Desde hace mil años, una guerra silenciosa consume los reinos: las Bestias, criaturas feroces que prosperan en la oscuridad, buscan venganza contra las Hadas, cuya diosa, Madre Naturaleza, se atrevió a castigar a su propio dios, Némesis.
Esta guerra oculta una verdad mucho más profunda que la simple rivalidad.
Arthur, un lobo alfa nómada, ha viajado por años, prefiriendo la soledad y los placeres sin compromiso a la idea de una pareja destinada.
En el Reino de las Hadas,Titania creció en una cuna de oro que se convirtió en una sofocante prisión.
Una guerra que se desató hace mil años ha sobrevivido porque la verdad sobre su origen fue silenciada.
Cuando la inocencia se encuentra con la oscuridad, la línea entre el deseo y la destrucción se desdibujo.
Arthur y Titania están en el centro de un torbellino de intriga, magia y una atracción tan intensa que podría ser su perdición.
Libro final del Mundo de Reina Luna 🌙
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Destino incierto
...Mis queridos Lectores💕, espero esten disfrutando esta nueva novela, sería la última que pertenece al mundo de Reina Luna, por lo que podrían haber solo menciones de personajes de novelas anteriores. ...
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Titania observaba el paisaje del reino a través de la ventana. Era un lugar que visitaba muy pocas veces, pues pocas veces se le había permitido salir de su jaula de oro. . Todas las hadas sabían la verdad, su existencia era nula, su único propósito era salvar a Áine, la Reina a la que todos amaban y deseaban ver vivir.
—Titania —la llamó Áine con un tono de voz suave.
—Lamento arrastrarte en todo esto —dijo Áine, sabía todo lo que ella pasaba y lo había permitido por muchos años, pero ahora quería cambiar eso, esperaba que todo su plan funcionara
—Da igual —se limitó a responder Titania. No tenía sentido sus disculpas, su vida siempre sería así de miserable.
—Tal vez, en el País del Sur, te conviertas en la destinada de un lobo —dijo Áine con una leve sonrisa, esperando que esa idea fuera verndad
Titania le dirigió la mirada tratando de ocultar su asombro.
—¿Y si eso pasa, lo aceptarás? Mi vida está atada a la tuya —comentó Titania con firmeza.
—Lo sé. Nuestro padre lo dictó así antes de su muerte. Pero se supone que soy la Reina ahora, ¿no? Entonces puedo cambiar ese dictamen —dijo Áine, con esperanza en su voz, pero ni así Titania se sintió segura.
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Arthur fue llevado a la reunión con el Beta y el Gamma del Rey de Reyes del País del Sur. Se sentía incómodo de estar solo ahi ; debía actuar con un respeto y formalidad que jamás le había gustado, pues el era un nómada.
—Bienvenido, Arthur —lo saludó el Beta, Oswaldo, un hombre de cabellos castaños largos recogidos en una coleta y ojos claros.
—Gracias —se limitó a decir Arthur, dirigiendo su mirada hacia el Gamma.
—Hemos tomado en cuenta tu consejo. Les mostraremos el plan y partiremos de inmediato para estar a tiempo en el inicio del Bosque de las Hadas —dijo el hombre de cabellos cobrizos y ojos marrones, el Gamma Liam.
—Sí, bueno, antes de eso, ¿dónde está mi paga? —preguntó Arthur, una vez que le dio una revisión rápida y detallada al plan que habían preparado.
Oswaldo y Liam se miraron por unos segundos antes de soltar un suspiro compartido. Liam sacó su teléfono y no tardó en hacer la transferencia. El teléfono de Arthur emitió un timbre familiar. Sonrió; sabía que había recibido el pago esperado. La sonrisa se hizo aún más grande al darse cuenta que estaba recibiendo más dinero de lo que había pedido.
—Es la mitad —añadió Oswaldo—. La otra la tendrás cuando termines con tu trabajo.
