El Hijo Del Narco

En los días siguientes, al asalto Adrián no pudo conciliar el sueño, en momentos de la noche, al escuchar cualquier ruido por más insignificante que fuera, se sobresaltaba.

Aseguraba obsesivamente todas las puertas y vigilaba atentamente a cualquier extraño que se acercara a la casa.

Los abuelos paternos de Ana, regalaron a Daniel una cortadora de pastos, poco después gracias a sus amistades, encontró trabajo en una estancia, los dueños eran famosos por dar unas buenas propinas, así que no quería desaprovechar esta oportunidad.

Necesitaba que alguien sin embargo, vigilara a su traviesa hija, él ya se imaginó que podría cortarse la mano con la máquina o caer de una gran altura, por la obsesión de la niña por trepar cosas.

Entonces se dirigió a la casa de Adrián, pues confiaba en que el podía hacerlo y a la vez que el de ojos azules no a no piense tanto en lo que pasó en la noche del asalto.

— Hola, Adrián.Vengo a molestarte.

El de ojos azules respondió

 — Tu nunca molestas, me alegra verte por acá— Señaló una silla y agregó —¿Siéntate o quieres ser más alto de lo que ya eres?

Daniel respondió — Tengo una oferta de trabajo pero ...

Antes de terminar ya le interrumpió Adrián y le replicó

— Necesitas a alguien que cuide a Ana.

Daniel replicó —Quiero que vengas conmigo y Ana, así dejas de pensar tanto en la noche pasada y yo no me aburro.

— Me parece buena idea, pero espera, le aviso a la abuela.

La anciana se encontraba cocinando un Bori Bori ( sopa con pelotitas de maíz) en el fuego en ese momento.

— Saldré con Dani a ver un trabajo, no te preocupes Abuela.

— Que Dios te acompañe mi hijo. Cuídense ambos.

—¿Y Ana? preguntó Adrián

Su padre señaló un árbol — Ahí está, sujeta a una rama.

—¿Y cómo nos vamos?, preguntó Adrián.

— Presté la camioneta de mi vecino. Le cargaré combustible adicional y esa será su paga— respondió Daniel.

Se movieron lentamente hacia su lugar de trabajo, Adrián le pasaba el tereré (infusión refrescante ideal en un clima tropical) a Daniel y se iban conversando sobre los chismes del pueblo y rumores.

Al llegar a destino, le recibió uno de los empleados y le señaló dónde debía hacerse el trabajo.

Descargaron el equipo y fueron juntos a la zona señalada, pero Ana salió corriendo y alejandose, Adrián lo siguió y vio a alguien de lejos, la silueta le parecía conocida...

El muchacho de la edad de Adrián vestía de una remera blanca, campera de mezclilla y pantalón vaquero de color azul marino y unas zapatillas de color negro, en ese momento estaba grabando un TikTok para subir a las redes.

El pelo negro y largo del joven se movía con el viento, pues era muy lacio y no se quería acomodar, caía constantemente sobre su rostro.

Adrián tomó con sigilo a Ana, pues reconoció quién era esa persona... No quería verlo.

Era su ex : Walter, el que también le dio la espalda cuando más lo necesitaba, lo odiaba igual que lo hacía con la familia que lo corrió de la casa.

Walter sintió que era observado y se giró, vio a Adrián al principio no lo reconoció, pero le llamó la atención y se acercó, al verlo de cerca supo quién era.

— Chris,¿Qué haces vestido de campesino?

— Ni un hola, después de tanto tiempo— "amor" esa palabra amor lo dijo con cierta ironía.

Avergonzado el otro agachó la cabeza y dijo

— Tus hermanos me amenazaron, lo siento.

— Podrías haberle dado mi número a un primo o amigo que me contacte cuando fui sacado de mi casa— dijo el de ojos azules con ira.

Walter respondió — Vuelve a tu casa, están desesperados buscándote.

Su ex lo miró con tristeza, su pelo tan hermoso lo había cortado, su ropa desgastada distaba mucho de lo que antes usaba.

Gritó Adrián— Ellos me corrieron. Todos ustedes no me quisieron en su vida. Podrían haberme matado o violado. Nunca los perdonaría.

Al escuchar a Adrián elevar la voz, Daniel se acercó a ellos

—¿Estás bien, Chris?

Walter dijo —¿El te llama Chris? No dejas que cualquiera te llame así.

Replicó Adrián — Él si es un amigo y no una rata que huye ante las dificultades.

Dicho esto, dio la espalda y se fue a buscar a Ana que ya se movió a otro lugar.

Daniel pudo observar una profunda tristeza en los ojos de Walter, aunque no entendía la razón, para él era otro misterio más acerca de su nuevo amigo.

Siguieron trabajando a pesar de todo y los empleados del lugar, al finalizar le entregaron una generosa suma de dinero.

Walter se acercó y pidió hablar con Adrián

— Chris por favor, no mereces vivir así, vuelve con tus padres, te lo ruego. No sabían lo que estaban haciendo.

Adrián le dijo— No lo haré, pero si alguna vez me amaste, entonces no dirás nada a nadie. Me escuchaste.

— Por favor, renuncia a tu orgullo y vuelve. Incluso te has cortado ese hermoso cabello que tenías.

Con los puños apretados lo miró desafiante— No me querías a mi sino lo que representaba. No sabes todo lo que sufrí. Soy otra persona ahora.

Daniel desde lejos con la niña en brazos para que no vuelva a escaparse, observó desde lejos la escena. Pudo ver en los ojos de Walter como un destello que no pudo descifrar, en todo.momento nunca apartó su mirada de Adrián a pesar de que éste mostraba una reacción airada.

Cuando los tres subieron al auto para regresar a sus hogares, Daniel no pudo aguantar la curiosidad.

—¿Chris, quién es él?

El corazón de Adrián se aceleró, temía que Daniel fuera homofóbico como muchos en las zonas alejadas de la ciudad, desde que perdió su hogar, se volvió más paranoico e inventó una mentira.

Respondió con amargura Adrián — Solo, fue un amigo, ya no más.

Daniel, entonces le respondió.

— Escúchame, te he dicho todo de mi, ¿Por qué no confías en mí? Sé que hay algo más.

Adrián simplemente respondió.

— Hay cosas que quiero dejar atrás. No puedes avanzar en la vida con el peso de los problemas pasados como si fuera una mochila, ¿Verdad?

Daniel ya lo conocía lo suficiente para saber que lo incomodaba esa conversación. Así que dijo —No estoy oyendo que Ana diga algo — entonces se giró y vio que estaba plácidamente dormida en el asiento trasero abrazada a su Pepa Pig.

Daniel exclamó — Vaya milagro!

Adrián agregó — Lo único que hay que hacer es ir a trabajar en la estancia de un hacendado para que ella duerma la siesta.

Una sonrisa se le escapó a Daniel, más por el alivio que por gracia, luego agregó:

— Me alegra haberte conocido Chris, sabes... se qué hablaste con los abuelos de Ana. Su trato conmigo ha cambiado radicalmente.

— ¿Cómo lo supiste?— preguntó el de ojos azules?

— Pueblo chico, infierno grande. La gente es chismosa por acá — dijo sonriendo a carcajadas.

Ahora sonrió sin amarguras, desde el centro de su corazón y dijo— Me alegra haber conocido tu y la abuela...son mi nueva familia.