Laebe siempre supo que el mundo no estaba hecho para alguien como ella. Pequeña, frágil y silenciada, aprendió a soportar el dolor en la oscuridad, entre susurros de burlas y manos que la empujaban al abismo. En un prestigioso Instituto Académico, su existencia solo servía como entretenimiento cruel para aquellos que se creían intocables.
Pero el silencio no dura para siempre. Cuando la verdad sale a la luz, el equilibrio de poder se rompe y los monstruos que antes gobernaban con impunidad se enfrentan a sus propios demonios. Entre el caos y la redención, Laebe encuentra en una promesa inquebrantable, un faro de protección y en su propia alma una fuerza que nunca supo que tenía para enfrentar los obstáculos que le impuso la vida.
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Esta historia contiene temáticas sensibles como abuso sexual, violencia, acoso, drogas y trauma psicológico. No es apta para todos los lectores, ya que aborda situaciones crudas y perturbadoras. Se recomienda discreción.
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Capítulo 11
Las puertas del elevador se abrieron, revelandolos a ambos al interior. Angel seguía repartiendo besos en su cuello y hombros, bajando y desarreglando su blusa con rapidez.
Laebe no podía resistirse, miro hacia el exterior del elevador y se quedó congelada al ver a alguien acercarse. Era Kael, quien sostenía en mano un bate, se veía realmente molesto. Ella trago saliva, intentando empujar a Angel, pero esto solo causó que él la jalara del cabello e hiciera que su cabeza quede hacia atrás.
— Calma puta. Iremos a tu departamento ahora mismo. — Le indicó Angel, soltandola un poco y dándose la vuelta para salir del elevador. Sin embargo, se topo con él. Kael estaba frente a él, su mirada fría y llena de esa furia contenida.
Era mucho más alto e imponente que Ángel, e incluso este sintió un leve escalofrío recorrerlo.
— Puta... ¿Así la llamaste?— Preguntó Kael, mirando a Laebe, que estaba arreglando su ropa con temor y después se arrinconó en una esquina del elevador.
— Ahm... Oye amigo... solo nos divertimos.— Hablo Ángel con la voz temblorosa, dando un paso atrás.
— Laebe... Ve a tu departamento, ahora.— Ordenó Kael volviendo a mirar a Angel.
Laebe levantó la cabeza al escuchar la orden; no lo dudo ni por un segundo, levantó su mochila del suelo y salió del elevador rápidamente, mientras que Ángel sentía que estaba a punto de conocer al creador. Cuando apenas les dió la espalda, se dió la vuelta y observo. Recordó lo de aquel día en el callejón y rápidamente regreso hasta tomar del brazo a Kael, justo cuando esté dió un paso hacia Angel.
— ¡¿Qué dem-— Se congelo de inmediato cuando ella lo tomo del brazo, claramente molesto. — Te dije que fueras al departamento.— Le expreso con molestia.
— Por favor... Déjalo...— Dijo ella, su voz suplicante y con un toque de miedo. Kael frunció el ceño, esa petición realmente lo enfado aun más.
— ¿Eres tonta o estúpida? — Le dijo safandose de su agarre con fuerza. — Ese imbécil te iba a violar como si fueras una puta cualquiera y ¡Tú!... Tú, ¿lo dejaras escapar..?— Le hablo con firmeza. Angel solo se quedó helado, incapaz de mover un solo músculo.
Laebe claramente se sintió mal con sus palabras, agachó la cabeza y llevo su mano temblorosa hasta la de él. La puso con cuidado sobre sus dedos, mismos que sostenían aquel bate con fuerza.
— Por favor... Solo está vez.— Suplico nuevamente, sus lágrimas desbordando de sus ojos. Kael se quedó quietó por unos segundos y después miro a Angel. Estaba demasiado fastidiado.
— Bien...— Suspiro con molestia, ladeando un poco la cabeza. — Tú... Maldito cabron, si te atreves a tocarla o siquiera dirigir tu asquerosa mirada hacia ella... Te mataré.— Lo amenazó directamente sin dejar duda a que lo haría.
