¿Qué pasa cuando un personaje de novela antigua transmigra al mundo moderno? Esta es la divertida historia de una villana adaptándose al progreso. Es como invitar un neandertal a casa
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Explorando el entorno
¡Oh sí! Esto sí que era vida. Sumergida en la lujosa bañera llena de burbujas 🫧 en aquella deliciosa agua tibia con la exquisita fragancia de las rosas; sentía que casi había valido la pena morir, perderlo todo y venir a este mundo. Analizado fríamente la situación no estaba nada mal. Parecía que sus nuevos padres la adoraban. Por lo que había visto era hija única, no se había mencionado a ningún hermano. Tenía una casa de ensueño y un cuarto precioso.
Salió de la relajante bañera renovada y olorosa como un jardín en primavera. Comenzó a explorar cada rincón. Se había traído a su nuevo baño los productos del hospital pero descubrió que en un pequeño armario había un paquete de papel higiénico sin estrenar y otro con tres, pues el cuarto observó, estaba colocado en su puesto. Cerca de aquel maravilloso invento que su nueva madre había dicho que se llamaba taza. Este baño era mil veces más bonito que el del hospital. Las paredes estaban vestidas hasta el techo con un material parecido al piso pero más liso y brillante de color blanco. En el medio tenía a toda la redonda una franja delgada con un patrón repetitivo muy atractivo, como de cinco centímetros aproximadamente, que añadía un toque especial a la decoración de aquel espacio.
Y hablando de decoración, unas bonitas y elegantes repisas flotaban dispersas sobre el tanque de la taza, con luces de colores por debajo. En ellas se encontraban pomos de champú, acondicionador, desodorante, talco con su mota peludita, varios tipos de perfume, unos frascos en cuyas etiquetas se leía crema hidratante para manos, pies o todo el cuerpo. Había otro cepillo de dientes y pasta dental. Peine y unas cosas extrañas que ni idea para qué se empleaban, pero ya lo averiguaría (Se refería a la secadora de pelo y la plancha). Continuó su exploración en otro armario. Allí encontró numerosos pomos que decían gel de baño o jabón líquido, también había numerosas pastillas de jabón 🧼 sólido y en la parte superior de la estantería bien dobladas, habían como cinco toallas. Se sintió feliz tenía muchas cosas. No obstante, este baño no tenía cortina en su lugar había una puerta de cristal de corredera. Esto le encantaba. La alfombra del piso era mullida y suave frente al gran espejo. Lo que era aquí había completado sus pesquisas. Se envolvió en una toalla y pasó a la habitación contigua.
Fue a lo que su nueva madre llamó vestidor, allí habían colocado la llamada maleta, pero ni la abrió. Encontró un interruptor y el espacio se iluminó. ¡Guao! Esto era de lujo. En la pared de la derecha había un espejo desde el piso hasta el techo. Esto hacía que el lugar pareciera más grande de lo que realmente era. En la pared contraria estaban tres palos atravesados de lado a lado y de ellos colgaban todo tipo de ropas bonitas, pero extraña para ella, por los llamativos colores y texturas de las telas. Y ni qué decir de los atrevidos diseños. Encima de estos palos estaba un piso donde vio, dos maletas y una caja. Eso lo revisaría después, por debajo de la ropa se encontraban dos divisiones más. Estas contenían diferentes tipos de zapatos. De la pared larga colgaban cosas de las que todavía no sabía el nombre, ni su uso (mochilas, carteras, gorras, monederos y cintos), a la altura de sus caderas habían dos pequeñas repisas flotantes. Una con joyas muy finas y delicadas, algunas eran hasta desconocidas (reloj de pulsera) y la otra con cosas al parecer para ponerse en el pelo. En el medio de estas repisas había lo que parecían dos gavetas. Las abrió, una contenía ropa íntima y pequeña de la que su madre le puso en el hospital. Había de varios colores y diferentes diseños. Escogió unas de color azul metálico. Nunca en su vida vio un azul como este. La toalla quedó olvidada a sus pies. Abrió por pura curiosidad la otra gaveta allí encontró unas cositas transparentes muy bonitas. Aquello estaba lleno de lacitos, encajes y chispitas luminosas, pero apesar de su ignorancia comprendía que aquello debía usarse cuando estuviera sola. La guardó donde mismo como si aquello quemara. Eran evidentemente piezas hechas para seducir.
