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PROYECTO QUIMERA: El Despertar

PROYECTO QUIMERA: El Despertar

Status: En proceso
Genre:Futuro / Sci-Fi / Juego del gato y el ratón / Amor-odio / Pareja destinada / Mundo de fantasía
Popularitas:746
Nilai: 5
nombre de autor: Mary Kastlex

En un mundo dónde el sol es un verdugo que hierve la superficie y desata monstruos.
Para los últimos descendientes de la humanidad, la noche es el único refugio.
Elara, una erudita con genes gatunos de la élite, vive en una torre de privilegios y olvido. Va en busca de Kael, un cínico y letal zorro carroñero de los barrios bajos, el único que puede ayudarla a encontrar el antídoto para salvar a su pequeño y moribundo hermano.

NovelToon tiene autorización de Mary Kastlex para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 11: Un nuevo descubrimiento

UN silencio gélido llenó la sala. La sentencia estaba dictada.

—¿Qué propones, Pretor? —preguntó la matriarca del Consejo.

—El secretismo es primordial —respondió Valerius—. Un pánico o una revuelta en La Fosa al enterarse de que poseemos tal excedente de tecnología sería... indeseable. He formado una unidad de operaciones especiales: los Espectros. Tres de mis mejores agentes, equipados para operar en la superficie por tiempo indefinido.

Una nueva imagen apareció en el holograma: un vehículo elegante y oscuro, de aspecto depredador. Era un Interceptor clase-Persecución, mucho más rápido y avanzado que cualquier reptador de carroñeros.

—Nuestros sensores de largo alcance han detectado las firmas de energía anómalas de las baterías robadas dirigiéndose hacia el Mar Seco. El Interceptor puede alcanzarlos en cuatro ciclos. La misión de los Espectros es simple —Valerius miró directamente al Consejero Theron, sus ojos grises desprovistos de cualquier compasión—. Recuperar los activos. Y eliminar a la traidora y a todos sus cómplices. No debe haber testigos. El honor del Capitel debe ser limpiado.

El Consejo asintió. La cacería estaba autorizada.

Más tarde, el Consejero Theron caminó por los pasillos de su hogar, ahora vigilado discretamente por los guardias de Valerius. Entró en la habitación de Liam. El niño dormía, ajeno a la tormenta que había desatado su enfermedad y el amor desesperado de su hermana. Theron se sentó a su lado, el peso de su elección aplastándolo. Para salvar su propia posición y el frágil orden del Capitel, había asentido. Había firmado la sentencia de muerte de su propia hija.

                  ***

A cientos de kilómetros de distancia, bajo los primeros y letales rayos del sol, el sudor picaba en los ojos de Jax mientras luchaba frenéticamente con el eje de dirección roto del reptador.

—¡Ya casi está! —gritó, su voz tensa por el pánico.

Elara observaba el horizonte desde la boca de la cueva que no podían alcanzar. La línea de fuego solar se arrastraba por la llanura de sal negra, devorándolo todo a su paso, acercándose a ellos como la hoja de una guadaña. El tiempo se había acabado.

Y en la lejana oscuridad detrás de ellos, sin que lo supieran, un depredador mucho más rápido y decidido acababa de empezar a cazar.

***

El calor golpeó primero, una pared invisible que les robó el aliento. La línea de luz solar avanzaba por la llanura, un tsunami de fuego silencioso.

—¡No voy a lograrlo! —gritó Jax, su voz quebrada por el pánico mientras luchaba con el eje roto—. ¡Necesito más tiempo!

Era una sentencia de muerte. Elara miró a Kael, buscando un último plan milagroso. Pero en el rostro del superviviente, por primera vez, vió perfilarse una viva desesperación

—¡Muevanse! —rugió Kael, su voz llena de histeria—. ¡Lleven el agua y el artefacto! ¡Corran hacia esas cuevas!

Era una orden fútil, un último acto de desafío contra lo inevitable. Rhea ya se movía, agarrando una mochila, con el rostro impasible de un soldado que acepta su destino. Orion murmuró una oración.

Fue entonces cuando Kael hizo lo impensable. En lugar de correr, caminó y se paró frente al reptador, de cara al sol naciente. Un acto de sacrificio final.

—¡Kael, no! —gritó Elara.

El primer rayo de sol puro y letal superó el horizonte.

La luz la cegó. La tripulación se encogió, preparándose para el dolor y el fin. Se escuchó el siseo de la sal negra sobrecalentándose.

Pero el grito de agonía de Kael nunca llegó.

***

Elara, temblando, forzó sus ojos a abrirse. Y lo que vio desafiaba toda lógica.

