[Una historia Omegaverse/ABO con varios arcos que ire subiendo, es principalmente BL pero tiene una pequeña parte Yuri pero ya avanzada la historia. Hay OmegaxOmeg, AlfaxAlfa, BetaOmega]
Suni, un joven Omega que tenía todas las características de un Beta, un carácter peculiar, y una esencia tan débil que nadie notaba que era un Omega con el que hablaban.
A él no le molestaba en realidad, tampoco es que ocultará el hecho de que era un Omega , gracias las peculiaridades de su cuerpo había podido trabajar en lo que eligió y ser como quisiera, convirtiéndose en una clase de terapeuta y consejero de parejas.
El era como un Omega sin identidad, con un aspecto que lo hacía indeseable, probablemente a su familia le molestase lo inusual de su fisiología, porque siendo honestos, el había sacado provecho de sus aparentes carencias como Omega.
Pero los planes y la casualidad no se llevan.
Y viendo la vida de Suni, vemos cómo esta se entrelaza con otras parejas y personas.
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9. Encarando los canones
Como Alfa, sin duda un deseo inherente a su naturaleza, era por demás natural anhelar ver y tener cerca con el Omega que compartiera un vínculo. Sin duda, esta clase de uniones imponían sentimientos demandantes e íntimos en aquellos que nacían en la cima de la pirámide de clases. En otras palabras, la distancia podía ser dolorosa,
Por supuesto, no todas las uniones germinaban en algo tan determinante y profundo: habían algunos de Alfas que elegían unirse a varios, particularmente aquellas personas que no tenían un cariño particular hacia quien era su pareja.
Era lógico, en el caso de Park Shin, que buscara nuevamente a su ex pareja al serle negado cualquier tipo de información.
La madre de Suni llevaba años queriendo saber sobre Hye, tarea imposible debido a su hijo, quien le impedía acceder a cualquier información, incluso impidiendo que la Alfa entrara a la que fuera su casa cuando decidía ir en persona.
Su paciencia se acabó, después de casi seis años de no poder ver a Hye.
Para Suni la aparición de su madre en su actual situación era algo realmente inoportuno, especialmente sabiendo los desarrollados sentidos de la Alfa, algo característico en su familia. Era evidente, pues, que la mujer percibiera inmediatamente el cambio en el cuerpo de su hijo.
La discusión entre Suni y su madre fue inmediata. La mujer en un principio estaba profundamente impresionada, aunque confundida con lo sucedido.
Suni escuchaba las críticas en silencio sin dejar que sus ojos vacilaran, evitando el conflicto, como era natural en su personalidad. Su padre temblaba ante la presencia de su Alfa.
—¿Qué harás ahora? —cuestiono Shin con dureza—. Es evidente que no tienes a tu compañero, debo decirte que no soy yo la que te juzgará. ¡Ni si quiera puedes cuidar de ti mismo! —Espetó la mujer con su expresión carente de amabilidad—. Supongo que sabes que tu carrera y trabajo ya no valdrán para ti Suni, con lo inestable que has sido es claro que fue un error permitir que fueras a la universidad —Sentenció Shin con sus ojos azules fijos.
Suni deseaba ignorarla cómo siempre, pararse y enfrentar a las duras palabras, como había hecho tantas veces en el pasado; pero sabía que sus emociones, en especial las profundamente negativas, podrían tener consecuencias en su estado.
—No me digas que pretendes ocultarlo...¿Acaso lo abandonaras?, no me sorprendería con lo desinteresado que has sido con todo en tu vida —continuó, con cierta amargura en su voz—. La verdad me impresiono que terminaras una carrera con honores, supongo que demerite tus habilidades —La mujer se acomodó un cabello de un peculiar color entre castaño y rubio detrás de su oreja, continuando con un suspiro antes de que Suni pudiese decir algo. Finalmente cruzó sus manos, colocándolas sobre la oscura y lustrosa superficie de madera de la mesa.
El Omega más joven rechinó los dientes sintiendo la acida furia posarse en su mente.
—¡TÚ...! —Su brazo es sostenido firmemente cuando iba a levantarse por su padre, quien niega suavemente con la cabeza y busca tranquilizarlo, Suni se sentó cediendo, pero bastante ansioso.
Su padre en cambio, volvió a pararse firme, y con la ira depositándose lentamente al escuchar las palabras de la Alfa, a pesar de su natural dulzura, mantuvo su vista al frente, como aquella vez que rechazó a Shin.
—Error o no, sea como sea que haya pasado, es su vida, y mientras él sea feliz con eso es suficiente. Park Shin ya no tienes derecho a decir o hacer nada con las decisiones de Suni, te recuerdo que ya no soy nada tuyo: yo decido si lo que hace mi hijo es correcto o no.
