✨ EL DESEO POR RYLER Y LOS LOBOS ALFA ✨
"Cuando el deseo traspasa las barreras de la predestinación, no hay escapatoria. Aunque intentes resistirte, aunque el destino te obligue a huir, terminas cayendo... en sus brazos, en su poder, en su amor o en su condena."
"Soy Ryler Vaspieris, y así fue como conocí a los lobos Alfa.
Draven, Josh y Cauis... mis tesoros o mis verdugos."
🔥 Un amor prohibido, tres almas marcadas y un destino imposible de evitar.
🐺 ¿Hasta dónde llegarías por un deseo que lo consume todo?
➡️ ¿Te atreves a entrar en su mundo?
NovelToon tiene autorización de LUZ A FEDER para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Cap 10. Estupidez.
El premio a ...
Pov Ryler
Mis padres siempre me enseñaron a ser autosuficiente y valerme por mí misma.
Es cierto que a veces me comporto como una consentida o mimada, pero más que nada lo hago para molestar a Draven.
Sí, en realidad no sé qué tiene este Lobo. Sé que soy una chiquilla aún y no debería sentir esto, pero su presencia me hace estremecer de una manera única e increíble.
Tengo amigos y, por supuesto, admiradores que siempre han tratado de acercarse a mí de forma romántica, pero siempre los mantengo al margen.
Mis poderes de hada, aún no del todo desarrollados, me ayudan a leer sus intenciones, sentimientos o sentidos, por decirlo de algún modo. Por ejemplo, Draven me ve con deseo, y lo peor es que yo estoy igual.
SI, lo confieso, lo hago de manera a breve: quiero demostrarme a mí misma que puedo conquistar al amargado y egocéntrico Alfa Supremo. ¡No sé por qué!, pues aún no tengo la edad suficiente para saber si seré loba, vampira o híbrida.
Mis actos están cargados de deseo, y aquí estoy: desnuda, con Draven entre mis piernas, contemplando su imponente erección. Es grueso, venoso, y jamás había visto uno antes. Ni qué decir de su cuerpo trabajado y musculoso; es, sin duda, una obra de arte.
Mientras más lo miro, más lo deseo.
Draven separa mis piernas con una seguridad que me estremece. Su intención es clara: reclamarme. Pero hay un pequeño detalle que no puedo ignorar, y prefiero decírselo.
—Draven… —susurro con la voz aún temblorosa de deseo.
—Mmm… —murmura contra mi piel, sus labios recorriéndome sin prisa.
—Sé gentil… Yo soy…
—Shhh… tranquila, bruja. Haré que lo disfrutes —su tono es una promesa oscura. No me da tiempo de decir nada más cuando lo siento, su miembro deslizándose con lentitud dentro de mí.
Mi cuerpo se abre a él, pero la resistencia es inevitable. No logra entrar por completo. Draven me observa y sé que lo nota: estoy asustada. Es mi primera vez.
—Respira… —susurra, su mirada atrapándome.
No alcanzo a responder cuando empuja con firmeza, quebrando la última barrera que me separaba de él.
Un gemido de dolor escapa de mis labios.
—Shhh… tranquila… respira —su voz es más suave ahora, sus manos recorren mi cuerpo en un intento de calmarme.
Hago lo que me dice. Poco a poco, mi cuerpo se amolda a su tamaño. Y entonces se mueve. Suave al principio, dejando besos en mi piel, disipando el dolor hasta que solo queda placer.
Mis gemidos son inevitables. Los suyos, también. Lo miro y su rostro refleja puro deleite.
Sus embestidas se vuelven más intensas, su piel ardiente se funde con la mía. Todo en mí vibra, la presión crece, el placer se acumula hasta explotar en una ola cegadora.
—Ohhh, Draven… es… es… —las palabras se pierden cuando el clímax me arrastra.
Él me aprieta con fuerza contra su cuerpo. Su gemido ahogado y el sudor que cubre su piel delatan que también ha llegado al final.
Respiro agitada, mi cuerpo aún temblando, pero para mi sorpresa, Draven se aparta.
Se incorpora sin decir nada. Observa su miembro, manchado con mi pureza, y se limpia con calma antes de vestirse apresuradamente.
Lo miro desde la cama, sintiendo cómo el calor se convierte en frío.
Pensé que se quedaría, que me abrazaría… que me acurrucaría contra su pecho.