— Claro, claro...— Dijo Ángel con una sonrisa nerviosa, antes de comenzar a picar los botones del elevador con desesperación para que se abriera. Al entrar, hizo lo mismo buscando que las puertas se cerrarán.
Kael y Laebe se quedaron allí, sin moverse. Laebe cubría con una mano su boca para que sus sollozos no se escuchen, y Kael, buscaba calmarse antes de moverse.
Cuando lo logro, suspiro y se safo suavemente del agarre de Laebe. Con su mano tomo la de ella, envolviendola por completo y caminando hacia el departamento.
Kael solo la miro un segundo antes de tomar su mochila y bajarla de su hombro.
— Dónde están tus llaves... No quiero romper la puerta.— Le dijo él comenzando a buscar en los bolsos. Laebe saco del bolsillo de su pantalón, una llave y se la entregó. Kael la tomo y abrió la puerta para entrar en la casa.
No necesitó invitación, el se invitó solo.
Laebe entro detrás de él, cerrando la puerta apenas lo hizo. Kael se giro hacia ella, había cosas que decir, tantas palabras que pronunciar, pero ninguno hablo.
Laebe camino con pasos lentos hacia el sofá, pero antes de llegar Kael se acercó y le tomo suavemente de la muñeca.
— Date vuelta.— Le indicó con un tono de voz más suave. Laebe obedeció y se puso de frente.
Él se agachó hasta estar a su altura y con sus manos bajo el cierre del suéter hasta ver las marcas en su cuello y pechos. Eran chupetes, hechos por Angel. Kael aguanto las ganas de explotar del enojo mientras Laebe solo miraba a otro lado por la vergüenza.
Con cuidado acercó su rostro hasta esa zona y depósito un pequeño y suave beso. Esto sobresalto un poco a Laebe por el acto tan inesperado. Sin embargo, trago saliva y solo se quedó quieta.
— Ahora entiendo... Por qué siempre te ves así.— Hablo él mientras la tomaba de las manos. Las acaricio con suavidad, eran tan pequeñas y delgadas que, parecían romperse con un simple apretón. Las levantó hasta besarlas y después las soltó. Una de sus manos fue hasta su cabeza, y la otra a su cintura.
Con ambas la sujeto suavemente y la envolvió en un suave abrazo. Laebe se sorprendió, pero impulsada por la necesidad de consuelo... Comenzó a llorar sin control y lo abrazo con fuerza. Sus piernas flaquearon y se doblaron, haciéndola caer. El con cuidado la atrajo a sus brazos, impidiendo que se lastime, dejandola llorar contra su pecho.
— Saca todo, bonita... Todo estará bien. Te protegeré y nadie más... Te lastimara, lo prometo.— Beso su frente, sellando así esa promesa...
Algunos minutos pasaron. Ambos habían salido del departamento. El motivo: Laebe no tenía comida en casa y él no la dejaría sin comer.
Cuando ella estaba más tranquila, ambos salieron y caminaron por las calles de la ciudad hasta llegar a un local de comida.
El local no era precisamente el más lujoso, pero tenía un ambiente cálido y estaba lo suficientemente apartado como para que la pandilla de Kael pudiera reunirse sin llamar demasiado la atención. Apenas cruzaron la puerta, varias voces graves se escucharon desde el fondo.
—¡Miren nada más quién llegó! — Soltó uno de los tipos, un hombre alto, con una cicatriz en la ceja y una sonrisa en la cara; su nombre era Derek.—. Y no viene solo…— Dijo dándole un golpecito a su compañero sentado a lado.
Otro, con un cigarro colgando de los labios, silbó al ver a Laebe. Todos los conocían como Logan.
—¿Esta cosita es de verdad? Creí que Kael andaba con mujeres de armas tomar, no con muñequitas de porcelana.— Habló entre risas antes de apagar su cigarro.
—No mamen, ¿seguro que no se va a romper si la tocas muy fuerte?— Pregunto Seth, un joven moreno y con cabello pintado de naranja, además de llevar un tatuaje en el cuello.
Las carcajadas retumbaron en el local. Kael simplemente chistó con la lengua, molesto, antes de sentarse en la mesa con Laebe a su lado.