Hye se alejó de la amplia mesa del comedor donde estaban sentados y abrió la puerta señalando con su mano.
—Te invito a retirarte —Su voz suave vaciló ante de—Y yo, yo era el que no quería verte: Suni solo siguió mis deseos —Se mordió el labio intentando darle firmeza a sus piernas que flaquean por el dolor oculto, aunque visible para él, en los profundos ojos azules de Shin.
Hye se mordió el labio para no llorar, ni seguir el impulso de retractarse en sus palabras. La Alfa iba a objetar la orden de quien fuera su Omega, cuando este, vuelvió a mirarla a los ojos con triste resignación.
—Ya no quiero verte más Shin, por favor...no quiero escuchar nada —El hombre respira hondo—: Vete —término en una voz aguda y contenida.
Si alguna vez Hye se planteó perdonar a Shin, habiendo tantas veces imaginando que su pareja volvía y su familia regresaba a lo que fue, ese lazo se resquebrajó en ese instante: El amor que siempre conservo por Shin, ese día se quebró imperceptiblemente.
Un evento pero trágico e irreparable.
Alguna vez tuvo la esperanza de ver a su pareja sonriéndole en la puerta, y poder iniciar otra vez, por más largo que fuera el camino.
Pero él amaba a su hijo sobre todo, incluso más que así mismo. Aún más que quien imagino como el amor de su vida.
Si la soledad nacida de un interminable anhelo, de la nostalgia de manos bien conocidas, y que alguna vez fueron indulgentes y devotas, era un precio por la felicidad de su hijo, lo pagaría.
Cada día de su vida.
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Suni al ver a su padre desafiar a su propio Alfa, le pareció que el cuerpo sumamente pequeño y débil de Hye, en ese momento, se había se veía imponente e imperturbable.
Después de eso, el joven lloró por primera vez en su vida, mientras se acurrucaba en su cama ocultando su rostro de su padre que le susurraba una vieja canción infantil. La letra entonada por la dulce voz de su padre le era indescifrable en ese momento, las lágrimas se convirtieron en una cortina que lo envolvía.
Lo único que podía pasar su dolor, era el tono de una voz nostálgica y dulcísima, gravada desde las recónditas memorias de una solitaria niñez.
Una niñez donde aprendió a ser frío, indiferente, ¿qué le quedaba?, él era, en ese entonces, un infante sobrellevando días de abrazos negados, pasando sus primeros pasos en el rechazo de quien era llamada su madre.
Los reclamos fueron callados, las lágrimas relegadas, y su voluntad era lo que le sostenía.
A pesar de que, aparentemente, la discusión con su madre fue como muchas otras, y de la natural endereza de Suni, las palabras dichas por Shin le calaron crueles e intempestivas.
Se sentía perdido.
La magnitud de su realidad parecía haberse revelado completamente sin ningún tipo de reserva. Estaba marcado, esperando el hijo de un extraño, y lo que había construido con tanto esfuerzo parecía absurdamente frágil.
Pero...no culpaba a nadie.
No obstante, el peso de su porvenir lo agobiaba, su padre con su ternura y apoyo, alejaba las dudas.
Y permaneciendo con sus sentimientos aun vulnerables, días después volvió a trabajar, Suni no quería abandonar a quienes contaban con él, sabiendo que su tiempo era limitado, debía seguir hasta donde pudiera.
Tanto Jian como Suni, de alguna manera pensaban en el otro, el Omega no entendía la amabilidad tan extraña del Alfa, pero se refugiaba inconsciente en ella.
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Durante los pocos días que Suni tomo un descanso, a Jian le parecieron largos, preocupándose por él, y olvidando totalmente a la persona con la que pasó una noche, quien aún buscaba.
Pero, desde que conoció a Suni, él era la única persona que parecía importar. El abogado también notó, el impacto e importancia del terapeuta en la vida de cada uno de los casos en los que estaba involucrado: La pareja de Omegas, en especial el que parecía quererlo atravesarlo con la mirada, se acercó a preguntar, (sin omitir insultos hacia Jian), sobre Suni.
La pareja veían en el terapeuta un amigo, alguien cercano e importante. Al igual que una pareja de Alfas que lo contactaron por la ausencia del terapeuta.
Para Min Mo, la presencia del Beta era su soporte emocional. En cierto sentido su familia.
Pero cada pieza de lo que era la vida de Suni se había vuelto tan frágil y transparente como un cristal quebradizo y vulnerable, eue podía romperse con el más sutil de los toques.
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A pesar de que los días que Suni tomó después de la discusión con su madre fueron pocos, Jian estaba preocupado por los súbitos descansos.
