Encerrada por un destino, libertad por un amor... que ya era suyo.
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Capitulo 9
El me miraba esperando esa respuesta, no sabía qué hacer, un miedo extraño me invadía, por un lado, mi corazón me decía ve que puedes perder disfruta de esta única oportunidad; por otro lado, mi razón decía que estaba mal era inmoral, inseguro y si mi esposo que seguro me tenía vigilada se daba cuenta lo podía lastimar, sobre todo lo que podría hacerme a mí.
Estaba tan indecisa y el miedo me empezaba a controlar cuando miro como vuelve acercar su rostro y me besa de forma apasionada, haciendo que todo miedo desapareciera dejándome solo un deseo de seguirlo a donde quisiera.
Cuando se retira miro como extiende su mano esperando que yo la tome, sin pensarlo termine tomando su mano, dejando que él me guiara hasta fuera del antro, me condujo hasta una camioneta cerrada nos subimos en ella, al estar arriba escucho como le ordena al chofer que lo llevara al hotel.
En el camino recordé a mis amigas iba a empezar a decirle que regresáramos, cuando él se me acerca, pasa sus manos por mi cintura y se pega a mí, escucho cuando me dice.
— No te preocupes, alguien ya le aviso a tus amigas que estas bien y que yo te regresare a la casa por la mañana.
Después de decir eso solo se apodero de mis labios, besándome con una intensidad, una de sus manos acariciaba mi espalda, la otra sentí como se deslizaba por mi cintura hasta llegar a mi pierna acariciándola con una suavidad haciendo que me estremeciera; entre su beso y caricias yo fui dejando cualquier razonamiento, mi cabeza estaba llena de ese placer que me hacía sentir.
No sé cuánto tiempo paso solo escuche cuando el chofer le informo que habíamos llegado; él se separa de mí, baja del carro, después de un momento lo miro abriendo la puerta de mi lado, me ayuda abajar, toma mi mano y me dirige a un ascensor.
Yo no dejaba de verlo, muerdo mi labio inferior con deseo de seguir besándolo, cuando lo escucho decir.
— Maldita sea, como tarda este ascensor.
Una vez que dijo eso se voltea y me besa apasionadamente pegándome a la pared del ascensor, siento como su mano se desliza desde mi cuello, bajando por mi pecho, mi cintura, hasta llegar a mi pierna que acaricia con desesperación.
Cuando el ascensor se paró se retira de mí, sostiene mi mano y me dirige hasta una puerta, la abre me da el paso para que entrara primero; cuando entre mire un gran espacio, había una gran sala con una gran ventada donde se podía ver gran parte de la ciudad, el lugar era lindo.
Él entro y cerró la puerta, se me acerca toma mi mano, me lleva a una gran habitación, se podía ver que había algo de desesperación, pero eso no me asusto, realmente me gusto poder sentir que me deseaba o eso es lo que yo pensaba.
La habitación tenía una gran cama en medio con sábanas blancas, una alfombra blanca; al estar ahí los nervios me empezaron a invadir, la inseguridad de estar ahí, pero en ese momento que mi cabeza se llenaba de cosas negativas, lo escucho su voz seductora detrás de mi espalda.
— No tengas miedo, yo no are nada que tu no quieras, tampoco te haré daño.
Volteo para verlo a la cara, la verdad ese hombre tenía lo suyo y para mis gustos era un hombre que podría decir llenaba mis requisitos; sé que esto no podía ser amor, pero que más daba, había atracción superficial, creo que esto es más que suficiente, para poder disfrutar de la pasión de una pareja, aunque solo fuera por una vez.
Mi respiración se agito y le digo.
— ¿Puedes hacer, que nunca olvide esta noche?
Miro como me sonríe y se acerca a mí, sus manos acarician mi pelo quita la liga con la que sostenía mi cabello en una coleta dejándolo suelto, pasa su dedo por mis labios recorriéndolos, provocando en mi un estremecimiento en todo mi cuerpo, me besa con una intensidad; me hacía sentir su deseo, él estaba igual que yo deseando seguir.
Siento como mi vestido cae al suelo dejándome solo en mis bragas, por un momento sentí vergüenza de que me viera desnuda, quise alejarme de él, tapar mi busto con mis manos, pero el tomo mis manos y las puso en su cuello, paso su mano por mi cintura y me pego a él, evitando que me alejara.
