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Encanto Mercenario

Encanto Mercenario

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Colegial dulce amor / Equilibrio De Poder / Secretos de la alta sociedad / Amor-odio / Romance
Popularitas:269
Nilai: 5
nombre de autor: AmericanWidow

Rein Ji Won, la inalcanzable "Reina de Hielo" del Instituto Tae Son, es la heredera de un imperio empresarial, y por lo mismo un blanco constante. Su vida en la élite de Seúl es una jaula de oro, donde la desconfianza es su única aliada.

​Cuando su padre Chae Ji Won regresa de un viaje de negocios que terminó en secuestro, trae consigo un inesperado "protegido": Eujin, un joven de su misma edad con una sonrisa encantadora y un aire misterioso que la intriga de inmediato. Rein cree que su padre solo está cumpliendo una promesa de gratitud. Lo que ella no sabe es que Eujin es un mercenario con habilidades letales y un contrato secreto para ser su guardaespaldas.

​La misión de Eujin es clara: usar todo su encanto para acercarse a la indomable heredera, infiltrarse en su círculo y mantenerla a salvo.

​En el juego del lujo, las mentiras y el peligro, las reglas se rompen.

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Capítulo 20: La Vida Simple de una Nueva Oportunidad

...El Santuario Escondido...

El viaje a Busan fue un torbellino de emociones, una huida en la noche que se sintió como un descenso a la clandestinidad para la élite de Seúl. Rein, Eujin, Dae Kim, Han Kyeong-Hwan y el Señor Chae Ji Won viajaron en varios vehículos discretos, sus vidas enteras reducidas a unas pocas maletas y la promesa de un futuro incierto. La noche los envolvió, y con ella, la sensación liberadora de la invisibilidad.

La suerte, o la astucia de Eujin, jugó a su favor. Años atrás, cuando el Señor Chae Ji Won se había interesado en el bienestar de Eujin y sus abuelos, le había ayudado a ocultar el verdadero paradero de su familia. En los documentos oficiales y bases de datos, la dirección registrada de Eujin apuntaba a un pequeño pueblo agrícola en el lado opuesto del país, un lugar remoto y sin importancia. La ubicación real, en las afueras de Busan, era un secreto bien guardado. Esta estratagema, concebida para proteger la privacidad de los Abuelos Min Song, ahora se convertía en su mayor escudo.

—Eun Chaewon tardará en encontrarnos aquí —dijo Eujin, su voz tranquila, mientras su pick-up tomaba un camino rural poco iluminado, flanqueado por campos de arroz y el aroma salobre del mar—. En los registros, Busan no existe para mí.

Yuna Lee, su leal amiga y ahora su espía en el corazón del imperio de Chaewon, los había ayudado a llegar. Su presencia era un bálsamo, un recordatorio de que no estaban solos. Yuna había conocido a Eun Chaewon a través de su círculo social, y tenía una leve sospecha de su crueldad.

—Una amiga mía salió con Chaewon hace años —confesó Yuna, su rostro sombrío—. Ella terminó la relación con un ojo morado y una historia confusa de "caerse por las escaleras". Nunca pude confirmarlo, pero siempre sospeché que él la golpeó. Es un sociópata. No se detendrá ante nada.

El testimonio de Yuna solidificó su determinación. Ella se ofreció a ser su contacto en Seúl, su espía en la élite.

—Me quedaré dos días para ayudarles a instalarse —dijo Yuna—. Luego volveré a Seúl. Seré sus ojos y oídos. Podemos comunicarnos de forma segura a través de un canal cifrado que Eujin me ayudará a configurar, pero evitaré las llamadas directas. Y los visitaré los fines de semana. Y no se preocupen por el dinero. Tengo algunos ahorros secretos, y puedo ayudar con los gastos de la investigación.

Rein la abrazó, conmovida por la lealtad incondicional de Yuna.

—Gracias, Yuna. Esto significa todo.

—Somos amigas, Rein. Y me encanta que me debas un favor.

...La Bienvenida del Exilio...

Cuando llegaron a la granja de los Abuelos Min Song, la noche ya había cedido a la pálida luz del amanecer. El aire fresco y el canto de los gallos eran un contraste brutal con el asfalto y el ruido de Seúl.

El Abuelo Min, alertado por Eujin de su inminente llegada (y con una historia inventada sobre una "retirada temporal por estrés"), los recibió en la puerta. Su rostro arrugado se iluminó con alegría al ver a su nieto y, sorprendentemente, a Rein.

—¡Eujin-ah! ¡Señorita Rein! ¡Qué sorpresa tan agradable! ¿Y quiénes son todas estas admirables personas que los acompañan? —preguntó el abuelo, su voz llena de calidez.

Eujin presentó a los demás, minimizando la gravedad de la situación.

—Abuelo, ellos son mis socios. Han Kyeong-Hwan, mi asistente. Yuna Lee, una buena amiga de Rein. Y el Señor Chae Ji Won, el padre de Rein, Dae Kim que es un amigos senador. Han venido a ayudarme con un proyecto de trabajo importante y relajarnos un rato en el campo.