El Alfa cuestionó las razones del terapeuta para ausentarse con tanta frecuencia, sin embargo el otro se mostraba realmente evasivo, aumentando su preocupación; la falta de respuestas solo lo hizo desesperar más.
No podía soportar ver al siempre controlado Beta tan fuera de sí. Tan asustado.
A primera vista, era imposible ver a través de la fachada del otro, tan compuesto como siempre, pero él lo sabía: Él lo sentía.
El Beta se cerraba sobre sí mismo, impidiendo acercarse a nadie, o si quiera intentar ayudar, tornando su ansiedad en irritación.
Era como ver un vaso de agua a punto de desbordarse.
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El gobierno inconforme con el avance en la situación de la pareja de Omegas, mandó llamarlo para exigir resultados, y darle una opción a Jian, algo hipócrita a todas luces; incluso se vio presionado por las mismas familias de Bin Soo y Ji Hwan.
Aquello era simplemente una excusa para ordenarle acatar una atrocidad disfrazada como alternativa. Jian casi creyó vomitar al momento de escuchar la única opción que se les ofrecía a los Omegas.
Informarles a los Omegas fue aún más devastador, sus rostros lo observaban dolidos y traicionados; Soo quería destrozar lo que hubiese a su alcance.
Él lo entendía, Jian también hubiese deseado lo mismo.
—El gobierno... —su garganta dolía de lo enojado que el Alfa estaba—. Sé me ha dicho la opción que deben tomar —No podía mirar a nadie a los ojos, pero logró seguir tras una larga pausa—. Tienen que enlazarse a un Alfa para monitorearlos. Con eso...con eso, podrán estar juntos—añadió en un hilo de voz—: ustedes pueden elegir a quien unirse —pocas veces en su vida Había odiado con tanta intensidad sus palabras.
Cuando Soo abrió la puerta de su casa, no hizo falta que le pidiera salir.
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Jian se había sentido triste y extrañamente confundido los últimos días, como si no fuesen sus propias emociones. En ese momento además de su vergüenza propia de sus órdenes, también sentía una impotencia ajena.
Y percibió una esencia que no estaba antes.
Suni.
El castaño se paró con una mirada pesada, que lo hacía querer simplemente irse decepcionado de sí mismo, no fue capaz de hacer nada.
—Qué sea la única opción que hay, ¿Significa que debemos tomarla? —gruñó con resentimiento Suni.
—No lo entienden...no es tan fácil, más que una alternativa es una orden; aunque yo quise rechazarla no hay otra forma. —Su estómago dolía formando nudos del enorme estrés que sentía.
Suni simplemente dio la media vuelta y se retiró sin una palabra, Jian lo siguió hasta que ambos estuvieron fuera de la casa de Soo y Hwan, para entrar en silencio al automóvil del Alfa, quien era el que los trasladaba en tiempos recientes por el trabajo común que tenían.
El terapeuta descargó su frustración reclamándole Alfa, quien lo miró avergonzado de su propia impotencia.
Al ver que Suni comienza a enfurecerse, el cuerpo del abogado se movió por instinto y lo toma de los hombros para calmarlo; entonces se da cuenta que la esencia que percibió en el que creía Beta, no era su imaginación.
Estaba ahí.
La esencia de un Omega, y su propia esencia.
Suni no había percibido como su propio aroma había aumentado muy levemente, aunque estando tan cerca era distinguible en el cuerpo del falso Beta.
Confundido, el Alfa buscó el aroma, acercando su nariz al cuello de Suni sin poder evitarlo, encontrando una esencia en la piel ajena, no solo la de un Omega, sino también su propia esencia combinada con la de él,
Además de un aroma sin dudas de un embarazo.
Suni se asustó e intentó alejarse, pero Jian no aflojó su agarre, y tocó suavemente la parte de atrás del cuello del Omega, encontrando una prominente marca de mordida.
La incertidumbre toma lugar en Jian, y memorias de aquella noche olvidada toman su mente. El Alfa descubrió con esa pequeña sucesión de evento quien estuvo con el aquella difusa noche.
Confundido y claramente desorientado, da algunos pasos hacia atrás consternado. Para Jian la identidad de la persona con la que pasó esa única noche era un Beta; No hubo esencia, nada...
Siempre pensó que era un Beta.
Suni asustado observó al Alfa, intensificando su esencia bajo sus propias emociones turbulentas, para después mostrar una mirada de entendimiento al darse cuenta de lo mismo que el otro.
Jian era el Alfa que lo había marcado.
En ese momento el Omega no sabía si reírse de lo conveniente de los eventos en su vida.
El castaño suspiró tranquilizándose, con la mente más clara sostuvo la mirada llena de confusión del Alfa, afrontando su terror con su usual inexpresividad para ignora sus propias emociones.
—Vaya coincidencia —logró articular para llamar la atención del aturdido Alfa.
