Amor Forzado.

Isabella tuvo una conversación con Inés y se vio en la necesidad de crear una historia convincente para que ella no se sintiera preocupada. Así que, con mucho cuidado, le explicó que había conocido a un hombre del cual estaba profundamente enamorada y que había tomado la decisión de casarse con él. Le insistió en que no debía preocuparse por ella. Sin embargo, Inés, actuando como cualquier madre amorosa, no pudo evitar sentir un gran temor por la situación. Se mostró muy preocupada y le suplicó a Isabella que no se fuera.

¿Por qué pareces esconderme algo, mi niña? dijo Inés, con lágrimas brotando de sus ojos.

Por favor, no llores por mi culpa. Confía en mí, abue Inés. Estoy bien y, muy pronto, regresaré aquí. Solo necesito que te cuides mucho y te prometo que te enviaré cartas, respondió Isabella, mientras un nudo se formaba en su garganta y un profundo dolor le oprimía el pecho. La abrazó con fuerza, intentando transmitirle su amor y apoyo.

Está bien, contestó Inés entre sollozos. No quiero ser la causa de tu tristeza. Pero, por favor, solo prométeme que regresarás con ese hombre y me lo presentarás como corresponde. Su llanto era palpable, reflejando la angustia que sentía en ese momento tan crítico.

Gracias, abue Inés, confía en mí volveré lo prometo.!_ dijo Isabella, mientras Inés le daba su bendición con sus malos temblorosas.

Ines aún seguía en cama así que fue Sonia y la madre de ella la llevaron al aeropuerto donde ya la estaban esperando unos hombres y Rubén la miraba de lejos como se despedía de Sonia ente lágrimas cargando una maleta con lo poco que Inés ya le había dado.

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...Alessandro......

Recibí una llamada de mi padre en la que me solicitaba que regresara a casa con urgencia. Ante esa situación, decidí tomar el primer avión disponible que me llevara de regreso. Al llegar, me encontré con mi madre esperándome. Soy plenamente consciente de que no son mis padres biológicos, pero a pesar de eso, siento una profunda gratitud hacia ellos. Después de todo lo que han hecho por mí, han actuado como si fueran mis verdaderos padres. Su amor y dedicación han sido invaluables en mi vida.

¡Hola, hijo! Me alegra muchísimo verte de nuevo, comentó Amalia, la madre de Alessandro, con una sonrisa cálida en su rostro.

Hola, madre. Mi padre me pidió que regresara de inmediato. ¿Qué ha pasado? ¿Te sientes bien? ¿El doctor te ha dicho algo? preguntó Alessandro, preocupado. Recordaba que, hace unos meses, su madre había luchado contra el cáncer, y esa experiencia lo había dejado muy inquieto.

“No se trata de eso, hijo, hay algo más profundo,” dijo Amalia, con una expresión de preocupación evidente en su rostro.

En ese instante, Dante hizo su entrada en la sala, manifestando una seriedad palpable en su rostro duro y marcado.

“Buenas tardes, hijo. Me alegra mucho verte. Has realizado un excelente trabajo en el extranjero y sabes muy bien que necesito un sucesor. Para ello, es imprescindible que te cases con una buena mujer, alguien que esté a la altura del apellido que llevamos,” afirmó Dante, mientras posaba su mano en el hombro de Alessandro con una mezcla de paternalismo y exigencia.

“Padre, no tengo a ninguna mujer con quien considerar un matrimonio,” respondió Alessandro, dejando escapar un suspiro que denotaba su frustración.

Eso lo sé, por eso me he encargado de todo. He encontrado a una mujer que es perfecta para ti y la familia y mañana mismo se celebrará la boda. Cuanto más pronto, mejor; nuestra gente necesita conocer a una familia estable para que, cuando yo deje el puesto, no haya la menor duda sobre la continuidad de nuestro legado. Dante sonrió al pronunciar estas palabras.

Sin embargo, Alessandro, visiblemente alterado, respondió: ¡Pero padre, mañana es demasiado pronto! No la conozco, ¿cómo puede ser esto posible?

Alessandro, hijo mío, espero que no busques ningún tipo de excusa. Eres consciente de que he depositado todas mis esperanzas en ti. Aunque no compartas mi sangre, llevas en ti mi inteligencia y mi apellido. Dijo Dante, manipulando a Alessandro, ya que sabía que su hijo no se opondría a sus deseos debido al respeto y agradecimiento que le tenía.

Alessandro, miró a su madre, no podía oponerse, ellos eran todo para el y no podía defraudarlos, así que acepto el matrimonio.