El Abuelo Min, con su bondad innata, no preguntó demasiado. Solo vio a un grupo de gente cansada que necesitaba un hogar.

—¡Bienvenidos todos! Mi casa es humilde, pero tiene espacio para todos los que busquen paz.

El abuelo los guio al interior. La casa, un tradicional hanok, era modesta pero acogedora, llena del aroma a madera vieja y a las hierbas secas de la abuela.

—Rein y Eujin, ustedes compartirán la habitación más grande. Está al lado de la mía, para que la abuela los tenga cerca —dijo el abuelo, con un guiño a Eujin que hizo a Rein sonrojarse.

—Y el Señor Chae, el Senador Kim y el joven Han... —dijo el abuelo, haciendo una pausa.

—Por favor, llámame Chae —intervino el Señor Chae, conmovido por la sencilla calidez.

—¡Bien! Chae y los otros dos jóvenes, ustedes compartirán la habitación de invitados. Es pequeña, pero las camas son cómodas.

Dae Kim, acostumbrado a las suites presidenciales, tragó saliva, pero asintió. Cualquier cosa era mejor que el escarnio público de Seúl.

—Y Yuna, querida, esta noche dormirás con Rein. Eujin puede dormir en el sofá de la sala. Es cómodo, ¿verdad, Eujin?

—Muy cómodo, Abuelo —respondió Eujin, con una sonrisa. La perspectiva de dormir en el sofá por unos días mientras Yuna estaba en la casa del abuelo no le molestaba en absoluto. Era parte del plan.

...Manos en la Tierra y Corazones Tocados...

El primer día en la granja fue un choque de mundos. La rutina de Seúl, las reuniones, los flashes de las cámaras, los trajes de diseñador, todo se desvaneció ante la realidad del trabajo manual y la vida sencilla.

Eujin, al amanecer, ya estaba ayudando a su abuelo con el huerto, sus manos fuertes y expertas removiendo la tierra. Vestía una ropa de trabajo sencilla, y el sol le daba un brillo a su piel. Era la imagen misma del hombre que Rein había amado antes de la caída.

Dae Kim y el Señor Chae observaban desde el porche. El Señor Chae, con su elegancia innata, parecía absorto, una nostalgia en sus ojos al ver a Eujin trabajando la tierra.

—Nunca pensé que vería a mi yerno en estas labores —murmuró Chae, con una media sonrisa.

De repente, el Señor Chae, impulsado por una emoción que no esperaba, se levantó.

—No me voy a quedar aquí sentado. ¡Eujin! ¡Muéstrame cómo se hace! Mi padre también tenía un pequeño huerto.

Se quitó la chaqueta, se arremangó la camisa y, para sorpresa de Dae, se unió a Eujin y al Abuelo Min en el huerto. Al principio torpe, pero con cada pala de tierra, una sonrisa genuina aparecía en su rostro. Se sentía algo feliz, liberado del peso del imperio.

Dae Kim, sin embargo, permaneció en el porche, bebiendo café y consultando su teléfono.

—No, gracias. El trabajo pesado no es mi vocación. Prefiero los discursos y los tratos. Esto no es divertido.

Mientras tanto, dentro de la casa, Rein y Yuna cuidaban a la Abuela Min, que estaba sentada en su sillón, envuelta en una manta. La abuela, en un momento de lucidez, empezó a hablar, su voz suave y llena de recuerdos.

—Oh, ese viejo gruñón de mi marido... siempre tan serio. Pero era el hombre más honesto que conocí. Nos conocimos en el mercado de Busan. Él era pescador, yo vendía mis verduras. Me regaló un ramo de flores silvestres. Y me dijo que no podía vivir sin mi sonrisa.

Rein y Yuna escucharon, conmovidas. La historia de amor de los abuelos era simple, pura y llena de una belleza que contrastaba con la complejidad de sus propias vidas.

—¿Y así fue su historia? —preguntó Rein, sus ojos suavizados por la ternura.

—Sí, así. Lucha. Perdón. Y mucho amor. Mi esposo... él es mi hogar.

Yuna, la cínica mujer de Seúl, se encontró con una sensación cristalina en sus ojos. La historia de la abuela, el amor inquebrantable de una vida, la golpeó de una manera profunda.

—Necesito algo así en mi vida —murmuró Yuna, sintiendo un anhelo que no sabía que tenía.

Rein la miró, comprendiendo. Ambas, a pesar de sus vidas de poder y ambición, compartían el mismo deseo de una conexión profunda, de un amor tan real como el de los Abuelos Min Song.

La granja de Busan no era solo un refugio; era un catalizador para sus almas, un lugar donde las verdades más simples se revelaban. La lucha en Seúl era por esto: por la oportunidad de construir un amor tan puro y duradero como el de la raíz que habían encontrado en aquel pequeño pueblo.

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