Ella, por su parte, se removió en su asiento, sin entender del todo las burlas pero notando el tono socarrón en sus voces. Miró a Kael, esperando alguna señal, pero él solo la miró de reojo antes de exhalar con fastidio.
—Cállense la puta boca, no la asusten, imbéciles.— Les ordenó Kael.
—¡No te enojes, Kael! Es que… cabrón, ¿tú la ves? —dijo Seth con incredulidad, señalando a Laebe con la cabeza—. ¿Cómo chingados una cosita así aguanta a un cabrón como tú?— Las risas volvieron a estallar. Kael los fulminó con la mirada, pero Laebe seguía sin entender del todo. Parpadeó un par de veces y luego miro a Kael.
— ¿Aguantar qué?— Pregunto ella, con un tono de voz bajo. Kael cerró los ojos con un suspiro profundo. No iba a explicarle eso.
—Nada, pequeña, ignóralos. — Dijo poniendo una mano sobre su brazo y acariciando suavemente.
Seth y Derek carcajearon con eso.
—¡No le expliques, Kael! Déjala en su mundo de inocencia, por favor.— Rió Seth golpeando la mesa.
Laebe ladeó la cabeza, confundida, pero prefirió no insistir. Se sentía algo nerviosa. ¿Se estaban burlando de ella? ¿Acaso, ellos también la lastimarían?
En ese momento, la mesera llegó con los menús y Kael tomó uno, pasándoselo a Laebe sin dudar.
—Pide lo que quieras.— Le dijo con tranquilidad, recargando su cabeza en el respaldo del asiento.
Ella abrió el menú, pero la cantidad de opciones la hizo dudar. Miró a Kael con incertidumbre, pero él simplemente esperó con paciencia. Habían muchos tipos de platillos, desde comida china y japonesa, hasta hamburguesas y pizza. Finalmente ella acercó el menú a Kael, señalando con su dedo que quería. Él se reincorporo y tomo el menú.
— "Sushi especial."... Bien.— Dijo él para después mirar a la mesera. —Un sushi especial para ella, y para mí… tráeme una hamburguesa con doble carne y tocino. — Entregó el menú a la mesera para volver a recargarse en el asiento, su mano aún sobre el brazo de Laebe.
—Yo quiero ramen, pero con extra huevo — Dijo Logan, antes de soltar una risa baja. —Aunque con Kael aquí, parece que ya hay demasiado huevo en la mesa.— Bromeo.
Todos rieron de nuevo y Kael tuvo que apretar los puños para no reventarle la cara a alguno.
—No sé cómo la convenciste de estar contigo, cabrón, pero definitivamente le estás quitando lo bonito a tu imagen de cabrón peligroso.— Le dijo Derek con una sonrisa torcida.
Kael simplemente apoyó el brazo en el respaldo de la silla de Laebe y la atrajo un poco más a su costado, ignorando a los idiotas de su grupo.
—Coman y cierren el hocico.— Les ordenó.
Laebe, mientras tanto, no sabía cómo sentirse allí. Finalmente miro a Kael y con una sonrisa nerviosa hablo.
— Yo... Quiero ir al baño...— Dijo ella con la voz temblorosa.
— Ah claro... Está por allá.— Señaló hacia el fondo del local, soltando el agarre en su brazo. Laebe se levantó con lentitud y después se fue hacia el baño.
Mientras ella se iba, Kael la observo, claramente había notado su incomodidad.
— Escuchenme bien cabrones.— Les hablo apoyando sus antebrazos sobre la mesa. El tono en su voz delataba que lo que diría era algo serio, por lo que todos guardaron silencio. — Ella no está bien. Un imbécil iba abusar de ella cuando subió al edificio, y estoy seguro no era la primera vez... — Hablo con seriedad. Los tres claramente entendieron y agacharon la cabeza, respetando la situación. — Estoy seguro de que le hacían más cosas... Quizá los insultos son parte del daño. Se que a ustedes les vale mierda todo... Pero, al menos frente a ella... No hablen así. Se los pido.—...
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