Arthur se mantuvo calmado en apariencia, pero por dentro estaba emocionado. Recibir más dinero de lo que esperaba era una excelente noticia. Tal vez esa mitad inicial la podría usar para su beneficio propio.
—Perfecto. Vamos, no quiero que se arruine mi trabajo —dijo Arthur, guardando su teléfono entre sus ropas con un movimiento brusco.
Para él, la paga ya estaba en riesgo. Su principal tarea ahora era asegurarse de que nada comprometiera la misión. Y, curiosamente, estaba ansioso por acercarse al Bosque de las Hadas.
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Titania se sentía profundamente incómoda. Aunque adoraba la oscuridad de la noche, esta en particular se sentía extrañamente silenciosa, vacía, drigió su mirada hacia Áine, que se había quedado dormida. Era inevitable, dada su debilidad.
De repente, el vehículo se detuvo con una sacudida brusca.
Titania miró al frente tratando de mantener la calma pero ahí estaban, las Bestias, esas criaturas que solo deseaban deshacerse de ellas, las hadas.
—Entonces, era cierto... han penetrado totalmente el Bosque Espiritual —dijo Áine, despertando, sin mostrar ningún asombro ni tampoco miedo ante las presencias enemigas.
—No salga, Majestad —dijo el hada que conducía, su deber era proteger a la Reina y lo haría aun así su vida dependiera de ello
Titania suspiró. Sabía que el conductor no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir a ese ataque. Solo dos Bestias eran visibles, pero podía sentir a más ocultas en la oscuridad del bosque.
Áine se quitó el cinturón de seguridad. No se quedaría sentada. Sabía que sus vidas corrían peligro aunque más que asustada, estaba extrañamente tranquila.
Las dos hermanas salieron del vehículo. Aunque Áine poseía un cuerpo frágil y enfermizo, había sido entrenada desde pequeña. Por el contrario, Titania solo se había dedicado al estudio de la curación mágica, lo que la hacía vulnerable en un combate.
Las Bestias observaron a las dos hadas. Acababan de derrotar al conductor, las miraron de pies a cabeza, eran solo dos mujeres, ningún peligro para ellos.
Las dos Bestias visibles dieron un paso amenazador hacia ellas. En ese instante, Áine se colocó decididamente frente a Titania. Alzó su mano y expulsó una luz dorada que impactó a las Bestias, hiriéndolas levemente. El ataque no fue tan poderoso pero fue suficiente para desatar la furia total de sus enemigos.
Las Bestias heridas rugieron de furia por la luz dorada, aun así las bestias ocultas se mantenian al margen, confiaban en que sus hermanos podrían contra ellas.
Áine alzó su mano de nuevo, reuniendo más de su energía, pero el esfuerzo era evidente, su frágil cuerpo no podía usar más magia por mucho tiempo.
Titania observaba a Áne debilitarse y lo sabía si ella moría, si su hermana mayor moría, entonces tal vez podría ser libre, no, no era así, sería todo lo contrario, si la reina moría frente a sus ojos, ella sería la culpable y recibiría el castigo del reino de las hadas.
Áine logró crear un campo de energía, mandando a volar a las Bestias. Sin embargo, sabía que esa protección no duraría mucho. Las Bestias lo intuyeron también y continuaron atacando el campo de energía una y otra vez, golpeando el campo de fuerza sin piedad, haciendo que el campo comenzara a desestabilizarse y eso sería el fin para ambas, sobre todo para Áine.
—Corre —susurró Áine, su nariz goteaba sangre, y su frágil cuerpo se había cubierto de moretones, como si ella misma hubiera recibido los golpes de las bestias.
Titania retrocedió, pero no obedeció a su hermana. ¿Serviría de algo correr? se pregunto, las dos bestias caminaron lentamente hacía a ella, de manera amenazante, Titania suspiró pesadamente.
Áine cayó al suelo, débil y frágil.
