. "Si los que te conocen te ven con ese comportamiento estoy segura de que no te reconocerían".
Enrique detuvo su andar quedando frente a frente con Cristina. "Está faceta mía solo la verás tú, nunca antes me había portado así con nadie. Así que aprovecha que de verdad me gustas".
Tras decir aquellas palabras Enrique beso los labios de Cristina para luego continuar con su camino, ella no tenía ni idea de lo que había despertado en él y aunque el camino era incierto ellos solo querían vivir el romance de aquella relación.