Miró a todas partes de aquel espacio y el equilibrio y la armonía reinaban. Concluyó que la Dalia original debió ser una muchacha muy ordenada con un gusto estético excelente. Tomó unas sandalias descalzadas con tiritas finas llenas de piedritas brillantes, se las probó. Eran cómodas, bonitas y elegantes. Le encantaron. cerró las gavetas y fue a por la ropa. Escogió sin desordenar nada, un vestido similar al que le puso su nueva madre para salir del hospital. Cuando iba a dejar el vestidor reparó en otra repisa flotante. Esta estaba cerca de la puerta de entrada por eso no reparó en ella antes. Había debajo de esta repisa una banqueta tapizada con tela color ladrillo, y por encima una luna de espejo. Sonrió, a la dueña de este cuerpo original también parecía que le encantaban los espejos. Haló la banqueta y se sentó frente al mismo era perfecto. Sobre esta repisa se encontraban números crayones de diferentes colores y varias cajitas con sombras para ojos y base para la cara. Esto sabía cómo usarlo, ya lo había aprendido con su nueva madre en el hospital. Se aplicó un maquillaje ligero.
Aprovechando la banqueta bajó la caja. Dentro encontró unos libros que contenían papeles asombrosos (fotografías). No sabía cómo se llamaban, pero aquello era extraordinario. Al principio no entendió muy bien de qué se trataba, pero viendo la imagen de la señora maga y de su padre y también la suya; comprendió que aquello era como un diario ilustrado de la Dalia original. Desde que era bebé hasta la actualidad. Con qué magia, habían sido capturados, esos instantes felices de la vida de la chica que ahora suplantaba, no por elección propia. Empezó nuevamente desde el principio. Esta vez con más calma. Ante sus ojos se exponía el alma de la Dalia original. Se preguntó qué había sido de ella. Le parecía ahora tan cercana. Cerró con cuidado y cariño aquellos libros y volvió a colocarlos donde estaban. Un sentimiento de nostalgia se instaló en su pecho. Mirando todas aquellas cosas que realmente no le pertenecían se sintió una intrusa. Unas lágrimas surgidas del respeto y el agradecimiento hacia aquella otra muchacha le corrieron por el rostro.
Recogió del piso la toalla que antes había dejado caer. Se secó las lágrimas traidoras y respiró profundo. Bien, hora de seguir. Lo que era aquí, había terminado. Apagó la luz y cerró con decisión la puerta del vestidor. Se enfrentó al nuevo espacio que ahora era su cuarto y con la toalla todavía en sus manos se preguntó a sí misma. ¿Si yo fuera la verdadera Dalia, dónde pondría mi diario en esta habitación? Junto a la ventana había una mesa con varios papeles, algunos libros y una cosa de metal cuadrada que pesaba bastante, considerando el tamaño que tenía (Laptop). Reparó en una especie de búcaro, donde estaban expuestos como al descuido, palitos de madera de diferentes tamaños y colores con puntas afiladas; también allí había otras cosas que no supo identificar, pero al abrir uno de los libros encontró adentro una de aquellas cosas. Lo tomó en las manos y sin querer apretó algún tipo de mecanismo diminuto, pues salió una punta; más curiosa que nunca la tocó y al resbalársele el dedo notó que le había dejado una marca azul. Volvió a repetir la misma operación esta vez a propósito y ocurrió lo mismo.
Tomó aquella especie de libro y en una página en blanco hizo un trazo. Bueno, misterio resuelto. Esto era para escribir, una especie de pluma muy sofisticada, así que por asociación los palitos de madera también servirían para lo mismo. Para estar segura tomó uno e hizo la prueba, en efecto no se equivocaba. Ahora sólo había que averiguar el nombre y listo. Sonrió satisfecha de sí misma. Su exploración se vio interrumpidas por la voz de su madre. Una tristeza inmensa la invadió. Esta pobre mujer probablemente no volvería a ver a su hija, como tampoco ella volvería a ver a su madre. Con el corazón apretado y lágrimas quemando el borde de sus ojos respondió.
- Ya voy mami. - Miró a todos lados. Era hora de centrarse ahora era Dalia. Todavía no tenía todos los elementos de esta chica y se sentía una intrusa invadiendo su espacio íntimo, pero allá afuera habían dos padres que la creían su hija y para ella la familia era sagrada. Se miró al espejo que se trajo del hospital y que aquel amable hombre que ahora era su padre, tuvo la gentileza de colgar para ella donde quiso. El reflejo le devolvió un rostro tan bonito y a la vez tan desconocido todavía, pero mirando a esos ojos oscuros como los misterios de la noche hizo una promesa. Dalia dónde quiera que estés sé feliz yo cuido de tus padres. Lo prometo. Alzó la frente se giró y fue al encuentro de sus nuevos progenitores. La exploración tendría que esperar. Ahora reunirse con la familia era lo más importante en ese mundo.
de raros como su amiga que a pesar
de todo va por su meta de acostarse con Mario le gusta
los villanos será que ella se lo quede lo amarre?