Ya Te Olvidé

Orlando cabalgo hasta una cabaña en medio del bosque, parecia abandonada pero en realidad vivia alli un matrimonio mayor, cuando llego bajo del caballo con Ruby aun forcejeando, y con un gesto rapido uso magia de metal para mantenerla sujeta, como si unas cadenas la rodearan, ella lo insultaba, le gritaba que estaba loco, pero él solo respiro hondo y camino hasta hablar con los dueños de la casa.

Orlando: cuanto me piden por rentar su cabaña

los ancianos se miraron entre si, confundidos, no creian que hablara en serio, asi que medio bromeando dijeron— cinco monedas, por exagerar.

orlando los miro fijo y solto— les doy veinte al dia.

el hombre abrio los ojos sorprendido, y la mujer apenas pudo articular palabra.

Orlando: para cuantos dias tienen comida.

—para cinco dias… —respondio la anciana temblorosa.

Orlando: bien, vuelvan en tres se llevan el caballo y cuando regresen les dare cien monedas mas.

No hubo mas discusion, el matrimonio acepto enseguida, felices, casi sin creer la suerte que les habia caido, recogieron algunas cosas y se fueron sonrientes, ignorando por completo los gritos de Ruby que desde la entrada de la cabaña pedia ayuda.

Cuando quedaron solos, el silencio del bosque cayo sobre ellos, roto solo por la respiracion agitada de Ruby y el sonido lejano de los pasos del caballo alejandose. Orlando se volvio hacia ella, y por un momento su mirada se suavizo, aunque las cadenas magicas seguian firmes alrededor de su cuerpo.

Orlando la miro fijamente, sus ojos verdes brillaban con esa mezcla de furia y deseo que Ruby conocia demasiado bien.. la acerco con un tirón suave pero firme y le dijo con voz grave:

Orlando: ahora sí vamos a hablar… y no vas a huir Ruby, no otra vez.

Abrió la puerta de la cabaña de un empujón, la madera rechino y el olor a humo viejo llenó el aire.. la llevó dentro, ignorando sus quejas, y la dejó sobre la cama rústica que habia en una esquina. Ruby forcejeaba, pero las cadenas de magia cedieron cuando él alzó la mano y las deshizo.

en cuanto sintió la libertad, Ruby se incorporó de golpe y, sin pensarlo, su mano voló directo a su rostro. la bofetada resonó fuerte en la pequeña habitación, dejando un silencio denso tras el golpe.

Orlando giró apenas la cabeza, el ardor de la mejilla se mezcló con una punzada en el pecho. sus ojos volvieron a ella, brillantes, oscuros, como si estuviera al borde entre reír y romperse.

Ruby respiraba con fuerza, el pecho subiendo y bajando, la rabia pintada en cada gesto.

Ruby: no vuelvas a tocarme como si fueras mi dueño.

Orlando no se movió, solo la miraba, con la marca rojiza en su cara y algo más profundo encendiéndose en su mirada.

Ruby temblaba, sus palabras salian como dagas que lo atravesaban sin darle tregua, las lagrimas ya le nublaban los ojos.

Ruby: que quieres que te escuche Orlando, dime.. ¿que me mientas otra vez? ¿que me uses como un peon en tu juego? me mentiste por meses, fingiste amarme solo para que yo firmara un maldito papel, para que tu venganza brillara más que todo lo demas… ¡eres un mentiroso! un maldito mentiroso que me miente mirándome a los ojos, que me acaricia con la misma boca con la que jura amor y lo unico que me das son engaños… ¡todo lo que me decias era mentira!

Orlando la escuchaba, cada palabra era un golpe mas fuerte que la bofetada, pero no se movía, no apartaba la mirada.. sus labios se entreabrieron, como si quisiera defenderse, pero no salio nada.. en su interior, algo se quebraba, porque aquella era la verdad que siempre temió escuchar de su boca.

se acerco un paso, apenas un paso, y su voz salió ronca, casi suplicante:

Orlando: Ruby… no todo fue mentira.

Ruby lo miraba con esos ojos encendidos de dolor y rabia, su voz era firme aunque temblara por dentro

Ruby: no… no te creo nada Orlando, nada.. no confío en ti, no puedo hacerlo, me quitaste la confianza cuando me mentiste con una sonrisa, cuando jurabas amarme mientras me mirabas directo a los ojos y todo era falso…

se giró apenas, como si quisiera alejarse de él aunque sabía que la cabaña era demasiado pequeña para escapar…

Ruby: no me hables mas, no quiero escucharte, porque no se puede confiar en una persona que miente mirando a los ojos, y tu… tu me mentiste como si fuera lo mas fácil del mundo..

Orlando apretó los puños, la voz se le quebraba aunque intentaba sonar firme..

Orlando: Ruby… yo nunca quise hacerte daño… nunca… —dijo, avanzando un paso, con los ojos humedecidos— todo lo que hice… todo lo que planeé fue por venganza contra tu padre, no contra ti…

Ella soltó una risa amarga, casi un sollozo disfrazado de burla. levantó la cabeza con orgullo, aunque en el fondo estaba rota

Ruby: que no querías hacerme daño…? dices que me amas y eres el que más me ha hecho daño, Orlando… el que más… ni mi padre me miró así a la cara para mentirme.

sus ojos brillaban con furia, con dolor, con todo lo que había callado por meses.

Ruby: me usaste, me rompiste, y ahora vienes a decir que me amas.. eso no es amor, es crueldad.

Ruby temblaba, la voz le salía entrecortada pero firme, como si al fin se permitiera decir todo lo que guardó en silencio

Ruby: te di tantas oportunidades, Orlando… —sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no parpadeó— tantas… esperé que un día tuvieras el valor de decirme la verdad, que me hablaras con el corazón, pero nunca lo hiciste.

dio un paso hacia él, con rabia, con dolor, con esa mezcla que quema por dentro.

Ruby: y como una tonta me enamoré… de alguien que nunca me quiso de verdad —soltó, con la voz quebrada— porque el que ama no miente, el que ama no daña, no juega con los sentimientos…

se cubrió el pecho con la mano, como si quisiera protegerse del recuerdo de todo lo que habían sido.

Ruby: yo creí que tus palabras eran reales, que tus besos eran sinceros, que tus caricias eran amor… —apretó los labios, con los ojos húmedos— pero todo era una mentira, Orlando. una cruel mentira..

Orlando salió de la habitación cerrando la puerta con torpeza, como si sus manos temblaran demasiado para hacer algo tan simple. apoyó la espalda contra la pared de madera de la cabaña, deslizando lentamente hasta quedar sentado en el suelo.

desde adentro escuchaba los sollozos de Ruby, tan desgarradores, tan llenos de dolor, que cada uno le atravesaba el pecho como una daga. él, que había enfrentado batallas, duelos, conspiraciones, nunca se había sentido tan derrotado como en ese instante.

se cubrió el rostro con ambas manos, apretando los dientes con fuerza.

—maldita sea… —susurró casi sin voz— Ruby…

golpeó el suelo con el puño, una y otra vez, como si quisiera castigar su propia estupidez. pero el llanto de ella no se detenía, y eso lo destrozaba todavía más.. por un momento pensó en entrar, en suplicarle perdón de rodillas, en abrazarla aunque lo rechazara. pero sus piernas no respondían, el miedo de perderla para siempre lo tenía paralizado... y mientras Ruby lloraba en el interior de la cabaña, Orlando descubría que no había enemigo más cruel que sus propios errores.