Pero tengo muy claro que nosotros no somos una pareja. Y él acaba de recordármelo.
Se viste en milisegundos, me mira y sale.
En realidad, no sé qué hacer: ¿llorar o reír? ¿Era esto lo que realmente quería? ¿O acabo de convertirme en
la chica más estúpida del universo?.
...⋆⋆⋆⋆...
El fin de semana pasa y, como puedo, me levanto de la cama. Hoy tengo clases y, pues, ¿que les digo?
Aunque mi teléfono estaba reventado de llamadas de mis amigos tras "eso", mi breve encuentro de estupidez con Draven, decidí quedarme en casa y solo dormir.
La sorpresa llegó en la mañana, cuando descubrí que me dolía toda mi parte íntima.
No me levanté de la cama, y como supuse, él no se preocupó por mí. No comí en todo el día y nadie vino a buscarme.
Por la tarde saqué fuerzas y fui a la cocina. El único que vi fue a Ezra, quien me preguntó si estaba enferma, a lo cual negué y disimulé de inmediato. Me moriría de vergüenza si se enterase.
Hoy vuelvo a clase y mis amigos me preguntan qué pasó.
A Jake le inventé un malestar repentino, lo mismo que a Emma.
Al volver a casa, intento buscarlo, pero me entero de que no ha salido de su despacho. Pienso en llevarle un café para enfrentarlo o esperar unos días más.
Al final, mi cobardía me gana y dejo pasar el tiempo... o mejor dicho, la semana. Me entero de que el Alfa salió de viaje el lunes y aún no ha vuelto.
Es fin de semana nuevamente, y él sigue sin regresar. Pero no pienso seguir encerrada esperando no sé qué. Tal vez ni me enfrente, solo me ignore como lo hizo hace exactamente ocho días.
Aunque confieso que no sé qué pasa, no he podido sacarlo de mi mente. Mi cuerpo lo desea, y yo me muero por sus besos. Le conté algo a Emma, aunque omití el insignificante detalle de que es nuestro Alfa Supremo.
Ella, tirándose de experta en el amor a sus 17 años, me dice que estoy loca y estúpidamente enamorada.
Termino de peinar mi cabello, acomodando mis rizos castaño chocolate que llegan hasta mis pechos. Me pongo un vestido, zapatos cómodos, botines... ¡voilà! Hermosa como siempre.
Creo que mataré a Jake de deseo, aunque lástima que él a mí no me inspira nada... al menos no como lo hace Draven.
Salgo de casa. Nuestro Alfa no ha regresado de su viaje, del cual no tengo idea de a dónde fue. Intenté sacar información a Ezra, pero fracasé.
Jake pasa por mí, y la fiesta en la casa del lago es fenomenal: música, luces, chicos...
Todo está increíble hasta que la música se apaga pasada la medianoche. Veo a los guardias del Alfa en la fiesta, y los chicos comienzan a dispersarse. Al asomarme, ahí está él, con el rostro enfurecido, prácticamente echando humo por los oídos.
—Draven... —susurro. Pero con su tono frío y fuerte aclara ante los asistentes, haciéndome pasar la peor vergüenza de mi vida:
—Alfa Draven, señorita Vaspieris. No olvide que soy el Alfa Supremo, quien manda y dirige este territorio.
Me quedo callada, escuchando su molestia. Pero él no está satisfecho y decide humillarme frente a todos mis amigos.
—¿Le quedó claro, señorita Vaspieris? Usted aquí solo es mi invitada, y merezco respeto. —Sigo callada, pero él insiste.
Todo está en silencio, incluso Ezra.
—¡No la oigo! ¡CONTESTE! —me grita. Esto me enfurece y, al mismo tiempo, las lágrimas escapan de mis ojos. Con rabia, respondo mientras me dirijo al auto de Ezra, quien sé que me llevará a casa.
—Sí, señor... Alfa Supremo. —Me subo rápidamente al auto, sin escuchar más, pues todos se dispersan y el vehículo arranca.
Ezra guarda silencio, aunque puedo notar su molestia. No digo nada; no permitiré que me vea llorar. No hice nada malo.
Al entrar a casa, corro a mi habitación. Tras 30 minutos, alguien toca la puerta. La abro de inmediato, pero me seco las lágrimas rápidamente. No permitiré que me vean rota.
—Alfa... —
...⋆⋆⋆✾ ⋆✪⋆ ✾ ⋆⋆⋆...
a la fuerzas