—Suni, yo lo siento, no sabía, no pensé. ¿Estas esperando mí...mi hijo? —balbuceando el Alfa se tapó la boca, intentando recordar algo más de aquella noche—. Maldición, lo siento.
Estaba aterrado, avergonzado. ¿Que había hecho?, la culpa se manifestó en un nudo en su garganta que lo ahogaba.
El terapeuta dio un vistazo a la calle que estaba desolada aquella mañana. Que fortuna, pensó con ironía.
—Eso no importa, fue accidente —dijo con desprecio intentando no ceder a su nerviosismo y dejarse envolver por la necesidad de confortarse en los brazos del Alfa.
El abogado miró al terapeuta como si hubiese dicho una blasfemia, viendo a un Omega insensible y carente de emoción hacia quien crecía en su vientre.
Su parte primal reaccionó con ímpetu horrorizada.
Como si hubiese despreciado a su hijo,
Su confusión y la mezcla de emociones le impidieron percibir el miedo del Omega, o lo hirientes de sus palabras.
—¿Suni? ¿Cómo dices eso? ¿Qué acaso no eres un Omega? —murmuró sin darse cuenta, agobiado por el peso de toda la situación y su Alfa que se disgustó por el comportamiento nada convencional de Suni.
El comportamiento anormal para un Omega.
El castaño sonrió amargamente, y recordó las palabras de su madre, acusándolo de anormal, de fenómeno, y con una expresión similar a la que Jian le dedicó en ese momento.
Palabras que había enterrado en el fondo de su mente.
El omega se alejó tranquilo, pero destrozado por la declaración del Alfa, casi idéntica a las muchas críticas de personas a su alrededor.
Pero nunca con el dolor causado por las que dijo el Alfa causaron. No podía odiarlo, y por eso dolía de manera insoportable.
Quería estar con él.
Y en el fondo, el vínculo le dejaba saber que aquellas palabras nacieron meramente por el miedo y la confusión. Sin embargo su resentimiento con Jian le impidió ver algo más.
Hubiera visto, un profundo arrepentimiento acompañado de dolor y añoranza.
Amor.
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El Omega en cuanto logró llegar a su casa, dejó caer sus cosas con una mirada ausente en el suelo. Su pesar y lo imperioso del peso de las implicaciones, de las revelaciones, de ese día se mostraban en cada parte de su cuerpo al punto de doler
Más aún la magnitud de su sufrimiento (y deseos), entumían su mente, Pero no derramó una sola lágrima, las enterró frías y asfixiantes con su necesidad de controlar sus emociones.
Le dolía el rechazo que percibió, a pesar de que vivió tantos años sin que le importase. Le dolía que un Alfa, que se permitió pensar con frecuencia, se mostrase tan vacilante ante elegir y afrontar lo que Suni era.
Porque él no iba a cambiar.
Eso no evitaba que fuera consciente de que en su porvenir tuviera que sacrificar partes de su libertad por el bien de su hijo: no le importaba, estaba dispuesto a lo que fuera necesario.
Cuando levantó la mirada de donde había estado cerca de diez minutos sin moverse, encontró los ojos de su padre que en silencio comprendían, como innumerables veces fueron capaces, y sintió brazos envolverlo.
—Está bien —murmuró suave y elocuente su padre, quien percibió un tembloroso asentimiento como respuesta.
Ambos caminaron a la sala y Hye lo envolvió con una cobija que fue a buscar.
El joven Omega suspiró en silencio viendo al mayor ir a la cocina, para ser recibido unos minutos después con una tasa de chocolate caliente, acompañada de una sonrisa cálida.
El joven examinó cada momento que paso con Jian, un hombre que a veces era absurdamente amable, hasta dulce, llegando a ser divertido con lo dócil que era con Suni.
Y sincero en toda circunstancia.
Sabía perfectamente que el abogado no tenía nada que ver con sus órdenes, sin embargo su falta de fuerza le enfureció.
También pensaba en las razones que hicieron al Alfa irse aquella noche, donde lo poco que recordaba era que ambos estaban bastante indispuestos con el alcohol consumido, además de los detalles, y cuidados que Jian le proporcionó durante y después de compartir intimidad.
Esos detalles no solo hablaban de alguien con un poco de cortesía, sino los cuidados de un verdadero amante preocupado por él.
¿Entonces porque lo dejo solo?
No obstante esa no era una cuestión de la que buscase respuesta, en ese momento solo se sentía dolido: traicionado, por la mirada del Alfa que lo juzgó sin tapujos momentos atrás.
Suni no deseaba ver a alguien que solo veía en él un Rol que completar.
No deseaba ver a alguien que no tenía el valor de ver más allá de lo que querían que Suni fuera.
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