En está historia veremos a una joven, dispuesta hacer lo que sea para salvar la vida de su mamá, pero, ¿Qué pasará con ella, si en el proceso se enamora? Los invito a leer.
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Cap. 13
— Hijo de puta, yo amaba a Jazmín.— dijo Eykel exasperado. Lo agarró por el pecho, dispuesto romperle la boca, pero el encargado de la seguridad y el editor, evitaron que sucediera.
El joven salió del lugar lleno de rabia. Si antes le desagradaba la idea de trabajar con esa modelo, ahora más después de saber que era tan importante para su rival.
Maicol regresó a la agencia, muy disgustado, no logro su objetivo, aunque no todo fue negativo, su novia iba a ser la modelo.
Sorimar lo vio llegar y lo notó mal humorado, decidió hablar con él. Tocó la puerta de su oficina, estaba abierta, se asomó cuidadosamente.
— ¿Podemos hablar? — preguntó la chica.
— Sí, por supuesto, pasa, te iba a llamar.
— ¿Paso algo, por qué estás tan molesto?.— indagó la Señorita.
— Estoy bien, vas a ser la modelo de esa revista. Con esa edición te dará a conocer dentro y fuera del país, esa revista es la más relevante del momento.— explicó desanimado.
—¡Qué bueno!, ¿pero por qué tienes esa cara?.
— No pasa nada, mañana es la primera sesión de fotos.
— ¿Tan pronto?— preguntó sorprendida.
— La revista cuenta con diversas secciones de fotos, y poco tiempo para terminar la edición.
— Bien.
— Cariño, voy a hablar con mi papá.
Ella salió para continuar con sus labores, y él se dirigió a la oficina de su progenitor. Entró al lugar, el señor Miguel al verlo se emocionó, con esperanza de haber podido resolver el asunto. Le contó todo lo que había pasado, fue algo difícil de explicar.
— ¿Pero por qué aceptaste?, tanta espera fue inútil, eligen la modelo de nuestra agencia y no estamos incluidos en nada.— expresó el señor, con impotencia.
—Lo hice por Sorimar, quiero que sé de a conocer en la industria del modelaje.
— Te entiendo, esa muchacha se merece ser grande y eso es una oportunidad.
Ciertamente, no fue fácil para el joven aceptar que la agencia quedara en tercer plano, siendo la modelo de dicho.
Pasaron las horas sin contra tiempo. Maicol invitó a su prometida a cenar en su hogar, todavía ella no conocía a la señora Green, por esa razón, aceptó emocionada, iba a conocer a su suegra.
No todo era emoción, para algunas personas. Eykel estaba en su habitación acostado, llegó de la agencia y no pasó a ver a su madre, acción impropia en él. Alguien le tocó la puerta, era la señora Cáceres.
— ¿Hijo, puedo pasar?
— Por supuesto, mamá. — dijo con voz apagada. Se quedó en la misma posición.
— Extrañé tu visita.— dijo la señora acomodándose a su lado.
— Perdón que no pase a verte, pero no estoy en mi mejor momento.
— Me imagino cariño, tu papá me contó lo que pasó con la revista Galantys. Eykel, entiendo que odies a los Greens, pero esa modelo no pertenece a esa familia.— explicó su mamá.
— Es como si lo fuera. El maldito de Maicol me recordó que soy el culpable de lo que paso con su hermana.
— ¡Hijo!, te lo he dicho muchas veces, tú no eres culpable de nada, ellos son los verdaderos culpables.
— Quizás él tiene razón.
— ¡Mírame!, han pasado ocho años desde la muerte de Jazmín, tienes que superar lo que paso, tú no tuviste la culpa.
El joven recordó todo lo que paso en el pasado.
Eykel Cáceres y Jazmín Green, eran dos adolescentes de dieciséis años, totalmente enamorados. Un día, se escaparon del colegio para ir a un motel y empezar sus actividades sexuales, esa práctica se volvió rutina. Tenían sexo una y otra vez sin protección y sin pensar en las consecuencias.
Así pasaron los meses, un día, la adolescente le confesó al jovencito que sospechaba de un embarazo. Fueron al hospital y efectivamente estaba embarazada. Eykel siempre fue muy responsable, habló con sus padres y les contó lo que estaba sucediendo. Ellos le brindaron todo su apoyo, a pesar de que todavía era un niño antes sus ojos.
Los padres de Jazmín, no reaccionaron de la misma manera. Le dijeron a su hija que era muy joven para tener hijo y menos con Eykel Cáceres. Los Greens odiaban a esa familia, por tener más éxito y ser más próspero que ellos.
Sabiendo la situación que se avecinaba, encerraron a la jovencita por varios días. El chico, desesperado por saber lo que sucedió, intentó acercarse ella, sus padres le negaban acceso. Una tarde, decidió entrar a escondidas a su habitación y la encontró acostada, tenía un semblante pálido y lucía cansada.
Él entre llantos juro que la iba a sacar de ahí, pero para sus desgracias, Maicol lo encontró y empezó a llamar a sus padres. El señor le gritó fuerte mientras lo sostenía por el pecho, que jamás volvería a ver a su hija. Eykel jamás se dio por vencido, pero no podía comer, no podía dormir, únicamente pensaba en su novia y su hijo.