Kael estaba de pie, envuelto por la luz asesina. No ardía. En lugar de quemarse, su piel expuesta comenzó a brillar con un tenue destello dorado. Apenas visible, como polvo de oro bajo la piel, una red de finísimos patrones hexagonales, como el rastro fantasmal de unas escamas, apareció y onduló, no bloqueando la luz, sino dispersándola, convirtiendo la furia del sol en un inofensivo resplandor.

Miró sus propias manos, flexionando los dedos bajo la luz directa, con una expresión de absoluto y puro asombro. No sentía dolor. Sentía... una extraña resonancia, como el calor de una hoguera sobre la piel, pero sin la quemadura.

El shock duró solo un instante. El peligro para los demás era real e inmediato.

—¡CÚBRANSE LOS OJOS! ¡AL SUELO! —rugió, su voz sonando extraña en el aire abrasador.

Su instinto de líder se apoderó de él. Corrió hacia el compartimento de carga del reptador, arrancó las pesadas mantas térmicas, y en una hazaña de fuerza y velocidad desesperadas, se lanzó hacia su tripulación. Justo cuando la ola de calor letal estaba a punto de alcanzarlos, él llegó, arrojando la pesada lona sobre Elara, Rhea, Jax y Orion.

Fueron sumidos en una oscuridad repentina y sofocante. Oyeron la manta chisporrotear al recibir el impacto directo del sol. Estaban a salvo.

Desde el interior de su refugio improvisado, Elara se asomó por una pequeña abertura. Vio a Kael, una silueta solitaria en el infierno blanco y brillante de la llanura, corriendo de vuelta al reptador para cubrir el motor expuesto y así evitar que explotara.

Su piel brillaba con ese casi imperceptible tono dorado. La imagen se grabó a fuego en su mente: un hombre de pie, solo, en un mundo que ardía a su alrededor. No era un milagro. Era biología. Una herencia imposible, quizás… una herencia de Quimera.

A doscientos kilómetros al oeste, el Interceptor de los Espectros se deslizaba sobre la llanura de sal como una cuchilla de obsidiana.

Al mando, Kass, el Gen-Hyaena, soltó una risa entre dientes. —Imagínalos ahora, cocinándose en su lata. Una pena. Me hubiera gustado jugar un poco.

A su lado, Drako, el coloso Gen-Lacerta, observaba el rastreador, sus ojos de reptil parpadeando lentamente. —Señal. Fuerte. Están parados —alerto.

En la estación de pilotaje, una mujer joven y esbelta ajustaba los controles con una gracia tranquila. Su cabello, de un suave color castaño arena, caía liso sobre sus hombros. Al girarse para informar, reveló unos ojos de un verde intenso y sorprendente, un marcado contraste con sus rasgos delicados. Era Zaira, la Gen-Cuniculus.

—Rumbo fijado, Pretor Kass —dijo, su voz tan suave y refinada que parecía una caricia—. La firma de energía de las baterías es inconfundible. El objetivo está inmóvil, en campo abierto. El amanecer los alcanzó.

Kass se relamió, su sonrisa mostrando demasiado los dientes. —Qué tontos. El sol hará nuestro trabajo. Apresurémonos, equipo. Quiero recoger lo que quede de nuestro valioso equipo... y de la traidora. A ver si los huesos de una erudita crujen de forma diferente.

***

El día se convirtió en un purgatorio. Atrapados bajo la pesada lona térmica, el mundo de Elara, Rhea, Jax y Orion se redujo a un espacio oscuro, sofocante y del tamaño de una tumba. El único sonido era el pitido del sol sobre la lona, un recordatorio constante del infierno que les esperaba a solo unos centímetros de distancia, y el eco de sus propias respiraciones, tensas y superficiales.

Jax fue el primero en romper el silencio. —¿Lo visteis? Simplemente... se quedó ahí parado. Como si estuviera tomando un paseo. No es natural.

—No fue natural —corrigió Rhea, su voz era un susurro lleno de una nueva y extraña reverencia—. Fue divino.

Elara permaneció en silencio, su mente corriendo a una velocidad febril. Divino no. Biológico. Buscó en su memoria los textos prohibidos, las genealogías de los Prototipos-Gen. Había fragmentos, pasajes censurados que hablaban de linajes "Supremos", experimentos que no solo buscaban la supervivencia, sino la dominación del entorno. Experimentos que intentaron integrar el ADN no solo de animales, sino de las Quimeras más poderosas.

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Kennedy Colina Dominguez
buenísimo e impecable/Casual/
Kennedy Colina Dominguez
la temática es interesante 👏👏
Marina Caffroni: Sigue los otross capitulosss plissss🥰
total 1 replies
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