Intensifico su beso, sus caricias por todo mi cuerpo, sentía como sus manos se deslizaban por todo mi cuerpo, haciendo que olvidara mis miedos, llenándome de deseo.
Poco a poco me fue acercando a la cama, recostándome con una suavidad, empecé a sentir sus besos en mi cuello, en mi pecho sintiendo tanto deseo; siento como se separa de mí, al abrir mis ojos lo miro parado frente a mí, él se quita su camisa dejando ver su cuerpo tan bien formado y marcado.
Se quita toda la ropa dejándome ver su cuerpo completamente denudo; se acerca nuevamente a mí y se apodera totalmente de mí, no solo de mi cuerpo, sino de mi alma.
Cada beso, cada caricia la sentía que penetraba hasta lo más profundo de mí ser, el placer que sentía era algo que nunca imaginé, ni las lecturas que leí describen lo que me hacía sentir; poco a poco me fue haciendo suya, al sentir como entraba en mi un dolor envuelto en placer me hizo aférrame a él, abrazarlo con fuerza, sentí como mis ojos derramaban una lagrima no supe si fue por el placer o el dolor, pero a pesar de todo me estaba gustando ser una mujer en los brazos de ese desconocido.
Cuando menos lo espere ese pequeño dolor había desaparecido, mi cuerpo lo sentía sudado, lleno de deseo, deseando más de ese placer, sin pensarlo, sin que mi mente estuviera clara solo escuche mi propia voz cuando en susurro, agitada exclame.
— Más, quiero más.
Lo siguiente que sentí fue como el hizo caso a mis palabras, moviéndose tan rápido intensificando un placer que me hacía perderme en ese sentimiento.
Sentía sus manos y sus besos en todo mi cuerpo, intensificando el placer hasta que sentí como mi respiración se entre cortaba, como mi corazón latía desenfrenado, una liberación en mi cuerpo tan intenso que me hizo exclamar un ruido extraño, haciendo que quedara con una satisfacción en todo mi cuerpo y un cansancio irrazonable.
Lo último que recuerdo antes de quedarme dormida fue cuando él se recostaba aun lado de mi tomándome en sus brazos, me dio un beso en la frente, escuche como me decía.
— ¡Kaia! mi dulce belleza, duerme un poco, mañana hablaremos.
Mi cabeza no razonaba bien a lo que me decía, cerré mis ojos, quedándome dormida, cuando desperté mire que la luz del sol entraba por la ventana, al ver el lugar por un momento me asuste al no reconocerlo, cuando lo miro a él a mi lado, boca abajo, dormido, recordé lo que había hecho.
Tome la sabana de la cama y me tape, el recuerdo de las sensaciones que me hizo sentir llegó a mi mente, asiéndome estremecer.
Mire alrededor para buscar mi ropa, tenía que vestirme y regresar a casa, miro mi vestido a cierta distancia de la cama y mis bragas a un lado de la cama, me hago a la orilla para levantarme, al pararme sentí un pequeño dolor en mis caderas y mi intimidad incomoda, me levanto y tomo mi ropa interior, luego tomo mi vestido.
Miro alrededor buscando la puerta del baño, miro una puerta enfrente de la cama iba hacia ella cuando lo escucho decir.
— ¡Kaia! no hace falta que te escondas para vestirte, que no he visto y tocado de ti.
Volteo para verlo, estaba sorprendida, aún seguía recostado viéndome con mucha atención.
Algo pasaba por mi cabeza que me hacía sentir insegura, siento que algo no está bien y algo insegura le digo, hasta podría decir que con miedo.
- ¿cómo sabes mi nombre? yo nunca te lo mencione y tú nunca me lo preguntaste.
Al ver como tensaba su quijada, su mirada la desvió, miré como apretaba su mano en puño, eso no me gustó nada y un extraño miedo me invadió, hasta insegura me empecé a sentir delante de ese hombre que se miraba molesto al momento que hice mis preguntas.
Quería salir corriendo y no sabia porque, alejarme de ese hombre, que sabia mi nombre sin que yo se lo dijera, se suponía que era un desconocido, ¿Cómo me conocia?
me gustaría saber el final