Titania se quedó inmóvil, su magia, eran solo para curar; no sabía cómo usar su poder para pelear.
Justo cuando las Bestias lanzaron su ataque contra Titania, fueron interceptadas por una feroz y brutal velocidad que nadie vio llegar. Las Bestias fueron lanzadas contra los árboles que cayeron sobre ellas y las sepulto.
Arthur se detuvo justo enfrente de Titania. Sus ojos oscuros se encontraron con aquellos verdes cristalinos.
La mirada fue un choque silencioso de emociones. Solo con verla, Arthur se sintió hipnotizado, atrapado por una fuerza encantadoramente aterradora. El tiempo se detuvo, no había nada más que solo ellos dos, en la oscura noche.
Para ella, esa hipnosis no era aterradora, sino abrumadora. Ese hombre era el mismo de sus pensamientos prohibidos, la misma presencia que había invadido sus sueños.
Sintió una sacudida en todo su cuerpo, el olor de la sangre se desvaneció, no había nada ni nadie, solo ella y él.
El deseo la recorrió como un fuego en todo su cuerpo y se abrió paso a través hacía aquella frialdad que había construido desde hace muchos años.
La intensa conexión de miradas fue interrumpida por la llegada de los refuerzos. Titania apartó su vista del hombre, muy a su pesar, pero sabía que tenía que curar a Áine. A pesar de todo, no podía permitir que su hermana muriera; su vida y la de la Reina dependían de su éxito.
Arthur observó cómo ella se alejaba, sintiéndose incomodo, quería tenerla más cerca de él, suspiró pesadamente. Las Bestias que fueron sepultadas entre los árboles salieron, furiosas, pero solo eran ellas. Arthur podía sentir al resto de las bestias que se ocultaban en la oscuridad
Las Bestias, al verse superadas en número, se escaparon tan rápido como pudieron. Tenían que reportar de inmediato a su Señor lo que acaban de descubrir, la Reina Hada había salido de la muralla del reino. Eso era una ventaja inmensa para ellos. Tenían la certeza de que esa reina frágil y debilitada era la clave para encontrar a la Madre Naturaleza.
Titania analizó las heridas de Áine. Eran las consecuencias de usar su magia en exceso, pero podía curarla. Aun así, tomaría tiempo para que la medicina mágica hiciera efecto en el frágil cuerpo de la Reina.
—Debemos regresar —susurró Titania, Áine estaba aún consciente.
—No. Si lo hacemos, te castigarán —dijo Áine, hablando apenas.
Titania mordió su labio inferior, tragando todas sus emociones. Su hermana tenía razón. Si regresaban al palacio y veían a la Reina en esas condiciones, ella sería brutalmente castigada por haberlo permitido.
—Soy Liam, Gamma del Rey de Reyes del País del Sur —dijo el hombre de cabellos cobrizos, acercándose a las dos hadas.
—Lamentamos la demora —añadió Oswaldo, el Beta.
—Está bien —susurró Áine—. Titania, vayamos al País del Sur —continuó con firmeza a pesar de su debilidad.
Titania asintió. No creía conveniente ir al País del Sur en esas condiciones, pero tampoco iría en contra de la orden de Áine. Además, estando cerca de ella, sus heridas sanarían rápidamente, de eso estaba totalmente segura.
Oswaldo cargó a Áine en sus brazos. Se sorprendió al sentir lo frágil y liviano que era su cuerpo. Miró de reojo a la otra hada, Titania, quien mantenía su mirada sin emociones.
Arthur, mantuvo su mirada fija en Titania. La sensación que ella le causaba era una incomodidad y su deseo de ver más allá de aquel vestido crecía de manera posesiva.
Ella se giró para encontrarse nuevamente con aquellos encantadores ojos oscuros. Sus miradas volvieron a chocar, retomando la extraña y poderosa conexión que los había poseído.
Lo sabían. Ambos sabían que no era normal, su encuentro no era casual al contrario. su encuentro era un destino incierto.