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Entre Luces Y Sombras

Entre Luces Y Sombras

Status: Terminada
Genre:Romance / Amor-odio / Pareja destinada / Fantasía LGBT / Completas
Popularitas:760
Nilai: 5
nombre de autor: MOONligth22

Mico brilla bajo las luces de los escenarios, Tina vive entre raíces sencillas y reale. Sus mundos nunca debieron haberse cruzado, pero lo hicieron; entre secretos y la presión de la fama, tendrán que decidir si lo que sienten vale el riesgo de perderlo todo.

NovelToon tiene autorización de MOONligth22 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 5: Primer día en el caos

El auto se detuvo frente a un edificio moderno de paredes negras y ventanales enormes. Tina bajó despacio, sosteniendo la correa de su bolso como si fuera un escudo. El viento de la mañana le despeinó el cabello y por un instante pensó en dar media vuelta y fingir que se había perdido.

Pero ya estaba ahí. No había vuelta atrás.

Apretó los labios, respiró hondo y caminó hacia la puerta principal. El guardia de seguridad la miró con atención antes de abrirle.

—¿Nombre? —preguntó, con tono serio.

—Tina Bear. Soy la nueva asistente de Mico.

El hombre revisó una lista en su tablet y asintió.

—Adelante. Ascensor al fondo, piso cinco.

El corazón de Tina latía tan rápido que podía escucharlo. “Solo es un trabajo”, se repetía, “solo un trabajo como cualquier otro”. Pero no lo era.

No cuando su jefa era Mico: la cantante más insoportable y al mismo tiempo más fascinante, que había conocido en su vida.

El ascensor subió en silencio. Tina se miró en el reflejo metálico de las puertas. No se veía mal: jeans oscuros, camisa blanca y el cabello recogido. Profesional, sencilla. Aun así, se sentía fuera de lugar.

Cuando las puertas se abrieron, lo primero que vio fue un pasillo lleno de cuadros, discos dorados y flores frescas. Todo brillaba, todo parecía gritar éxito.

Y allí estaba Mico.

Vestida con una chaqueta oversize y pantalones de cuero, el cabello recogido en un moño desordenado y gafas de sol que probablemente costaban más que el sueldo de Tina.

Hablaba con alguien por teléfono, caminando de un lado a otro con su energía eléctrica y nerviosa.

—Sí, dile que si no llega a tiempo, no canto. —decía, con un tono que no admitía réplica— No, no me importa si es un problema de sonido. Lo solucionan o cancelo.

Tina se quedó en silencio, observándola. No sabía si admirarla o huir.

Mico colgó y sin mirarla, dijo:

—Llegas justo a tiempo. No me gusta la gente puntual, me gusta la gente eficiente. ¿Sabes la diferencia?

—Supongo.—respondió Tina, intentando no sonar intimidada.

Mico finalmente la miró por encima de las gafas.

—Suponer no sirve. Vas a aprender rápido si no quieres que te grite.

Tina apretó la mandíbula. No iba a darle el gusto de verla molesta.

—Entonces dígame qué tengo que hacer.

Un destello divertido cruzó el rostro de Mico, como si disfrutara verla contenerse.

—Primero, no me hables de “usted”. Me hace sentir vieja. Segundo, sígueme.

Tina obedeció. Entraron en una oficina amplia, llena de instrumentos, hojas con letras de canciones, tazas vacías y un caos perfectamente organizado.

—Vas a encargarte de que este desastre funcione.— indico Mico, dejando caer su bolso sobre el sofá— Agendas, llamadas, ropa, entrevistas, ensayos. Básicamente, de todo lo que me aburre.

—Genial.—murmuró Tina— Suena fácil.

—No te equivoques, novata. —Mico sonrió con una mezcla de burla y encanto— Nadie sobrevive aquí más de una semana.

Tina levantó la mirada, desafiante.

—Entonces seré la excepción.

Por un instante, algo cambió en la expresión de Mico. Como si la respuesta la hubiera sorprendido. Pero enseguida volvió a su tono habitual.

—Veremos.

El resto de la mañana fue una prueba de resistencia. Tina corría de un lado a otro buscando documentos, respondiendo mensajes que Mico dictaba a toda velocidad y tratando de seguirle el ritmo a su caos controlado.

—¡Tina! ¿Dónde está mi libreta negra?

—En el escritorio, junto al micrófono.

—¿Y mi agua con limón?

—Ya te la traje.

—Está tibia.

Tina respiró hondo.

—La cambio ahora mismo.

A la hora del almuerzo, apenas había tenido tiempo de sentarse. Mico estaba preparando algo con su equipo en la sala de ensayo. Su voz llenaba el espacio como una corriente eléctrica: poderosa, clara, imposible de ignorar.

Tina se detuvo un momento a observarla desde la puerta. Había algo hipnótico en la forma en que Mico cantaba, como si todo lo que la hacía insoportable en persona se transformara en arte cuando abría la boca.

—¿Qué miras? —preguntó Mico, notando su presencia.

Tina se sobresaltó.

—Nada. Solo, escuchaba.

—¿Y? —preguntó la cantante, con una media sonrisa.

—No está mal.

—¿No está mal? —repitió Mico, alzando una ceja— Eres la primera que me dice eso.

Tina sonrió apenas.

—Entonces supongo que soy la primera que te dice la verdad.

Mico la miró en silencio, sorprendida otra vez por la forma en que esa chica se atrevía a hablarle sin miedo. Finalmente soltó una carcajada.

—Me vas a divertir, Tina.

~

Cuando el día terminó, Tina estaba agotada. Tenía los pies doloridos, la cabeza llena de pendientes y el corazón enredado entre, orgullo y duda.

Mientras recogía sus cosas, Mico se acercó con una botella de agua en la mano.

—Para ser tu primer día, no estuviste tan mal.

—Qué halago tan grande.—respondió Tina, sin mirarla.

—Tampoco te emociones. Todavía no decidí si vas a durar más que los demás.

Tina guardó su bolso y se giró hacia ella.

—Entonces espero que tengas paciencia, porque no pienso rendirme.

Mico sonrió y por primera vez su sonrisa no parecía burlona.

—Eso me gusta; la gente que pelea.

Tina no respondió. Caminó hacia la salida mientras Mico la observaba, con esa expresión curiosa, casi divertida.

Cuando el ascensor se cerró, la cantante suspiró con algo de emocion.

—Tina Bear. —murmuró, sonriendo para sí— Esto va a ser interesante.

~

Afuera, el cielo se había teñido de naranja. Tina caminó hacia la parada del autobús, con el cansancio pesándole en los hombros y sin embargo, una sensación extraña latiéndole en el pecho.

No sabía si era alivio, miedo o simple curiosidad. Pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que algo en su vida estaba cambiando.

Y aunque nunca lo admitiría en voz alta, esa “estrella insoportable” le había despertado algo que no entendía del todo.

1
Leo
Excelente
Agostina Sotelo
está bastante bien
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